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Ooooood 000000 EL DIA EL DIA DOMINGUEROoxe las almas cuando se es mientos huesosos siempre es dormir lloraba callandito, y capan del cuerpo, veces llo taban helados.
llorando decía: rando, otras veces riendo, Vencida en este empeño, se Mamá. mamá. cánDespertó porque oyó un pe puso las manos delante de la tame. cántaine. Si no SAN JOSE, DOBINGO 24 DE ABRIL DE 1904 queño ruido.
boca y en ellas echó el vaho: cantas, no me duermo.
En el centro de la sala, en empeño también inútil, era La Muerte vacilo: después el suelo, estaba en su ataúd vaho de sepultura en noche abrió la boca; fué un bostezo HA LIM la muerta, vestida de negro, de nevada.
horrible, pero de la negra cacon las manos en cruz y páli Entonces le ocurrió una verna no salió ni un sonido.
da como la cera; en los cua dea: acercó las manos la Meditó un momento y se En la profunda calma de la noche tro extremos, cuatro velas llama de una de las luces; pe dirigió otra vez la ventana.
desde la triste orilla del mar Muerto, encendidas.
ro la luz se apagó.
Se asomo y de entre la endentro la negra y vasta superficie La abuela, abrumada de La Muerte se dió por defi redadera, que por ella trepase oye el ruido monótono del remo.
cansancio y de dolor. se ha pitivamente vencida: alguna ba, cogió un nido. Los pajaEs Halim el ladrón, que en una orgía bía llevado a la niña una vez lo ha de ser.
rillos se alborotaron: el padre ha hecho sus feroces compañeros, habitación próxima. y se ha: La niña seguía llamando y la madre salieron huyendo.
la apuesta de cruzarlo con su barca bía quedado dormida: pobre su madre con monotonía de La Muerte puso el nido al lay saber, si los tiene, sus misterios.
viejal, había velado muchas péndola de reloj de corazón do, muy cerquita de la niña, noches y además la muerte que late.
y mientras los pajarillos piaDe las saladas y plomizas ondas estaba cerca y alrededor de La Muerte abría y cerraba ban, el padre y la madre rebrotar parecen chispas del infierno, ella anda siempre el sueño.
la boca al mismo compás. Es boloteaban al rededor del niу las sombrías nieblas de la noche La niña se aprovechó del decir, la boca no: lo que ha do, al rededor de la muerta, se convierten en lúgubres espectros.
sueño de la abuela, se le cía era separar y juntar en sobre la cabeza de la niña, escapo de entre sus brazos y forma grotesca los dientes, por entre las luces agonizan.
Para no verlos cierra Halim los ojos, se fue la cama de su madre; como si imitando a la niña tes, como mariposas colosacomenzando sentir lo que es el miedo, el ruido que hizo al entrar fué quisiera decir también: ma les. mientras rolaban any al vo verlos abrir lleno de angustia el que despertó a la muerte.
má, mamá.
siosos piaban y piaban tande sus manos escaparse los remos.
La muerte miró con curiosidad la pequeñuela. La mamá de la Muerte! to, que cantaban casi.
Como la lava de un volcán ardiente Eso quisiéramos saber: quién niña, porque se durmió al fin.
Canto debió parecerle la La niña llegó la cama, se ha sido su mamá.
resplandece del mar el hondo seno; empinó cuanto pudo y miró los palacios de torres atrevidas con la cabecita ras de las Al fin la niña lloró muy ba recostada sobre el pecho de su madre; entre los brazos de brillan como la lumbre del incendio.
sábanas: la cama solitaria: ito. Mamá. mamá. tóá aquella otra cara rígida, la muerta; pegando su carita Alli danzan las hijas de la culpa ante el pequeño sér se extendía como llanura helada en mame en brazos. en bra fría, inmóvil; mojándola con en medio de los ángeles protervos, zos.
noche de invierno; su madre y procuraba separar sus lágrimas.
y sus cantos son sólo maldiciones, no estaba en ella.
las manos cruzadas de su ma La Muerte se inclinó y con y sus risas los gritos del tormento.
