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16. LA REPUBLICA, Domingo 28 de Mayo de 1972 El fabuloso Onassis Cuerpos: último libro de Chase Por ALFREDO CARDONA PESA CUERPOS Por Alfonso Chase Editorial Costa Rica 1972 ¿Quién es Onassis. Qué hace. Cómo vive. Cómo se entiende con la Exprimera Dama de los Estados Unidos, hoy su esposa. Cuál fue su vida con las anteriores esposas?
De Onassis se sabe que es un griego multimillonario, casado hace pocos años con la viuda Jacqueline Kennedy, hoy señora de Onassis. Pero sus excentricidades, sus gustos y caprichos, los lugares que frecuenta, y tantas cosas más de su mundo secreto, quedan al descubierto en el libro El fabuloso Onassis. escrito por un exempleado que trabajó a la par de Barbas (apelativo que le dan los empleados a Onassis) aproximadamente quince años.
Pero lo genial, o para decirlo con la palabra del titulo, lo fabuloso está en que bién, la obra nos descubre la personalidad de las esposas de Onassis, y entre ellas, la de más atractivo por haber sido la esposa de Kennedy, Jac queline El último capítulo de la obra, más que de Onassis, habla de Jacqueline con Onassis. Los multimillonarios caprichos de Jackie, sus rabietas y exigencias, sus extravagancias (desa e Grecia ordena que le traigan, en forma inme diata, un perfume de París, para lo cual despacho un avión, etc. y una serie de cosas íntimas de esta pareja que es noticia y sensación en el mundo, quedan reveladas en el libro de Christian Cafarakis. Hasta su increible contrato matri.
monal.
Muy mal parada deja a Jacqueline, de quien dice que visitó en forma secreta al magnate naviero, a su aparta.
mento en París, a sólo un año después de la muerte de su esposo en Dallas. Pero también, de las otras dos esposas de Onassis dice cosas interesantísimas. de Onassis, también cuenta cosas que parecen leyendas, haciendo mitico su nombre. Tal como el caso de salvar un negocio de diez millones de dólares teniendo sólo tres días de tiempo. al fabuloso Onassis le sobraron dos.
Por otra parte la obra está escrita en un lenguaje pe riodistico. Es, en síntesis, un reportaje periodístico sobre una figura atractiva, enigmática, acompañada también por figuras atractivas y enigmáticas. Basta empezar a leer la primera página para darnos cuenta que en esa noche de lectura, llegaremos hasta el final. Asi es de cautivante.
Alfonso Chase ha construido en el reino de su cuerpo poético una ciudad dormida y a la vez vigilante, una balaustrada con señales sonoras, un cacs tranqui lo de palabras que se mueven co mo peces sensuales.
He recibido un libro suyo, y me complazco en anticipar la no ticia de que será loado y adver tido por quienes practican el asa dio del suežo, la caza de los sm bolos terrenales, la colección de Insectos y luceros.
El inventa o recrea ciertas gra máticas personales, como cuando dice la noche SE estal a en garabatos. mas la poesia acep ta esas maneras de andar en el discurso, convencida de que no la abandonan, y si, por el contra rio, la convencen Tiene esta poesía de Alfonso Chase una gran Juventud precipitada en erotismos y cristales, se derrama sobre los temas que son apenas sus pretextos, a quie nes cubren con sábanas de alien to que antes agita para producir un ruido de temblores.
Creo que Alfonso Chase es por ahora en Costa Rica el poe ta más delirante y atrevido, con ciertas reiteraciones a lo carnal, que no lo excomulgan del espiritu. El hace del amor un pan luminico, del sexo una ale gria, y de la metáfora conscien te un festival de niñas de agua.
Creo que pasado su actual y hermoso deslumbramiento, la voracidad con que devora sus alimentos liricos, este poeta juvenil y varonil, amistosamente a moroso, llegará a producir la re flexión en los enigmas verdaderos del hombre del universo, sin que egue a pensar más y sentir menos, que es la añagaza en que caen los poetas men tales.
