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LA PRENSA LIBRE co.
ranjos LA PRENSALIBRE Un diablo peligüeño anda conmigo: exclamó Román, descendiendo lista ni aun respecto a la forma del y es dame su perenne cantinela, mente de su árbol apenas se alejó el barquichuelo estuvieron de acuerdo y si estoy en los huesos, caro amigo. mendigo. Pues Dios me ha venido el viejo y el niño.
LECTURA PARA EL DOMINGO. Qué me dices. Mi afán te des ver, aprovechemos la ocasión y em. Qué bonita. decía éste parece consuela? puñémosla por el único pelo de la una cuna. Digote, do Peruétano, qué digo calva. Arbol feliz el que tal abono. Qué fea. decía aquel parece un LOS CAMELLOS que aqua no es mujer. es santiene!
ataud. guijuela. se puso a la obra, y desenterró. Quiero entrar! Quiero entrar más de doscientas peluconas, de esas en ella. Repara cómo se mece!
No recherdo a quien of decir que que bajo el Indice et Hispaniarum Yo no! No quiero entrar. Es los mandamientos de la mujer casa Rex lucían el busto de Carlos III muy estrecha! está inmóvil. Lo triste es así.
da son, como los de la ley de Dios, Carlos VI. Me da alegría!
diez: Peter Altember Me da miedo!
III El primero, amar su marido soPero al fin entraron y empezaron Dos lánguidos camellos, de elásticas services, bre todas las cosas.
Román volvio habilitar la tienda, cruzar el río.
De verdes ojos claros, y piel sedosa y rubia, El segundo, no jurarle amor et viento en popa. Aleccionado por los de las que una es luz y otra sombra, su comercio de platería marchó Línea misteriosa entre dos orillas, vano.
Les cuellos recogidos, hinchadas las narices, El terecro, haeerles fiestas. días de penuria, pusocoto álos derro sin que se pueda comprender cuál es grandes pasos miden un arenal de Nubia.
El cuarto, quererle más que pa ches de su mujer, cuyo carácter, por sombra ni cuál es luz.
dre y madre.
Alzaron la cabeza para orientarse, y luego Lindero móvil, vago y fluido entre milagro sin duda de la Divina ProviEl quinto, no atormentarlo con ce dencia, para quien no hay imposibles, la nada, que se ignora si marca un El soñoliento avance de sus bellosas piernas los y refunfuños.
mejoró notablemente.
fin un principio. Bajo el rojizo dombo de aquel zenit de fuegoEl sexto, no traicionarlo.
Ovillitos efermó de gravedad al des Rio de vida río de muerte, que Pararon silenciosos, al pie de las cisternas.
El séptimo, no gastarle la plata en cubrir que su tesoro se había conver corre aguas abajo sube aguas aperifollos.
tido en pájaro y volado del encierro. rriba.
Un lustro apenas cargan bajo el azul magnífico, El octavo, no finjir ataques de ner. El infeliz ignoraba el dinero no es Luces y sombras, y penumbras y ya sus ojos quema la fiebre del tormento: vios ni hacer mimos los primos. monje cartujo que guste de estar destellos, todo está confundido: la Tal vez leyeron, sabios, borroso geroglífico El noveno, no desear más prójimo guardado y criar moho, y es un li barca con su imajen en las aguas, que su marido.
bertino que se desvive por andar al ataud que parece el reflejo de una cuPerdido entre las ruinas de infausto monumento.
El décimo, no codiciar el lujo ajeno. aire libre y de mano en mano. Mendi na; el cabello blanco del anciano y el Vagando taciturnos por la dormida alfombra, Estos diez mandamientos se encie gos ha habido en todos los tiempos cabello rubio del niño, oro que es plarran en la cajita de los polvos de a que en su muerte han dejado un cau ta plata que es oro; una sonrisa Cuando sus ojos cierra el moribundo día rroz, y se leen cada día hasta apren dal decente.
que no se adivina en qué labios está, Bajo la virgen negra que los llevó en la sombra, derlos de memoria.
Román murió, ya en los tiempos y lágrimas que pasan de unas oCopiaron el desfile de la melancolía.
El quid está en no quebrantar nin de la república, repartiéndose entre tras mejillas como insectos cristaliguno, como hacemos los cristianos sus herederos una fortuna que se es nos que saltan; y si se asoman al Son hijos del Desierto; prestoles la palmera borde de la barca mirarse en el con varios de los del decálogo. Siga timó en mas de cien mil pesos.
