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MARGARITA LA PRENSA LIBRELECTURA PARA EL DOMINGO tú, oh río, que para ella, pura El tibio ambiente de mi hogar querido Más si es preciso para hallar consuelo Tranquila fuente tu raudal se vuelva. Tanto más bello, cuanto más distante. Que su impasible, tenebroso velo Que pase murmurando en la llanura, Extiendan sobre mí tiempo y olvido, Después de rebramar entre la selva. ví mi padre áquien el alma adora, El rostro triste por la ausencia mía, que no ande el tiempo que el dolor embota, Aunque en la selva ose ars, enmarsñsda, Que, extendida su mano protectora, Que el negro olvido penetrar no pueda!
POR DIEGO URIBE Tá aquilón, luches contra el rubla y venzas. Las cunas de mis niñas bendetía: Amo la sangre que mi herida brota, Tornate brisa suave y perfumada Quiero sentirme con el alma rota Que arrulle y meza sus doradastrenzas. á tí, mi bien, con la mirada ardiente Este resto de vida que me queda.
Este libro es un dolor cristalizado Descendí triste del penón hissuto Fija en la cruz, en tu aposento, solas; GUILLERMO VALENCIA Por mí elevando tu oración ferviente siguiendo la ley de mi destinos Aquél que caminó sobre las olas.
Hogar tranquilo Clavé la espuela en el hijar del bruto, UNA MUSA III me perdí en el áspero camino.
Cual en abismo luminoso hilo, En ese hogar de idílicos amores, El poeta Sedano me había invitado después no ví más los platanales, Cual fuego fatuo en urna funeraria con vivas instancias para que fuera La fe inundóme, y esperé tranquilo, Atrás, ruindad y engaños y falsía, Donde se siente el alma omnipotente, Ni los bejucos del boscaje umbrío, Que tan sólo en el mundo halláis asilo; viven en consorcio, amor y flores, y dejaba lo lejos los juncales, que llegara al Cielo tu plegaria.
yo conocerle la prometida. Me hizo una vez de ella pintura tan halaQuiero buscar la paz y la alegría, Que perfuman el alma y el ambiente; La selva, el monte, la llanura, el río. Debió llegar. Tras el terror del alma güeña, que resolví complacer al ami.
Al calor de un hogar puro y tranquilo.
Cuando la vida para mi alma fuere Adiós dije la ceiba gigantea Viene con la esperanza, la alegría, go y satisfacer mi curiosidad al proDo contemple la espléndida natura Reminiscencia dolorosa y vaga, á la altanera, cimbradora palma, Tras crespas olas, apacible calma, pio tiempo. donde quiera que la vista vuelva; con el sol que en el ocaso muere Adiós le dije la escondida aldea. Pero tú necesitas, le dije por vía Tras negra noche, bonancible día.
Abajo la extensión de la llanura, Compare mi existencia que se apaga; Donde dejaba la mitad del alma.
de objeción suprema de solterón emYa su himno funeral la mar no entona, pedernido. tú necesitas una mujer Arriba la maraña de la selva.
1897.
Cuando ya débil el fulgor ardiente, Vuela el vapor con soberano empuje, inteligente que convenga con tus gusDonde se escuche el mágico concento De mis ojos, sea pálido destello, No bate el viento la tendida lona, tos y que en lugar de condenarlos toDe secas hojas y sonoros trinos, crucen las arrugas por mi frente, Ni el maderamen de la barca cruje. dos incite y hasta sea tu Musa, tu es. se inclinen movidas por el viento, se cubra de nieve mi cabello; Canción tímulo y tu consejero, todo en una Las verdes ramas de los altos pinos.
1897 pieza.
Iré diciendo adiós la existencia, Me quitó la palabra de la boca.
Donde se mire cual plateada hebra, Con magestuosa, con tranquila calma, Cuando la aurora tiende su manto, entramos a la vida, sonrientes. Pierde cuidado: como inteligente, Correr tranquila silenciosa fuente, Entre mis flores que me dan su esencia Las dulces notas del amor cantando, pocas se la pegan; y como Musa, ya Cuyo limpio cristal, retuerce y quiebra los seres que amé con toda el alma. sobre el mundo su luz destella, Cuando las aves alzan su canto el batel entre escollos y rompientes, verás: el último tomo de mis Hojas El vago resplandor del sol poniente. cuando rompa de mi vida el hilo Me acuerdo de ella.