Yo concibo la poesía como un salto mortal a gran altura sin redes protectoras, como un incendio y ebriedad del raciocinio, caminante, sucio de pantanos y comedor de cocodrilos Carlos Pe licer, me quedo con este último. Es obvio que las callicaciones que descaradamente doy ambos, se reflejan en su poesia. Es obvio, también, que la obra poética de Paz. tiene una Importancia indiscutible. Mas to do se perdone por aquello de las afinidades electivas.
Sitio a Chase entre los poetas no intelectuales, antifolklóric, más apasionados que reflexivos, en cuyos instrumentos de percu sión se desata la sinfonia del ins tinto Su libro lo confirma. CUERPOS se titula, y en la primera parte destacan los poemas que Toban más espacio, dedicados al amor, a las declaraciones sobre la belleza de las cosas, a Insamantes y a la naturaleza en todas sus manifestaciones. Vienen luego varias páginas de prosa Poética, en donde el poeta certifica diversos estados de enimo, y por último leemos los poe mas más personales, no ciertamente por el estilo, sino por es temas mismos. De ellos seleccio no dos que me parecen de anto logia: Pequeñia agonía de mi padre, y Color de lluvia. de dicado a Cartago, su ciudad natal, que huele a pan horneado, a eucalipto, y justo es decirlo, a veces a boñiga. con la circunstancia de que de todos esos aro mas, el de boñiga es el que más me gusta.
Siempre que nace un hijo se reúne la familia para discutir lo del bautizo. Alfonso Chase ha reunido a sus mozas di go, a sus musas. y ha regalado a la poesia joven de Amé.
ricn el nombre bello de una estre a más.
Alfonso Chase y también como un ciego Enamo rado. Se comprenderá que lo que digo va contra la demasiada inteligencia, contra el cálculo del pensamiento, contra la indagación y sus prolegómenos.
Suelo encontrar los mejores mo mentos de una poesia en los climas desbordados, en las palabras desprovistas de ese polvillo secular que la cultura ha ido acumulando sobre ellas, y cuando hallo semejanzas, a proximaciones o simplemente trata mientos hermanos de los mios.
me entusiasmo y grito el ¡EVOHE! tribal, Entre el Intelectual, exembajador en la India y profesor de Oxford, Octavio Paz, y el golfo, bro: El fabuloso Onassis Autor: Christian Cafarakis Libreria e Imprenta Lehmann.
Poesia tradicional del Uruguay Las horas se extienden cansinas bajo el manto roJizo del atardecer, que a poco cede galante el paso a las es rellas que caen entre el chisporrotear del fogón. CrioMos y payadores que siguieron a Artigas. adusto y fraterno como ellos sustituyen la guitarra por la lanza, para combatir por la libertad.
Esa lan; a evaba igual el bordoneo de la guitarra, el sueño de un conductor, el alma de un pueblo.
Esa es la tradición del Uruguay que plasma en la poes a folklórica de los viejos payadores arrogantes, rebeldes y aventureros.
Ircorporada la savia de la inmigración europea, que hendió sus raíses junto con la española primitiva, ello dio nuevo impetu a lo tradicional. Porque los nuevos europeos se adaptaron a lo criollo. De donde resulta tambien que la tradición de la poesia gauchesca llegue hasta el siglo XX.
Se adaptan incluso a las faenas del campo, sobre todo las ganaderas. Es una ruda labor que exige ser buen Jinete, domador enlazador, esquilador, mercador, sacriIcador de reses.
Tal vez esa tarea es la que más le presta al gacho su sabiduria que expresa por dichos de concisión espartana, imitando as mismo el refranero español de los co oncs, que modifica a su antojo.
El refundidos más notable de ese refranero en parte heredado y ambientado, y en parte creado, es el argentino Hernández en su Martin Fierro.
