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ve do. Oro LA PRENSA LIBREen lo que no te importa, la len del percance que les había ocurriLECTURA PARA EL DOMINGO gua muy corta.
Valiente consejo es éste, mi El percance era que en la re.
capitán! Lo menos me vale cien vuelta del camino les habían sa.
MUJERES ROSAS veces más de lo que me cuesta. lido unos ladrones, los habían a. Pues mira, todavía te falta paleado y les habían robado otro para ir completamente a cuanto llevaban.
Rosagantes, alegres, frescas, lozanas, Mas, cual las rosas, viado.
La mujer y la rosa son dos hermanas: Juan Cavila lloró pensando en No son las más fragantes las más hermosas.
Flores divinas Ya podía usted dármelo de su capitán, cuyo consejo le había Impregnadas de aroma, llenas de espinas. Rosa y mujer, al rayo del alba pura, añadidura.
salvado de aquel percance, y conDel amor y el rocío cobran frescura Lo que te daré de añadidura, tinuó su camino. Oh mujerl entreabiertos y perfumados, Mas, con el frío, si me das por él el dinero que te Como echara por todos los aTus dos labios parecen, acariciados El amor para en llanto, como el rocío. queda, será una onza de oro pa tajos que su paso se ofrecían, Del tibio aliento, ra el camino, y tres tortas muy se adelantó muchísimo la ga.
Dos pétalos de rosa que arrulla el viento.
Rivales en belleza y en lozanía, ricas para que las comas con tulera, y calculando mal el tiempo La mujer y la rosa duran un día, mujer y tu suegro así que llegues para llegar una buena posada, Oh rosa! de las auras al manso arrullo Pero su aliento, casa.
Tus pétalos, saliendo de entre el capullo Aun después de marchitas, perfuma el viento.
le cogió la noche en un extenso. Eso sí que nó, mi capitán. despoblado.
Puros ilesos, Parecen unos labios que buscan besos.
Mujer, si osado el hombre tu honor ofende, Quedarme como quien dice sin un Al fin descubrió cerca del camiLa virtud es la espina que te defiende; calé siendo propitario de treinta Con ella armada, no un ventorrillo, y aunque tenía mil reales, vo me hace tilín.
En las agrias pendientes de nuestra vida. No has oído decir que a las determinó pasar la noche en él.
el ventorrillo muy mala traza, Lo mismo es a la bajada que la subida, Serás, cuanto más dura, más codiciada.
Yermo, infecundo, tres va la vencida?
Ya amarillas, ya blancas, ya purpurinas, Tran, tran! la puerta del Sin mujeres ni rosas ¿qué fuera el mundo?
Rosas verás acaso faltas de espinas. Sí que lo he oído.
Pero jayi paloma. Pues aplica el cuento.
ventorrillo, y un hombre mal enSi la gracia es aroma, desde la infancia ¡La que no tiene espina no tiene aroma. Canario!. Pero vamos, mi carado salió a abrirle, con un candil en la mano.
Son rosas las mujeres por su fragancia: capitán, que no ha de tener usted FEDERICO BALART. palabra de rey. Hay posada. Mira, Juan, no seas tonto. El Si señor dinero de nada te sirve, porque Juan pasó y se sentó la orilla Hacía mucho calor, y se sento 10 CONSEJOS la sombra de un árbol para de vivir. Tu suegro es hombre que sa con la cabeza que tú tienes te le del hogar, donde el ventero, úni1 descansar y para ver si iba por roban, le pierdes le malgastas ca persona que el licenciado veía Vecina. vecina!
allí alguien que le indicase el ca ted, mi capitán: Estudió para consejos no te los pueden robar, liebre.
iQué sé yo que le diga us antes de llegar tu pueblo, y los en la venta, estaba guisando una. Qué se ofrece señor Anton?
mino que debía seguir. cura, y cuando ya estaba para ni los puedes malgastar, ni los Juan tuvo intenciones de pre. Me hace usted el favor de un brió a un hombre que caminaba mo yo, casándose con una chiqui.
Alzó la vista al pico, y descu ordenarse, se cortó la cabeza, 60puedes perder guntar al ventero cómo vivía sopoquito de sal. Eso canario! también es cier lo en aquel desierto; pero se acor Oro molido que fuera! Pero por la altura con dos caballerías Ila que se murio cuando nació mi to. Deme usted otro consejo, y dó del consejo En lo que no te imiqué. Se va usted meter co cargadas.
cinero. Donde quiera que fueres, haz se hizo sacristán del pueblo; pero que se lleve la trampa el dinero porta, la lengua muy corta, y se que me queda.
limitó a preguntar si podría dar Ca, no señora! Es que me lo que vieres, me dijo el capitán. debe andar la cuarta pregunta. Pues oye el tercer consejo: le algo de cenar.
