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LA PRENSA LIBRE.
ELO AMOROSA LECTURA PARA DOMINGO llos para que no se advirtiera el Tu enemiga no era más que estrago. Todos creyeron que nos una coqueta, le dije sonriendo.
habíamos besado fraternalmente. Coqueta. Nada de eso. Siem.
y nos aplaudieron.
pre que la eneontraba la veía Apenas pude, me escabullí. La sencillamente vestida, seria de vé y curé la herida. Para expli porte, indiferente a los homenacar el vendaje alegué que me hajes que su nombre y una cierta Para mí sólo quieres estar hermosa!
y misterios del alma de las mejeres. bía rasguñado con las espinas de gracia altanera le atraían. De¡Tú, que eres incitante y apetitosa aspiras hacer firme de esa manera un rosal. Guardé el secreto de cíase que estaba resuelta vivir ccmo hay en este mundo pocas mujeres, una pasión prendida con alfileres.
esa acción de guerra; pero bien soltera.
y tienes una cara como una rosa. Dios te lo pague, reina. Pero te engañas. comprendí que las hostilidades e. Llegó un verano en el cual fui y una sonrisa dulce, suave y graciosa Ese aiarde de inútil coquetería ran ya flagrantes entre aquella los baños de Dieppe. Allí estuve como eterno incentivo de los placeres. jamás enciende el fuego de las entrañas. linda jove yo. punto de comprometerme con Para mí quieres Tú quiéreme de veras no más que un día, Aquí hizo otra pausa mi amigo una viuda bellísima, madama de aparecer más rica, más elegante, con un amor profundo, grande y sincero, para mirarse las manos. Busca. Querpont. Cuando yo creia es.
como si tus deseos fuera bastante de modo que se filtre tu alma en la mía, ba, sin duda, algún rastro, pero tar al obtener su mano, ella se una pasión prendida con alfileres.
y ya verás entonces cuánto te quiero.
no halló ninguna cicatriz. me rió un día en las barbas y me ¡Dios te lo pague, reina de mis amores, y cómo no hacen falta ciutas ni flores. Mas tu relato no prueba na declaró que una de sus compañe.
si mí sólo dedicas los esplendores para hacer mi cariño tan duradero da, le dije yo entonces, sino que ras de convento, la señorita Sode tu belleza, que resista las dudas y los dolores.
la señorita Sofia era nerviosa. fia le había hechɔ el favor si para mí te adornan cintas y flores Que yo te sienta dentro, como se siente En el fondo tú no habías dicho de revelarle, en la correspondeny aromas de exquisita delicadeza. fundida en el cerebro bullir la idea, sino la verdad: las espinas de los cia epistolar que con ella mante. Pero es que de tu fuerza no estás segura. que al contemplarme el alma siempre te vea, rosales arañan. Pero después. nía, que yo era el más indiscreto. Piensas hacer argolla de tu hermosura. y tendrás mis amores eternamente Después, añadió mi amigo de los hombres, y que en mí no con una especie de violencia, ella se debía tener ninguna confianza. Por qué lo piensas, niña. No eres mi dueño? aunque causes espanto de puro fea. Tu amor no me adormece como el beleño, Que mejor que con besos y con abrazos fue mi enemiga declarada. Al De este modo, mi enemiga había y aunque escapar quisiera, volar no puede, y con el incentivo de la hermosura, día siguiente del rasguño, le ofre. truncado ya dos veces mi cací ceremoniosamente anas precio rrera.
porque ante tus hechizos se humilla y cede se aten los corazones con esos lazos sas tijeritas en un bonito estude solidez más grande, porque es más pura.
Eso era ya mucho. Qué era ¿No me tienen sujeto tus labios rojos, que me dan alegrías hondas, intensas. Pero si todo es falso, si no me quieres, che. Había creído que no las a lo que ella se proponía. veces Pues, entonces, bien mío, luz de mis ojos, ceptaría, que arrojaría lejos mi me acometían pensamientos inaunque para mí sólo te compusieres ¿por qué lo piensas. con todos los perfumes de Andalucía, obsequio, o que de él se serviría dignos de mí. Creo que, mi ¡Ay! Porque tú ya sabes que no me quieres, siempre, luz de mis ojos, será la mía para tratar de sacarme los ojos; turno, yo habría arañado tamy dudas por instinto que yo te quiera, bién. La idea de esa enemiga se una pasión prendida con alfileres.
pero se atrevió más. Gracias! me dijo, con una había hecho para mí una especie SINESIO DELGADO.
sonrisa de desprecio. Conserva de obsesión que me impedía traré este recuerdo de una lección bajar. Veíala en mis sueños, ir bien dada y bien recibida.
cortando, uno tras otrc, con las Odio de mujer (plábamos los matices tentadores es decir, mi enemiga, estas Ella hizo acelerar la permanen mismas tijeras que yo la había en las mejillas de nuestras com palabras con relación mi: cia de sus padres en el campo, y dado. los hilos de mi suerte. En no creo seriamente en pañeras de juego, pero nos guar. Nada su cabeza de borrego, se fue con ellos antes que de cos realidad, la alcanzaba ver de el odio de los hombres, dábamos bien de tratar de mi tiene razón de aspirar patillas tumbre, seguramente para no cuando en cuando, inpasible, ca.
y absolutamente no rarlos muy de cerca. Cuando en forma de chuletas: así empa verme más. Al año siguiente no da vez más delgada, pero linda creo en el odio de las mujeres. más, al recoger juntos las flores reja.
vino, y yo, que había acometido siempre, en concepto de todos.
