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EL DIAACUÉRDATE II vues EL DIA DOMINGUERO ministro o diplomático, se pon solos en el mundo, sin que el to que la mortina que mitiga tanto cariño le ha bordado en prestase el calor de su juventud destrozada. Morirl.¡Sí!
na maſta.
cuando empezaban a sentir el Tal es la ley de la naturaleza SAN JOSE, DOMINGO 10 DE ABRIL DE 1904 El joven sonreía de felicidad triste frío de la vejez. pero. jes que soy acamirando a su bella compañera. El fuego se apagaba y el cre so un bandido. seré acaLas lindas botitas, tan peque púsculo vespertino invadía la so un criminal? es que sólo esTas, que semejaban un rico bi estancia cubriendo todos los ob tos mueren tan solos y abajou de turquesas y perlas, apa jetos de sombras.
tidos. yo, no soy un crimi.
recían en la palma de su mano Los espusos segaían silencio nal ¡Dios lo sabe. Yo no he con toda su gracia sugestiva y sos, agitados por el dolor que cometido más crimen que el Acuérdate cuando la fresca aurora conmovedora.
había renacido en sus corazones de haber encantado los poeFranquea su palacio al sol su amado; En el claro cielo del mes de por la cólera que la injusticia de tas con mis versos y mis proAcuérdate cuando la noche llora abril brilla ba tênue la luz que la suerte les inspiraba.
sas. Musas que no me haEn vuelta entre su velo plateado.
envolvía a la feliz pareja en Jorge, Jorge mío dijo de béis desamparado en mis hosuaves reflejos azulados, y la pronto María, estrechando la ras de inspiración. venid y En medio de placeres que te invitan, de nocturnos sueños que te agitan, templada brisa primaveral aca mano de su esposo la herida halagadme con el eteroo murriciaba sus frentes, llevándoles no se ha cerrado todavía; veo mullo de vuestros cantos. Del bosque en la espesura ráfagas de aromas de plantas y que la sientes como la siento ¿Por qué ahora os tornáis en Oye, que alguien murmura flores que empezaban a entrea yo. Pero es preciso conformar espantosas sombras que aCon Voz doliente fé: brirse. Parecía que en torno de se con la voluntad de Dios. tormentan como espectros mi Acuérdate!
ellos palpitaba una atmósfera Quién sabe? Quizás hubiera si. alma tierna de poeto. Yo de ternura.
Acuérdate también, si la inclemencia do nuestro hijo muy desgracia os amél sí! y hoy me aban.
Las manos cariñosamente en Del destino de tí me aparta un día, do. No hemos tenido la dicha donáis. Mi alma ya no prolazadas, contemplaban en silen de verle crecer, de gozar de sus duce un verso que me arruye Cuando el dolor, los años y la ausencia Herido hayan de muerte el alma mía, cio los zapatitos azules, que por caricias; pero aunque nos lo a la hora de morir. su tamaño podrian compararse rrebató la despiadada muerte, Dos amigos, poetas tamNo olvides nunca mi amorosa llama; con la corola de una rosa, y que nuestro pobre hijo complió su bién, que le acompañan, miNada es el tiempo para aquel que ama, sin embargo contenían toda la misión en el mundo, puestoran, sin modular palab. la, coMientras mi pecho aliente inmensidad de sus esperanzas, que estrecho nuestra unión, semo se extingue la vida de Dirá así tiernamente toda la ventara de sus corazo llándola con una común espe aquel bardo. Con amorosa fé: nes soñadores.
ranza y con un mutuo dolor. Pásame la morfina Marce. Acuérdate. Tienes razón, María; debelo, dice Carrillo, quiero ya en mos conformarnos contestó Jor mi último momento, morir Acuérdate cuando la tierra abrace Esta ban también muy cerca el ge. Pero si es así añadió con tranquilo, olvidar ya que fui Mi cuerpo inerte con su brazo frío; uno del otro; pero en el referido amargara para que conserva el héroe de una campaña donCuando la flor, que en los sepulcros nace, jardín junto al plantel de fres. mos esas reliquias que nos re de los poetas blandieron sus Abra su fresco cáliz sobre el mío.
cas lilas que el céfiro primaveral cuerdan el sueño destruido? Yo liras y sus estrofas. Sienmecía, sino en el templado sa no puedo contemplar esos zapato ya dilatarse con espantoYo jamás te veré; pero a tu lado lón, sentados al amor del fuego titos sin que la pena se recru sa cautela el hilo de mi vida!
