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32. LA REPUBLICA COSTA RICA HACE CIEN ASOS Setiembre de 1971 El Balneario de Agua Ca Bente de Cartago, alrededor de 1885. Es fama que el hotel que se ve al fondo era uno de los más lujosos de la República. Todavía se ven vestigios del mismo, consistentes en las ruinas de un tanque en cuyo frente que da al río, hay una especie de hornacina o concha.
La loma detrás del hotel hoy está adornada con grupos de cipreses; donde aparecen unas casas a la izquier da está un salón de baile en Ja actualidad Aguacaliente llegaba un tranvia que arrancaba desde San Rafael de Oreamuno, pasando por el sitio denominado hoy Cerrillos.
Era a vapor, una especie de trencito. Estaba en construc ción en abril de 1887, y de bio inaugurarse en 1888.
Fue construido por la misma compañia inglesa que construyó los mercados de Cartago, Alajuela y Here.
dia.
Al parecer tuvo vida efimera, pues no había suficien tes usuarios. El hotel por es tas fechas era administrado por don Ventura Espinach.
Los médicos recetaban bafiarse en este balneario, para combatir la artritis y el reumatismo. Este edificio de la Vieja Metrópoli no ha podido ser identificado. Se estima que estuvo situado detrás de la Iglesia del Carmen, derriba da por el terremoto de 1910 y que se hallaba, según dicen algunos ancianos. don de se encuentra el actual lo cal de la Central Agrícola de Cartago.
Pero entonces se vería el Cuartel y no aparece, por lo cual algunos informaron que en esta parte de Cartago, al menos, hubo un nue vo trazado de calles y avenidas, pues los edificios y ca sas quedaron en escombros, y no valia la pena conseryar el trazado antiguo.
Nótese el arroyo al cen tro de la calle, es decir, no había caños o desagües adyacentes a las aceras, como ahora, sino en mitad de las Vias.
Por esto aún se usa la locución alzar a alguien del arroyo por decir recogerlo de la calle.
Un bohío o palenque como solemos decir los ticos de indios de la Baja Talamanca.
Desde luego, aunque la foto fue tomada hace noventa años, ya se trataba de indios civilizados por esas fechas.
Los viajes del obispo Thiel a esta región, así como las expediciones que envia ba el Gobierno para proteger a los nativos de la rapiña de los buscadores de oro, los había amansado mucho. Más bien grupos de ellos venían de cuando en cuando a San José, y se aposentaban en el Palacio Episcopal, visitaban al Presidente de la República, y le pedían ropas y medicinas.
Generalmente eran muy bien tratados por los altos funcionarios. De ahí que muchos indios talamanqueños, adoptaran los apellidos y a veces los nombres de políticos, como Próspero Fernández, Tomás Guardia, Bernardo Soto, Máximo Fernández, Rafael Iglesias, etc.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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