Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Sovet UOLEGTURA PARA EL DOMINGOS Maa Boda Normanda medrosa, con los cabellos llenos ternera la cacerola, tres gigo LA PRENSA LIBRETOTO ranja, y por último, sobre la pla EL JDILIO DE LOS VIEJOS La mesa se había puesto bajo taforma superior, un prado verElla tiene el aire antiguo el tejado de la carrocería. Había de en el que había rocas, con laDe un labrado camafeo; encima de ella seis gallinas fritas, gos hechos de confites y buques Ojos de color ambiguo hechos con cáscaras de avellanas, apagado centelleo.
Su fina cabeza breve de pomada de rosa y temiendo tes, y en el centro un bonito co en el que se veía también un peSemeja, en el busto vago, Los convidados llegaron bue no estar bien.
chino de leche asado y flanquea queño amor, balancéandose soUua gardenia de nieve bre un columpio de chocolate, Como no había bastante nú do por cuatro andosiélles a na hora, en carruajes atalajados cuyas dos vértices finales termiSobre la margen de un lago.
con un caballo, carros de dos mero de criados de cuadra, para oseille. En los ángulos, el aguar. naban por dos botones de rosa El tiene el rostro severo desatalajar todos los carruajes, diente en las garrafas. La sidra ruedas con bancos, viejos cabrio los señores se remangaban sus dulce embotellada dejaba escanatural que imitaban pequeñas De un anciano general, lets sin capotes, tapizados con bolas. se adivina al guerrero cortinas de cuero, y los jóvenes mangas y se ponían hacerlo par su espuma espesa en torno La comida se prolongó hasta Ante su paso marcial.
de los tapones, y todos los vasos lo lejos oye un canto de los pueblos en carretas en las ellos mismos.
la noche Segúr. sus aiferentes posiciones de antemano estaban llenos hasEvocador de otros días, que permanecían parados, en liCuando se cansaban de estar nea, con las manos apoyadas so sociales, había levitas, sacos le ta el borde. Grandes platillos de Que más bien parece el llanto bre las tablas de la caja del ca vitas; muy buenos trajes rodea crema amarilla, que se extremecía sentados, iban pascar los De dulces melancolías.
rro, para no caerse, marchando dos de todas las consideraciones al menor movimiento de la mesa, patios á jugar una partida de. Recuerdas, mi. murmura al trote con duras sacudidas. de una familia, y los que no sa presentaban dibujos sobre su su bolos en la granja, y después vol La viejecita, con calma; Vibra en su voz la ternura, Vinieron de diez leguas la re lían del armario más que en las perficie unida, las cifras de los vían la mesa.
Cuando la comida terminó, alSe asoma su rostro el alma.
donda, de Goderville, de Nor solemnidades: levitas de grandes nuevos esposos en arabescos tamfaldas flotando al aire, de cuellos bién de crema.
manville y de Carry.
gunos se durmieron y roncaron.
El la contempla un instante, Y, como cuando era bello, Pero a la hora del café todo se Se había invitado a todos los cilíndricos y bolsas largas como Se había ido buscar Ivetot Imprime un ósculo amante parientes de las dos familias, y so acompañadas ordinariamente un pastelero para que hiciera las reanimo: entonces entoron can En au nevado cabello.
contentádose con los amigos de algún casquete rodeado de co tortas y los rellenos.
ciones, hicieron calembours, car Y, proyectando sus sombras que estaban enojados, y se había bre en su visera; chaquetillas muy Como debutaba en el país, ha garon pesos, ensayándose lleEn los brumosos espejos, escrito las relaciones perdidas cortas, que tienen en la espalda bía cuidado las cosas: el mismo var las carretas sobre sus espal Sin ruido, por las alfombras, de vista desde hacía largo tiem dos botones aproximados como llevó a la hora de los postres una das.
Vanse alejando los viejos.
