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EL DIA EL DIA DOMINGUERO DIRECTOR PROPIETARIO, RAFAEL ALPIZAR San Jose, 27 de Enero de 1901 Gritos del alma (POUTPOURRI CONTRIBUCIÓN)
Ilusión! Musión. la dicha cierta De la fe y del amor, después de muerta No resucita más. Vuclven las aves, Recobra el aire sus acules velos, Renacen en la mar las brisas suaves, Vuelve la flor que los campiñas orna, Vuelve la primavera de los cielos, La del alma jamás, jamás retorna!
BONALDE. rora.
Como tras noche tempestuosa el día Alumbra los despojos de un naufragio vence allá, tendidos en la arena, En confuso desorden hacinados, Fragmentos del bajel y de las víctimas Cubiertos por la espuma del Océano; Así mismo los dos, náufragos tristes, En el mar de la vida contemplamos Del desencanto en la desierta orilla, con el manto del dolor velados, Entre dos corazones confundidos, Fragmentos de un amor despedazado.
II CRUZ DE PIEDRA más blanca que los azaha un guomo, ni las perlas.
res; pero vente conmigo, milo: diamantes su padre caballo árabe tiene alas y yo no le tenía el mismo cariño LEYENDA tengo amor, amor que es de antes, pues fue su mu tuyo. Iremos muy lejos, temblorosa la que hizo info Zulima era bella; en sus cruzaremos vergeles y maliz y la que arrancó el coraojos las pupilas parecían dos res y llegaremos a un país zón de Ibsen para darlo a diamantes negros engarza donde el ciclo es tan azul sus perros.
dos en alabastro; sus cejas y como la onda de sus lagos. Una tarde, mientras el sol el pelo que se desparramaba donde la dicha extendera se ponía. cual inmenso rosobre la veste de flotante sesu manto de rosas sobre setón de fuego en el pecho da, eran del color de sus pu. nosotros.
del crepúsculo acompañapilas; en la penumbra de su. Bien sé. Ibsen, que edo de su curtejo de nubeciboca, roja como la flor del res valiente, que en tu pecho llas blancas, cual si fueran granado, brillaban dos Hilede león late un corazón de alas de ángeles que se baña.
ras de perlas en garzadas en paloma y que me amas tanto ran en mares de colores, Zu coral y su talle vencía en como yo te amo; arrostraría lima recostó su cabeza virflexibilidad a la curva del arcen tigo los peligros de una ginal en los regios almohaco moro; sus ilusiones de huida, pero está mi padre dones recamados de perlas, juventud, que volaban en el quien también amo, y sería y su alma de azucena voló mundo de los ensueños, se para él un golpe terrible. cual libélula blanca a los despertaron al soplo del a mor, cual las níveas palo. No vez que ya el cierzo del campos de ultratumba Su padre cumplió la últi mas que duermen en sus ni tiempo ha caído sobre su barba y su cabello, más ma voluntad de su hija, endos, la sombra de los ar blancos que la cumbre de terrándola al lado de aquel cadas de la Guarca, los secular montaña, que oculta Ibsen quien odiaba, y soprimeros destellos de la ausu frente de titán en el fon bre su sepultura puso una En su corazón llevaba im do de las nubes. Qué hará cruz de piedra el pobre viejo!
Me ama Para el fué el martirio; ya presa la imagen del joven tanto, que su alma se iría no tenía una hija que con Alhamar, que una vez cual la esencia de un vaso sus labios amorosos secara hurtadillas por entre la cinroto, y su frente, en la que las dos lágrimas postreras celada celosía que en caracteres cúbicos le recitaba un el pensamiento ha abierto que resbalaran silenciosas versículo del Alcorán. sorlos surcos de la idea, se do por sus mejillas a la hora de prendió con su vista fija en blegaría, cual flor que se la muerte.