Un largo cuello móvil que sus vaivenes finge, mos con el platero Una de las cláusulas de su testa cristal, el anciano se ve niño y el ni¡Y en sus marchitos ojos que esculpe la Quimera Una mañana, después de haber te mento que hemos leido, señala duran no se ve anciano.
nido Román una de esas cotidianas te veinticinco años la suma de treinta Región extraña, región confusa, reSoplo cansancio eterno la boca de la Esfinge!
zambras de moros y cristianos guti pesos al mes para misas en sufragio gión en que todo se transforma.
banba y muziferrenas, se dijo: del alma de Ovillitos.
Dijeron las Pirámides que el viejo sol rescaida: llegaron la otra orilla, y salta Pues, señor, esto no puede durar Amamos la Fatiga con inquietud secreta.
RICARDO PALMA.
ron tierra cogidos de las manos comás tiempo, que penas más negras mo buenos amigos. vieron desde entonces correr sobre una espalda que las que paso con mi costilla no Pero tampoco en esta orilla estuTallada en carne viva su triangular silueta.
me ha de deparar su Divina Mages LAS ORILLAS DEL RIO vieron conformes en nada.
tad en el otro mundo. Bien dijo el Sólo que habían cambiado de gusLos átomos de oro que el torbellino esparce que dijo que si el mar se casase ha El río no era muy ancho, pero era tos de impresiones y todo lo veían al reves.
Quisieron en sus giros ser grácil vestidura, bía de perder su braveza y embobali muy profundo, tan profundo que hay unidos en collares por invisible engarce carse. Decididamente, hoy me ahor quien dice que no tiene fondo. Oh qué mañana tan hermosa Vistieron del giboso la escuálida figura.
El río erá muy largo, muy largo. decía el viejo. Sí, sí, tenías razón! con la única peseca columnaria Ni se conoce la fuentecilla en que na El día empieza, el sol sube, la luz me Todo el fastidio, toda la fiebre, toda el hambre, que le quedaba en el bolsillo, se diri ce ni el mar en que desagua.
inunda; ahora, es cuando empiezo La sed sin agua, el yermo sin hembras, los despojos gió al ventorrillo pulpería de la es Su curso es muy lento: tarda más vivir. Ven conmigo, ven, pequeñuelo.
De caravanas. huesos en blanquecino enjambre. No déjame decía el niño. Quien quina y compró cuatro varas de una rama que en él se arroje en percuerda Puerte y nueva, lujo muy escu derse de vista, que la felicidad que se tenía razón eras tú. iQué tarde tan Todo el cerco bulle de sus dolientes ojos.
sable en quien se prometía no tener codicia tarda en llegar quien la es triste. Ves? Ya casi no hay Ni las sutiles miras, ni las leonadas pieles, ya otros en la vida, sol! La noche, la noche que llega!
pera.
Ni las volubles palmas que riegan sombra amiga, Ni tiene oleaje ni tiene espuma. Ya no quiero estar aquí, quiero volII trechos refleja tintas rosadas, como verme la otra orilla.
Ni el ruido sonoroso de claros cascabeles Provisto de cuerda y sin cuidarse las neblinas de la aurora; trechos. No es posible, hijo, no es posible.
Alegran las miradas al rey de la fatiga.
de escribir préviamente esquelas de es totalmente negro, como noche sin Hay que caminar; hacia atrás ya no despedida, como es de moda desde la luna y sin estrellas y envuelta en nu se puede volver. Bebed dolor en ellas, flautistas de Bizancio invención de los nervios y del roman bes. Cuando brilla parece plata liY le cogió la mano y siguieron haQue amáis pulir el dactilo al són de las cadenas, ticismo, se dirigió nuestro hombre al quida; cuando se oscurece, boca de cia adelante. El viejo animoso y esSólo esos ojos pueden deciros el cansancio estanque de Santa Beatriz, lugar a lobo.
perando. El chiquitin, de mala gana menísimo entonces y rodeado de naDe un mundo que agoniza sin sangre entre las venas!
Tiene dos nombres, aunque nadie y llorando: la fuerza casi.
y otros árboles, que no pare sabe cual es el verdadero. Cómo se llama ese río que he¡Oh, artistas. Oh camellos de la Llanura vasta cía sino que estaba convidando al Unos le llaman el río de la muerte, mos pasado. preguntó el pequeño, Que vais llevando cuestas el sacro Monolito. prójimo para colgarse de ellos y dar otros el río de la vida. No sé le contesto el viejo Uros al traste con el aburrimiento y pesai Tristes de Esfinge. novios de la Palmera casta Una pequeña barca flota en el; pe le llaman el río de la vida; otros le dumbres.
ro la barca no tiene remeros.
llaman el río de la muerte. Sólo calmáis vosotros la sed de lo Infinito. Principio Román por pasar revista la corriente por sí, una fuerza De la muerte debe ser dijo el ni¿Qué pueden los ceñudos. qué logran las melenas todos los árboles, y todos halla misteriosa, la lleva alternativamente no haciendo pucheritos que me paba un pero que ponerles. Este no e de una la otra orilla.
rece que me he muerto.