he encontrado en la calle con un Veo que aquel arriero va por la porque, como dice el adagio, el Antes de hacer nada, consulta Cenaremos juntos esta liebre, cuento bastante sosito, y voy a cumbre del monte, y por consi dinero del sacristán cantando se con la almohada.
ver si le sazono un poco.
guiente por allí debo ir yo dijo viene y cantando se va.
pan y vino. contestó el ventero. Mi capitán, no entiendo bien Cuando la liebre estuvo guisa Qué cosas tiene usted!. Pe para si Juan. tu mujer vive con su pa dre? ese consejo, porque, de seguirle, da, el ventero puso una mesita ro en fin, sea para lo que sea, ahí tomó cuesta arriba, mientras Regularmente vivirá.
no podría uno ni fumar un ciga junto al hogar, fué un rincón tiene usted, y si hace falta más. el arriero desaparecía al otro la. Qué. No lo sabes de cierto?
rro sin pasar noche por medio. Muchas gracias, vecina.
de la cocina, levantó una trampa do de la montaña. No señor. Hombre, no has de tomar el No hay de qué darlas, señor y grito en tono imperioso: Al llegar a la cumbre ir dcs ¡Pues qué. No te escribe?
consejo tan al pie de la letra.
Antón. Sube!
cender por la ladera opuesta, se En jamás, mi capitán.
Quiere decir que antes de decidir Pues señor, este era un solda encontro de manos boca con el. cómo es eso?
Aunque Juan era valiente, couna cosa grave, como, por ejem mo todos los brutos, los pelos se do, quien llamaban Juan Cavi arriero de las dos caballerías. Porque dende que tomé el plo, vengar una ofensa, lo medi le erizaron al ver y oír aquello, la, no porque cavilase mucho, si que estaba a la sombra de unos chopo no sabe por dónde ando.
tes mucho.
no porque, viendo que no cavila arboles. por qué no le has escrito?
porque todas las terroríficas his. Ya, ya lo calé, mi capitán. torias de venteros asesinos que ba nada, el capitán de su compa El arriero, que vió de repente. Porque no sé. Ea, pues, ahí tienes una onci había oído en su niñez acudieron ñía, con quien estaba de asisten asomar un soldado seis pasos. Pero, hombre, cualquiera te ta de oro para el camino, y estas su imaginación.
te y que le quería mucho, lo esta de distancia, dejó las caballerías hubiese hecho el favor. tres riquísimas tortas, que no Su terror subió extraordinariaba cencerrando siempre: y echó correr espantado por Sí, señor, mi capitán; pero has de empezar hasta que llegues mente de punto cuando vió aso Juan, cavila!
aquellos matorrales abajo.
como para ditar las cartas hay tu casa, para que las comáis mar por el boquerón que acabaJuan Cavila tomó la licencia, Juan cayó en la cuenta de que que ea vilar.
entre tú, tu mujer y tu suegro, ba de abrir el ventero un horrible y se dispusu volver su pueblo, el fugitivo era un contrabandista. iJuan, ca vila, cavila, que si torta poľbarba.
esqueleto cubierto de asquerosos que estaba muy lejos, muy lejos, y tomando de la rienda las caba no cavilas mucho, eres hombre Gracias, mi capitán, y quede andrajos, y cuyos hundidos ojos y donde tenía su mujer, porque llerías, continuó su camino con perdido!
usted con Dios.
le contemplaron como espanta.
es de advertir que como siempre ellas hasta dar con el oficial de Mi capitán, como me diera Juan, ca vila, cavila, y. dos.
fue muy poco aficionado a cavi carabineros quien llevaba la usted un par de consejos de le. y buen viaje.
lar, se casó muy joven con la hija carta de su amo.
yo me las campanearía, como El esqueleto era una mujer, que del sacristán de su pueblo, sin se acurrucó tímidamente cerca de Las caballerías estaban carga. cuando cogi el contrabando de III considerar que podía sucederle lo das de riquísimas telas de con marras.
la trampa.
que en cfecto le sucedió, es decir, trabando, y Juan se embolsó po. Los consejos buenos valen Juan Cavila, apenas partió, to Juan Cavila iba ya pregunque podía caer soldado, y pasar cos dias después la tercera parte mucho dinero.
mó un asiento de sombra en una tar al ventero quién era aquella él y su mujer la pena negra de del valor de la presa, que la ley. Ya lo sé, mi capitán, que el galera que se dirigía su país, y desventurada mujer, y por qué se siete años de separación.
destina al aprehensor.
caminaba, caminaba con su mo hallaba reducida tan miseraJuan bailaba de gozo, por dos Hé aquí de dónde procedían los que me dió usted en Jaca me va rral la espalda, y en la memo ble situación; pero recordó el conlió treinta mil reales.