LEOPOLDO Díaz.
po.
un par de ojos, y cuyos lados pa piéce montée que hizo arrojar En la noche a la hora de marLos muchachos vestidos de un recen haber sidos cortados a la gritos.
char, los caballo, llenos de avena TEATRO modo semejantes los papás, pa vez, en un solo block, por el haEn el principio de la base, era hasta las narices, se encabritaban, recían incomodados por su tra cha de un carpintero.
El drama. La bpera. Considercio un cuadro de cartón azul que y toda la noche, la claridad de jes nuevos. algunos de ellos esAlgunos de ellos todavía (pero imitaba un templo, con pórticos, la luna, por los caminos del país, nes. Mr. Diquet. Luis Amato.
De las diversas formas de que trenaron ese día el primer par de estos con toda seguridad debe columnatas y estatuas en torno, se veía carricoches arrebatados!
botas de su existencia. y veíase rían comer en la extremidad de y como de estaco, dentro de unos y corriendo al galope, saltando se sirve el pensamiento para exal lado de ellos, alguna con el la mesa) llevan blusas de cere nichos contelados con estrellas en los baches por encima de los presar sus sentimientos ideas, vestido de primera comunión, monia, es decir, con el cuello de papel dorado; después, el se trozos de roca, deslizándose por ninguna, en nuestro sentir, reualargado para el caso, alguna volteado sobre la espalda, la es gundo piso formado por un pas los taludes y con mujeres que se ne condiciones más ventajosas gran chicuela de catorce diez y palda con pequeños pliegues y tel Savore, rodeado de fortifica colgaban fuera de la portezuela que el arte dramático. Por meseis años, su prima o su hermana el talle ligado por la parte de a ciones menudas ángelicas; alme para tomar las riendas. dio de él, muéstranse en toda su mayor sin duda, tímida, como bajo con una cintura cosida. mendras, pasas y pedazos de naGUSTAVO FLAUBERT.
realidad, de manera viva y senVESPERTINA e matices claros de los umbrosos tamarindos; canta de broncas cuerdas, que restalla y vibra. Te acuerdas? En la alcoba la solitaria tortola sus cuitas, para cantar solas mis pesares de cándidas cortinas, y el angel del amor callado tiende y retar mi suerte y maldecirla en castos lechos de inocentes gasas MI ESPOSA sus alas desde arriba, Tú no oirás esa música de guerra, tres ángeles dormían.
y derrama la paz en los hogares para tí, dulce amor, tengo una cítara.
Allí estaba la cuna y el sueño deleitoso en las pupilas de gayas blondas y de azules cintas, de los cansados seres, que se acercan.
Ven. En los limbos del Oriente vagan El ligero rocío de la tarde la cuna que en cuatro años se estrechan y se abrigan, las nocturnas neblinas, ni triste estuvo ni se vió vacía.
ha templado el ardor de la canicula. or y al amparo de Dios y en calma duermen y las cstrellas el azul inundan era el encanto de tu amor y el mío, La llanura descansa, y se adormece de suave claridad. Ven, alma mía; al amable calor de la familia.
era nuestra delicia yá duermen en las lomas al soplo de la brisa ir quedos la cuna stá hud las cabañas pajizas, Solo mi alma ana! Yo sólo que, rozando la espuma de las olas, y mirar la niña, téngole al ave envidia!
apenas se oye en el silencio el eco la emanación salina la dulce niña de cabellos de oro de alguna voz perdida, y rosadas mejillas.
del mar recoge, y la pampa llega iQuién pudiera como ella y con sus alas el dejo de un cantar, la alada nota hender las brumas de la aucencia impía! de la dulce vihuela campesina.
de olor de yodo y de frescura henchida. Te acuerdas? En la alcoba.
de blancas celosías, Las aves duermen en las ramas quietas El sol poriente irradia Dos aves tordas de matices claros y festonadas guías, en sus cunas de espigas; al blando beso de la iuz temprana cárdena luz oblicua. en el ramaje florecido y verde las flores de la tarde nuestros pequeños recordar solian.
los celajes de Oriente se coloran; de un algarrobo triscan.
