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. Esta vez, hija mía, os ordene CARTAS FUET Las llamas se dividieron: las u LA PRENSA LIBRELECTURA para el DOMINGO muy pálida, espantada ante la mando vísperas las novicias. guera; si queréis, la hoguera idea de no ser absuelta y llora Idos, hija mía, estáis absuel de su vida, y como el frío entu.
más y más. Tanto, que él se a ta dijo gravemente el joven. Es mecía sus miembros, tomando el AL VOLVER piada de la penitente.
toy enteramente edificado: vues paquete de cartas del mundo, di No os desconsoléis, hija mía. tra falta ha sido de las más ve jo resueltamente: No se ha perdido toda esperanza niales y os impongo por única ¡Al fuego el mundo!
y Dios me inspira aún otro inge penitencia santificar con un poco Pero era, tan sólo, el mundo de Al volver a la ribera mi cuello enlazará nioso pensamiento. Lo que no de agua bendita vuestros peque las cartas. oprimiéndome, amorosa, podéis hacerme oir ni hacerme nos inocentes labios.
La llama fue grande, pero de Que he escogido para hogar, Contra el seno angelical, Quién como antes, a la playa leer, podréis quizá mostrarmelo. Oh, qué felicidad. exclamó bil, y el fuego se extinguía.
Suspirando, las torturas enlacción. Recordad, reflexionad. la novicia restregándose las ma El viejo tomó las cartas de la Con amorosa ansiedad De la ausencia me dirá. Vuestro pecado es de aquellos nos.
amistad y las hechó la hogue. impaciente de ventura Obligándome jurarie que es posible expresar por ac. Idos os dije! si algún día ra, exclamando: Vendrá la nave esperar?
No volverme ir jamás. ciones?
caéis en un pecado mucho más Al fuego la amistad!
Quién, del vapor lo lejos, Ayl. después ¿quién los cielos. h, si. afirmó ella.
grave, ya sea con el hijo del Se Pero era, tan sólo, la amistad Al ver la blanca espiral, Otra vez me llevará. Todo va pedir de boca. Yo Descalo con cualquiera otra per de las cartas.
Estremecerse en el pecho me tenderé sobre este banco, tal sona, no olvidéis de venir conLas llamas fueron vivas, pero El corazón sentirá. como se encontraba el hijo del Se fesárnielo. por tímida que seáis; aisladas: daban calor momentá.
Nadie! Nadie! La ribera ¿Quién, mirando hacia la nave nescal, fingiré dormir, puesto que so siempre estaré dispuesto a oí neo; mas la hoguera se extinguía.
Solitaria he de encontrar, el dormía, y fin de que vuestra Que se acerca més y más ros. de la misma manera.
El viejo buscó las cartas de la Al divisarme ea la popa.
Que la amada de mi alma falta me sea completamente revefamilia, diciendo al arrojarlas: No he de ver ya nunca más! lada, haréis conmigo lo que hicisCATULLE MENDES.
El pañuelo agitará. Al fuego el cariño!
Compasión, cielo divino! teis con él.
Pero era, tan sólo, el cariño de ¿Quién, al pisar la ribers, Compasión para mi mal. No lo osaré nunca!
las cartas.
Muda cie felicidad)
Que no llegue la ribera Besándome con los ojos Que no llegue, por piedad!
que otra parte, no nas repelían las otras, y ellas La mano me estrechará. experimentaréis ningún rubor, solas se consumían sin que aproY haz que cesen mis desdichas ¿Quién, en fin, al vernos solos, En el fondo de la mar!
puesto que no abriré los ojos paCada vez que la inexperta jo vecharan al viejo. Mientras tan.
Como en los tiempos de atrás, ra bada.
ven recibía las cartas del audaz to la hoguera se extinguía.
Brazos trémulos de dicha PÉREZ BONALDE Vacilo un instante; mas bajo amador, la soberbia cegaba sus Tomando, entonces, las cartas una severa mirada del sacerdote, ojos, y sin leer las cláusulas fogo del amor, las arrojó diciendo: La Novicia mo al borde de un peligro; y des. inclina la frente, se resigna, con. sas, las pasaba otras manos, Al fuego, al fuego el corazón siente. Todo antes que hablar! más duras, que tenían autoridad y el sentimiento y la felicidad enpués de un instante, no podía La hermosa novicia está muy Ya scostado sobre el banco, sobre ella. Su pecho era tierno, gañosa de la vida!
desviar los ojos de dos gorriones inquieta por un pecado que ha que se perseguían revoloteando con la cabeza aposada en como los tallos en flor, y el fuego cometido. En la noche no duer sobre la arena de la alameda. De la manos los ojos cerrados, e no prendía. El corazón de los pa el sentimiento y la felicidad de las ministro del Señor pregunta: dres estaba frío por los años, y cartas.
me, en el día no ríe y tanto la a improviso me detuve. Tenía de ¿Es así como se encontraba no era aquel hielo, propósito Las llamas fueron ruidosas, y tormenta su falta, que se distrae lante un joven que con la cabeel hijo del Senescal?
para avivar el fuego.
en los oficios, piensa en cosas za en la sombra, estaba acostaparecieron inflamar hasta el aire Sí, igualmente contestó la Pero el fuego deshiela; el fuego mismo de la estancia; pero fue tristes durante las lecciones, se do en la hierba bajo un florido no vicia.
enardece; el fuego prepara las mayor la apariencia que los efec.
olvida de comer en el refectorio manzano. Reconocí al hijo de mi. Confesaos, pues, hija mía. brasas para arder mejor.
y se la encuentra en las avenidas tío el Senescal, un estudiente de tos, y la hoguera se extinguía.
