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E HERALDC DE COSTA RICA VII En efecto, nos pusimos las gaEL HERALDO DE GOSTA RIGA. soledad en ángulo recóndito, juntora da con la nocturna cazadora del cielo.
de callejones tenebrosos; si ese cri. Oh, es imposible pensar en el suce fas observadoras, y muy de prisa leimen que nos horripila y hace que so, sin que la sangre de la indigna: mos sobre un pórtico que debía de INFORXACION CRITICA.
odiemos aún al bárbaro rey de la tie ción suba enrojecernos el rostro ser el mismo del redondel, un rótulo tra, no hubiese ocurrido ante los ojos Demonio! cuándo será justo que tri que decía, plasa de toros, cosa pa.
Colombia de into de numerosa gente en uno de los demos y vociferemos contra las fieras recida lo que indica con sus cifras Hemos recibido el folletito que y espléndidos de la capital; en presenpuntos de cita más vistosos y animados matanzas, que suelen ocurrir en oues. tiznadas de hollia aquella tremenda tros lejanos caseríos y bosques solita inscripción de que nos habla Aligieri Unos an han tenido la bondad de cia de los cuatro linajes, es decir: de rios, si casos aborrecibles como el de con pavor, puesta en lo alto del prienviarnos con intento de que por me 11a aristocracia, del clero, de la plebe esta capital orgullosa de la Repú mer propileo del infierno: dio de él nos impongamos del falley de la servidumbre; si allí mismo blica; si lances de puñal y pistola, de Per me si på nella cittá dolente cimiento de doña Sofia Angulo de donde fué vertida y corrió aquella san odio y venganza y celos vemos pasar Reyes, y de la impresión que ha cauVIII Como tenemos alguna san.
gre roja de la juventud encendida y friamente, sin que haya de parte de sado en la capital de Colombia el di radiante como una flor de fuego que la sociedad servil, pero ni de la seño gre de Castilla y Aragón. y basta, cho fallecimiento. Hemos leído cuida.
al ver el dicho letrero, ya no pensase embriaga devorando los primeros ra, un grito de rabia ni una voz ardidosamente esa compilación de datos besos del sol, no hubiese habido suf da, ni siquiera fría, de protesta. Es mos sino en dejar el puesto que ocu. ecos de la prensa, y apresurámosnos ciente cuerpo de policía, más que de indiscutible que estamos perdidos, que pábamos junto con aquella apreciable asegurar aquí los Unos amigos que subra para oponerse la violencia de retrogradamos, y que no será maravi familia austro alemana, y correr desa nos han honrado con el envío del en: aquel hombre loco, y echar atras con lloso que, si de ese modo seguimos, foradamente comprar un palco so.
latado folletito, que ya quedamos muy su esfuerzo la espantosa desventura dentro de poco tiempo sintamos so bre la arena, aunque éste fuese de los sabedores de la muerte de tan excelsa de aquella infortunada, crecida en la bre nuestros lomos, otra vez, el látigo que miran al sol. La sangre obliga, y matrona, así como del particular due liviandad, talvez nacida en el delito, y, de la conquista.
al punto lo confesamos nos pareció lo a que el triste suceso ha dado ocade seguro, muerta en el desprecio, o, VI Había mucha gente; pero has.
grande el picador, glorioso el bandesión en la culta capital de la colombia.
por lo menos, en la indiferencia social; na República. También plácenos jah, si todo ese drama hubiera tenido chinche en serio, ni gazapera en firta las cinco de la tarde ningún bo rillero, envidiable el de la capa y cenido de luz inmortal cualquier Fras.
decirlo. hernos tomado nota con su su principio y su desarrollo y su fin cuelo; digno de mucho respeto cual.
me nos habían hecho temer por la es«
mo interés, de la suntuosa solemnidad de los oficios fúnebres con que el ca rick entonces qué cargo. ninguna con azul del cielo, ni por la tranquilidad Oloroso anís. No pasaron por aues.
sangriento allá lejos, allá en el miste plendidez de la tarde, por el limpio primera gitana ebria de aguardiente quier chulo y de amor entrañable la dáver fue honrado hasta la consuma. denación lanzaría ahora nuestro lá de nuectro ánimo. Ocupábamos puestra cabeza el triunfo de los Estados ción del sepelio; y de la bellísima cruz piz nerviosísimo de ira, esta socie to dominante en una especie de anfic Unidos, ni la pérdida de las colonias, que, para adorno del coche mortuorio, dad, tantas veces alabada de civiliza teatro, y desde allí habíamos observa ni la destrucción de la flota, ni la rui.
tejieron de flores blancas, señoras de ción y hasta de cultura. Pero, lo dilo más claro de Bogotá, tales como do los alegres de la vida ir y venir cho, dicho. numerosa gente de to.
na de Carlos Vi sino que nos llena.