Iba apacible sin temor bogando.
al viento, edición Garnier, ella lo inspiró entero, y ahora le leo todas las Donde haya un árbol que a las aves guarde, El soplo de la muerte, que derrumba, al bogar nuestro barco por los mares noches lo que escribo durante el día, Con bejucos del tronco suspendidos, Quiero dormir janto a mi hoga tranquilo, Cuando en la vasta región, vacía, Iba dejando luminosa estela, para el nuevo volumen.
Donde lleven las brisas de la tarde Bien cerca quiero mi tranquila tumba, Va el sol dejando radiante huella, Olor de flores y calor de nidos.
Cuando esplendente se ostenta el día, Yo remaba al compás de mis cantares Pues hijo, te armaste: otra mujer la que den mis árboles añosos Me acuerdo de ella. tú eras el timón y eras la vela. tan completa no la encuentras ni con haya un jardín, de la casita adorno, La tosca er z, que se alzará en wil ehn, candil. Venga esa mano, y conocer Do las rosas sus pétalos levanten, Mis flores, sus perfumes deliciosos, Cuando al poniente ya el sol declina, Andaba el barco por el mar mecido, en seguida a la personita que ha de jaulas suspendidas en contorno mis bejucos, un abrazo estrecho. entre sombras brilla una estrella, Sopló de pronto el vendabal ignoto aprovecharla.
Donde las aves, prisioneras, canten.
Cuando su tallo la flor inclina, quedétriste en la extensión, perdido, Era ella de una fealdad irreprocha1890.
Me acuerdo de ella.
Mirando al puerto, con el remo roto. ble (de gustos no hay nada escrito. se contemplen al caer el día, en esas horas de fatal quebranto, pero con sus puntas y ribetes de coDel rojo sol los rayos mortecinos, cuando mi alma levanta el vuelo, queta y marisabidilla. Andaba siemY se escuchen en vaga lejanía De regreso Infundiéndome fuerzas y consuelo, En sueños miro su imágen bella.
pre en correspondencia tirada con JuLas notas de cantares campesinos. cuando en sueños sueño en el cielo, Mi padre, que vretiendo amargo anto, les Jaluzot, el de Printemps, y no se Sueño con ella.
Al abrazarme me mostraba el cielo.
le caían de la boca Blanca Valmont y Donde a través de liana trepadora, 1885.
Brille la luna, que el jardín platea, Quécrepúsculo aquell vagocambiante, Ya es otra mar como ninguna airada, demás revisteras de trapos, moños y Aún lo recuerda con placer el alma; Que las tormentes y el tarb on azotan, perendengues. se oiga la campana gemidora, Como brillaba el sol agonizante, Donde navega mi alma destrozada, Que llama a orar en la vecina aldea. El señor está suscrito Gil Blas?
Sobre las hojas de la altiva palma! cuatro cunas inocentes flotan. No, señorita, le contesté; me enTu plegaria vían La Nature de Gaston Tissandier, Do al despertar, halaguen mis oídos Anunciando que llega la alborada, sobre el grueso tronco del banano, Vuelve elevar tu ruego en mis pesares; porque de alli tomo algo para mis Con los campestres y lejanos ruidos Sobre las verdes y tupidas hiedras, 1893 Que no se hunda mi nave combatida, clases. sobre el vasto y anchuroso llano, No ya por las tormentas de los mares, Las suaves notas de la orquesta alada. Ah. el señor es médico?