Poco a poco se desprende de la simple narrativa e Incursiona en lo sentimental y en lo filosófico. Vuelca amores, celos y reflexiones. Los hombres de la ciudad, lo hacen escéptico y amargado. Lo utiliza, lo explotan, lo engañan. No se abraza al silencio: susurra en las ore jas temblorosas del caballo sus desengaños.
Tal el ambiente y el protagonista del folklore poético uruguayo, que convertido en poesia tradicional, conoce finalmente un conservador y un trasmisión. Ya a principios del sig o XIX, cuando esa poes a aparece en su forma escrita, es obra de un intelectual o de un letrado de la ciudad por lo menos, que convive un tiempo con los gauchos.
Pero lo curioso es que esos versos escritos vuelven la trasmisión oral, acompañada a veces en la tonada de un triste o de un estilo. que dio motivo a la musca uruguaya de fondo nativista en un Grasso, Fabini o Cluzeau Mortet. sea que las composiciones escritas vuelven al estado popular, porque se repiten, se modifiean y se frasmiten oralmente, sin que se asocie o se recuerde al autor, que permanece ignorado.
En conclusión, hay en este caso supervivencia de la vieja poesia tradicional. Partiendo entonces de la prueba de que existió un folk ore poético primitivo, lo tradicional gauchesco sobrevive en la determinación de una conciencia, de una manera de ser, de una expresión genuinamente uruguaya. ello tan es así que ya desararecido el gaucho de los tiempos heroicos, y cambiada la fisonom a de la campiña, cruzada por carreteras y ferrocarriles. salada de poblaciones, persiste sin embarro el natv no el criollismo, cultivado en la naIrativa o en la poesia.
Por ALDO CEIAFULLO Embajador de Uruguay. Especial para LA REPUBLICA)
Tracemos ahora un bosquejo de las expresiones escritas más notorias.
De la tradición del siglo XVIII, autores individualizados del siglo siguiente se incorporaron a la corriente de la poesia gauchesca, ya artistica o erudita al igual que ocurre con el romancero español del siglo XVI.
Bartolomé Hidalgo (1818) es el primer poeta gauchesco individualizado, no sólo en el Uruguay, sino en el Rio de la Plata.
Sus cielitos celebran la victoria independientista, o se burlan del invasor portugués.
Aunque su obra no es muy vasta, es el precursor de esta corriente, ensayando con éxito el tema narrativo, el patriótico y el burlesco, e incorporando a la poética gauchesca el diálogo, sin duda a imitación del contrapunto de los viejos payadores.
Sus poemas se transmiten en los campamentos de los soldados de Artigas, y se difunden en la Argentina.
Sucede a Hidalgo un argentino residente en Montevideo, Hilario Ascasubi, que introduce el tema político a raíz de los largos años de la Guerra Grande. con Montevideo sitiada, y que inspira a Victor Hugo La Nueva Troya.
Ascasubi satiriza a los sitjadores o relata episodios heroicos de los sitiados con fuerte sabor de los gauchesco tradicional.
Su influencia es notorla en ambas márgenes del Pla a y en verdad a la difusión de su obra se debe la aparición de una segunda etapa más elaborada de la poesia gauchesca con las obras de Estanislao del Campo (argentino) Lussich (uruguayo. quienes nos llevan a la expresión máxima de ese período tradicionalista con el Martin Fierro de Hernández.
Este desarrollo tan vasto en pocos años, confirma la opinión de Borges, cuando señala que la poesía gauchesca debe esa riqueza a la conjunción de dos ambientes: el de la ciudad con el del campo, y determinado ello por la presencia y actividad del jntelectual o del hombre culto de la ciudad en las zonas campesinas.
