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Lunes 19 de Julio de 1971. LA REPUBLICA Cielo Día en una Vida Por Fernando Cabezas Rodriguez. Por ahí, por ese despeñadero. Dios Mio, se lo dije a Gabriel. Vamos.
Manchas de sangre se veian en las pledras, manchas en las hojas, manchas incrustadas en la tierra, como topos de muerte. Arriba, un puente roto, y en la ensenada un vehiculo clavado como una lanza en medio de dos cuerpos tendidos.
0000000000 Ya junto a los dos cuerpos habla varias personas rodeandolos, pero nadie se atrevia a ocarlos.
Cuidado, cuidado, no los muevan. Hey, ese que está boca abajo es Rolando. Pobre. Hay que avisar, hay que llamar al médico.
Un grupo de cinco hombres subió por entre pledras y tarallones corriendo nerviosamente.
0000000000 Gabrie. Gabriel. floto como el mar. empiezo a tener miedo el tiempo pasará y. Tiempo. Gabriel, por favor apenas si te oigo. Amor. comprendes. amor. No. No. Todo es, simplemente es. se disfruta.
0000000000 Rolando. Si, Gabriel. Qu pasó. No lo sé. Gabriel.
Dónde estás?
Yo. Estoy. Supongo que cerca de ti. No puedo verte. Yo tampoco. Es como estar soñando. Sientes miedo. Como estar soñando. No. tú. Tampoco. Es. extraño, deberiamos sentirlo. lo largo del puente los curiosos que no se atrevieron bajar comentaban diferentes versiones sobre el accidente, El grupo de los cinco hombres apareció con el médico. All están. apresúrese doctor, supongo que ROBajaron rápidamente, lando.
0000000000 Por Carmen Odio Estudiante Noche de paz, noche de amor.
Rafael salió tarareando la conocida canción. Alto, de boca delgada y ojos vivos, atraída no pocas miradas. Venja de su oficina. Fuera, el viento azoto su ca.
ra como si quisiera hacerle daño.
Camino por las aceras, repletas de gente; ricos, pobres, jóvenes, viejos, alegres, tristes. Lentamente, se dirigió al lado más pobre de la cludad.
Al fin, llegó a una casucha verde, sucia. Entro.
Habla un fuerte olor a cigarro, a perfume barato, a ml.
seria En el suelo, sentado a la turca, una piltrafa humana. Sus ojos enrojecidos no lograban enfocar del todo a Rafael. Una sonrisa idiota colgaba de su cara. ver, José. dónde está el patrón?
La sonrisa persistia. Estúpido. murmuro el otro.
Llamo a gritos: Chino, veni los pocos segundos, apareció éste. De gado como una coyunda, hacia honor a otro de us apodos: Varill e cuete. Day, man, aya venis por la monis, tan tgero. Sí, porque me tengo que ir. Cuánto es. Toma, contála. Le entregó un sobre abultađo. Rafael contó el dinero. No era más, Chino?
Cómo que más!
Al decir esto, volvió a ver nerviosamente hac a la puerta. Si, más. Mira, esperate. No es justo la miseria que me das. Además el que siempre sale rascando soy yo. Cugt un poqu llo de plata pero es que no es justo.
Chino desgraciado ya me cansé de vos. De un golpe lo lanzó contra la pared. Se oyó un golpe seco: itrac! Luego, silencio. Chino, parate, no seas mamitas. Veni, yo te ayu.
do.
Nada. Ya no podia ofrle.
Arrastrando los pies, el otro hombre, el de la son.
risa, se venia acercando. En ese momento, al oír el escándalo, entro la policia. Con rapidez increible traba.
16 la mente de Rafael. Este hippie cochino lo empujo y lo mato. Yo venla pasando y lo vi. No lo pude impedir. Fue horriDe la casa sacaron al joven al Chino y a Rafael. Olga, tiene que venir a declarar. Si señor, con mucho gusto.
El otro abria sus grandes ojos, como pidiendo ayuda. Pudo articular tres palabras: Yo no fui. contarle ese cuento a Maria Santisima. Jale, el Resguardo!
La radio del vecino sonaba escandalosamente. Es.
taban transmitiendo un sermón: Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
0000000000 Gabriel, escúchame, el miedo aumenta. el tiem po golpea monótonamente. todo se transforma y da vueltas hasta el vómito. Rolando, por favor, que no puedo entenderte. Gabriel, éramos amigos, lo recuerdas. y por que ahora. qué nos separa Gabriel. que. Esto da vuelta horriblemente, me precipito, caigo. Gabriel, Gabriel no te puedo oir. te alejas demasiado.
Grupos de curiosos comenzaron a aparecer por to das partes. Los primeros ya estaban a punto de llegar. In ensenada. Alla en el fondo están, desde aquí los veo. Estarán muertos. Cal a, quiera Dios que no. Pero. si no sabía manejar, cómo. quien más iba con Gabriel. No lo sé. Acerquémonos.