razones: la primera porque iba a treinta mil reales que tenía Juan. Pues hagamos un trato. Yo ria su tesoro de consejos, resuel sejo de su capitán, y se calló la ver a su mujer, quien no había Cavila en poder de su capitán te daré un consejo bueno: pero to poner éstos en práctica cuan boquita.
visto hacía siete años; la se. cuando tomó la licencia.
me has de dar por él diez mil rea tas veces se le presentase ocasión. Ventero y licenciado se pusieron gunda, porque volvía su pue les de esos treinta mil que te tenAl llegar al pie de una larga cenar, el primero tranquilo, el blo con treinta mil reales.
go guardados.
cuesta por donde subía la carre segundo sobresaltado, y ambos El que Juan tuviera mujer no. Canario, mi capitán. Mucho tera dando rodeos, Juan recordó sin hablar una palabra.
necesita explicaciones, porque Juan Cavila ha trocado el choes diez mil reales. el consejo Si hallas un atajo, da El ventero arrojaba de vez en mujer se encuentra fácilmente, po por una vara de ídem, el co. Pues si no vas bien aconseja al camino un tajo, y viendo lle cuando al esqueleto un mendrugo pero el que tuviera treinta mil reaje por una cinta de seda, y la do, vas perder el dinero y quizá gado el momento de ponerle en de pan y un hueso, que el esquecartuchera por un canuto de ho la vida.
práctica, dijo al ordinario: leto devoraba con ansia.
reales sí que las necesita, porque jalata. Tiene usted razón. Deme us Hasta luego, que yo me voy treinta mil reales no se encuenAl terminar la cena, el ventero tran con tanta facilidad como va a despedirse de su capitán; diez mil reales.
Héle que entre triste y alegre ted el consejo y rebaje usted los por aquí.
se levantó, arrojó de un empellón. Mire usted que ni las cabras el esqueleto la cueva, cerró la mujer.
triste porque quiere su capitán Estaba Juan con su compañía mucho, y alegre porque quiere Ilas un atajo, da ai camino un. Pues el consejo es éste; Si ha pueden subir por ahí.
trampa con la taravilla que te No hay atajo sin trabajo. nía en la parte exterior, y volvió de guarnición en Jaca, y su amo su mujer mucho más.
tajo. Juan, trepa, trepa por el a sentarse junto al hogar.
le envió al Pirineo con una carta. Hola. Conque ya estás de. No se me olvidará ese conse tajo, salió nuevamente la ca Juan Cavila se vió nuevamente para un oficial de carabineros marcha?
jo, mi capitán. Si me diera usted rretera, y se sentó la orilla de asaltado por la tentación de preque andaba por allí. Sí, señor, mi capitán, si usted siquiera otro.
ésta para esperar a la galera y guntar al ventero por qué trata Pero, señor, me voy perder no manda otra cosa. No tengo inconveniente; pero descansar.
ba así aquella desdichada muen aquellas soledades, porque no Juan, cavila mucho, porque te cuesta otros diez mil reales. La galera tardaba mucho, y jer, pero volvió acordarse del sé el camino.
todo se necesita para vivir. Es muy caro, mi capitán. Jnan renunciaba ya esperarla, segundo consejo de su capitán y Donde quiera que fueres, haz. Mi capitán, si me diera usted. Ya sabes que mis consejos cuando la vió venir al fin y es volvió a tragarse la saliva.
lo que vieres, le contestó su amo. de despedida dos o tres consejos producen treinta mil reales cada peró.
Poco después, ventero y licenJuan emprendió su camino con de los buenos, me hacía used uno.
Pero ¡cuál no fue su sorpresa al ciado se acostaron.
el fusil al hombro para su segu hombre. Verdad es. Venga otro con ver llegar al mayoral con el ros Pero ustedes creen que el licenridad, y con este consejo en la. Vamos ver. qué vida pien sejillo, y quédese usted con otros tro ensangrentado, al zagal con ciado pegó los ojos aquella nomemoria para su guía, y hala, sas hacer tú en tu pueblo? diez mil reales, si no puede ser un brazo roto y los viajeros lle che, con el cerote que tenía sobre hala, hala, llegó al pie de un mon Vivir como Dios manda con menos.
nos de contusiones y lamentán su alma. Las naricee pegaría!
te.
mi mujer y mi suegro. El segundo consejo es éste: dose mayoral, zagal y viajeros Juan Cavila, por la primera II CONTRATOS POR MADERA Del Aserradero de José María Bonilla pueden hacerse con el suscrito, en el Almacen de los señores Quelqueja freate al Palacio Nacional. Las maderas se entregarátalgoccomo siem rites blenə etiofherrúsiterósitura degsikerespaldago idet Edificio Metálicos. Costa Rica
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