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OLEGTURA PARA EL DOMINGO razao LA PRENSA LIBREASUNTO PARA UN DRAMA furunc blanco, estaba siempre inseri Mara cayó sin sentido solare la nl.
Lo en el programa de la señora Arfumbra.
Conversaban varios caballeros en uld, siempre co la primera picza, y Pero el Dr. mcntía: él no se bubiera cl salón de fumar, respués de comer. 1a estrechaba muy tiernamente sobre atrevido tocar in pelo al Capitan, EL HOMBRE (1)
El juclío Pereira, director de teatro, sus cordones durados. Rcaparrcía u que pasaba como el primer tirador tan conocido por sus cuellos postizos na vez más el autignio mito de Marte de Vict11. Arrodillosc junto a su niucolor de mármol y sus curbatas de y Venus.
jer y le tomó la mano; cl pulso palpi.
aspecto triunfador, estaba en pić 11. Bien, dijo Pereira; vá tenéis he taba; todavía no había muerto. Ente la chimica, con un vaso de cura cha vucutra exposición, Mauricio; ja tonces cl verdugo le prestó algunas ¡Oh gran Naturaleza, que Madre Tierra un día 720 en la mano vuestros personajes están cada uno atenciones y la reanimó.
Llamo quien profanara de madre el santo nombre. La anécdota! decía; todo consis en su lugar. Encadenemos ahora, co. Vais poncros ahora mismo un Tú siempre indiferente, siempre callada y fría tc en eso. Una pieza dc tcatro no es mo se dice en lenguaje de teatro; cn traje de baile y todos vuestros diaTe muestras las ansias indómitas del Hombre. buena sino cuando su argumento se cadencios.
mantes, ic dijo con tono imperioso, y ¡Oh gran Naturaleza. tus olas encrespadas, puede contar en cinco minutos. Cuan. Corriente. Un día cncontró el Dr. me acompañaréis al baile de la EmTus hórridos abismos, tus atrevidas rocas do un autor viene bablarme de una un paquete de cartas.
bajada de Francia, que estamos incomcdia a la hora de almorzar, lo inAl Hombre le opusiste. la sombra sus miradas. Qué resorte tan gastado, las vitados. tus silencios graves sus preguntas locas.
terrumpo inmediatamente. Podrá cartas. iJamás! no podré jamás. usted haber acabado de referire ci. Pereira, usted es insoportable. Os vestiréis iremos. He dado coDe tus entrañas salgo famélico y desnudo, asunto antes de que yo me tome «stc Válgase aquí del recurso que quiera, mo pretexto de mi duelo con de trémulo, encorvado, debo empapar el suelo hucro pasado por agua? Si no lo pero en ini historia aseguro que fue Blazewitz una disputa de juego; pero Con el sudor y el llanto; para el trabajo rudo puede hacer, su pieza no vale nada. roll cartas.
vos estáis comprometida, y es preciNací, como nacieron tus aves para el vuelo. Pereira absolvió su vaso de cu. Que dieron ai marido la seguri so que la gente os vca mi brazo csdad de su deshonra. ta noche; de lo contrario se creería ¡Oh Tierra. no distingues los ayes de los cantos. Yo no soy autor dramático, dijo Aparentemente.
que nos hemos batido por causa vuégLa cava de las tumbas, de rústicas labores. el gallardo Mauricio, adjunto de le. que le hicieron concebir un tra, y yo quedaría deshonrado. VesNi al hijo que se entierra regado con las llantos, gación, desde el fondo de la gran pol proyecto de venganza?
tíos, yo lo mando!
Del grano que se siembra mojado con sudores.
trona en que estaba acurrucado; y. Si usted conoce la historia, Pe. No había más remcdio que obedeSoñando con tus dádivas, el sembrador escoge sinembargo, Pereira, si usted quiere, reira, siga usted contándola. cer. Cómo resistir al esposo quien le referiré una anécdota de la que me Tiene usted razón. Decía, pues, ella había ultrajado tan cruelmente?
Un campo, y labra, y suda sobre las anchas éras; parece que podría sacar partido un Mauricio que el marido.