De las zarpadas tribus. Cuando la sed oprime, ra bastante elevado; aquel no ofrecía En cierta ocasión, y en hora que no De la vida dijera yo replicó el anSólo el poeta es algo sobre este mar de arenas, consistencia para soportar por fruto se sabe si era la del amanecer de la ciano que me siento revivir.
Sólo su arteria rota la Humanidad redime.
el cuerpo de un tagarote como él; el caida de la tarde, porque la luz del. se alejaron de la orilla; el viejo Se pierde ya lo lejos la herrante caravana otro era un poco frondoso, y el de cielo era pálida y así podia ser la del mirando hacia adelante y tirando del más allá un tanto encorvado. Cuan alba como la del último crepúsculo, y niño: el niño resistiendo y mirando Dejándome camello que cavalgó el Excidio. do uno se ahorca debe siquiera llevar aunque el sof rosaba el horizonte, en nacia atrás.
Cómo buscar sus huellas, al sol de la mañana, el consuelo de haberlo hecho su re él parecía enclavado, fingiendo lo el río allá se quedó esperando Entre las ondas grises de 16brego fastidio. galado gusto. Al fin encontró árbol mismo un sol naciente que un sol que más viejos y más niños.
con las condiciones que el caso reque llegó a su ocaso; en aquella ocasion, José ECHEGARAY. No buscaré dos ojos que he visto, fuente pura ria y, encaramándose en él, ato la repetimos, y en aquella hora indeciHoy mi labio exhausta; y aguardaré paciente cuerda en una de las ramas más vi sa, llegó a una de las orillas un angorosas.
Hasta que suelta en hilos de mística dulzura En estos preparativos reflexionó viniera de un largo viaje, y sobre una les y Develpemen Co.
Refresque las entrañas de lírico doliente, que, para no ser interrumpido y que ancha piedra se sentó, que no podían José de Costa Rica.
darse medio morir y tener tal vez más y deseaba descanso. si mi lado cruza la sorda muchedumbre que einpezar de nuevo la faena, lo Si. Venía sin duda de un largo viaMientras el glauco fondo de esas pupilas mir mejor era esperar que el camino es je y estaba punto de llegar al fin.
Dirá que vio un camello con honda pesadumbre tuviese desierto. Indias pescadoras Diríase que el fin de su peregrinaMirando silencioso dos fuentes de zafiro.
que venían de Gorrillos, hierbateros ción, y fin desconocido, estaba en la de Surco, yanaconas de Miraflores, otra orilla, según era la espresión de GUILLERMO VALENCIA.
cimarrones de San Juan y peones de ansia, de duda y de espanto con que las haciendas traficaban esa hora fijaba en ella sus enturbiados ojos. las de la noche del 17 esperó que la barca se acercase. llas prendas cuyos intereses la pequeña distancia del estanque. Nadie se muere hasta aquello no era casa, ni hogar, Cristo que le fundo, sino trasunto vi No había forma de que un hombre Así pasaron algunos momentos.
meses.
que Dios quiere pudiera matarse en paz.
vo del infierno. Ni se daba escobada, De pronto llegó corriendo, alegre ni se zureían las calcetas del pagano, mejor de la función me descolgase un bios y ojos brillantes. Pues sería andrómina que, lo y juguetón, un mño de cabellos ruMOLINARI ni se cuidaba del puchero, y rodo, en transeunte importuno! Si ello, al fin, Según el ímpetu de la carrera, de Cuentan que un fraile con ribetes tin, andaba a la bolina. Madama ha de ser, nada se pierde eon esperar muy cerca venia, que si viniera de le de tuno y de filósofo, administrando no pasaba sino en dijes y faralares, un rato, que no llega tarde quien jos como el anciano, más despacio en bebendurrias y paseos.
el sacramento del matrimonio, le dijo ese andar, la tienda y los habe.
llegara y más rendido.
llega.
el varón: En estas y otras cavilaciones ha Al anciano se acercó y pronto se res del marido se evaporaron en me Habase Román escondido entre el es hicieron amigos. á la voz cascada Ahí te entrego esa mujer; nos de lo que se persigna un cura lo peso ramaje del árbol, cuando vió de aquél se mezeló la voz argentina cordonar madera.
