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LA PRENSA LIBRE ATLANTIDA CANTO AL PORVENIR DE LA RAZA LATINA (Este canto obtuvo el primer premios en uno de los Juegos Florales de Buenos Aires. Cada vez que en la cumbre desolada De la árdua cordillera, tras hondo angustioso paroxismo, Como caliente lagrima postrera Brota de las entrañas del abismo Visterioso raudal, germen paciente De turbio lago, ceudoloso río, Ronca cascada bramador torrente, Pardas nubes descienden a tejerle Caprichoso y movible cortinaje; abandonan los negros huracanes Sus 16 bregas cavernas Para arrullar con cántico salvaje Su sueño: y, en señal de regocijo, Sobre muros de nieres sempiternas Despliegat, combatientes del vacío, Taciturnos guardianes Del infinito páramo sombrío, Sus flámulas de fuego los volcanes.
Allá en el fondo oscuro Del ralle que los pies del Apenino Se extiende como alfombra de esmeralda, Palenque misterioso del destino.
Do el Tíber serpentea Del monte Albano en la risueña falda, Vago rumor se siente.
El rumor de una raza despertada Con el sello de Dios sobre la frente. en el confin lejano Del mar, que muere en la desierta playa Del Asia envejecida, Con eterno lamento Hondo clamor hasta los ciclos sube Que en son medroso el viento Esparce por la tierra estremecida!
Raudales de la historia son las razas, Raudales que la cuna Vela el misterio, y con afán prolijo La fábula, Nereida soñadora, Que el yerde juisico con la biedra aduna, Como la dulce madre que despliega Sobre la tersa frente de su hijo Teñida por los rayos de la aurora, Su manto, de amor ciega Envuelve con fantásticos cendales, Mientras se llena el mando De rumor, de catástrofes. En tanto, Con las alas abiertas, Cruza la tierra el ángel del espanto, agita sus antorchas funerales El incendio iracundo Sobre la tumba de las razas muertas!
La taza que despierta, Como enjambre irritado, en las sombrías Hondonadas del Lacio, Es la raza latina, destinada inaugurar la historia á abarcar el espacio Llevando por esclava la victoria, el clamor que pesutena De la alta noche en la quietud sagrada, Es el grito de llión que se desploma Como gigante estatua derribada: Astro que se hande en tenebroso ocaso Cuando sarge ca Oriente el sol de Roma.
II Raudal que al descender de la llanura, Se torna en ancho río, Aquella tribu oscura, En turbulento pueblo convertida, Sintió dentro del seno La inquietud de la ola comprimida, El rumor interior, la voz del trueno Que emplaza las naciones las gigantes luchas de la vida! se lanzó impaciente En pos de sus destinos inmortales, Dando al viento los bélicos pendones, Siniestros mensajeros del estrago. encendiendo ca el negro promontorio, Para servir de faro sus legiones, La colosal hoguera de Cartago!
Nada detuvo el vuelo soberano Del águila latina; La tierra despertó como de un sueño Al sentirla pasar. El Oceano Generoso corcel que el cuello inclina Cuando siente su dueño, Rugió de gozo le rindió homenaje.
Todo lo hollo con planta vencedora: La montaña y el páramo salvaje, Las misteriosas selvas seculares, En que, al corapás de misticas endechas, Afilaba el germano taciturno, Con siniestra ansiedad, el haz de flechas, las negras pirámides distantes, Que la luz del crepuscalo parecen, Ahandonadas tiendas de campaña De una raza extinguida de gigantes!
Grecia te abrió los brazos, Olvidada De su antiguo esplendor. La Iberia altiva, Como severa reipà destronada, Dobló la frente ensangrentada al yugo, Mas no su corazón, eterd koguera Con rojizo fulgor. La Lanzó a los aires resonál el escudo de bronce hiresa, toda au Sobre el dólmen maldito!
Pero cayó expirante en la Para dormir el sueño del.
De César en la tienda! el Sarmata cruel, el Bretón bravo El Escita ligero, El sombrio, feroz Escandinavo.
Que en las brumas polares De otro mundo olfateaba el derrotero, Fueron prosternarse a los altares!
Largo suimperio fue, largo y fecundo!