Entonces se aproxima temblanCada vez que la curiosa joven del verjel, marchando pasos diez y seis años. Se encontraba Desesperado el viejo, echó, por lentos, con los brazos caidos, la dormido y no me había visto lledo, ve, se inclina un poco, mira leía las cartas de su audaz ama fin, la copia de sus propias car.
cabeza baja, lanzando hondos gar. Estaba hermoso como una joven sacerdote tiene el aspecto cho, y al compararse con el insiste: todavía, piensa que la boca del dor, el orgullo hinchaba su pe tas, diciendo, como un agonizan.
suspiros. Melancólica, sosega muchacha: su cara era muy pália de una rosa que hubiera caído tente mancebo, se juzgaba tan Al fuego con mi conciencia!
da ella siempre tan traviesa y da, y su boca, medio abrir, siahí, y al desfiorarla, con un beso grande como pequeño él. El Pero era, tan sólo, la concientan viva pirece, con su hábito mulaba una rosa caida sobre la rápido, se escapa.
fuego no prendía.
cia de sus cartas, y el fuego se anegro y blanco, una golondrina faz. Me aproximé, observándole. Después. preguntó el con Pero el fuego derrite; el fuego pagó. En su lugar sólo quedó herida que se arrastra, no pu siempre, y me incliné un poco, fesor.
enardece; el fuego prepara las una columna de humo, que escri.
diendo voler más; sus labios son juzgando que sería muy dulce mi. Pero si eso fue todo, padre brasas para arder mejor. bió en el aire, caprichosamente: como una zarzarrosa en vías de rarle de más cerca.
mío, os juro que fue todo! Lue Cada vez que la vanidosa jomarchitarse, y sus ojos dos plan. No pudo decir más! Los so go me puse correr, espantada, ven releía las cartas de su entu amor. conciencia. Fuego Mundo, amistad. cariño.
tas veladas por un rocio de lágri liozos le cortaron la palabra, a través del jardín. No es ver siasta amador, su pecho comen que se apaga. Humo. Nada!
mas. En fin, se dice que no entanto así era el rubor de la pe. dad que mi crimen es tan abomi zaba sentir la agitación de lo contrará la paz y el buen humor, queña por lo que habría de con nable que estoy condenada. FRANCISCO COBOS desconocido y el placer que la asino después de haber sido ab fesar. Pretendió reponerse, co Es probable respondió el di dulación provoca; su pecho era Buenos Aires, 1896.
suelta de la terrible falta; y al sa brar valor. Todo en vano! Se rector de conciencias, habiendo tierno, como los tallos en flor; lir en la tarde de clase, llevando hace a un lado, al fin, y llora lá reflexionado. El pecado que ha tierno, y como tierno, sensible.
aún al cuello el taleguillo de es grimas cálidas, la cabeza entre béis cometido se llama Beso; mas El corazón de los padres estaba Cables colar, donde se balancean la pi las manos.
hay besos de especies diversas: ya cansado; cansado y como tal, zarra y el lápiz, se dirige hacia la No obstante dijo el joven unos son muy culpables, otros perezoso para vigilar las astucapilla para contesarse con el jo sacerdote yo no podría juzgar son inocentes.
sias de la juventud.
Londres, 18. Avisa un despaven sacerdote que es el director de una falta que me es descono Oh, vos me volvéis la espe Mientras la inquieta joven recho de Shanghay que al frente de las conciencias del convento. cida ni dar la absolución de un ranza. El mío no es talvez de citaba las cartas de su deseado de la ciudad nativa que está si Ya os escucho, hija mía. pecado que ignoro.
los culpables, padre mío? amador, todo su ser temblaba; tuada entre Wood y Sung y la No es de aire temil le. Sus maFelizmente se le ocurre un me Es que yo no sabré decir por presa del sentimiento enardecido, ciudad de Shanghay propiamennos gordas, muy blancas, tienen dio de saber las cosas sin alar ahora, con certidumbre He sido gozosa de hallarse amada: el fue te dicho, están anclados ocho nael ademán de una desmazalada mar la timidez de su penitente. sorprendido, no he tenido tiempo go prendía.
víos de la flota aliada.
bendicion; una débil luz sale de. No tenéis preguntó con de estudiar la cuestión y sería Pero el fuego es fuerza, el fuego Londres, 18. Avisa un despa entre sus párpados devotamente que escribir en ese saco que pende bueno, en interés de la verdad y inflama; y allí donde llega la pri cho de Shanghay de hoy, que los bajos, y mus sonrosado, algo de vuestro cuello. de vuestra salud, que la experien mera chispa, ilega la llama que japoneses están desembarcando mofletudo, de ondulantes cabel. Oh, si. replicó ella una pi cia se renovara.
todo lo consume.
