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83 Lectura para el Domingo 83 IV LA PRENSA LIBREdo y entristecido las privaciodes gres, que venían del tugurio in silencio, y con su voz lenta y tory los golpes! Al fin, tres viajeros, mediato, habitado por toda una pe dijo: fuerza de insistencia en sus pre familia, el padre, la madre y una Créalo usted, señor; las mur.
guntas, consiguieron hacerle ha chicucla de siete ocho años. muraciones del barrio, las mirablar, y en pocas palabras, tosca El padre tenia un aire singular, das ofensivas de los transeuntes Α ΙΙΟ mente dichas, mezcla de español, con la cabeza plantada de través me inquietan poco, siempre que de francés y de italiano, les conto entre dos hombras puntiagudos. mi mujer y mi hija tengan pan.
su historia. No eran italianos a. Su rostro, huesudo, era amari. Sólo una cosa me desazona: no ¿Como? que la perdone? Si pudiera quellos tres viajeros; pero le com lento, con abultados ojos ne duermo cuando pienso en ella.
la perdonara yo; pero. no puedo!
prendieron, y parte por compa gros, hundidos bajo espesas se Mi mujer y yo somos ya viejos, Entre mi amor y el suyo se levanta sión, parte por excitación del vi jas. pesar de su aspecto lúgu y no nos ruborizamos. Pero la la sombra de un fatal remordimiento, que la salud me roba poco a poco, no, le dieron algunos cuartos, bre, llevaba como estereotipada juventud es ambiciosa. Mi po.
dándome la apariencia de un espectro.
instándole para que contase más. en el semblate una sonrisa tími bre Marta se avergonzará de mí No sabes lo cruel que es esa fiera. Habiendo entrado en la cámara da y bondadosa. Se le hubiera más adelante. los cinco años mí me causa repugnancia y miedo!
en aquel momento algunas seño tomado por un gran niño de con vió a uno de mis colegas, y lloró Hallarás bien extraño ras, los tres, por darse tono, le cuenta años; se turbaba, se rubo tanto, tuvo tanto miedo, que no que un amor como el mío, tan intenso, se haya trocado en odio; pues, te juro dieron aún más dinero, gritando: rizaba como una doncella. Huía me he atrevido ponerme aún el que la quiero olvidar. y la aborrezco. Toma, toma más. y hacían de la luz, se deslizaba lo largo traje negro delante de ella. Me Nos unió la pasión. Ella es hermosa, sonar las monedas sobre la me de las paredes con la humildad visto y desnudo en la escalera.
como la realidad de árabe sueño; sa. El muchacho las cogió todas, de un presidiario indultado. Re Me compadecí de mi vecino belleza que subyuga, que arrebata; dando las gracias a media voz, ciprocos saludos nos fueron acer Santiago. Le dije que dejase sus de ojos grandes, rasgados y muy negros con aire malhumorado, pero con cando. Me agradaba aquella faz ropas en mi habitación y se las y labios donde bulle palpitando nidada de suspiros y de besos.
una mirada, por primera vez en extraña, llena de inquieta hom pusiera y quitase allí al abrigo Yo entonces estudiaba su vida, sonriente y cariñosa. bría de bien. Poco a poco, llega del frío. Tomó mil precauciones la historia de latinos y de helenos, Después se fue sobre cubierta y mos cambiar cordiales apreto para trasladar mi casa sus fúy creía en amores y heroísmos.
permaneció allí solo, pensando nes de manos.
nebres atavíos. partir de aMi juvenil cerebro en las vicisitudes de su vida.
quel momento, le ví diariamente albergaba las formas intangibles II Con aquel dinero podía tomar por la mañana y por la noche.
de Leandros y Heros.
Era todo varón un Alcibiades; algún buen bocado bordo, des. Al cabo de seis meses ignoraba Hacía su tocado en un rincón de toda mujer Lucrecia, Safo al menos.
pués de dos años que sólo se ali aún el oficio de que vivían mi ve. mi buhardilla.
Hoy varié de opinión. Hallo que el hombre mentaba de pan; podía comprar cino Santiago y su familia. El fué malo en todos tiempos; se una chaqfeta, apenas desem hablaba poco: de su mujer miro las aguas del Eurotas sucias, bareara en Génova, después de quien preguntara con verdadero Tenía yo un cofre, cuya made.
el arpa eolia sepultada en cieno, rotos los vasos múrinos y rotas dos años que iba vestido de an interés en dos o tres ocasiones, ra se pulverizaba, carcomida por las ánforas etruscas, y el Salerno drajos, y podía también, llevando sólo obtuve respuestas evasivas, los gusanos. Mi vecino Santia.
manchando en asqueroso vomitorium algo a su casa, tener mejor aco. balbuceadas con torpeza.
go lo convirtió en un guardarro.
