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met PRIX ion Universal RIS. 1889.
BRAS INEXPLOSIBLES.
de fuerza iastaladas en la Isla, 100, 000 Caballos de fuerza en industrias azıc:urer.
HU 1 35 Desde Agosto de 1879, hasta Julio de 1891, se han vendido en Cnba 166 casr deras de 14 15500 caballos de fuerza, y 59 hornos de patente COOK para qúemir Bagazo Verde.
Referencia para las calderas Babcock Wilcos en Centro América.
Calderas caballos de números fuerza. Luz Eléctrica (Sta. Ana) San Salvador.
210 Fábrica Nal. de Licores. San. José) Costa Rica 122 Ingenio Victoria. Grecia)
51 la Cía. River Plate (Jiménez) 82 Ingenio El Sitic (Jaan Viñas) 51 Hacienda de café (Ocos) Guatemala 23 oridad Muelle de Champerico 20 de que, En diferentes industrias 113 y siendo También Representante y Agente de Robert Deely Cia. para sus Málos seño. qniras de elavorar azúcar: trapiches, aparatos de doble y triple efecto, tachos al versos modelos de hornos que sólo son una vacido, centrífugás, mescladoras, filtros, prensas, defecador s, evapor:doras, etc. pía de los nucs, aprimiendo algún panto impontantes para disminuir etc. De Guild Gariison, hombas de todas clares; para planos, especificacioprecio aplicándolos a calderas que no pueden aplicarse sin peligro: nes y precios, pirigirse San José, Costa Rica.
CALDERAS BABCOCK WÏLCOŠInstaladas en la Isla de Cuba.
12 73 điềuát siendo me to prueba el Leg ech otegido por Patentes ellas, se están ofreciendo à E, Chamberlain.
do más que la reflexión de su propia fisonomía, preguntábasé si era ciệito que aquel pedazo de cristal pulimentado le había hecho ver pocas horas antes la imagen más deliciosa que bábía visto la púpila bumana. Su razón había querido atribuir aquella visión celeste un sueño y un déliro enganador, pero su corazón desmentía la razón. Aunque sēa ray difícil apreciar la realidad do lo sobrenatural, senta que todo aquello era verdad y que detrás de la calma de las apariencias se agitaba el jaundo del misterio. Sin en)bargo, nada habla cambiado en aqu la habitación tan tranquila antes, y los visitadores no hubiesen notado nada de particular; mas para Guy, de ahora en adelante los cierrede una mesa o de un armario podían abrirle una puerta 50 bre el infinito, y basta los menores raidos le hacían temblrä, porque los tomaba por advertencias.
Para gostraerse aquella excitación perviosa resolvid day un largo paseo, porque présentía que las apariciones de Es pirità serían nocturnas. Por otra parte, si ella se creíu obligada comuricarle aļģo, su ubicuidad fantástica le facilitaba los medios para encontrarle y manifestársele allí donde estuviese. En aquellos amores, si es que se les puede dar este nombre a unas relaciones tan vagas, tan ligeras, tan áéreas, impalpables, el papel de Malivert era pasivo por nėcesidad. Si querido ideal podía cada momento hacér rrupción en su mando y él estaba incapacitado para seguir.
le en los espacios imaginarios que él habitaba.
Había nevado la antevíspera, F, cosa rara en París, aquella blanca sábawa no se había fundido bajo la influencia de or aire tibio para convertirse en esas gachas frías, que son aún más repulsivas que el fango negro de los antiguos empedrados y que el barro amarillento del modemp macadam.
Un frío intenso la había cristalizado y crujía como vidrio balas taedas de los coches y las suelas de los trañscantes oscura y pulimentada rayada en todos sentidos por el cuchillo de los patines, con esos espejos de las fondas donde las qarejas enamoradas garrápátean sus nombras con el auxilio de ue eiamante. la orilla estaean los alquiladores de patines, pirr uso de los aficionados de la clase media, cuyas caidas servían de intermedios cómicos aquella fics.
ta del invierno, aquel bailable del Profeta ejecutarlo en grande. En el centro del lago las celebridades del patín se entregaban sus proezas, esbeltàmense vestidas. Se des lizaban como el relámpago, cambiaban bruscariente de dirección, evitaban los choques, se detenían de súbito «lavando el talón del cuchillo, describían cürvas, espirales, núme ros ocho y dibujaban letras, como esos caballeros árabes que con la punta de la espuela escriben a repelo en el banco do sv caballo el nombre de Alah.
Otros empujaban en ligeros trineos, fantásticamente decorados, algunas belias señoras todas cubiertas de pieles, que «se volvían para sonreirlés embriagadas por la rapidez y por el frío. Estos llev. iban cogida de la punta del dedo alguna joven elegarite. con somrero suso húngaro, grande abrigo de Brandcburgo con adornos de piel de zorra falda de colores vivos levantaba acá y acullá, con corchetos y botitas de charol que crazahän, como las cintas de ụn coturno, las corrbas del patín.
Aquéllos luchaban en velocidad deslizándose sobre on solo pie, aprovechando la fuerza de impulsion, inclinados hacia delante como el Hipómene y la Atalsæta que hay bajo los castaños de uno de los parterres de las Tuilerías. El medio más seguro de ganar la earrcra hubiese sido, lo mismo hoy que ayer, haber ido dejando caer manzanas de oro slelante de esas Atalantas vestidas por Worth; pero las había también de bastante bnena casa, para qud un adereso de brillantes no las detuviese ni un minuto. Aquel perpetuo hormigueode trajes de una elegancia bastante extrañia y de rica Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio Cultura y Juventud, Costa Rica.