Josefa de la del Castillo, Carmen das clases estuvo presente alls cuando mos, sin que ello nos emocionara ape. los bichos y los bofes de los caballos en acción activa; y alguna vez notaron la fantasía los cuernos agudos de de Byrne, M: del Castillo de el puñal la navaja del asesino, mil nas, pendencias de aturdidos esgrimi lanzados de las barrigas y pisoteados Román, Concepción Jiménez de Arauveces infame, rasgo la seda brillante dores convencionales de espadas y jo, Cristina del Castillo de León, Tedel corsé y abrió el raso perfumado navajas infractuosas. Con nosotros en la plaza por las mismas bestias.
resa de Piñeiros Jiménez, y Catade aquella piel que la juventud satino miraban al fondo del llano y del pai IX Vamos, dije, y me levantaba lina Torres de Vélez. Otro dato que con su arte más peregrino. Ah pobre saje esmaltados por la luz vespertina préstroso, cuando me hizo esperar un aviva nuestra confesión de las calida des altas de la aristocrática popayane mente con las palpitaciones de la car muchacha alegre, encariñada loca. y embellecidos por el arte, uo austria altercado La linda muchacha que co y ura alemana, muy amigos nues había sido el recreo de la tarde con sa, es aquel relativo a la Cámara de de nueva, con el goče fugaz, con el tros, y la dulce niña gentil. fruto deli sus primores juveniles, con sus curvaRepresentantes asociándose en su se: amor inquieto y voluble, con las mari cado de ese matrimonio ejemplar. Es turas de hembra estimulante, y con eximio servidor público, General Ra posas livianas de la fruición de los tábamos distraídos, pensando quitá sus liviandades gitanescas, le arrojaba, sentidos. jah, pobre Eva, divinamen en la inmortalidad del alma de los la cara un inunca más seguramenfael Reyes, Designado actualmente para la presidencia de Colombia, el extraviada en este piélago borrasco bamos en el talón de oro, en el y con ese, el anillo del antiguo amor, cual fué el digno esposo de la ilustre so de la vida incomprensible. no rrocarril al Pacífico, en los palacios de La sorpresa nos hería, y estábamos muerta Para presentar el pésame de la Cámara, al dolorido viado, fueron hubo una mano compasiva, no hubo Corrección, en la guerra con Nicara ansiosos del resultado, palpitando de diputados los Representantes Crespo, plido, un odio la barbarie. ni un tegua, en las esterlinas que nos traerá sobresalto y temor. De repente, el Byrne, Concha y Arbeláet.
el señor Iglesias, en los viajes del Pre pálido y desencajado suplicante monta mor de lo salvaje. no hubo un rasgo sidente por ambos mundos, en la elo en ira, y como un leopardo ligero, se II Ahora que ya dejamos démos de autoridad; caiste bañada en tu san cuencia fúnebre del Gabinete, en precipita sobre su cruel amada, sobre trado el mucho interés con que hemos gre caliente que humeaba púrpura y Poncio Pilatós, en el clarísimo ingenio su adorado tormento, la hoja de su leído esos Ecos de la Prensa, quere luz de ansiedad, por las glorias del del jefe titular de la Nación, en nues: ues: navaja fulgurante en la diestra como mos atender tan finamente como nos día y por las seducciones y supremas tros bostezos de cuarta y. falta de di un incisivo de Lucifer. Quisimos arró.
