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EL DIA ITINERARIO VAPOR PRESIDENTE CARAZO. PRESIDENTE GARAZO.
DEL VAPOR 00 TARIFA DE PASAJES.
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DE SAN JUAN DEL NORTE. EN SOLES.
San Juan del Norte. Bluefields. 00 00 3 Bluefields Rama 12 00 4 Rama Bluefields.
14 00 00 Rio Grande Rio Grande. 18 00 Wounta Prinza polka 10 00 Prinzapolca 20 00 5 Cabo Gracias 10 00 Cabo Gracias. 6 Corn Island 12 00 00 Rio Wawa 12 00 Port Limón 00 Wounta. 9 TARIFA DE FLETES.
Corn Island 10 10 Bluefields Limón 50 cts.
11 11 San Juan del Norte Bluefields 50 12 13 Rama 50 13 Limón (Costa Rica. 50 Rio Grande 14 15 San Juan del Norte.
50 Cabo Gracias 16 Conrn Island 75 17 Bluefields.
18 19 Rama.
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TIP. DE LA PRENSA LIBRE 99 99 DEPOSITO DE MADERAS. 96 93la vida no se vuelve como un reloj de arena. El grano cai do no volverá sabir. Guy de Malivert se lamentaba inútilmente de no haber sabido adivinar aquella encantadora criatura que no estaba sepultada en un harem de Constantinopla, ni oculta tras las rejas de un convento de Italia Ospaña, ni guardada como Rosina por un tutor celoso, sino que se agitaba en su mundo, a la que podía ver todos los dins y de la que ningún obstáulo serio le separaba, Ella le amaba, la hubiese pedido y una vez obtenida, hubiese gozado aquelle felicidad suprema y rara de hallarse unido en esta tierra al alma hecha para su alma. Juzgando por lo que amaba la sombra, llegaba a comprender qué pasión le hubiese inspirado la mujer. Bien pronto sus ideas tomaron otro aumbo y dejó de recriminarse, lamentándose de sus vulgares dolencias. Qué había perdido, supuesto que Espírita había conservado su amor más allá de la tum.
ba y salía de las profundidades de lo infinito para bajar la esfera por él habitada. La pasión que experimentaba no era más noble, más poética, más etérea, más cercana al eterno amor, más desprendida por lo tanto de toda contin.
gencia terrestre y teniendo por objetivo una belleza idealisada por la muerte. La unión humana más perfecta no tiene sus cansancios. sus saciedades y sus fastidios? El ojo más seducido ve al cabo de algunos años palidecer los adorados encantos; el alma se hace menos visible través de la carne ajada, y el amor, asombrado, busca el idolo que desa pareció.
Estas reflexiones y el movimiento ordinario de la vida con sus exigencias, a las que no pueden sustreerse ni aun los soñadores más entusiastas, entretuvieron Malivert has.
ta la noche, cuya llegada esperaba impaciente. Cuando quedó cerrado en su gabinete y se sentó junto a la escribadiza multitud, mirando a las mujeres y sus tocados; pero con la misma impasibilidad con se contemplan los cuadros y las estatuas. De vez en cuando le comunicabais vuestras impresiones al pacha, quien sonreía gravemente bajo su barba. Veía todo esto a través del varillaje de mi abanico, el cual cerré, lo confieso, cuando os acercasteis al punto donde estábamos sentados. El corazón me latía fuertemente y sentí que enrojecía hasta los hombros.
Era imposible que por aquella vez escapase vuestro exainon, porque pasabais tan cerca de las banquetas como lo permitia la brillante franja de las gasas, las blondas y los volantes que desbordaban sobre el paso; pero quiso la desgracia que dos o tres amigos de mi madre se detuviesen para cumplimentarnos. Aquel parapeto de trajes negros lo dificultó todo; pues tuvisteis que dar la vuelta al grupo y yo quedaba inadvertida, aun cuando inclinase un poco la cabeza con la esperanza de que me vieseis.
No podíais adivinar que aquellos fraques doblados respetuosamente os ocultaban una linda niña, cuyo único peusamiento erais y que sólo por vos había ido a aquel baile. Os vi salir del salón de baile por el otro extremo, gracias al gorro encarnado del torco que me servía de punto de mira para no perderos en aquel hormiguero de trajes nagros que lo mismo sirven para las fiestas que para los lutos. Desapareció mi alegría y me senti profundamente descorazonada. El destino parecía divertirse separandoos de mi lado con irónica discreción.
Cumpli mis bailes ya prometidos, pero pretextando que estaba cansada no acepté más invitaciones. El baile había perdido su encanto, y los tocados me parecían marchitos y las luces pálidas. Mi padre, que jugaba en un salón vecino y había perdido un centenar de luisos con un viejo general, vino buscarnos para dar la vuelta las habitacioEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.