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EL ORDEN SOCIAL3 Discurso encontraría en aquel trance, puesto en verdade ro asedio. Mas, esperad: repara los apóstoles el pronunciado por el Señor Rector del Semi apuro de su maestro y vienen en su ayuda; no nario de San José Presbo. don Agustin para bendecir y acariciar como El lo hiciera, si Blessing, en el solemne acto de la distribu no para, dando cabo a los brotes de la brusqueción de premios a los alumnos de ese plantel dad, apartar viva fuerza aquella tropa de inoel 16 de diciembre de 1906.
cencias y la multitud de madres cariñosas Al ver el maestro divino la conducta de sus Continúa)
apóstoles, se yergue con energía, extiende su Los instruye con palabras de vida eterna.
mano en señal de protección, y deja escapar los educa en las máximas supremas de esa moaquella frase que había de guardarse como un teral que encanta ya veinte siglos; pero al mis virtud: Dejal venir mí los niños, porque de soro de gran valía, come un talismán de gran mo tiempo les prueba lo fino de su amor, la in ellos es el reino de los cielos (Queréis decirtensulad de su cariñ, aliviando sus miserias, me, señores, donde puede leerse en las obras de consolan lo sus nflixiores, remediando sus nece los sabios, de los pedagogos antiguos y modersidades, enjugando sua lágrimas, llevando la ale nos, una frase más sintetica de amur, en buen de gria a sus corazones enteleridos Es el amor del lu la descrita une situación más graciosa, arro un gran maestro! Queréis decirme dónde se inarstra lo oue le hace exclamar con gran vigor. baitora y poéticamente amorosa que pueda com para que la resonancia de sus palabras se escu petir con ésta, que ha inspira lo a potabilisimos che hasta en las más apartadas regiones de los artistas: Jesús que acaricia los niños: el maescielos de los mundos, de los abismos y hasta de tro divino que los defiende y los ensalza hasta los cielos?
los reconditos pliegues de todos los corazones: Venid mi todos los que trabajais y estais car Pues ahí teneis al gran pedagogo de los si glos al maestro excelentísimo, dando la ensegados, que yo os aliviaré.
nanza del amor que ha de saturar la verdadern, Es maestro tan fino, que impone su autori la genuina educación, en el genuino y verdadero dad de Dios, alegando para ello credenciales de magisterio.
amor infinito, eterno sin y niebla: Com mi Ahí tenéis al libro inmortal, siempre auti padie me amb, así también os be amado yo guo y siempre nuevo. El Evangelio. que da vostres. Qa reis más, señores, para que se los preceptos de la pedagogia clásica, imposibles ostente vuestra cosideración, Cristo maestro de mejorar con los comceptos de la humanidad Zono de amor?
pensadora.
Pues no dejaré de citaros aquel bellísimo Autoridad y amor, son én verdad dos granſepisodio del maestro divino, con los niños ticas columnas destinades a sostener el edificio Figuraos ana gran muchedumbre de ma de la educación positiva, sólida y verdadera.
Pero, señores. de qué sirvirían columnas dorimás, que llevando en brazos unas, otras de la cas de imponente majestad y flamantes capite mano, ali pedazos de sus corazones, sus hijos, les, sin un lazo de unión que ins mantenga in rodean al divino maestro, lo ponen en situación hiestes y en perfecto equilibrio para soportar la apurada y sofocante porque todas, parece como mole ingente de basílica espaciosa de pastillo que quisieran echarle encima los niños, para que gigant sco!
Jesús los acaricie, los bendiga, con aquellas También ¿de qué sirvirán la autoridad y bendiciones y caricias que llevaban en sí rever el amor, pilastras alabastrinas del edificio beros de la inmortalidad. Esas madres velsn pedagógico, sin el lazo de unión y el nivel, una dicha en las ternuras de Cristo con sus hi que las ponga en aptitud de soportar el gran jor, y así cuál de ellas consentirá en que su be peso de responsabilidades, de contradicciohé quede sin bendición cuál de ellas no pon nes, de diferencias de caracteres, juntamente drá toda suerte de empeños para que Jesús pon con el trabajo rudo y fatigoso de la educaga su mano divina sobre la cabecita rubia del ción de sentimientos y voluntades, y el es.
clarecimiento de cerebros infantiles?
gracioso chiquitín en quien se cifran las espe ranzas de su madre? No hay duda que Jesús se (Continuará)
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