El hacha del Lictor estuvo siglos Alzada sobre el mundo!
Cantó su origen inmortal Virgilio, Sus desastres Lucano, Mientras brillaba en el lejano oriente La luz primera del ideal cristiano! en brazos de los Césares dormía Al rumor de los sáficos de Horacio Enervada y tranquila, Cuando sintió tronar en el espacio El rudo casco del corcel de Atila!
Desperto pero tarde! En vez del raso Que en sus manos ardía, Vió que la tierra atónita llevaba El áureo tirso y en la mústia frente La corona de hiedra de la orgía.
Corrió al foro llamando sus legioncs Dispersas y distantes; solo contestaron los histriones, Mezclados al tropel de las Bacantes!
Volvió al cielo los ojos, y en el fondo Del Cielo, en sangre tinto, Creyó ver que cruzaban en silencio, Como un augurio aciago, La sombra lastimera de Corinto el fantasma lloroso de Cartago!
Era tarde, en verdad! El sol de Roma, Luz de la historia y esplendor del orbe, Del Aventino tras la oscura loma de la plebe trémula a los ojos, Para siempre se hundió. Rojo cometa Del horizonte en la desierta cumbre Apareció tras él, vibrando enojos: Nubes del sententrion, vientos del polo, Sobre la tierra inquieta Esparcieron sus ráfagas de horrores.
Sólo quedó de pié, soberbio atleta Vencido, no turbado, destacando En las sombras el dorso giganteo.
Como el genio de Roma en lucha eterna, Centinela de piedra, el Coliseo!
111 No perecen las razas porque caigan Sin honor sin gloria Los pueblos que su espíritu alentaron En hora venturosa o maldecida.
Las razas son los ríos de la historia, eternamente fluye El raudal misterioso de su vida!
El río que en otra hore Turbulento y audaz cruzó la tierra, Ya por blandas y vírgenes llanuras por permos de arena abrasadora, Al soplo animador de la fortuna, De su cauce alejado, Fué morir como lóbrega laguna, Inmóvil y callado!
Pero el raudal ingente De la ánfora sagrada, la corriente Inagotable y para despeñada Por ignoto sendero, Con rumor de torrente surgió un día En la tierra encantada Del indómito Ibero, Donde todo es amor, luz, armonía, El sol más bello, el aire más liviano, siempre altivo, desbordante y joven, Palpita y siente el corazón bumano!
Aſí como al salir de su desmayo La tierra, extremecida Del sol primaveral al primer rayo, Parece que sintiera En el aire, en el monte, en la pradera, En ondas tibias circular la vida, España despertó con fuerza pueva: unidas en eterno maridaje La pasada romana fortaleza la sávia salvaje Del hijo de Pirene, diestro en lides, Engendraron la raza destinada suceder la Cesárea estirpe, La raza soberana de los Cides!
Lleno el mundo su nombre! Las naciones, Del nionte Calpe hasta el penós marino En que vela el Britano, Creyeron que se alzaba en lontananza La sombra augusta del poder latino.
Que de Duero volvía ser la dueña del destino humano!
España como Roma, poseída De vago afán, de misterioso anhelo. com Soñaba con batallas cuando por día, Al tender la mirada por el delo Desde las altas cumbres Vió surgir en lejanos hostizontes de Granada, La vision de la América encantada!
Dos inundos sujetzo bajo su imperio, y dejó de su espíritó los rastros En fecundas, esplendidas creaciones!
Como Ayaxjinmortal, retó la tierra, ancioso de combates, Fue renovar en Africa prodigios hazañas de Escipiones; Pero también se desplomó impotente, Nó del potro del Vándalo álas plantas, Ni del cruel vencedor al ceño airado, Sido cuando cayó sobre su espíritu La sombra enervadora del papado!