las togas de raquíticos mancebos.
gida del padre y de la madre que Cierto dia había llovido la pa; cubrió el fondo con periódiPero. voy al asunto. Aquella noche si hubiera llegado con los bolsi. víspera; yo sufría mucho. al bacos, y colocó encima, doblándolo gozaba en un extremo llos vacíos. Aquel dinero era pa jar el boulevard del Infierno ví delicadamente, su traje negro.
del jardín con mi ciprica, la gloria ra él casi una fortuna, y en esto venir en dirección contraria uA veces, por las noches, en meque se puede gozar en lo terreno.
pensaba, consolándose, asomado no de esos parias del pueblo de dio de una pesadilla, me desperA favor de las sombras, mi adorada, aprovechando el sueño la claraboya, mientras los tres París, vestido de negro, con som taba con sobresalto, dirigía mide su padre, buscaba mis caricias.
viajeros con versaban sentados brero del mismo color y corbata radas extraviadas al viejo cofre, mis pies dormitaba Leal, el perro la mesa en medio de la cámara blanca, que llevaba debajo del que se extendía lo largo del quien debí la vida de mi madre.
de segunda clase. Bebían y ha. brazo el estrecho ataúd de un ni. muro en forma de ataúd; creía Pero roto el silencic blaban de sus viajes y de los paí no recién nacido.
ver salir de él el sombrero, la capor cercano rumor, ella recela ses que habían visto, y de conver Demasiado tarde le había reco pa negra, la corbata blanca.
que somos descubiertos y mí me abraza con temblor nervioso sación en conversación vinieron nocido; mi vecino Santiago era El sombrero giraba en torno cubriéndome de lágrimas y besos. hablar de Italia. Empezó uno enterrador, de mi lecho zumbando sordameni Figúrate Leal, que vió un peligro. quejarse de sus fondas; otro, de Le miré alejarse avergonzadote, dando pequeños saltos nerMil gracias a que pude yo cogerlo sus ferrocarriles, y, después, to de su vergüenza.
viosos: la capa se ensanchaba y impedir que ladrara, amordazando al valiente animal con mi pañuelo.
dos juntos, animándose, habla Me dió pena no haber tomado agitaba sus paños como grandes Luchaba el pobrecillo por soltarse, ron mal de todo. Uno, hubiera otro paseo. El proseguía su ca alas negras, volando por la haluchaba yo también por contenrlo, preferido viajar por la Laponia; mino, con la cabeza aún baja, di bitación, hueca y silenciosa; la oido. Mátale. decía ¡Yo la miraba con asumbro necio.
otro, decía que no había enconciéndose, sin duda, que acababa corbata blanca se estiraba; lue Mátale. repetía por mi honra. trado en Italia más que estafa. de perder el apretón de manos go se arrastraba suavemente haY yo como un idiota, obedeciendo. dores y bandidos; el tercero, que que cambiábamos todas las tar cia mí tomando la forma de una al magnetismo de sus negros ojos, los empleados italianos no sa. des.
a bestia, con la cabeza erguida y apretaba mis dedos bían leer. Un pueblo ignorante meneando la cola.
III en la garganta de se dosas lanas. decía el primero. Sucio anaAbría los ojos desmesuradai Traición ingratitud! Al ir muriendo, clavaba en mí la víctima sus ojos dió el segundo. La. excla Al día siguiente volví encon mente, y veía el viejo cofre inmócon un mudo estupor. que aún me da miedo.
mó el tercero; y quiso decir la trarle en la escalera. Quiso hun vil y sombrío en su rincón.
Salí después de allí como insensato, drón, pero no pupo acabar la pa dirse en la pared: se achicó, se y. lo dicho. no vuelvo.
labra. Una tempestad de cuar. empequeñeció, recogió con humiltos y de medias pesetas cayó so dad los plieges de su blusa, para Ella sé que me espera; mas, te digo En aquella época, mi vida era que cuando por la calle me la encuentro, bre sus cabezas y sobre sus espal que la tela no rozase mi vestido. un sueño de amor; sueño tamsoberbia en su hermosura soberana, das, y descargó sobre la mesa y so. Inclinada la frente, su pobre ca bien de tristeza. Sentía cierto me asaltan horrorosos pensamientos.
bre el suelo con infernal ruido. Los beza gris temblaba de emoción.
placer en medio de mi pesadilla; Asir su cabellera de azabache, tres se levantaron furiosos mi Me detuve, mirándole la ca queria mi vecino Santiago, y alrededor de su nevado euello formar dogal de muerte con las trenzas rando hacia arriba, y aun recibiera; abrí mi mano cuanto pude, y porque vivía con los muertos y que yo cubriera de candentes besos.
ron un puñado de cuartos en la se la tendi.
me traía el olor acre del cementeArrancar vive Dios! sus pupilas cara. Recobrad vuestro dinero Levantó la cabeza, vacilo; to rio. Como resultado de sus conla mirada angustiosa de mi perro. dijo con desprecio el muchacho, cóle a su vez mirarme frente fidencias, escribí las primeras páMANUEL MERA SOLANO.
asomado a la claraboya. yo no frente; ví que se agitaban sus ginas de las Memorias de un seacepto limosna de quienes insul. gruesos ojos y que se teñía de pulturero.
tan mi patria.
púrpura su rostro amarillento. Por la noche, mi vecino, antes EL PEQUEÑO PATRIOTA PADUANO al jefe de cierta compañía de titi.