trátala como a mula de alquiler, co, y con la pobreza estalló la guerra llegar con cardo paso y mirando de éste: las manos rugosas y exanmucho garrote y poco de comer. civil en esa república práctica que se todas partes con faz recelosa un gües estrecharon las manitas suaves billa. Ofreciendo el mejor llama matrimonio. Los cónyuges an hombrecillo envuelto en un capote y rosadas; los labios áridos se posaOtro que tal debió ser el que casó dabas siempre pícame Pedro que lleno de remiendos.
ron sobre la fresca tez: los hilos de NOTAS en Lima al platero Román, solo que picarte quiero. Por quítame allá esEra este un vejete español que vi plata se enredaron los de oro. Sí: cambio de trexos y dijo a la mujer: ta paja se tiraban los cacharros la vía de la caridad pública, y quien se habían hecho amigos.
cabeza, riesgo de descalabrarse, y en Lima conocian con el apodo de Guillermo Castro Gutiérrez Extraños amigos, porque en nada Ami tienes ese marido; no quedaba silla con hueso sano. Ovillitos. El apodo veuía de que en estaban conformes.
Triste es tener que decirle adiós trátalo como buey al yugo uncido bien librar salía siempre el bonachón una época entraba de casa en casa Si el niño decía: Qué mañana uno de los amigos que más y procura se ahorque de aburrido. del marido llevando en el rostro re vendiendo ovillos de hilo, hasta que tan alegre!
miniscencias de las uñas de su con un día resolvió cambiar de oficio senestimamos, un compañero de Murmuraba el viejo: Qué tarde colegio y un camarada de redac.
Viven aun personas que conocieron junta persona.
más triste. tando plaza de mendigo.
Este matrimonio nos trae al majín Ovillitos, después de dirigir miradas remos Román; pues causa existe pa un soneto que escribimos, allá por escudriñadoras a las tapias y al ca Mira cómo sube el sol!
Si aquél exclamaba palmoteando: ción. Guillermo ha muerto! Su ausencia ha dejado en nuestro ára no estampar en letras de molde los alegres tiempos de nuestra moce mino, se sentó bajo el árbol que co Este se le oponía replicando: No nimo toda la amarga honda pesu nombre verdadero. El presente dad, y que, pues la ocasión es tenta: bijaba a Román, y sacando una tije sube no, que se hunde. na que produce en el espíritu esa sucedido es popularísimo en Lima y dora para endilgario; ahí va como el ra descoció dos de los infinitos par Las que eran nubes de grana para despedida eterna que de tarde en te lo referirá lector, con puntos y co cabalio de copas: ches que esmaltaban su mugriento uno, eran densos nubarrones para el tarde tenemos que dar a los seres mas, el primer octogenario con quien otro.
tropieces por esas calles.
Caséme por mi mal con una indina, capote de barragán.
que han hecho brotar en nosotros ¿Cuál sería la sorpresa del encaraY cuando el pequeñín se mostraba la amigable simpatía y el aprecio La mujer de Román, si bien hon fresca como la pera bergamota; mado Román al ver que de cada par impaciente por pasar el río, el abuelo sincero.
radísima hembra en punto fideli trájome suegra y larga familiota che sacó Ovillitos una onza de oro y le sujetaba con angustia y le aconsedad conyugal, tenía las peores cuali y por dote, su cara peregrina.
que luego las enterró al pie del árbol, jaba en voz baja que tuviera pacienLa mesa de cronista que tantas dades apetecibles en una hija de Eva. trote largo mi caudal camina Amiga del boato, manirrota, terca y sumergirse en una sitte ignota; después de haber permanecido gran cia: Ya lo pasaremos, ya; no ten veces ocupamos para elaborar espacio de tiempo contemplándolas gas prisa. Quién sabe lo que hay nuestras notas para formar regañosa, atosigaba al pobrete del pronto he de hacer con ella bancarrota amorosamente?
en la otra orilla. nuestros artículos, allí está sola, marido con exigencias de dinero; y salvo encuentre una boyante mina. iQué suicidio ni qué ocho cuartos. en esto la barca se acercó. y en su eterno silencio parece reESTAMOS INA GRAN SURTIDO DE MADERA.
Depósito de José María Bonilla 3a Avenida Este, espaldas del Edificio Metálico.
PRECO saistema Nacional PTS Teatero de Cultura yTuventud, Costa Rica.
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