Una señora, de las muchas que no se sabe de dónde aparecieron, intents bajar pero estuvo a punto de salir rodantio y la botella de ruda con alcohol que tenia en sus manos fue a parar al rio.
0000000000 0000000000 El médico se incorporó con su estetoscoplo aun col.
gándole del cuello. blen doctor. preguntaron varios a la vez Este tuvo una muerte instantánea. Rolando. el que está boca abajo. Ya veremos, agoniza.
ble.
CONCURBO Rolando, sabes, yo siento que. que permanezo aquí. No te entiendo. Es que nada hay que no sea esto. Yo que sé, pero a mi me parece que antes de este sitio estuvimos en otro. No. No. Jamás. Mi cuerpo es. es unlverso.
y todo está detenido en el punto climax del amor. Un punto fijo, eterno, inmutable, comprendes. Yo. Gabriel, Gabriel, qué pasa. tu voz suena sobre mi, te alejas.
Breve 12 00000000 Raimunda El Ombligo LA REPUBLICAN La Visita Das Gaspar ¿No oyeron al cura en el sermón del domingo pasado repitiendo lo del ombligo de mi tío Yanuario como si de veras estuviera enterrado donde acaban de construir la escuela nueva?
Hace un año, cuando pusieron la primera pledra, el presidente municipal dijo en su discurso que la memo.
ria de ese hombre, benefactor del cantón, seria eterna por los muchos favores que le debiamos todos, que alli donde nuestros hijos aprenderian a leer y escribir ha.
bla estado el centenario caserón en que mi tío nació y por eso su cordón umbilical florecerla en las futuras aulas como otras tantas rosas beneméritas. No, si pa.
ra algo se las da de poeta mi amigo el presidente de la municipalidad. Se acuerdan de la casona? Por cierto que con los cafetales que la rodeaban fue a parar a manos de mi tío por arte de tinterillos. Mi abuela les dejo todo a sus doce hijos e hijas en partes iguales, por parejo y a las cansadas, sin que nunca pudiéramos desembrollar cómo ni por qué, el muy vivo barrió hasta con lo que no habia. Ya para entonces era, a más de albacea en la mortual, diputado y gran pelota, y por haberse portado generoso en, grande con la familia, la familia la debla en grande y al fin le llegó a el su dia de cobrarse todas sus generosidades juntas, que sé yo, por aquellas fechas un mocoso. Pero lo que si me se, porque mi madre lo contaba, es que en casa de mis abuelos mater.
nos nunca se enterraban los ombligos. Creeencla famillar Los conservaban en un frasco de cristal nadando en alcohol puro que cada tantos años mi abuela renovaba por si se estaba disipando. SI, váyanse enterando, en un viejo armario de cedro, arca sagrada de la familia, don.
de se apolillaban recuerdos y valores. una noche mi abuelo, que no era en la casa el de la plata, sino el de la música y los grandes bigotes de gato, echó mano de a callado al frasco de los ombligos sin que al abuela ni la parentela y amigos que allí se divertian lo notaran. Durante su Inevitable borrachera de año nuevo, famosa por lo sonada, como se había acabado el guaro y a esas horas ya no se podía consegulr más para seguir la gran parranda, le vaclo el al.
cohol al frasco, a este lo lleno de agua y ahi más lo volvió a guardar, santo y bueno y aqui nada paso.
El bebedizo lo disimuló con sirope colorado y asf, mistela umbilical, alcanzó hasta la madrugada. Al dia Bigulente mi abuelo no se acordaba de nada y, claro, con los meses el armarlo empezó a apestar. Cosa más rara dijo la inocente de mi abuela pudrleron los ombligos de mis muchachos. Será que lo manda Tatica Dios. 0, quién quita. dudó la cocinera, no sea más blen Jodarria del demonio o algo peor, un mal agüero. ahí lo ven; mal presagio o mandato divino, mi Abuela tiro al basurero lo que quedo de los doce ombilgos, que se fueron poco después en la carreta de los desperdicios, Don Ramón y Doña Laura, padres de cinco her.
mosos niños, estando un día en su casa, ya avanzada la no che, oyeron repicar las campanas de la iglesia que que daba no muy lejos de donde ellos vivian, y como sus hiJitos ya estaban dormidos, decidieron ir a ver por qué tocaban las campanas a esa hora de la noche. Apaga.
ron todas las luces de la casa y después de haberse asegurado de que todas las puertas y ventanas estuvieran bien cerradas con aldabas, salieron evitando cualquier ruido que pudiera despertar a los niños.