15, 000 hombres en Taku. Un llos, antójase un querubín que zarra y un lápiz. Como os plazca dijole ella. Cuando la atribulada joven es despacho de Cantón, da los si hubiera de ponerse una sotana. Enhorabuena. Si no osáis Por segunda vez se inclina an cribía su amante las cartas en guientes pormenores de la memoEstaba sentado, esitando a la hablar, os atreveréis, según creo, te el joven sacerdote de los ojos que confiaba el secreto de su a ria que Li Hung Chang indujo penitente con voz afectuosa, cu lá trazar vuestro pensamiento que fingen dormir, y sus labios se mor, la alcoba era ya pequeña los vi reyes enviar la Empeya dulzura era la de una caricia. Escribid, pues, en tanto que yo rozan con los suyos.
para ella, rígida la mano de los ratriz y que se compone de los. Ah! padre mío, pienso que me preparo, para que no experi Es verosimil continuó él sin padres, la voz del deber áspera y cinco artículos siguientes: En soy una gran culpable y mi peca mentéis ninguna tortura.
inmutarse que el beso no haya ruda: el fuego había prendido; ha caso de una declaratoria de gue do debe ser un pecado mortal. Ella accedió muy luego esta sido absolutamente criminal; pe bía derretido la soberbia, infla rra no, se debe dar toda clase La clemencia del Señor, hija proposición; sacó el lápiz, tiró de ro, por otra parte, sería impru mado la vanidad, impulsado el de garantías los extranjeros mía, es infinita.
la pizarra, y descansándola en u dente afirmar que es del todo desliz.
que se hallan en el país, fin de. Pueda ella obsolverme. na rodilla, púsose escribir su nocente. El caso permanece du cuando la olvidadiza joven mantener el prestigio de la ChiY después de haber dicho el confesión, po sin verter muchas doso.
abandonó el hogar furtivamente na como estado civilizado. Confiteor la novicia comienza en lágrimas; tan cruel es la declara Creéis que yo deba una vez para buscar en el amor contra. El rescate de aquellos ministros estos términos la confesión de su ción aun silenciosa! Cuando hu más. riado la soñada felicidad, diz que extranjeros que aún estén vivos, falta.
bo acabado, tendió la pizarra. En verdad; lo creo.
los sorprendidos padres sólo ená fin de facilitar las negociacio Era la semana última. Había con mano trémula al joven con Cerrad, pues, los ojos, padre contraron una carta con estas nes de paz; pues los salvados po ido pasar el día la casa de fesor, ocultando la frente tras de mío.
drían influir a favor de la China.
frases: campo de mi tío el Senescal. su manga. Necesitáis, para dar plena luz El fuego derrite; el fuego enar3º Amplia satisfacción al EmpePaseaba sola en el jardín, miranMas el sacerdote no sabía leer mi conciencia, apoyar vuestra dece; el fuego prepara las brasas rador de Alemania, por el asesido las flores y escuchando los pá las palabras escritas; las lágri boca en la mía más largo tiem para arder mejor: el fuego del a nato del Barón Yonkettles; projaros, en medio de un sol tan armas de la novicia habían con po, mucho más largo tiempo.
mor lo consume todo.
poner al mismo tiempo Su Magestad la mediación de las demás diente, que sentía sobre la piel, fundido, borrado toda la confe. Lo haré todo de buena vopotencias. Una nota también se bajo el sayal, los calores que me sión sobre la pizarra.
luntad debe dirigir Francia y Estados cavoly an como si hubiera tenido. Qué haré, pues dijo él pa Luego se inclina, apoya su bouna camisa de fuego. No pensa ra saber si vuestro crimen es tan ca, la apoya todavía más con uUnidos asegurándoles de las bue nas intenciones de la China. ba en nada malo no pensaba en grande como decís, y si el cielo na lenta y larga dulzura; tan lar Mientras el viejo escéptico leia Amplia indemnización por las nada absolutamente. pero sen debe ser o no piadoso. ga, que al cabo la campana de la lo que la indiferencia le había es pérdidas en vidas y propiedades tíame conmovida, inquieta, co estas palabras se pone ella capilla suena todo vuelo, lla crito, faltó combustible su ho. que han sufrido los extranjeros Diueso artas ani de OFRECE sus favorecedores un SURTIDO DE CALZADO elegante y económico el precio y duraci LA DEMOCRACIA EMILIO ARIAVIA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Liz del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y juventud, Costa Rica.
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