Los hombres tienen orgullo; las de los campos, se nos solía ir la La chanza me pareció detesta una ocupación industrial mien Yo habría querido verla abomimujeres tienen nervios. El espí mano hacia las de ellas, y tal vez ble. De ese día en adelante creí tras que pudiera emprender al nablemente fea. Lo creerás tú. ritu de la mujer depone sus oponíamos en esos contactos in ya ini vocación decidida: era una gún trabajo de ingeniería, como Al fin resolví expatriarme.
dios.
tencionales medio veladas decla antipatia profunda respecto mi diploma me daba el derecho. Pobre loco. le dije, lo que Como expusiese yo esta teoría raciones, que hacían que ellas se Sofia. Ella, por su parte, enva de aguardarlo, fuí sólo una o habia era que tú la amabas. delante de un amigo mío, noté en pusieran coloradas y pálidos nos lentonada con su talento epigra tra vez visitar mis amigos. Acaso así era me respondió él cierta incredulidad. Le invité otros. Cosas de muchachos. mático, no me perdonaba mues Varias veces oſ hablar de ella. mi amigo; pero si así era, yo no que discutiera el punto conmi sas iniquidades duraban lo que tra ninguna de desdén y aun de Ponderaban la agudeza de su ge tenía entonces conciencia de ello, go; mas él me respondió sonrien un suspiro. Nuestra infidelidad aversión.
nio. En la sociedad la alcancé y al contrario, creía odiarla de do: esos amores ocasionales era co Estando una noche jugando, ver algunas ocasiones, y me pa buena fe. Solicité en el Ministe Voy a hacerte una relación mo convenida: todos aquellos ra quise vengarme de Sofía. Hacía reció que se adelgazaba un poco. rio de los trabajos públicos una que teudrá más fuerza que mu llos indecisos de pasiones de se ocho días que apenas nos cam Le tuve como lástima. Me pre comisión para estudios obras chos argumentos fisiológicos y gundo, formaban el crepúsculo de biábamos un saludo al vernos cabí de aborrecerla, no obstante en algún departamento de mipsicológicos. Yo he sido blanco nuestro amor y de nuestra vida. por la mañana. No nos había que ella no perdonaba oportuni. nas. Al menos en ese particular de un odio femenino que ha podi. Aquí hizo una pausa mi amigo, mos vuelto dar ia manc, y en dad de hacerme daño. los cin no podría intervenir Sofia. Pero do perderme si no me hubiera re y yo alcancé ver que con el ex nosotros fermentaba una animo co años de esta guerra distan ella tuvo noticias de mi pretensuelto matar mi enemiga. tremo de la lengua se limpiaba sidad formidable. Teniendo yo, cia, bien que yo no apeteciera sign. El ministro del ramo era. Con que tú has dado muer los labios, como buscando toda según el juego, que escoger entre mucho el tomar estado, mi fami el marido de una de sus amigas.
te una mujer. via en ellos algún rezago de miel las señoritas presentes una para la mé comprometió que solici a Qué hizo qué dijo ella. Yo Mi amigo volvió a sonreir, sin de sus veinte años.
que con un beso rescatase una tase la mano de la señorita no lo sé; pero esa vez adquirí la manifestar el menor remordi Mi amigo tenía entonces ya prenda, escogi Sofía Todos precisamente una de las amigas certidumbre de que ella se me hamiento. No pude mirarle con ho muy cerca de sesenta.
se rieron viendo el trance en que íntimas de Sofia. El partido era bía anticipado. Resolvi ponerle rror y antes lo exité que contiel juego la había puesto a ella, de honorable y en un todo conve punto la guerra, aunque fuese En esta familiaridad inocennuara su relato y me excusara el tener que besarme. Ella se le niente para mí, que no tenía for. costa de un escándalo de te, continuó él, soliamos llamar. vantó, vino mí con viveza, y tuna. Si yo no estaba perdida cualquiera providencia extremaque lo hubiese interrumpido.
nos por nuestros nombres más. Vive Dios que sí le di muerte bien que por nuestros apellidos, como la escena se verificaba en la mente enamorado, si sentía en da. La casualidad me ofreció la una joven, y esa habrá sido la lextremidad del salón, en el hueco mi suficiente lealtad para hacer ocasión. Diose entonces un baile y solía suceder igualmente que de una puerta abierta de par en feliz a la noble joven de cuyo des en el ministerio de los trabajos acción más espiritual de mi vida suscitasen querellas entre unos y par, me empujó hacia afuera, si tino aspiraba hacerme respon. públicos al cual fuí invitado, por Toda mi felicidad proviene de esa otros, jóvenes de dieciocho de así puedo decirlo, con el golpe de sable. Mi matrimonio me facili supuesto en consideración más muerte.
