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L UNION CATOLIC FOLLETIN.
LA LOCURA LITERARIA.
Juguete córnico en dos actor, y en verso.
POR Juan Aycinena La razón. Pero. no oyeros Que ayer los sabios dijeror.
De Gaspar isi este es el duende. Dónde diablos aprendió escribir en prosa y verzo. Habrá chico más perterso!
Antonio mismo lo oyó.
Antonio Es verdad, así decían Al salir de la tragedia. Vaya una chusca comedia.
Muchas gentes repetían! Zarót. Lores, Miguel. ya lo ves: tú siempre encaprichado Paco. Pero este viejo alelado Miguel. Todo lo entiende al revés!
Miguel.
Te digo que son los dos Paco. De lo más original; pienso que de ese mal Solo los curará Dios.
ACTO 29 (Concluye. mirada se aprecie el asunto en su verdadero valor; y con este objeto, examinemos el salón, reparenos lo que los concurrentes hacen, y escribamos el resumen de nuestras impresiones.
Héle aquí. El baile es una república en que no tienen zuroridad ni derechos los padres y los inaridos sobre sus hijas y mujeres respectivas. Es tas pertenecen al público, que puede necesitarlas para bailar, al ténor de los siguientes dos preceptos. Deberes de la mujer; ésta sin faltar la buena educación, no puede negarse al que primero 12 solicite Derechos del hombre: El hombre es dueño de legir la mujer que más le guste, y ya en la arena, puede estrecharia entre sus brazos; poner en intimo contacto con ella por lo menos todo el costado derecho, desde 12 coronilla los talones; pisarle los pies, romperle el vestido y limpiarle el sudor de la cara con las patillas, si no con el bigote, sin faltar las leyes de la decencia; pués contando con la agitación y la bulla de la fiesta, no es posible establecer un límite los puntos de contacto, ni arrojonar el cuerpo para decir al hombre: aquí no se toca Vota. Las anteriores prescripciones se observan rigorosamente desde el hombre más feo y antipatico hasta la mujer más linda y exigente.
Repárese que en ta República, donde el hombre tiene derechos tan peregrinos, la mujer no tiene deberes.
Creo que esta fidelisima fotografía que acabo de hacer del baile, completa sobradamente mi propósito.
Una observación en honor del hombre culto:no hay padre ni marido que repare en enviar sus hijas y su mujer al baile; pero la sociedad se escandaliza el día que una soltera atraviesa sola, de acera acera, la calle en que vive.
Fundándome en mejor lógica, establecería yo la siguiente Jurisprudencia: Los padres y los maridos que provecn los bailes con sus hijas y sus mujeres, no tendrán derecho ampararse las leyes de la justicis ni del honor, en los casos de agravio. de mayor cuantia; se les ncgará la sal y el fuegos y, con un cencerro al cuello, expiarán su estupidez.
de baile en baile.
Consignado así mi voto, no debo insistir en nuevas deducciones, y doy por acabada mi corta tarea.
Porque creo que se necesita mucho menos que sentido común para condenar el baile bajo el aspecto puramente estético, y no hay necesidad de que yo gaste tinta ni paciencia en ello.
Un hombre de frac y chistera, máxime si tiene canas, y una mujer bonita, muy prendida y remilgada, dando brincos como dos salvajes de Mozanbique, sudando el quilo y sacando la lengua de cansancio, solamente los puede uno soportar delan.
te sin echarse reir, cuando considera. que el fin justifica los medios.
más que ESCENA CUARTA.
DICHOS, GASPAR.
Paco. Gloria al inclito escritor!
Gaspar.
Caballeros, buenos días. Miguel. Con cuánta razón decías Que el público es detractor. Miguel No he dicho tal; no levantes Ese falso testimonio.
Gaspar. Pues que telo diga Antonio.
Miguel. Lo que yo te dije antes, Fué que el público es severo: Que no expusieras tu honor Lanzándote como autor, Sin mérito verdadero.
Gaspar. El público es caprichoso, Muy voluble y muy injusto. qué sabe de buen gusto. Miguel (apte. Vaya un niño presuntuoso!
Yo creí que la lección De la tragedia silbada, Quedaría bien grabada En tu mente y corazón.
Gaspar. Los sensatos aplaudieron: Los imbéciles silbaron.
Miguel Los que algo saben callaron, muy pronto se salieron.
La gente de educación No es la que silba; Gaspar; Prefiere en silencio estar, Mas no da su aprobación lo que no lo merece.
Gaspar. Pues yo tuve aplausos muchos!