duermen en sus capullos, las brisas Era su dulce despertar de aurora, las nieblas, fugitivas, De allí revuelan aleteando en torno, en los lechos de aroma del follaje alba sin nubes para cada día debajo del azul cruzan calladas en ese nido del amor.
bajan, se elevan, giran, de las plantas floridas.
se persiguen, se ocultan tras las hojas, Duerme el viento meciéndose en las olas y con pálidos tonos se matizan. Te acuerdas?
que tiemblan, y se atislan.
del piélago brumoso, que dormita, Las altas rejas de la estancia abrías, en las techumbres, el reflejo de oro Luégo se asoman al colgante nido y entre vagos rumores duerme y sueña y el sol alegre penetraba en ondas del sol lo obscuro de la paja aviva, donde sus pollos pían, la llanura sin fin.
de luz dorada y viya.
y allá, lejos, muy lejos, cuchicheando ternezas en idioma Ven, alma mía; La enredadera de lujosos tallos en la azulada lirea que es todo melodía; la calma de esta noche de verano y azules campanillas donde los cielos y las ondas llegan, y con suaves gorjeos que remedan gozar nos convida: perfumaba el ambiente, y tres amores se abrazan y se miran, los murmurios del agua cristalina, lejos del mundo nuestro amor cantemos, de rubias cabecitas, reverberan las nubes, y las aguas preludian el cantar de sus amores como cantan su amor las avecillas.
cl aire henchían de explosión de besos, cerúleas del mar brillan.
al apagarse el día.
Siéntate, así, mi lado. Mi cabeza de alegres charlas y de frescas risas.
Oigo las frases de la arpada lengua en tu seno apoyarse necesita, Eu la sabana inmensa, Ellos llenaban nuestro sér de orgullo, quc esmaltan melancólicas umbrías, de estas aves sencillas, porque vean mis ojos en tus ojos ella de bendición y de alegría, reflejado mi amor; tu vela el silencio el declinar hermoso sus trémulos arrullos, sus estrofas del astro que agoniza. de apasionadas rimas, bañe mi frente, como el fresco soplo ellos eran, como hoy, viva esperanza.
Ella era el ángel del hogar, la niña, del aura vespertina.
y sucede un instante y en vano intento, en vano, la dulce niña de cabellos de oro Mírame, dulce amor. Tus ojos negros lleno de religiosa poesía, sorprender en mi lira y rosadas mejilas.
de serenas pupilas en que todos los seres se prosternan cadencias que remeden tienen, como las noches de verano, y enmudece la vida. la música exquisita en medio de la sombra pensativa, No sé qué sombra por mi frente pasa!
en que la tierra se recoge y ora con que cantan su amor en el crepúsculo vaporosos efluvios trasparentes Ahuyéntala, mi bien. Tu mano amiga y los cielos suspiran; estas aves sencillas.
de claridad sua visima.
pon en mis sienes, y tu dulce boca y, cual vága en los ámbitos del templo, Cantan veces con el blando acento Esa luz amo yo, porque es aurora mis cálidos labios aproxima.
mientras callada multitud medita, de las quenas tañidas sobre el niisterio del silencio grave, Bórra, bórra el recuerdo tormentoso en el hondo silencio de los valles perenne, que disipa las sombras de la noche que me amarga la vida, del armonio la dulce melodía, de las sierras andinas; de mis tristezas íntimas.
y no llegue tras él otro recuerdo, así en el éter transparente sube, y sus notas se apagan dulcemente. Ay! Nunca en los luceros iay! que en pos de la niña en medio de la calma vespertina, como la luz que expira; de tu alma asome la quemante chispa voló otra niña de cabellos de oro como el blando rumor de una plegaria, y mi alma queda del postrer acorde del enojo mortal. Ay nunca, nunca! y rosadas mejillas. como el triste gemir de una elegia.
suspensa; y, adormida Mírame siempre como aquí me miras. Lloras? La lumbre de esos dos luceros En tanto, el sol con la postrer vislumbre, sueña que oye tu voz. Ay! y, del sueño Pon la mano en mi pecho. Con mi brazo encantados paisajes ilumina, al despertar, suspira.