Arreglóse, pues, qué agonía! y su al cabo le regalas, para llenar su troje, bombre de la profesión. Pero el Prorectó una venganza terrible, marido la arrastro liacia el baile de Con enfermizos pámpanos y con espigas hueras.
tiempo de tomar un hucvo es muy pero posible solamente en un hombre la embajada. Allí, estenuada, se ten. el campo misterioso de la callada muerte, corto.
de su profesión. Mara no estaba dió más bien que se sentó en el salón Donde entre amadas sombras por último dormimos. Le concedo una tortilla, respon completamente curada, y el especia de entrada, donde el ujier proclamaProfana en sus orgías, tu mano lo convierte dió el judío riendo estrepitosamen lista lo sabía bien, de esa enfermedad ba, a cada instante, el nombre de los En campo de altas mieses y cárdenos racimos.
te. Pero ¡las ideas de piezas que del corazón que él había cuidado du que iban llegando. El Dr. en rigurotiene la gente de salón! Desconfío de rante dos años con tanto interés so uniforme, soberbiamente atariaSi tí nos acogemos, con rabia nos sacudes, ellas, como dice el guillotinado por teniendo su cólera, se limitó repre estaba en pié detrás del sillón que cariño. Propúsose empeorarla; cou do con todas sus condecoracioncs, Guardando tus furores volcánicos despiertos. persuación. Vamos, cuente usted. si tus senos buscat hambrientas niultitudes, sentar ante su esposa el papel de un ocupaba su mujer. De repente y des Bueno. La historia corrió de sa. marido inquieto y desconfiado, y así pués de haber dirigido la vista la Te imploran, y se abaten llorando en los desiertos.
ión en salón, en Viera, cuando estu. hizo nacer en el ánimo de ella el te antecámara, se le acercó al oído, co Sobre nosotros vierte tu colosal clepsidra ve yo allá. Había entonces en aque inor y la angustia. Sabía, por las mo para deciric una galantería, y le La escarcha, el rayo, el viento, la nieve de las cumbres 11a ciudad un médico muy afamado, cartas sorprendidas, cuán profunda preguntó: el soplo de la peste, que transformado en hidra, especialista en enfermedades del co cra la pasión insensata que esperi. El dolor no te ha matado, miserazón; se llamaba (cambio los nom mentaban los dos amantes, y estaba rable?
Con sus anillos diezma las vastas muchedumbres.
bres, naturalmente, porque cl asunto Todavía no, por desgracia, mur.
seguro de que procurarían siempre Tu voz, en montes y ondas, es grito que amedrenta, es trágico. se llamaba el doctor Ar serse, aun arriesgandose. Nuestro muçó la infeliz.
Clamor de estrago, trueno de omnipotencia brava; nold: apenas tenía cuarenta años de Maquiavelo doméstico se aprovechó Pues bien, replicó él, scñakindolc con tartárea cólera tu enorme boca ostenta edad, rá su cientela cra magnífica de csas circunstancias. Desde enton la puerta; inira, y muere de alegría.
Era un hombre hermoso, muy clegan ces, un poder misterioso interpuso Espuma en tus Océanos, en tus Vesubios lava.
En ese inomento el ujier anunciaba te, con un rostro regular, patillas po toda clase de pequenos obstáculos con voz sonora. luego, como restos de aquellos tus festines, bladas rubias, tipo austriaco, en entre Mara y 31. de Blazewitz, pero. El Capitán Barón de Blazewitz!