Se u brado trech de negru cas piedras; De rojo tinte el moribundo día Sino por las tormentas de la vida. No, señorita; aprendiz de mecániY al ostentar el sol su luz primera, Tiñe el espacio, diáfano y sereno, co, de químico y de. alquimista, para Se divisen el monte y la sabana ¡Cuál brillaba el arroyo murmurante el mar al sol ofrece en su agonía servir usted. través de tupida enredadera Que se arrastraba, perezoso y lento, Digno sepulcro en su profundo seno. Angel mio Sin embargo. Nature. parece Que cubre con sus brazos mi ventana. Como brillaba el arenal distante, que tiene más que ver con el cuerpo, Cómo silvaba en la floresta el viento. Reclinado en la popa, en el vacío, con la naturaleza que con el hierro. se mire la faz grave y serena Miro la huella que el poniente deja, Mi amigo sudaba petróleo. De Del noble can, que con amor se inmola. Cuál cruzaban las nubes de topacio. En tanto que el vapor lleva el navío Si; los ángeles bajan la tierra, dónde diablos sacaría ella semejantes que al mirarme agite su cadena, que el sol poniente con su lumbre baña, Que ca la icstante de mi hogar me aleja.
Pero muy pronto los reclama el Cielo. deducciones? leía Gil Blas! alegre bata su encrespada cola.
Qué grandeza reinaba en el espacio Yo sé de un ángel que la tierra vino Horror! Bonitos dolores de cabeza Qué magestad reinaba en la montaña! Vuela mi mente hacia mi gar amado Como todo ángel, luminoso y bello. iba a llevarse de casado mi amigo II Como vuela su nido la gaviota, Que unió su suerte con mi suerte un día, Ella andaba mi lado lentamente, Sedano.
Ante esos horizontes tan hermosos, cual mi barca sobre el mar salado, Pobló mi alma de plácidos ensueños. Traes algo? Quieres hacerme el En ese edén de mágicos efluvios Honda tristeza sobre mi alma flota. fué mi ostrella en las oscuras noches, Por la arenosa playa de la fuente, fa la luz que me alumbró el sendero. Ay! la mujer para mi bien nacida, favor de leer?
El ángel bello de cabellos rubios, a la sombra de verdes pomarrosos. Ya el rojo sol en el espacio no arde; La dulce musa que inspiró mi lira. De mil amores, cielo mío.
Urna de mis ideales y mis sueños, mi hombre leyó con acento patéLa eterna compañera de mi vida; Yandábamos mirando en lontananza Sólo se ve desde la frágil quilla Paloma que me daba sus arrullos, tico el primer canto de un poema que El último reflejo de la tarde La de ojos claros, de mirar profundo, Radiantes nuestras almas de esperanza, El porvenir poblado de ilusiones; le premiarían de seguro en el próximo Que aún en la cresta de las olas brilla. Perfume de la vida en el desierto.
Con luz de aurora al sol arrebatada, Inundados de amor los corazones.
Llegó mi hogar y me enseñó el camino, Concurso. Al minar, levantó la Que aunque la nocha caiga sobre el mundo En quieto mar cual plácida laguna, Me dijo el himno del amor eterno, vista del papel como para buscar la Mire yo amanecer en su mirada.
aprobación de ella, de la Musa.
Cuando la luz del sol ya se apagaba, Qué hermoso es ver, anocheciendo solas Dejóme cuatro cabecitas rubias Brotar los astros y la blanca luna Me enseñó amar y remontó su vuelo.
Mis ojos se encontraban con los suyos. Muy largo. no? murmuró ella.
Que cuando sus pupilas candorosas, me quedé la orilla del camino, Juzgaba con criterio de mostrador, Frente a las mías pensativas queden, La fosfórica luz de los cocuyos.
Al vago resplandor que nos prestaba Quebrar su luz en las marinas olas!
El alma presa de dolor supremo, como hubiera podido decir MonMe digan en secreto muchas cosas Solo un plomizo nubarrón oscila, Entre la noche del pasado oscuro sieur Jaluzot: Que las palabras expresar no pueden; era feliz, mas pronto me obligaba Del horizonte en el confin abierto: el nebuloso porvenir incierto. No tan anchas; prefiero las cintas El Destino dejar esos lugares Era una noche para mí tranquila, con el alma enlutecida y triste angostas.