Irá siempre la sombra de tu amado.
que Otoño obligaba a encender. dezca en mi espírita. No ves Adiós!. poetas que me aOye en la tenebrosa Habían pasado muchos años. lágrimas en mis ojos! Si nues compañáis en la hora de mi Noche, la misteriosa Sus cabezas estaban blancas, tra esperanza no es ya más que muerte! cantad en vuestras Voz con que yo diré: sus labios pálidos, su uspecto ceniza por qué no ha de serlo estrofas. pintad en. Acuerdate!
era triste y reposado. María, también lo que tanto nos ha he tros cuadros la muerte del con un cestito en el regazo, se cho soñar?
poeta para ejemplo de mis ALFREDO DE MUSSET.
entretenía en sacar de el anti Comprendo, Jorge replico colegas.
guas tapicerías, y viejos encajes, María suspirando.
deterioradas cintas; reliquias ol heróicamente arrojó los za Quiero morir cuando decline el día, Los zapatitos azules vidadas que en otro tiempo ha patitos al fuego que ardía en la donde parezca sueño la agonía bían servido para realzar la her chimenea.
y. el alma. un sve. que remonta al vuelo. mosura que la edad había mar Los dorados reflejos de la lum. al terminar ya con voz Jorge y María se amaban con patitos de seda azul, bordados chitado, aunque a pesar de la bre trataban en vano de disipar de agonía, el alma del poeta el loco entusiasmo de la juven de blanco y adornados con gra pieve de los cabellos y las arru. las sombras que envolvían al voló al cielo donde los angetud, con el amor profundo y fir ciosos lazos de cinta. Era un engas del rostro, se adivinaban los aposento donde reinaba la me. les con doradas liras entonáme de dos almas que se com canto, una monada, aquel lindo rasgos de la belleza, conservan lancolía En medio de la oscu ronle un himno de gloria. prenden. Ella era casi una niña, juguete destinado a los delicado todavía la anciana el encan ridad, las manos de los viejos BARRIONUEVO.
hermosa y dulce como una ca dos piececitos del esperado hijo. to de su ideal figura de hada. amantes se busca ban y se unían ricia; débil y pálida como un Preferirías que fuesen de El marido, que dormita ba, se estrechamente, mientras que sus rayo de lona: él un mozo arro gante y enérgico, de clara inte las cintas no te agradan, pondré Derable barba gris y rogó a su hijo muerto se aferraba con obs.
ligencia y corazón de oro. Se otras. Qué dices? Pero ¿por que compañera que añadiera un leño tinación, se inclinaban sobre el IV habían conocido, se habían ena. no me contestas. No oyes lo más los que ardían en la chi: pecho y sus ojos vertían amarmorado el de ella y ella de él, y que te pregunto. Estás dis menea, mientras él arrimaba el go llanto, viendo apagarse el Al regresar de abordo, nos no encontrando obstáculos sa traído. sillón al fuego.
Hacía tanto último destello de su dicha. al dirigimos al hotel, al Casino deseo, se habían casado, consi. No, mujer contestó Jorge frío aquella tarde consumir el fuego de los lindos y al Parque de la Victoria.
derándose desde entonces los mirándola apasionadamente La buena señora quiso com zapatitos azules.
Son las cuatro y media de la tarde y el sol no da muesseres más felices de la tierra.
es que te contemplaba absorto placerle; pero al levantarse dejó GILBERTO Doré. tras todavía de rendirse la Vivieron algún tiempo em y pensaba que si el bebé se pa caer la canastilla, y rodó por la briagados con la dicha de verse rece tí, será la criatura más alfombra cuanto en ella guardajornada. Acaso se ha olvidaunidos, de amarse con toda su hermosa del mundo.
ba. Entre las flores y las blon LA MUERTE DEL POETA do el muy tuno, por estar mirando a las muchachas, que alma, sin darse cuenta de las. Qué cosas tienes! Lo que das, aparecieron los lindos zaprosaicas necesidades de la vi yo quiero es que Dios le de un patitos azules destinados al es. Carrillo, el poeta de méri tiene que alistar su caja de da; pero llegó un momento en corazón como el tuyo perado y deseado vástago.
tos y el mimado en los círcu pinturas, su paleta y sus pinel que al ver la cuna que espera Estoy seguro de que su ga.