Los blancos esqueletos se tienden colosales fin. pero con un par de ojos a la sin separarlos enteramente: ese po El hermoso Capitán entró con la De uda Pumpeya triste volcada entre jardines americana, azules y fríos como el ace der fes hacía faltar las citas, inte sonrisa en los labios, y desde luego. de una inuda Ninive perdida entre arenales.
ro, que lo hacían uno reflexionar. rrumpía sa correspondencia, turba como lo hacía siempre, busco a su Residía también en Viena una fami ba y envenenaba sus amores; y en amada con la vista. Apenas la recoV si indignado clamo al ver tus elementos lia rusa (nombrémosla, si les parece, sa vida llena de emociones agudas y noció, ella acababa de levantarse de Cubrir los horizontes de piedras funerarias, los Skebeloff. esa familia llamó al dolorosas, la salud de Mme. Arnold sa asiento, tiesa, como impulsada El huracán, mofando, se lleva mis acentos, Dr. para que viera una de las seño se alteró profundamente. El Doctor por un resorte, lívida bajo sus adorY el taciturno espacio devora mis plegarias.
ritas de la casa, en la que el especia estaba matando su esposa cou tán nos de fiesta, espantosa! Le dirigió De hinojos interrogo la bóveda sombría lista reconoció, desde el primer exa ta seguridad y acierto, como había una mirada distraída, llevó la mano men, un principio de aneurisma. De asado no hacía mucho para curarla a la garganta, y cayó pesadamente Que alumbras tristemente con pálidas estrellas. bió de ser cosa comprometedora aus la hora de terror loco que da la al suelo, muerta, bien muerta en esta sube, y sube trémula la voz de mi agonia, cultar y tocar la señorita Mara. circulación una actividad morbífica, vez!
Llerando de astro en astro las místicas querellas. Figúrese usted! Aplicar el oído al el hábil médico hacía suceder los lar. El escándalo fue borrible!
Mas no levanta un eco la religiosa queja. seno de una linda morena de diez gos días de tristeza, que congestio El Dr. sc arrojó sobre el cuerpo de Todo es misterio y sombras en tus callados cielos; nueve años, y tocarle sobre el cora nan el corazón y detienen en él la su mujer, lanzando gritos, y la desesLos astros, mudas cifras; la Cruz del Sur semeja zón, como quien dice. Se puede en sangre. Luego repentinamente, finperación de de Blazewitz habría trar?
La equis de esa incógnita que ocultas con tus velos.
gia no sentir yá absolutamente celos, causado escándalo, si un amigo no lo Mauricio, interrumpió el dueño y se mostraba conmovido hasta las hubiese sacado de allí viva fuerza. Dónde el materno arrullo. En dónde tu sereno de la casa, nada de chistes de Vau iágrimas con los sufrimientos de su Todos los convidados desaparecieAbrigo. las respuestas mi angustiado grito. deville. Usted nos prometió un mujer. Pero ¿qué es lo que está pa ron; los lacayos se comieron la cena, Abajo, el terremoto, la peste, el hambre, el trueno; drama.
sando, mi pobre Mara. le decía. Mi y la Embajadora quedó muy descon.
Arriba, la implacable mudez del infinito. lo tendrán ustedes, 10 tengan dignóstico no sirve ya para nada; tenta. pues bahía hecho preparar excuidado. Los Skebeloff, aunque re tienes el aspecto de una persona que presamente para el cotillón figuras Qué sorda, oh Madre Esfinge, mis febriles dudas!
idos en la mejor sociedad, eran, se estuviese muriendo de pesar. no grotescas, de las que esperaba un ¡Cóino al dolor ofende tu imperturbable calma, sinembargo, algo sospechosos; vi eres dichosa conmigo. V, al mismo éxito magnífico.
Cuando, las alas rotas contra tus leges tudás, vían en un hotel, y el señor Skebeloff tiempo que observaba con delicia dia Mauricio se calló: hubo un momenPalpita en mí, como águila en su prisión, el alma!
tenía demasiados galones, presillas bólica los progresos del mal, crucifi to de silencio. Todos estaban estreY par del alma, hieres la carne. en la pupila adornos en sus trajes; vivían con caba sa víctima con sus desespera. mccidos, y Pereira mismo tuvo el mucho boato, y se decía que los dia ciones hipócritas. los seis meses, tacto de no salir con una de sus haVas opacando, noche tras noche, los destellos; mantes de la señora eran falsos. Ha los síncopes eran más frecuentes, las bituales majaderías.