Pero que trae impresas la mirada, decir un adiós la que amaba, Pero de horror para el marino experto; destrozado el corazón, sin fuego, El poeta Sedano me miró con semEn vaga luz que en la pupila asoma á esos rayos de sol crepusculares: Aguardo ansioso que la muerte llegue blante radioso. Indudablemente teY sólo entiende el alma enamorada, Que en ese nubarron ve el marinero, me despierte del pesado sueño; nía razón: había tropezado con el féPorque el amor, del alma es el idioma. Llegó el momento al fin y acongojado, Que el torvo vendabal bate las alas, Yeche impasible sobre mí sus años nix de las esposas; mi amigo se casaAdiós le dije, y me alejé, sombrío, Vira de bordo el hábil timonero, El vencedor de la materia, el Tiempo; ría con una mujer de mucho talento.
Esa mirada pura inocente, sentí al separarme de su lado Los grumetes ascienden las escalas. pueda ver esa mitad de mi alma, práctico.
Que si se fija en mí, con dulce calma, Como el vértigo helado del vacío.
Así cual la vislumbro en mis ensueños. CALDERON.
Puebla de sueños mágicos la mente, De pronto de la nube el hondo seno he de encontrarla, porque la amo tanto de ilusiones plácidas el alma. Me esperaba el bridón en la enramada En fugaces relámpagos se inflama es tal mi amor y mi insaciable anhelo, Hiriendo el suelo con su duro casco; Reviente en lo alto el retumbante trueno, que es para hallarla, cuando mi alma vuele, mi madre, mi fuente de consuelo, Como ansioso de hallarse en la jornada.
EL MERCADO El viento silva y el océano brama. El infinito para mí pequeño.
Que ha tiempo oculta losa funeraria, Coronando peñasco tras peñasco. porque en medio mi dolor, escucho Nos enviará su bendición del Cielo, Un himno funeral la mar entona Cantar el himno del amor eterno.
En nuestro número anterior al Cielo subirá nuestra plegaria.
Monté llevando el corazón de luto, en crespas olas se levanta y ruge. Sí, los ángeles bajan la tierra, hemos dado cabida una expoY siguiendo la ley de mi destino, Baten los vientos la tendida lona, Pero qué pronto los reclama el Cielo! sición del señor Penny, maY allí de ambos amada y bendecida, Clavé la espuela en el hijar del bruto, el maderamen de la barca cruje.
nifestando que la Empresa del Noble figura que mi hogar encanta, lo lance al galope en el camino.
Mercado, de la que es AdminisMi padre bendiciendo nuestra vida Ay de aquel que cual nuncio de esperanza Con su presencia venerable y santa.
Brotar el ruego en su interior no sienta!
trador, no se sale delo estipulado II SOLO Que solo Dios divisar se alcanza en el contrato que tiene celebraMi padre, el de la frente inmaculada, Sobre un alto peñón, en la montaña, Entre el cielo y el mar y la tormenta.
do con el Municipio. Para ello El que une la energía la ternura, Torné mirar, entre el boscaje umbrío, Sin ella cubre el aposento mío nos ha enviado la contestación El de tranquila y plácida mirada, dije al ver su rústica cabaña, Mientras afuera el temporal rugía, De la tristeza la grisosa bruma, que ha dirigido al Municipio, en Do una conciencia diáfana fulgura. Con su arboleda, con su manso río: Salvando con la mente la distancia Hay en mi corazón hondo vacío, En alas de la ardiente fantasía Siento que sangra mi alma, siento frío respuesta a los cargos formulaY en mi hogar apacible inocente Dejad naranjos que le dé su sombra dos por el señor Murillo.
Quedo, muy quedo, penetré en mi estancia. la nostalgia del ayer me abruma.
Vería colmarse mi soñado anhelo; Vuestro ramaje perfumado y verde, Este asunto se halla aun penAl ver por mí, sobre su noble frente, Dále, llanura, tu mullida alfombra, Dejé de oír de la tormenta el ruido, Señor, Señor, en mi profundo duelo, diente de resolución ante el MuCeñida la corona del abuelo. decidle al pasar que me recuerde; respiró mi pecho en ese instante Esperanza y amor solo te pido. nicipio y bueno es que nos ocupeEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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