La insistencia de mi amigo en diecinueve y hasta de veinte años su mirada, y una vez salidos de taría entrar como ingeniero en de mi habilidad como danzante hablar de muerte me lastimaba. considerable, se vuelven muchaque están reunidos en número la pieza: una gran empresa, de la cual po que como ingeniero. Por mi par. No podrías emplear más chos. Nosotros teniamos nues preguntó con los dientes apreta. esta combinación fracasó. La jo por despecho, por la fatalidad si. Qué me quiere usted. me dría llegar a ser jefe. Pero toda te, asistía él por aburrimiento, bien otro término. le pregunté, tras peleas como tales y acaso go dos, acaso para resistir a la ten ven rehusó unirse conmigo, tú quieres. Apenas entré, alcan. No lo hay, me replicó con la zábamos con ellas. Una de mis tación de morderme.
causa, dij, de mi mal carácter, cé ver a Sofia, que estaba con misma sonrisa, y tú mismo lo vas reconocer así. Aun no ha amiguitas solia contradecirme, y Hacerla que pruebe mis chu y mi madre supo que había sido su madre. Fuime derecho esas bía cumplido o los veinte años. sión de hostilizarla. Ella tenía jillas.
en venganza yo no perdía oca letas, le dije mostrándole mis me Sofía quien había informado de señoras y, después de un saludo Hallábame en el campo, en casa mí en tales términos, que los pacorrecto, invité sofia que baide unos amigos ricos, que, du mucho taiento y se servía de él Convengo en que mi respuesta dres de la joven consideraban co lara conmigo. Seguramente el rante el verano, daban hospita contra mí. Había hecho muy no fue muy espiritual; pero en mo una felicidad el haber salva aire que tenía yo era terrible.
abierta.
lidad do su hija de la desgracia de Maldita la gana que tuviera de guerra varias familias. All buenos estudios y se burlaba de se organizaban representaciones los míos. mí me disgustaba Los ojos se le encendieron a casarse conmigo.
bailar. Lo que había era que yo dramáticas y toda clase de di que ella desvirtuara mis dichos y Sofia.
Ni fue ésa la sola prueba que contaba con que Sofia rehusaría versiones inocentes, entre los jó echara perder mis ocurrencias. Jamás. dijo con voz sorda. tuve del encarnizamiento de So mi invitación, y con que su repulvenes y las jóvenes de una mis. Los demás, conocedores de nuesYo quise entonces tumarle las fia. Mi trabajo, por tanto, era sa me daría oportunidad para ma edad. He dicho diversiones ro de beligerantes, no manos y besarla por la fuerza, resguardarme mí mismo con tener con ella, en presencia de su inocentes, lo cual no excluye que perdían ocasión de divertirse en conforme lo permitían las leyes tra las sugestiones de una cólera madre una explicación. Pero Sotuviéramos tal cual sobresalto. frentándonos el uno al otro. del juego. Entonces ella extendió más o menos justa; mas a la ver. fia aceptó casi con gozo. Yo le dí Todos nosotros, con nuestros alla me parecía mí pedante, y en los brazos, puso sus manos sobre dad po podía menos de preocu el brazo y nos alejamos hacia el petitos y nuestra honradez de compensación ella me hallaba las mías y yo sentí sus nñas pe parme la enemistad de Sofia. salón de baile.
los veinte años, éramos como mí majadero. Sobre lo que si nos netrarme en la carne y hacer bro. Sentía ínfuias de humillarla for. Realmente quiere usted baimuchachos golosos pero forma absteníamos de formular opinión tar saagre. El dolor era vivís. midablemente, de castigarla, de lar? le pregunté con sequedad les, quienes se les ha prohibido era sobre nuestras respectivas mo. Yo somreí y ella sonrió tam amansarla, de hacerla que me a cuando llegamos al salón.
que se anticipen pedir de algún ventajas físicas. mí me murti bién con mirada cruel. Dejé que mase fuerza de desdeñarla. No, me respondió, también plato, encargándoles que aguar ficaba oir decir que era esbeita y ella entrará primero al salón y ila me tenía loco.
con tono seco. benes den que los mayores en edad linda. Un día, al entrar en el enseguida entré yo también, pero Otra vez se interrumpió mi a. Si conversáramos más bien. den la señal. Nosotros contem salón, alcancé oir decir Sofia me puse las manos en los bolsi Imigo y se enjugó la frente. Pues bien, conversemos.
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