Guardar

LA PRENSA LIBRECuentos del Domingo. mente.
su casa. Le próximo enlace.
un Virgen Pálida, sirena encanta piedad, como fieras encarceladas. La Francia, muy al contrario, desde dora que moras en el mar de mij Fué vencida la tropa de Enrique; el principio abarcó la causa de la huilusión, mujer hermosa con for se buscó éste y no se encontró; manidad y sin aquellos grandes demas de ángel, que tienes el encan fueron registrados los cadáveres fectos que por desgracia van siempre al lado de las grandes cualidades, el Domingo, 28 de Abril, to de seducir y el poder de avasa y no aparecía; de repente, un equilibrio europeo, de que nos babla llar, yo os amo con la frenética bulto negro, informe, con un bracon tanto entusiasmo Mont, sería hoy fiebre del delirio; os amo con el zo menos y una pierna volada equilibrio universal republicano, LA VIRGEN PÁLIDA, rubio como un rayo de sol, de calor de mi pasión eternal, mi a por la mortífera bala del cañón, Con razón se ha dicho que, en la rostro perfecto y sobre todo de mor es inmortal, mi amor no tie se vió retorcer entre las convul actualidad, la inteligencia universal es YER. buenos antecedentes. Nacido en re fin!
siones de la muerte. Era Enri ciudadana francesa. ningún país el fondo de la aristocracia y acosEra una tarde suprema de inDijo, y Julia embelesada, ex que que luchaba con la agonía; tiene como los del Centro y Sur de tumbrado al lenguaje lujoso de tasiada en aquella música sublime no pudo resistir más y llevándo América tanta razón para afirmarlo, decible serenidad.
los salones, poseía una educación de palabras, suspensa como la se la única mano que tenía al aunque en ello se aparten muy lejos Lejos, muy lejos, allá en la poética llanura del existe brillante; era fino y cortés, ga gacela que atisba, devoraba con corazón, con voz débil y temblo del respetable concepto del Conde de Lamartine, que afirma que Lafayette lante y atractivo. Nacido en una su mirada ardiente la imagen rosa. balbuceó: Julia. y exun lago cuyas ondas azuladas rellevó de la América para la Francia fresca la brisa que sopla mansaopulenta ciudad y transeunte en simpática de Enrique, y sin po. piró inmediatamente al mismo los cánones de la República. Lo que El mullido césped alfon aquel lugar, la casualidad hizoder contenerse arrebatada en dul tiempo en que la Virgen Pálida, por virtualidad del tiempo y del esbra sus orillas y la hora en que que al pasar Enrique por aquel ce frenesí, palpitante como la ola sofocada de angustia, consumida pacio corresponde oirá una Nael crepúsculo vespertino parece pueblo, descubriera través de del deseo, exclamó. Enrique! y por el dolor que la causaba la au ción en forma de doctrinal desarrollo anunciar la desaparición del As un balcón los hermosos ojos de depositó un beso en los labios de sencia de Enrique, que pensaba de polémica expositiva, no pertenesu amado. el eco de aquella había olvidado, exclamaba. ce ella si son conceptos generales tro Rey, dos jóvenes, Julia y En una linda doncella.
rique, sentados en el césped, forNo sé que influjo poderoso hu beso lo repitió el silencio, y las ¡Enrique!. y expiraba precisa. sobre ideas que bullen en extraños maban un cuadro interesante. bo en la mirada de los dos: era ondas del lago azul se conmovie mente en las orillas del lago azul. cerebros; la manera que no es propiedad del auditorio, el discurso con Los pájaros cantaban en los algo así como la corriente mag ron como de gozo. ARRIOLA.
que elocuente orador lo entusiasma árboles vecinos en bullicioso connética, algo como la fuerza del Vueltos en sí de aquel paraearns aunque levante arcos y monumentos destino. Desde ese instante ya sismo sublime, se prometieron cierto, el himno armónico entopara aplaudirlo nado al Supremo Artífice: preno fué dueño de sí mismo, se sin cuantas dichas forja la esperanza. LIBERALISMO, Es fuera de duda que las nociones ludiaban con melodía mágica en tió atraído por el vértigo de una III que sobre derecho poseen las jóvenes acentos melífluos y divinos, la pasión ardorosa. Hizo toda ave.