La Muerte pensó que en la dre y abrirle los brazos para dos de sus dedos, como con ¡Y la barca que gira en remolino, vida hay muchos desiertos, que la recogiese en ellos.
pinzas de hueso, cogió una de cual si también la dominara el vértigo!
pero ninguno como aquél.
Imposible: no tenía fuerzas aquellas lágrimas. Oh. Qué negra es la noche y qué espantoso El primer desierto que la para tanto la pobre chiquitiDespués salió de aquella caaquel instante que parece eterno!
niña se asomaba era el ma ila. Los brazos de su ma sa, salió de la aldea, y siguió yor.
dre estaban rígidos: los depor el repliegue del monte, se conmovió la Muerte dos de sus manos eran cla: llevándose entre las tenacillas algo, sin duda porque el polvijas de hielo.
verdosas de sus dedos la láLlega por fin la aurora senrosada, vo del camino le había enter Pero esto sí estaba al al grima de la niña cogida de se eleva el sol, sube a su trono espléndido; necido los ojos.
cance de la Muerte. Dar ca las frías mejillas de la madre, mas la orilla del lago aún no ha visto Como la Muerte no tiene lor no puede hacer que la como el ladrón que huyera ni verá más la barca ni el barquero.
nervios, toda emoción en ella muerte abrace, eso sí.
llevándose una perla robada. ALDRICH se traduce por crugimiento se acercó al cuerpo de la Dos tres veces se la llevó de huesos; y la crugió el es pobre mujer: se inclinó sobre los labios; pero no tenía laLas ternuras de la muerte queleto.
él: le separó los brazos como bios con que recogerla.
abriéndolos, de modo que no Se la llevó los ojos, pero La niña oyó el crugido; se parecía sino que la madre los no tenía ojos que humedecer.
rolvió y miró hacia la sala.
estaba abriendo como de cos al fin salió el sol; uno de tantas de humildad y pobre. Vió luces y allá se fué.
Era un pueblecito, casi una za.
Junto la Muerte pasó, pe ja no se atrevió a tocarla.
tumbre. y espiró. la ni sus rayos fué persiguiendo la siniestra ladrona, y fueraldea: en un repliegue del En aquella casa vivía una ro sin verla; los niños no ven así estuvieron; la muertaza de acariciar la lágrima, la monte se escondía humilde y abuela muy vieja, con su hi nunca la Muerte aunque con en medio; un lado la niña evaporó.
temeroso, como el que huye ja, joven todavía y con una ella se rocen.
arrodillada llorando, llaman Cuando la Muerte sintió del mundo y del bullicio.
nietecilla de pocos años. En pie quedó la pobrecilla do su madre y con los pu que entre sus dedos no había nadie en el mundo se a La abuela lloraba: agoni contemplando el cuerpo in ñitos en los ojos; al otro lado nada, dejó caer el brazo con cordaba de aquellas cuatro zaba la hija, y la dieta la móvil de su madre.
la Muerte, arrodillada tam algo parecido al desaliento, cas:chas, ocultas entre árbo entretenían unas vecinas. Al pronto no la conoció: bién, bajándose casi al nivel se escarbó los huecos de los les añosos y arrebujadas, a Como que no se esperaba luego sí, y empezó llamarla de la niña y sosteniendo a ojos, como si en ellos sintiese caso para taparse mejor, con más la llegada de la Muerte muy bajito.
biertos los brazos de la ma singular picazón con la punta enredaderas y emparrados. para a quello acabase: y a. Mama. Mamá! dre. Ahí estuvo esperando de la guadaña, y siguió su Nadie se acordaba; pero hay quello acabó en cuanto entró La Muerte enderezó su es con paciencia suma; porque camino. allí acabaron las ur sér que nunca se olvida de la siniestra viajera.
nada ni de nadie: en buena Se acercó a la cama y tenía queleto y observó.
nadie tiene más paciencia que ternuras de la muerte.
memoria no hay quien iguale ya tan poca vida la pobre jo su madre, pero sin atreverse La niña seguía llamando la Muerte.