Cuando regresaron, tal fue su sorpresa al encontrar todas las luces encendidas y a los niños despiertos, jugan do y corriendo por toda la casa. Los padres, extrañados, preguntaron que qué era lo que pasaba, que por qué se hablan levantado, en seguida interrumpieron tres de ellos, exclamando: Papi, mami vengan a conocer la buena señora que ha venido a cuidarnos, y que nos ha contado un lindo cuento: Doña Laura y Don Paco se dirigieron apresuradamente hacia la habitación que los niños les señalaban, pero al entrar al cuarto solo encontraron al más pequeño de los hermanos con una cara de alegria asombrosa.
Al ver el resto de los hijos que la señora ya no estaba, se entristecieron y lamentandose, exclamaron: Se ha ido: Los niños regresaron a sus camas obediciendo a sus padres y Doña Laura y Don Ramón, aún no convencidos de que todo hubiera sido imaginación de los niños, pero no pudiendo comprender, también se fueron a dormir, tratando de ya no pensar en lo que habia ocurrido.
Días después, mientras doña Laura sacaba de un viejo baúl algunos recuerdos y fotografias, estaba Lui.
sito, el mayor, junto a ella viendo lo que su madre con tanto cuidado iba revisando, y al coger dona Laura una foto de su madre que habia muerto cuando doña Laura era sólo una adolescente, Luiso exclamo: Mira, mami, esta es la señora que vino a cuidarnos y a contarnos cuentos aquella noche!
Doña Laura no supo que pensar en ese momento; Los niños nunca conocieron a su abuelita y jamás ha.
bian visto una fotografia de ella. Por qué entonces con tanta seguridad afirmaba Luisito que esa era la señora que habla venido aquella noche?
Luego recordo que precisamente aquella noche se decia que unos malean es estuvieron rondeando el ba.
rrio en donde ellos vivian. Habria venido abuelita a protejer a los niños que por unas horas se encontraron solos?
Para doña Laura, después de mucho meditarlo, no había ninguna duda. En su hogar había ocurrido un milagro que siempre llevaría en el corazón y que Don Paco, también demasiado conmovido, felizmente compartia con ella.
Por Teresa Mayis Rojas Raimunda era rubia como una cascada. Sus lomos se parecian a las cajetas de leche que bate la tía en una olla de aluminio, tan limpia y brillante como una estrella, cuando cuelga en la cocina, los gruñdos del perro vecino, su cola tersa tem.
blaba casi imperceptib emente, cual si los ruidos extranos Ja salpicaran. veces, In hora se permitia llamarla por su nombre; ella la miraba indiferente desde su butaca de leña seca, como si la tocara una palabra perdida.
Si los pollitos le plcaban las patas, entonces se fendia panza arriba con un gesto de agrado. Pero e los sa.
lan en carrera abierta con las alas extendidas semejan.
do biscochitos recién salidos del horno.
Ralmunda saltaba a las ventanas desde un sillón cercano y permanecia entre las cortinas saborenndo el sol de la mañana.
Mientras se preparaba el Portal del año, Raimunda revolvia en el aserrín alguna viruta perdida y se hacia un ovillo por los encerados que sonaban como cáscaras secas. Se colgaba de las bombitas de colores mecidas por el viento, y no dejaba en su lugar el musgo que tra.
jeron para adornarlo.
Al llegar la Navidad, como toda clase de carnes preparadas, así como también los restos de las cremas y galletitas de mantequilla, El Portal esperaba la aparición del Niño a la media noche, pero antes, la tia y los invitados resolvieron trse a la Misa del Gallo.
Una lamparita de aceite repartia candilejas con su parpe deo por los rincones del encerado y prolongaba graciosas siluetas en la estancia. Raimunda, único testigo de aque Va asamblea de sombras, se encontraba enroscada er un sillón, cuando despertó a los chisporroteos de la lamparita.
De un salto alcanzó la mesa del Portal, en busca de aque! fantasma perturbador de sus sueños. Al go pe, cantidad de bombitas de colores chocaron con el cuerpo de Raimunda; se desgarro el encerado y se sumergió en la lampari a incendiandose luego.
El fuego crecia y crecia. La gatita espantada corrid por el sillon a la ventana y maullaba con un acento desconocido. Pero el fuego se le acercaba e iba chamus.
queando su pe ambre.
Raimunda se acordo de la Jorn y se fue a la cocina; pero estaba encerrada en una jaula y tapada con un traPo para que no la vieran cómo se dormia, Se acordo de los pollitos y los llamó por una hendija que daba al patio; pero ellos pensaron que era muy temprano, y se cambiaron de lugar entre las alas de la Se acordo entonces del perro gruñón y le fue a maular para que se acercara, pero como era Nochebuena, se hab a ido a la plaza mientras sus amos olan la Misa del Gallo, Ra munda no se acordó de nadie más porque una estrella grande, muy brillante y caliente como aquella de hacer la cajeta, la envolvió, la abruzó y se la llevó esa noche para ver allá el cielo el nacimiento del NI.
fio Dios, gallina Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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