Miguel Si, de estos avechuchos por Airtorio Que fueron, según parece, Con su papel aprendido.
Antonio ¿Quién ha dicho. No hay tal cosa!
Paco. Vaya una escena chistosa!
Miguel Tú mismo estando dormido: Aplaudan chicos, dijiste: Va es hora de palmotear tornabas roncar.
Antonio. Es posible. Tú me oíste?
Miguel Yo mismo.
Gaspar. Tú me has perdido Antonio Con esa revelación.
Miguel. Mas, qué no entres en razón, Ni te des por convencido De que es preciso estudiar Para poder escribir. Paco. Hombre, ya no hay que insistir; aparte Miguel. déjalo rebuznar.
Ahora bien. por qué escribo yo esto. Aspiro la austeridad del anacoreta?
No tengo, desgraciadamente, tanta virtud: me gusta la carne más que las raíces.
Si en el baile encuentro un filón de verdaderas gangas. por qué, en vez de procurar su destrucción, no le exploto callandito Veamos si mis lectoras, cuyos pies Beso pesar de lo dicho, hallan la respuesta en la siguiente MORAL DEL CUENTO.
Yo he bailado también; pero preguntándome con horror cada vuelta: Me casaré yo algún día? si me caso, chabrá bailado mi mujer?
Llegaré tener hijas? si las tengo. dejaré que me las bailen?
Temiendo ser tan padre y tan marido como todos los demás, he escrito estos rengiones. quiero tenerlos delante de los ojos cada vez que mi ceguera de marido y de padre vaya a hacerme merecedor del castigo que condeno a todos los mansos del gran rebaño de la sociedad danzante. DE PEREDA.
Laa chusma de malcriados Armó aquella zalagarda, Con que nos aturdió a todos, cabando bofetadas Antonio Pero la tragedia es buena; Asi opina la tia Lacha, Que vende sus maritates, En la esquina de la plaza. Zenir. Pues no ha de ser? Quién lo duda Antonio.
El que lo niegue es un mandria!
Figúrate el argumento, Si no será de sustancia.
Paco. Como una olla de sancocho. aparte) caldo gordo de patas. Zenón. La conquista del Quiché, Que Utatlán antes llamaban, Aparece el rey Tecún Con sus arreos y galas, Entre plumas de colores, Sobre unas vistosas andas Que llevan indíos desnudos, Armando grande algazara.
Hay diálogos muy graciosos En la lengua de esa raza.
Sale Pedro de Alvarado su hueste castellana, caballo algunos de ellos, Con sus escudos y lanzas.
Hablan primero en razón, Valiéndose de embajadas.
Después riñen, hay camorra, Escaramuzas, batallas Espantosas y tremendas, Al vivo representadas Mueren en la escena misma Tecún, Umán y mil guardias De su ejército aguerrido; Del español ciento y tantos. Si esto no es tragedia, digo, Que no entiendo palotada.
Antonio Pues. no ha de ser. La tragedia Es así. Toda la gracia Ha de estar en que perezcan, Si es posible cuantos salgan.
Paeo. Incluso el apuntador, Que es el que hace menos falta.
Gaspar. en aquel otro pasaje Del acto nueve. caramba. Si será trágico el caso!
En una odiosa emboscada Cayeron cinco españoles: Los indígenas los matan; Forman una inmensa hoguera; Ante el público los asan. se los comen. qué tal?
Has visto escena más trágica?
Antonio En la vida (sè entra Gaspar)
Miguel ¡Qué dislates! habrá público paciente Que tolere impunemente Tan insignes disparates? Zenon. Pero, díganme, señores, La tragedia no consiste En que el público que asiste Vea escándalos y horrores?
Pues lo que es la de Gaspar Tiene escenas que horrorizan.
Patalean, agonizan se les mira boquear muchos de los que salen. Qué más se puede pedir?
Paco.
Que los dos se debe uncir (aparte) una carreta, y que jalen.
Iliguel. No puedo yo, Zenón, La retórica enseñarle, Ni las reglas explicarle De cada composición.
Pero Gaspar le aconsejo, Ya que está en muy buena edad, Que estudie con terquedad Antes de que se haga viejo.
Con el estudio se llega saber. Sin él de macho, No ha de pasar el muchacho, será un autor de pega. Zenón. Está visto que tú solo Eres maestro. es preciso Que el mundo entero, sumiso Te acate de polo polo.
Paco (apau. Te digo que es imposible Higuci los burros convencer.
Jignel. Zenón. cómo ha de ser. Es Ud. incorregible! Zerrori. Eres tú quien no comprende ESCENA SEXTA.