Las postrimerías del siglo han traí democracias de América son traídas Enrique marchó para su casa sinfonía de la tarde agonizante, riguación respecto la familia do evoluciones de magnitud incalcu de la Francia y fueron ellas las que, de aquella tarde primaveral que hacer las preparaciones de su lable, semejantes, sino para la Crono inflamando el corazón de los patrio de Julia y no le fué difícil para ser introducido en logía sí para la Crítica histórica, las tas, realizaron la idea de la indepenexpiraba entre arreboles de luz!
declaró su amor de la manera Sucedió que cuando llegaba, que cerraron el pasado siglo para a dencia dando en tierra con la vetusta Julia era tierno pimpoyo la ciudad se hallaba en movi nunciar el presente con los clarines dominación española, enseñándonos que frisaba en los quince abriles: más patética, con vehemencia, miento: se aprestaban ocho mii de la Marsellesa. No se han visto to amar la Democracia en su forma pálida como la azucena: adorna con exaltación.
Julia por su para hombres que marcharían sobre davía, como se vieron entonces, se correctamente realizable, para que ba su bella cabecita una larga y le hizo que no el enemigo castigar el ultraje del cadalso; empero, sin cadalso ofi propio, hijo del estudio y de la mepodía aceptar un amor tan resedosa cabellera color castaño ciente, nacido tal vez de la viva que le había inferido una nación cial, siempre la humanidad bautiza ditación, diéramos verdad práctica oscuro; sus ojos, negros como la cidad de sus impresiones; pero vecina.
con sangre las andadas del progreso, equélla, amoldándonos las diferennoche, estaban velados por lar Enrique fué llamado las ar porque jamás pudo el estandarte de cias que la Ciencia Constitucional gas pestañas crespas; su mirada Enrique, fascinado con la hermomas como militar de alta gradua la civilización soltar sus visos sino so marca como elementos de importanmelancólica inquieta, denotaba sura y las virtudes de la Virgen cia al escogitar la forma y faces de ja ansiedad que la absorvía. Era Pálida, estaba resuelto luchar ción, y sin poder evadirse, mar bre humanas pirámides.
con el dios de los imposibles.
cha los campos del honor. No La Revolución Francesa que tuvo Gobierno racionalmente aplicables un conjunto de belleza: su boca Trascurrió una semana y Enhabía remedio, tenía que batirse por bandera los derechos del hombre, una entidad nacional dada.
pequeña como un botón de rosa, esa labor, verdadera evolución nero humano ni ha podido cuantificar gigantesca de la humanidad, no es o despedía un aliento perfumado; rique, ciego, frenético y deliran con las huestes enemigas. Des inició una obra gigantesca que el gésu torneada garganta, su frente te, no perdía ocasión de inculcar pechado con este imprevisto obs. aún, ni todavía concluir. Aquella obra que puede realizarse sino después táculo qué retardaba su felicidad bra, francesa por su iniciación, era, de múltiples y dolorosos alumbraalabastrina y su seno mórbido en el carazón de su adorada hery y aun tal vez la perdía si moría como es, universalmente solidaria por mientos; porque aunque el progreso turgente, latía con violencia al mosa los puros sentimientos de en el combate; lleno de indig sus propósitos y tendencias, ya que marcha, esa marcha no es permanente su amor. Al cabo de un mes ju nación, con el coraje olímpico de comprendía la libertad en futuro, to y sucesiva; hay siempre retrocesos. par que su corazón.
lia soñaba con la flamante imaSencilla, ingenua, espiritual, era un soldado espartano, se lanzó cando así, muy fondo, y en ampli veces desalentadores, como hay, seamable como la bondad misma. gen de su Adonis, veía entre suela pelea que había empezado ya; tud inmedible, la suerte de propios y gún el sabio Spencer, algún error en En su publo la llamaban LA VIR ños dibujado en lontananza, el había invocado el nombre de la extraños, estableciendo la universal el fondo de toda verdad; y no es sino escuela de la Democracia en cuyo cri la distancia de los siglos como pueGEN Pálida por su hermosura y seductor vergel de su ilusión; bordada de tul y nácar se le pre de ángel custodio en la empeña nías, y surgir organizadas y fuertes tuoso viaje del humano mejoramiento, Virgen Pálida, el cual le servía su blancura mate, y aunque tosol habrán de fundirse todas las tira de mirarse sin interrupción el majesdos los jóvenes del pueblo aspisentaba la silueta de un porvenir da lucha. Al principio se le veía las múltiples nacionalidades del orbe como no es sino la distancia de los raban su mano, ella no quería espléndido.
pelear valientemente, avanzaba y equilibradas en sus deberes y dere sepulcros como pueden verse, sin desá nadie: su alma candida y pura La Virgen Pálida estaba enaavanzaba terreno; de repente, se chos y cumpliendo armónicamente las perfectos, los perfiles morales de un moroda de Enrique!
no la había enturbiado todavía el vió reducido un círculo estre leyes del progreso.
hombre ilustre.
soplo ardiente del amor.