EDMUNDO DE AMICIS. Después, cogiéndome bruscamen de desnudarse, se sentaba encima riteros, el cual, después de haber te del brazo, me acompañó mi del cofre para contarme el trabaNo seré un soldado cobarde, le enseñado hacer varios juegos buhardilla, donde por fin tomó jo del día. Le gustaba hablar de no; pero iría con más gusto la fuerza de puñetazos, patadas y Mi vecino Santiago la palabra.
sus muertos. Ya era una joven; escuela si el maestro nos refiriese ayunos, le habían llevado tra. Es usted un honrado joven la pobre, muerta de una enfermetodos los días un cuento como el vés de Francia y España, pegánI me dijo. Su apretón de manos dad del pecho, pesaba poco: ya de esta mañana. Todos los me. dole siempre, y no quitándole me ha hecho olvidar muchas mi un viejo; este viejo, que le había ses, dice, nos contará uno, nos lo nunca el hambre. Llegado Bar ENÍA yo veinte años, y radas insultantes.
magullado el brazo, era un alto dará escrito y será siempre el re celona y no pudiendo soportar habitaba en la calle de Sentósc; se confesó mí. Me funcionario, que debia haberse lato de una acción buena y ver ya los golpes y el ayuno, reduci Graciuse. Es esta una ca declaró que, antes de ser del ofi llevado su dinero en los bolsillos.
dadera, llevada a cabo por un ni do un estado que inspiraba llejuela que baja de la altura de cio, sentía, como los demás, honTenía así detalles íntimos acerño. El pequeño patriota padua lástima, se escapó de su carcelero Saint Victor, por detrás del Jar do malestar al encontrarse con ca de cada muerto; conocía su no se llama el de hoy. Hélo aquí: y corrió pedir protección al dín de Plantas un sepulturero. Pero más tarde, peso, los ruidos que se habían Un naviero francés partió de Cónsul de Italia, el cual, compa. Subía dos pisos las casas son en sus largas horas de camino, producido en el ataúd, la manera Barcelona, ciudad de España, pa decido, le había embarcado en a. bajas en este barrio agarrándo en medio del silencio de los fúne como había sido preciso bajarlos ra Genova, llevando bordo quel bajel, dándole una carta pa me una cuerda para no resba bre convoyes, había reflexionado por las vueltas de das escaleras.
franceses, italianos, españoles y ra el Alcalde de Génova, debía lar en los escalones desgastados, mucho, y se asombraba del disOcurría veces que mi vecino suizos. Había, entre otros, un enviarlo sus padres, a los pa y llegaba mi zaquizamí en la gusto y temor que inspiraba su Santiago venía más hablador y chico de once años, solo, mal ves dres que lo habían vendido como más completa obscuridad. La paso.
expansivo. Se apoyaba en la tido, que estaba siempre aislado, vil bestia. El pobre muchacho sala, grande y fría, tenia la des.
Tenía yo entonces veinte años, pared, recogida la capa, sobre el como animal salvaje, mirando estaba lacerado y enfermucho. nudez, la claridad pálida de una y hubiese abrazado al verdugo. hombro, echado hacia atrás el todos de reojo. tenía razón Le habían dado billete de segun cueva. Sin embargo, en los días Me lancé consideraciones filo sombrero. Había encontrado hepara mirar a todos así. Hacía da clase. Todos le miraban, al que mi corazón estaba alegre, sóficas, queriendo demostrar rederos generosos que le habían dos años que su padre y su ma gunos le preguntaban, pero él no gocé de claros soles en aquella mi vecino lo santo de su misión. dado para lutos. En estos casos, dre, labradores de los alrededo respondía, y parecía que odiaba sombra.
Mas él levantó sus hombros pun acababa por enternecerse, y me res de Padua, le habían vendido a todos. tanto le habían irrita No tardaba en oir risas aie tiagudos, se frotó las manos en juraba que cuando llegase el moDuBodrog LA DRILO CRACita OFRECE Materiales Selectos sus favorecedores un Importados directamente SURTIDO DE CALZADO elegante y económico por por la casa. Especialidad en el precio y duración.
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y ella OVO EMILIO ARTAVIA
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