Esa presencia fue motivada, sobre todo, por las guerras civiles No menos necesario para la formación del género que la pampa y las cuchillas, fue el carácter urbano de Buenos Aires y Montevideo. Las guerras de la independencia, la guerra del Brasil, las guerra anárquicas, hicieron que los hombres de cultura civil se compenetraran con el gauchaje, y de la azarosa conjunción de esos dos estilos vitales, del asombro que uno produjo en otro, nació la literatura gauchesca. dice Borges, refiriéndose desde luego, a la que hemos llamado corriente gauchesca artística o escrita, es decir, a la incorporación de lo tradicional o folklórico en autores individualizados.
El caso más notorlo en Uruguay es el de Lussich, de formación Intelectual y universitaria, que un día se incorpora al ejército revolucionario blanco que comada Timoteo Aparacio. Tiene entonces 22 años, los juveniles años de heroismos románticos que a poco golpean las sombras de la amargura de la decepción, de la so cdad y de la tración que sufrían los gauchos En las pausas de los entreveros se compenetra de las costumbres, tradiciones y modismos criollos, y de regreso a Montevideo vuelca su experiencia con perfiles de decepción, en su obra Los tres gauchos orientales previo intercambio de apuntes y bosquejos con su amigo Hernández, que a su vez burilaba los primeros versos de Martin Fierro.
Estamos entonces en la supervivencia de lo folklórico: ambiente, personajes, costumbres, lenguaje, des cripciones, dichos y modismos, todo eso es criollo. No hay retrospección al gaucho de la independencia. Eso lo hace la narrativa, la novela de Acevedo Diaz Hay otra cosa presente: el gaucho empobrecido, sometido a las tiranías de los caudillos o de la autoridad, y al horror de las guerras fratricidas.
Al autodefinirse, dice un protagonista de Lussich. Libre soy como el pampero. siempre libre ve Libre fui cuando naci Dende el vientre de mi madre Sin más perro que me ladre Que el destino que corri.
Pero su realidad presente es: Yo tuve ovejas y hacienda Caballos, casa y manguera Mi dicha era ver dadera Hoy se me ha cortao la rienda. Carchas, majada y querencia Volaron con la patriada hasta una vieja enramada Que cayó suye en mi ausenciaLa guerra se la comio el rastro de lo que jué Sera lo que encontraré. Cuando al pago caiga yo.
Ya en el siglo presente, numerosos y cultos poetas de la ciudad siguen la tendencia No hay sino recordar a Trelles, más conocido por su seudónimo El View jo Pancho. al Dr. Elias Regules. reputado médicoFernán Silva Valdés, Pedro Ipuche, Serafin García, Guillermo Cuadri.
Sin duda ya no es la poesia del gaucho sino sobre el gaucho. como dice el critico uruguayo Lauro Ayestaráb, máximo estudioso del folklore.
Además, en esta etapa moderna, el fondo ya no es narrativo, sino lirico, subjetivo. Se respeta la forma octosilábica en décimas, el tipo, las costumbres, el lenguaje, pero se acude a la fantasia de tiempos remotos, o a la expresión intima aunque reticente de El vie Jo Pancho.
Regules en cambio acude a menudo a la evocación de lo heroico, con matices de melancolía y de protesta.
La vena humoristica, que habla iniciado Hidalgo, siguió explotándose: el encuentro del hombre del campo con el de la ciudad, o la visita que hace el gaucho a la capital, inspira reflexiones ingeniosas y satiricas.
El mismo Lussich, al describir a través de un gau cho el frac, dice. Por el frente hasta el umbligo más tirar llegaria del cuadril le sala Tocando el anca y bien juntas Dos anchas y largas puntas Que coleras parec an El chaleco bien abierto Arquelao por las orillas, El botin bien charoliao unos cuellones tirantes Pegaos contra las quijadas. propósito del sombrero aludo de los viejos gauchos y su transformación, dice Agustín Bisio, un poeta fronterizo: Te lo hacen de paja de arroz Te fabrican de a una pieza Te ponen ventiladores Visera de celuloide hasta una etiqueta inglesa.
Pero de estos distintos aspectos podremos referirDos en otra colaboración.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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