IV Mientras España duerme acurrucada Al pie de los altares, Calentando su espíritu aterido En la hoguera infernal de Torquemada, Francia recoge el cetro abandonado De la historia, y prepara En las rocas de Engina, contemplaba Otra hoguera que arroja, Las sombras que en silencio descendían Con ánimo esforzado, posarse en las cumbres del Himacto, Fragmentos de Bastillas, Vel misterioso diálogo entablava Instituciones viejas, privilegios, Con las olas inquietas de un vetusto trono las astillas; Que a 819 pics sc arrastraban y genuían Hoguera cuya lumbre soberana Adivinó su nombre, hija postrera Va a forjar, como en fraqua ciclopea, Del tiempo, destinada Su eterno cetro la razón humana! celebrar las obras del futuro Cuando llega la hora En sus campos de eterna primavera, De las grandes, fecundas convulsiones, la llamó la Atlántida soñada. La hora en que al compás de las borrascas Pero Diog reservaba Se tumban o levantán las naciones, La empresa ruda al genio renaciente Dios envía la tierra los gigantes De la latina raza, domadora Del genio o de la espada De pueblos, combatiente Cual si necesitara de almas fuertes De las grandes batallas de la historia. músculos pujantes, cuando fue la hora, Para no perecer en la jornada.
Colón apareció sobre la nave Así la Francia tuyo, Del destino del mundo portadora, En las horas más grandes de la historia, la nave avanzó. el Oceano, El genio de Voltaire para anunciarle Huraño y turbulento, El tremendo, suprenio cataclismo, Lanzó al encuentro del bajel latino el brazo poderoso Los negros aquilones, De Napoleón, el genio de la gloria, a su frente, rugiendo el torbellino, Para alzarla espirante del abisto! Ginete en el relámpago sangriento!
La fuerza es en el inundo Pero la nave fue, ei hondo arcano Astro de inmensa curya que a su paso Cayó roto en pedazos, Deja, como reguero de laureles, desperto la Atlántida soñada Fulgor de incendios, resplandor de soles: De us pobre visionario entre los brazos. Pero astro que se pone en el Ocaso Era lo que buscaba Tras nubes de rojizos arreboles.
El genio inquieta de la vieja raza, Brillante fue el imperio de la fuerza. Debelador de tronos y coronas.
Brillante pero efímero: la espada Era lo que soñaba: Que sobre el mapa de la Europa absorta Ambito y luz en apartadas zonas. Trazó fronteras, suprimió desiertos Hélo armado otra vez, no ya arrastrando que quizá, de recibir cansada El sangriento sudario del pasado, El homenaje de los reyes vivos, Ni de negros recuerdos bajo el pesa, Fue demandar en el confín reraoto Sino en pos de grandiosas ilusiones El homenaje de los reyes muertos; La libertad, la gloria y el progreso. La espada de Austerlitz, la vieja espada Nada le falta ya: lleva en el seno En los escombros de Moscou mellada, El insondable afán del infinito Ya no describe círculos gigantes, el infinito por doquier lo llama Ya no esparce el pavor de la derrota: De las montañas con el hondo grito Cayó en los campos de Sedan, sombríos, de los mares con la voz de trueno!
Ensangrentada y rota!
Tiene el altar que Roma Quiso en vano construir con los escombros Del templo egipcio y la pagoda indiana: Anteos de la historia, Altar en que profesa eternamente Los pueblos que el espírito y la sangre Un culto solo la conciencia humana. Llevan de aquella tribu aventurera el Andes, con sus gradas ciclopeas, Que encadenó a su carro la victoria, Con sus rojas antorchas de volcanes, Ya los postre o abata Será el altar de fulgurantes velos La corrupción la atracción artera, En que el himno inmortal de las ideas No mueren aunque caigan. Así Roma La tierra entera elevará a los cielos. En su tumba de mármol se endereza, VII renace en Italia, como planta Que el polvo de los siglos fecundiza: Campo jpmenso su afán. Alla dormidas, Así España sacude la cabeza, Bajo el arco triunfal de mil colores Tras largas horas de sopor profundo, Del trópico esplendente, arroja los fragmentos Las Antillas levantap la cabeza De sa pesada lápida mortuoria, De la paciente )uz a los albores, Para anunciar al mundo Como bandadas de aves fugitivas Que no ha roto su pacto con la gloria!
Que arrullaron el mar con sus extrañas Francia, la ancha herida Canciones plañideras, Del pecho aún no cerrada, que secan al sol las blancas alas, En la sombra se agita: cual si ayera Para cmprender el yuelo otras ribera8.