La anciana palideció al mirar los literarios de las más cul celes para dar colorido los ba a un ángel que había de ocu lardía causará admiración, cuan los.
tas sociedades, habita un celajes, y despedirseluego, coparla, los futuros padres, con do ostente el aniforme de ofi. Te acuerdas, Jorge? dijo cuartucho en el segundo piso mo un Mefistófeles rubio en más sentido de la realidad, se cial del ejército.
con acento de dolor, señalandode una fonda, en la calle del escena, desde allá. desde la Retiro.
lejanía dorada, donde se bepreparon recibirle dignamen ¿Nuestro bijo militar? No, los.
Su vida, es la vida de un san las olas con el cielo, para Jorge, no, por Dios; para que. Los zapatitos del bebé. bohemio.
Ante tal esperanza, María se nos lo maten en la guerra. De murmuró Jorge, estremeciéndose madrugar mañana!
estremecia de inefable ventura, ningún modo. Hay otras carre Lejos de su patria, sin más Lo cierto del caso es que el violentamente.
y Jorge, subyugada el alma por ras tan brillantes como la que halagos que los que le propor. calor no ceja. Uno tras otro, Los dos callaron, suspirando ciona la fama de su nombre, ya llevamos cinco vasos de una terbara nueva para él, por tú indicas. Ingeniero, por ejem. con pena ante aquel doloroso y sin el consuelo de una amis tamarindo. Por fuerza teneuna mezcla de piedad y respeto, plo.
por algo que jamás había corecuerdo. Habían pasado trein tad que le ayude en sus ho mos que inventar algo. Sali S1; diplomático, porqaeta años y todavía no podían ras de miseria, vive Carrillo mos del hotel, en busca de las nocido, deseaba que llegase e Dios sabe a dónde podrá llegar olvidar la desdicha que había sumido en las más tristes re del grupo, y dimos con ellas anhelado instante de besar al nuestro hijo con las disposicio malogrado sus ilusiones, soñado querubín.
flexiones.
en la casa que ocupó el hotel En una apacible tarde de pri tendrá nes especialísimas que sin duda Sus esperanzas, sus anhelos, El hambre y la miseria le Canal, la cual casa es ahora no se habían re lizado; los en postran en su lecho de muer sucursal del hotel de Amador, mavera, sentados en el jardín cerca de los macizos de lilas en jada.
María soltó una alegre carca sueños de la juventud se habían te, con una fiebre que le con instalación propia para fahelado en sus almas para siem. sume.
milias.
treabiertas, rodeados de parle ros jilguerillos que revolotea. Cuando hablamos de nuestras pelados piecesitos de rosa, ha dice Carrillo, morir. y tan un tomo de versos, una anto Somos unos locos, Jorge. pre. El querube de atercio Por fin, es preciso morir. Alguien nos proporcionó bac en torno suyo, los esposos esperanzas, de nuestros proyecbía muerto sin ponerse una vez lejos de mi patria y de mi ho logía de poetas colombianos, cou versaban gozosamente.
tos, empezamos a delirar hacien siquiera los zapatitos azules, gar. Aquí, en este cuarto se nos pidió que leyésemos. Lira, Jorge, mira.¿Te do castillos en el sire. Qué destruyendo todas las alegrías tan sombrío, donde no hay algunas de las composiciogustan?
sabemos nosotros lo que podrá del joven y feliz matrimonio. más luz que la luz de mi cere nes y de preferencia escogiY la enamorada joven ense suceder? Lo único cierto es que Dios no había querido realizar bro que ya se va extinguir, mos La Perrita, de Marronaba a su esposo dos lindos za nuestro bebé, artista general, su esperanza, y estabas solos, y donde no hay más alimen quín, por habernos hablada otro color? insistio Maris desperto de pronto meso sa cred cabezas, donde este recuerdo del IMPRESIONES te.
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