DICHOS. GASPAR (con un periódico. Gaspar.
Un periódico. Zenón. Veamos (se pone anteojos)
Ši de la tragedia trata.
Gaspar. Me parece que los mata; Miguel. Es el Alacrán Mignel. Oigamos. Zenon. Anoche como lo habíamos (lee) anunciado, tuvo verificativo la representación de la tragedia en nueve actos y en verso, titulada La conquista de Utátlán. escrita por el joven y simpático autor Gaspar de la Perilla y Requejo. Co.
mo era de esperarse, la composición no tuvo un éxito satisfactorio, por la dificultad en la ejecución de la pieza.
El argumento es un conjunto informe de escenas horripilantes, inverosímiles y absurdas.
habla (Pues no es nada. La versificación es detestable. EI público dió su fallo soberano, retirándose todo al concluir el acto quinto, sin esperar los otros cuatro que faltaban, por que aquello era ya imposible.
Pensamos que se deben tolerar esos defectos, en gracia de la juventud del novel autor, quien aconsejamos se dedique con más empeño al estudio de los clásicos y románticos, antiguos y modernos. De lo contrario creemos que el señor de la Perilla y Requejo haría mejor fortuna dedicándose al cultivo del ca.
fé otro artículo cualquiera, para lo cual no se necesita ni mucha aplicación ni extraordinario talento. Estruja y rompe el papel)
No es posible soportar Tal audacía Gašparito. Este crítico maldito Me las habrá de pagar!
Gaspar Yo le enviaré mi tarjeta De desafío, jqué diablo! juro que, por San Pablo, Le haré que entregue la jeta!
Miguel. Era lo que te faltaba. Meterte en quijoterías! Zenón. Ay! Gaspar, me matarías. Paco. Yo que el viejo lo dejaba. aparte) ver si dándole un susto Le volvía la razón.
Miguel. Ya lo ve Ud. Zenón, El fallo público es justo. Zenón. Hombre, cinsistes en tu tema?
Miguel Pues ya se ve, quien se lanza Tras la pública alabanza, Se espone al duro anatema, Si el mérito no lo abona.
Le pondremos yo y Miguel, Porque eso es lo que merece.
Gaspar. Gracias, Paco.
Paco. No hay que darlas.
Gentes sin entendimiento Dirán que eres un jumento: Mas, tú debes despreciarlas, Como cosa baladí.
Miguel. La literaria locura ¡Sólo Dios, tal vez la cura!
Veo que el tiempo perdi.
Si ante el público algun día Se exhibe mi inteligencia.
Su generosa indulgencia Como juez le pediría.
FIX.
Conocimientos útiles.
PROCEDIMIENTO PARA PINTAR EL HIERRO. Para impedir que el color se desprenda del hierro en grandes escamas, se recomienda lavar la superficie que debe pintarse y bañarlà con aceite de linaza caliente. Si los objetos son pequeños y pueden soportar el calor, pueden calentarse hasta que el aceite de linaza, con el que está en contacto directo, comience humear; entonces todas las partes de la superficie, se bañan cuidadosamente en aceite y se dejan enfriar, quedando, una vez frios, en disposición de recibir la pintura.
Cuando los objetos son muy grandes y no se pueden calentar por esta razón, el aceite de linaza debe aplicarse bien caliente.
El aceite líquido y fino penetra en todos los poros, quita toda la humedad y adhiere de tal modo al hierro, que ni el hielo ni la lluvia ni el aire pueden separarlo. Las superficies de hierro, cubiertas de este modo de aceite, reciben y conservan muy bien la pintura.
Este procedimiento se recomienda tambien para las maderas que han de estar expuestas al aire libre.
ESCENA QUINTA.
DICHOS, ZENÓN. Zenón. Con que, Miguel. qué me cuentas De la palma literaria Que ha alcanzado Gasparito?
Miguel. Pues, digo que tales palmas Más que palmas són palmetas.
Paco (apte. Miguel, no les digas nada.
Miguel La verdad es ante todo. Zenón. Lo que es la envidia. Caramba. Cómo se ceba en los genios De valía extraordinaria!
Gaspar. Pero, si Miguel afirma Que la pieza fué silbada, Que el público ya falló Que mi tragedia es muy mala. Zenón, Miguel dirá lo que quiera; Pero la tragedia pasa En concepto de los sabios Por la obra más acabada De cuantas se han visto aquí.
Me lo han dicho gentes tantas! yo, no tengo tarnbién Criterio para juzgarla?
El público fué un imbécil; No dejó que terminara: Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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