su aljiméz. Desde entonces, marchita. Déjame su Esta es la historia que me una sombra de melancolía, lado, Ibsen; no me tientes, un destello de tristeza em que quiero recibir el último contaron cuando pregunté pañaba en sus ojos, más hú suspiro de sus labios y se quién reposa bajo una tosca medos que las linfas del Ge car con mis besos sus dos cruz medio oculta por la ina nil, más brillantes lágrimas postreras. Cuan leza.
que do él me falte, seré toda tutrella de la mañana. CuanJUAN DELGADO do pulsaba su laúd o tocaba ya.
el pandero, parecía que sus. Perdóname, Zulima, no EL PERIODISMO notas fueran el eco de su sé lo que decía, porque tu sentimiento; brotaban belleza, como la flor del avagoHay un diente de hierro para rosas, esparciéndose cónito, es embriagadora. los déspotas malvados; hay un poco poco, cual un perfume orien. Sin embargo, él es quien grillo invencible para los tiranos tal; había en ellos suspiros hace tu desdicha y la mía, una ala de cóndor para todas las de brisa, quejas de amor, a vente dudaré de tu amor. aspiraciones y para todos los yes de tórtola, murmurios Nos perdonará, no lo dudes, grandes principios: La prensa honrada.
de fuente. Cuando recos su carácter se derrumbará Ella significa redención, ideal taba su cuerpo en los riquí ante el cariño que te profe progreso. simos cojines de púrpura, sa.
Con estremecimientos de león su espíritu se remontabaIbsen, el caballero Alha encadenado, ruge y marcha a.
cual se remonta al cielo la mar, no prosiguió porque la plastando víboras, pero empapa oración del niño, la plegaria bala de una expingarda hada en la claridad sublime dels de la virgen las regiones bía abierto su pecho y teñi cielos.
ignotas de las almas que pa do de rojo sus vestidos ¿Que nuestro siglo la condena decen.
y la calumnia, la asalta y el pu ñal la hiere?
Pobre Zulima! En su pe ¿Cuándo trabaron amis cho había hundido sus ga. No importa!
Ella esclarece con su lo las tad. Quién sabe; pero una rras el dolor y sus ilusiones sombras del camino para osten vez, cuando ya la noche ha deshechas, deshacían su al tar su brillante escudo la hu bía extendido su ala salpica ma. Las rosas de sus me manidad: Justicia, Libertad y da de gotas de rocío luminojillas se tornaron pálidas y Progreso.
sas y la tarde había plegado en sus labios antes más roLevanta altares y columnas al su abanico de celajes, esta jos que los celajes de la tarmártir y al apóstol: desmorona ban los dos muy juntos en de, se veía impreso el beso los castillos de la ambición de los necios y traidores una azotea.
de la muerte. Nada le a Soy pobre, Zulima mía; legraba, ni las poéticas zam retroceso!
Ella escupe la cara negra del me falta el oro que tu padre bras que antes celebraban derrocha y por eso no me bajo aquellos arcos moriscos Dadle respeto y seguid sus quiere conceder tu mano. cincelados por el cincel de pasos!
Breve y cristalina gota que de mis ojos te escapas y ruedas la mejilla después de quemarme el alma; tú eres el fiel testimonio de una alegría pasada, de un ensueño de alas de oro, de una ilusión dulce y casta; de aquella hermosa esperanza que un instante en mi sendero me sirvió de luminaria III Moría triste, de amor, me dijo la experiencia. Húye, que será la ausencia Un bálsamo tu dolor.
Huí: el consejo traidor Me apartó de tí al momento, hoy mayor es mi tormento mayor mi desvarío, Porque no puedo, angel mío, Huir de mi pensamiento.
IV ja es¡Ay! en estae tormentas de la vida que esconden la traición en sus entrañas, en este desigual rudo combate, quién podrá descubir la ignota playa, donde reposo encuentre y blando abrigo el que lleve el dolor dentro del alma! Después, cuando mi espiritu sacuda Su túnica mortal, y la áurea puerta De la eterna verdad sereno acuda, Do en gloriosa armonía El sol divino del amor despierta. Qué de mi quedará, sombra de un día!
Un arpa rota en el espacio muda.
Una voz más en el olvido muerta!
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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