sea posible, la triste obligación en delícias de la noche; así cáiste, oh nero de vára; en la revolución pe jarnos el amigo austriaco nos conque estamos de avivár la tristeza de niña adorable; niña siempre, aunque rentoria que es necesario armar para tuvo pedir socorro, y la señora nos nuestro excelente amigo, el Doctor el rigor de la suerte miserable hubies que caigan los malos presidentes, es intimó; lanzar un grito, y la dulce niMiguel Angulo, haciéndole dolo: se de arrancarte de la gruta misterio decir; los de Honduras, del Salvador na nos miró con cierta sonrisa de lásroso presente de nuestra sentida que sa del rosal, para lanzarte mujer al y Nicaragua; en la entrada de más tima. Nós mordimos la lengua y nos ja por la muerte de su virtuoså her mundo del desamparo, de la orgía, chinos, cuando ya es maravilla, desde apretamos los labios con ambas filas, mada, la ilustre doña Sofia Angulo de del asesinato y de la muerte que no el 89, encontrar en Costa Rica una so ſbámos gritar joh tempora, oh mo Reyes.
contrista. la gente que no tenga trenza 6, por lo rest oh sociedad injusta y corrompida, III Todavia nos estremecemos Era la arrogante moza como de menos, los ojos oblicuos; reflexionába cuando nos heló la sangre el grito de mos en la bancarrota, en el cambio aquella muchacha, no menos desgra.
La sociedad josefina desciende mu diez y ocho años. Decir de su bellecho ello es indiscutible de aquella además de ser negro y ordinario, va quiebras, en la baja del café, en la po le había atravesado el pulmón y la za to puede ahora este lápiz que, por las nebulosas, en la crisis, en las ciada que digna de vivir. La navaja altura moral sobre la que tanto la es.
corriendo a toda prisa. Pero tenemos clarecía y embellecía la luz nítida del ca confianza que inspira El Heraldo, poma izquierda, y caía desplomada con renombre de la buena fama. Desde enteritos en nuestra memoria impre: y en el triste descrédito en que vive todo el peso de la maerte.
las cinco de la tarde o del acia africanos atisbabantes, con sus pu te reflexionábamos en el agua de cho sos aquellos ojos que parecian dos el pobrecillo; y también probablemen. Oh Collamarini excelsa, grita go domingo último que cuenta el lap. Bales desnudos, bajo enarcadas hojas colate chirle con que nos envenena la una linda boca femenil que allá cerca so trascurrido del presente mes, hederramaba su púrpura y su fulgor de palmera. también tenemos vivo ilustre Municipalidad. Reflexionába.
mos ido y regresado muchas veces yo reclamé. Con que es la el recuerdo de aquellas caderas redon mos en eso, y quién sabe si en otras Collamarini la víctima de ese cobarde por las calles primeras y últimas de San José, ansiosos de investigar y boca que echaba ritmos al calor de los dio de pesos y como la rebaja de los ra arrojarme del palco, cuando la duldas, de aquel seco alto de aquella cosas, como el teatro de millón y me asesino, za. y ya tomaba impulso pa.
saber qué sienten, y qué piensan, y deseos, y de aquellas dos patecitas sueldos oficiales, cuando nos puso ce niña mi compañera, me despertó qué quieren los moradores y las mootra vez en la vida de la verdad un de mi entusiasmo artístico, diciendo: radoras de esta ciudad, después de la que se disputaban la cadencia del movimiento en los compases criminales murmullo fuerte, parecido a la llega la Colamarini resucitará; ella ha hecho fiera catástrofe que hubo de consistir de la jota. el talento de aquella mu, da de cuernos de toros al coco tico el papel de Carmen, ha desempeña: en el odioso asesinato de una infeliz jer de carne apretada en purísimo te al toril español. Volvimos de nues mujer, de una muchacha, aunque lido brillantemente el papel dificil de la gera, no menos seductora que desam. jido sérico de la India, en verdad que tra facinación, de nuestro ensueñu; le infeliz gitana española; nada más.
nos pareció esa tarde sangrienta, super vimos claro el talón Aquiles y hasta parada.
rior por demás todas las seducciones el casco, aquel brillante casco que lo La ensalada higiénica IV Si el crimen hubiera sido per de la tierra que atesoraba esa misma hermosea, y dijimos, hay corrida, hay Mientras llega, que llegará desgrapetrado en encrucijada sombría del estampa adorable de Venus combina lidia; toros tenemos.
ciadamente, el no comer, brindemos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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