Rumores de alborada!
Allá México está. Sobre dos mares Alzada cual granítica atalaya, Soberbio mar, engendrador de mundos, Parece que aún espía Inquieto mar de Atlante!
La castellana flota que se acerca Que ora manso o terrible, en giro eterno Del golfo azteca la arenosa playa. Ya imitando el fragor de roncas lides, más allá Colombia, adormecida Va gritos de angustiadas multitudes Del Tequendama alretemblar profundo: gemidos de sombras lastimeras, Colombia la opulenta, Te vuelcas y sacudes Que parece llevar en las entrañas En la estrecha prisión de tus riberas!
La inagotable juventud del mundo!
Soberbio mar de cuyo fondo un día Salve, zona feliz! región querida La colosal cabeza levantaroa, Del almo sol, que tus encantos cela.
Coronada de líquen y espadañas Inmenso kogar de animación y vida!
Al ronco son de tempestad brapia, Cuna del gran Bolívar! Venezuela. Náufragos del abismo las montañas, Todo en tu suelo es grande: Mientras el cielo en la extersión desierta, Los astros que te alumbrar desde arriba Jue cternas sombras por doquier velaban, Con eterno, sangriento centelleo; Lanzaba el primer sol su rayo de oro, El genio, el heroismo, Insiensa luz de flor reciente abierta, Volcán bizo erupción con ronco estruendo Sobre la cual es armonioso coro En la cumbre inmortal de San Mateo, Enjambres de planetas revolaban! Tendida al pié del Ande.
Viuda infeliz sobre extreabierta huesa, Tu eres el mismo mar que alzaste an día Yace la Roma de los Incas, rota Bajo arcadas fantásticas de brumas, La vieja espada en la contienda grande, Al vaivén de las olas adormido La frente hundida en la tiniebla oscura; envuelto dulcemente Mas no ha muerto el Perú, que la derrota En pañales de espumas Germen es, en los pueblos varopiles, Girones de la túnica de armiño De redención futura; De tus playas bravias, entonces, cuando llegue Huérfano de la historia, un mundo niño!
Para su suelo la estación propicia Del trabajo que cara y regenera, icon cuánto amor velabas. brille al fin el sol de la justicia, Su cuna, y que sombrias Eras agos días de vergüenza y lloro, Nieblas sobre su frente desplegabas, El rojo manto que a su aspalda HetaPara que el aire errántc, el viento inquieto, Las mieses bordarán de flores de oro. el astro vagabundo Bolivia. la heredera del gigante No fuésen contarle su secreto Nacido al pié del Avila, la codicia insana de otro mundo! Su genio inquieto y su valor constante ¿Con qué ansiedad te alzabas Tiene para las luchas de la vida, El labio mudo, palpitante el seno, Sueña en batallas hoy, pero so importa: interrogar el horizonte oscuro, Sueña también, en anchos horizontes De vagas sombras y rumores lleno, En que en vez de careñas y cañones, Cuando el alba indecisa aparecía Sienta rodar la audaz locomotora Mensajera de Dios en el Oriente, Cortando valles y escalando nontes!
Trayéndote perfumes de los cielos Chile el vencedor, fuerte en la guerra, Para mojar tu frente!
Pero más fuerte en el trabajo, vuelve ¿Y qué grito salvaje, colgar en el techo Mezcla de rabia y de pavor, lanzaba Las vengadoras armas, convencido Retorciendo los brazos, De que es estéril siempre la victoria Cuando una vela errante aparecía, De la fuerza brutal sobre el derecho. en la tarde trasa EI Uruguay quecombatiendo entrega Bramando el oleaje, su senp las caricias del progreso, De algún bajel deshecho los pedazos!
El Brasil que recibe Del mar Atlante el estruendoso beso VI a quien sólo le falta Siglos pasaron sobre el mundo, y siglos El ser más libre para ser más grande; Guardaron el secreto. la región bendita, Lo presintió Platón cuando, sentado Sublime desposada de la gloria, lanzabas, En que la llama de Sagufuerza; de eaia كما APOLLINARIS NACIONAL, Depósito en San José. Calle 17 Sur Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Uzana del Sistema Nacional de Biblictecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica

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