que allá en Oriente solitarios brillan, déjame que te oprima y con suspiros de calor exhala en tus lágrimas ruede hasta mis ojos.
dulcemente, mi amor, como otras veces su hermosa despedida, El rosado crepúsculo se extingue, Quizás, quizás me diga en los felices dias.
si en esos astros rutilantes moran bella esperanza, que en los cielos deja la noche se avecina, el alma pensativa, la estrella azul de los amantes sale ¿Te acuerdas? Tu hermosura nuestras prendas queridas, la luz, que al soplo de la noche muere, y el arco de la luna se dclínea.
y mi amor sonreían, las dulces niñas de cabellos de oro y triunfa de la noche y resucita. Paz en los cielos y en la tierra calma!
y eran leves las horas que llegaban y rosadas mejillas!
En el pueblo cercano Pero en la mente mía trayéndonos la dicha.
No sé qué sombra por mi frente pasa: tañe doliente la oración la esquila, se agolpan mis recuerdos, mis tristezas, Ni una arruga en mi frente, ni una sombra Ahuyentala.
y el son pausado, que en el aire tiembla, amis ideas extrañas y enemigas.¡ay! entonces había. Do estás, mi dulce amiga?
de un eco en otro se dilata y vibra.
enemigas ¡ay! sí, porque en el mundo, y los limpios cristales de tus ojos Yo he sentido tus labios en mis labios; el atezado pescador, que vuelve quien siente como yo, se fataliza. dan reflejaban mis plácidas sonrisas.
yo he sentido tus manos en las mías!
dejando en la ribera su barquilla, Quién me diera olvidar ¿Te acuerdas? En la alcoba olay! sueño fue de mi cabeza loca, con la fe mansa del humilde escucha Mas, ahl perdóna, grata ilusión, mentira!
el toque, y se persigna: La noche de la ausencia nos separa, cerca de allí le aguardan no te aflijas, por Dios, prenda querida, entraba el sol de la mañana en haces y en la llanura solitaria y fría, de luz templada y tímida.
su huerto y su casita, Oye: mi pensamiento Él veia flotar como a las nieblas sólo me hallo, con mi pena solas es conmigo traidor, y se encarniza la parda choza que al espacio eleva con mis tristezas íntimas.
del humo blanco del hogar la espira, cuando solas me halla, y se complace eu las lagunas límpidasentre las frondas del capay, en donde en robarme la paz, la paz bendita en nuestros ojos el postrer ensueño las aves, que duermen sus proles tiernas la cucube anida.
que en sus treguas medan las sordas luchas de una noche de paz y de caricias, en nidos de plumón, les tengo envidia!
y los recios combates de mi vida.
Bl en átomos leves Quién tuviera como ellas blando arrimo. No llores, dulce bien; mira, el lucero de oro se cernía quién, sus noches tranquilas!
Mugidora vacada cruza el llano: de Venus está allí, suave escintila; al través de las sueltas Quién pudiera, como ellas, con sus alas perezosa y tardía si te empañan las lágrimas los ojos, y blancas muselinas, hender las brumas de la ausencia impia!
el pasto huella y al clamor responde la sombra le obscurece y me lo quita.
y besaba en los labios entreabiertos de otras vacadas que el pastor aprisca. Afligirte. jamás! mi suerte es nube le nuestros niños la postrer sonrisa CÉSAR BORJA.
Las aves vuelven de lejanas cumbres torva de tempestad, noche sombría. de un sueño celestial.¡Ay! desde entonces, POIOS posarse garridas pero tú eres estrella, tú eres astro, quizás, del sol se enamoró la niña, Llanura de Santa Elena. Ribera del mar.
en las copas en flor de los aromos y no llegan las nubes tan arriba.
la dulce niña de cabellos de oro an Ine hemiae oimne Este documento es propiese de lei widace Natiorván Migeontregelezen del Sistema Naonedelsiantasia dinisterio de Cultura y Juventud, Costa Rica. mem abrigada y tranquila
Este documento no posee notas.