Otoño tras otoño, cansado el pie yacila; bía en la casa dos señoritas casade palpitaciones más rápidas; habían Invierno tras inýierno, argentas los cabellos.
ras, demasiado lindas para que se vuelto aparecer los síntomas más FRANÇOIS COPÉE. en yano huyo tus leyes de muerte y exterminio pudiera hacer algo bueno de ellas; en inquietantes del aneurisma. VaYo sé que tú me sigues, yo siento con espanto fín, gente sospechosa. Pero el Dr. se mos, Pereira. usted no me inteQue tá, doquiera oculte mi cuerpo tu dominio, enamoró apasionadamente, y pidió trumpe abora. BA PTIBA Sujetas con tu garra la orla de mi manto. la mano de la señorita Mara; la ob. Así es: está usted en su segundo tuvo; se casó tres meses después, y acto, que es el nudo de la pieza; pero MAXIMILIANO GRILLO. Qué abrazo el tuyo, oh Tierra. Entre tus garras toscas la familia Skobeloff, repentinamente el desenlace. el desenlace!
Irónico a los genios de la vid. Destruyes, nervio nervio, los miembros infelices.
aburrida de Viena, emprendió el vue. Piden el desenlace. exclamó Les formuló el Destino esta pregunta. Nos tragas en la tumba, allí cruel enroscas lo hacia ducpos hoteles. La esposa Mauricio con el acento de un mozo. Qué es lo que más aterra de la muertes Al corazón llagado tus ávidas raíces.
del médico, frau doctprin, como dicen de fonda que trae un plato. Hélo squé lo más espantoso de la tumba. Xal fin sog tuyc, oh Tietra Tras amarguras tantas alla, agrado mucho a la sociedad de aquí: LOL! Bu fealdad horrible y sus gusanos, Descenderé tu sénó, cansado peregrino, Viena. Eran muy interesantes los reContestó suspirando la Hersosura.
cién casados; el Dr. amaba Mara entregarás mis venas al jugo de tus plantas. Su absoluta miseria, la Opulencia; Una tarde entró el Dr. en la alcoba como su esposa y como su enferma. Su iudi. cutible realidad, la Duda.
volverás mis huesos al polvo del camino. la adoraba y la curaba. Ese cuadri de su mujer, agitado como una temY absorverá mi nombre tu olvido indiferente, to dovelesco encantaba a las alema pestad.
Es su silencio! dijo le Alegria. borrará tu mano mis fugitivos rastros, nas sentimentales. la señora Ar. Señora, le dice; lo sé todo, de La Niñez murmuro:Su sombra oscura. la triste Vejez. Ay! es el frío tú alzarás por siglos, joven etériamente, nold. cuya salud se restablecía vigi Blazewicz es vuestro amante.
blemente, se dejaba ver con frecuen La pobre Mara se puso pálida coDe esa noche polar que la circunda, El himno de tus olas y el himno de tus astros.
cia en los salones y hasta bailaba mô un sudário, y en sus labios apa. Es su eterna quietud, dijo el Trabajo. Mas no tendrás. oh Tierraz do todo se derrumba. algunas veces. se recieron las violetas de la muerte. Su soledad, su soledad, sin duda. pesar de su aneurisma. Matadmel contestó.
El Alma, que rindiendo su carga abrumadora, Grito la Juventud. N6, su socreto, Dijo la Ciencia, que de mi e e burla.
Eso era lo que él quería.
Abre las grandes alas a orillas de la tumba. Sí; la joven parecía tañ restableV sube a los espacios de la inmortal Aurora. çida, que su marido le permitía, cċ. No pondré la imádo sobre una. un pobre bardo soñador du gloria.
mo médičo, bailar algún wals; pero mujer, contestó el Dr. Arnold; vues Desde un rincón clamó con amargura. bebi. JOSÉ RIVAS GROOT. Focreo que, como celoso, se lo hubie tro cómplice ha pagado por ambos. El olvido, señores, el olvido, la prohibido, pues el heřmosó Capi Acabo de batirme con de Blaże Es lo más espantoso de la tumba. 1) Véase el número del domingo próximo pasado. 212 tan de Balzewitz, pnApolo coří ani witz, y lo he matado.
ADOLFO León Gómez.
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