II cho, cercado de enemigos; el fue La revolución de Inglaterra que Un ejemplo es bastante: Sus virtuosos padres, ancianos, Han transcurrido tres meses go cada momento avivaba más y decapitó Carlos para luego traer Colombia, la tierra de los héroes y de acrisolada honradez, la que desde la época en que Julia y el clamoreo del moribundo que al mismo trono entre aclamaciones, de las hazañas inmortales, después de rían al pensamiento; era la niña Enrique paseaban en el lago. expiră, era apagado por el in fogatas encendidas, cantos y otras de haber vivido durante más de veinte mimada del hogar, el ángel del Cuando los encontramos aquí, cesante tiroteo de riflería. Com mostraciones de alegría, Carlos II, años bajo el régimen de la Constitufué, como dice Macaulay, un caso di ción de 1863, la más liberal del munconsuelo; ella correspondía son ambos se amaban ya con la in prendió Enrique la situación anferente del de la Francia.
riente las caricias de sus padres mensa fiebre que produce en los gustiosa en que se hallaba y no do. exceso, como todos vicioso. así tenía que ser.
hizo alto, y en pasmoso retroceso con ardientes besos y no encon sentidos el tacto de una mano habiendo más remedio que venLa Inglaterra luchaba por los in quedó maniatada con las tiránicas catraba más felicidad que la de tra sedosa. Engolfados en gratos cer o morir, peroró sus soldagleses, la Francia por el mundo ente denas de la Carta de 1886, inspirada bajar al bordado para mantener deliquios de amor, Julia yacía re dos incitándolos con nuevo ar Aislados los ingleses por su po por el señor Rafael Núñez y desarrolos. Estaba satisfecha con esa costada con abandonó y coque dor la matanza; dijo adiós su sición geográfica y por idiosincracia, llada por sus secuaces. Hoy aquella vida tranquila y dulce.
tería sobre el hombro de Enri adorada Julia y rápido como el suavenimiento podía ser, como fué, República ha vuelto sobré sí, ha desMas un día là conoció Enri que: ambos amantes departían pensamiento, con ei arrojo del familiar. La política de las Cabezas pertado del letargo, y no hallandó oque, joven apuesto y de familia las orillas del lago azul, poetizan león y la fiereza de la pantera, redondas no era como la de los fran tro camino para continuar sus suspennobie, y al ver en ella tanto he do aquel idilio el rumor de las se aventuró entre un remolino de ceses, de universal aplicación; no pro didas mejoras, ha ido los campos de clamaban los derechos del hombre si batalla sin más armas que la fe y sin chizo y hermosura, sintió en su olas que se mecen y la perspec balas.
alma una conmoción secreta, sutiva de la naturaleza fecunda. Al cabo de un cuarto de hora, no los del ciudadano inglés. El mar otro pertrecho que la profunda conla separaba de las demáś naciones vicción que dan redentoras ideas. pecho palpitó y una pasión in De pronto Enrique obedecien una nube espesa de humo cubría que, no teniendo motivos de temor esas labcriosas gestiones se verifican mensa, fuerte como el vendabal do un arranque de ternura, el campo de batalla; los enemigos pudieron mirar con indiferencia aque un tiempo mismo en todas las naazotó su corazón de fuego. un trasporte de pasión violenta, no se conocían porque la pólvo ilas convulsiones inglesas. De aquí ciones latino americanas: las causas Estaba enamorado de la Vir como si sintiera la sangre agolra había ennegrecido sus rostros que los sucesivos retrocesos y arances aparecen diversas, distintos los megen Pálida! Enrique era un ga pada su cabeza, y frente fren tostados por el sol; habían llega de la Inglaterra ni apenas tocaron la dios, acaso similares los aparentes amllardo mancebo de veinte años, te de Julia, exclamó: Oh! tri, la do las manos y se mataban sin periferia política de los otros países. bicionados fines;empero si por encima ro.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lízano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica

    DemocracyEnglandFranceLiberalismViolence
    Notas

    Este documento no posee notas.