Tosé de ECHEGARAY, Al fin la niña miró; vió aá la muerte.
ven, que la muerte no hizo tocarla: la inmovilidad y el quellos brazos que se abrían. qué cita no acu le. Cuán más que darle un beso en los silencio la daban miedo. y se dejó caer en ellos contra Hechos y dichos do se ha retrasado. quién labios, y el beso se confundió. Mamá, mamá, despierta! el pecho de su madre.
hizo esperar si le llegó la ho con el último suspiro: aqnel Tengo frío. Déjame echar La Muerte, con mucho cui.
ra. Parece imposible que en helado, aún tibio éste: des contigo!
dado, cerró los brazos y puso Parece mentira y es muy el hueco de un cráneo vacío pués helados los dos.
cierto la Muerte se le estreme las manos de la madre muerque el señor Coronado quepan tantos recuerdos!
Se asomó la Muerte la ció otra vez la hosamenta y ta sobre la cabecita de la ni ha importado una regular can Pues era una tarde de inventana y no se atrevió sa. encla vijó las huesosas falan. ña.
tidad de café procedente del vierno y la muerte se metíalir de la casa: el viento era cages de las descarnadas mapresurosa por el repliegue del da vez más frío, más fuerte y nos en los huesos de las secas de pié, sin duda por el esfuer estado hemos llegado de tener Salvador y siguirá pidiendo 0Cuando la Muerte se pusotras partidas más, pues a ese monte. Iba de cara al viento: nás polvoriento. Resolvió costillas. Si hubiera tepido zo por lo violento de la un viento de esos que por ve pasar en aquella casa la no corazón, al corazón hubieran postura, se había sofocado y fuera, porque ya se puede decir que echar mano del café de amir rastreros, traen remoli che, se acurrucó en un rincón llegado los dedos. Pero la sentía un poco de calor.
nos de polvo, y el polvo se le de la salita que comunicaba Muerte no tiene corazón.
metía, no diré por los ojos, con la alcoba y se decidió La niña se iba durmiendo que no hay café en Costa Rica Al fin la niña se arrodilló pero no se dormía del todo.
y los pocos granos que han de pero sí por los cóncavos, la dormir; que, por más que di junto al cuerpo de la madre. Mamá. riete. Ríete, jado para el consumo del país vieja de las agonías. Por eso, gan, veces también echa y con la tibia manita hizo mamá. decía acariciándole lo vendieroo un precio exhorsin duda, se le pusieron aque. sus sueños la Muerte. sus una caricia en aquel rostro la cara.
bitante.
lla tarde los ojos tiernos, si sueños son muy curiosos; al más frío que el mármol; pero La Muerte quiso reír; pero la idea del señor Coronado por Nos parece, pues, muy bnena vale la palabra. Hubo un mo guna vez lo contaré.
la retiró con terror diciendo: resultó una mueca horrible.
mento en que se le metió un No cerró los párpados, por Fría. fría. mamá; ma Entonces se fué al balcón que a la vez hace su negocio y y moscardón, que anduvo revo que no los tiene su descarna má. estás muy fría! lo abrió, amanecia; una manos hace el favor de surtirnos loteando por la pequeña caja da calavera; pero apretó los huesosa, hasta que lo sacó bordes de los cóncavos, los sea nada, tuvo un deseo: poda; celajes de color de rosa; brados estamos.
La Muerte, que nunca de mana muy fría, pero espléndi para que no nos falte la aromatica bebida que tan acostumcon la punta de la guadaña: juntó todo lo que pudo y los der dar calor la cara de la neblinas flotantes; rayos de hay moscardones que nada huecos se le llenaron de som pobre madre para que la ni luz. Qué ha hecho Ud. de las respetan.
bra: durmió. Algunas horas ña no dijese que estaba fría.
Entró al fin la Muerte en la después despertó; porque la pensó la Muerte: Risas, Artes Gráficas. señor Alsina? se empezó restregar las por ahora, no hay más que Hace tiempo que no la vemos aldea, y después, en una de Muerte tiene el oído muy fi. manos una contra otra; pero esas: las del amanecer. por nuestra mesa de redacción.
sus casas más pobres, entre po: como que es la única quel por más que hacía, los sar Pero la niña no acababa de Sería lástima que muriera, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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