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10 LA REPUBLICA, Lunes de agosto de 1975 LA REPUBLICA Do Re Ai Rodrigo Madrigal Nieto, Director Julio Rodriguez Bolaños, Subdirector Yehudi Monestel Arce, Jefe de Redacción Alvaro Cedeño Gómez, Gerente General EDITORIAL Ay, aeropuerto Juan Santamaría. Contrabandos y saqueos, El nuevo diosecillo de los tiempos modernos está en su trono, pero, al menos, preparémosle el camino de venida y de salida.
pan cotidiano El turista se nos asemeja a un chanchito bien cebado. Se le engorda y mima, se posternan ante él los funcionarios públicos y los políticos y sobre todo, los políticos metidos a empresarios turísticos. con el fin de exprimirlo. no está mal. En algo ha de gastar la gente su plata.
Mas, lo que no comprendemos es con qué cara exaltamos al turista como amigo, socio, camarada y nuevo amor, y cómo le negamos los servicios elementales que brinda un país civilizado y culto.
No vamos a repetir aquí las denuncias contra los delincuentes. Pobres los turistas que llegan a Costa Rica. Cuántos se han ido esquilmados.
Pero, vamos, supongamos que en todas partes se cuecen habas y que también en otros lugares les roban a los turistas.
Criticable es la impunidad que reina en Costa Rica en el campo de la delincuencia, pero lo que no podemos tolerar es el desorden e ineficiencia que reinan en el aeropuerto internacional Juan Santamaría.
Al menos, en el caso de los delincuentes, los políticos y los funcionarios pueden aducir que no tienen presupuesto y que las necesidades son muchas. La excusa es tonta, pero pasa.
a Los saqueos en los puertos, como el humo en nuestras ciudades, los carteristas, los huecos en las calles, los contrabandos, el alcoholismo o la ineficiencia administrativa, forman parte del elenco de problemas nacionales eternamente denunciados y nunca resueltos.
Como en la teoria de Vico, estos males tienen sus flujos y reflujos.
Aparecen, de pronto, ante la opinión pública con furia devastadora y cuando la gente se cansa de comentarlos, pasan a segundo plano lo que n) significa que se han resuelto para que otro lo sustituya con igual vehemencia. Cuando el ciclo de problemas nacionales ha pasado por el espectro de los comentarios verbales y cuando ha agitado la conciencia de los ciudadanos y tocado la epidermis de algunos funcionarios públicos, comienza de nuevo la danza con las mismas angustias, de parte de quienes sufren estos males, y con las mismas promesas de parte de los funcionarios. De este modo, el exceso verbal convence a todos de que el problema se ha resuelto.
El tema de los saqueos en las aduanas, como el de los contrabandos, ha ocupado la atención de los empresarios durante muchos años. La historia comercial empresarial de Costa Rica está llena de comentarios sobre esta cuestión.
Hubo un tiempo en que el debate sobre este asunto se apaciguo, por cuanto se aducía que los saqueos ocurrían en los barcos y no en los puertos. Sin embargo, abundan las pruebas en las cámaras de los empresarios sobre los abusos cometidos en nuestras costas o en tierra costarricense.
Al parecer, existe una puja o competencia entre los puertos y las fronteras terrestres para conquistar el cetro de las irregularidades, de los saqueos y de los contrabandos. El poder del Estado no ha sido suficiente¿habrá habido una política firme del Estado para reprimir estos abusos?
para detener los excesos de los delincuentes.
Por el contrario, la impunidad en el campo del contrabando debe haber sido un estímulo para los que cometen estas fechorías, tanto en tierra como en mar Si los grandes contrabandistas no han sufrido el castigo correspondiente y si, a vista y paciencia de nuestros funcionarios públicos de alto coturno el presidente de la República y los ministros encargados de velar por estos asuntos los barcos piratas, sobre todo de Nicaragua, pescan ilegalmente en nuestras aguas y se llevan a otros países el producto de nuestros mares, sin que el Gobierno mueva un dedo para evitar esta invasión. qué podemos esperar en los puertos y en las fronteras, en cuanto los saqueos los contrabandos?
No se trata, pues, como decíamos en un editorial anterior, de hechos esporádicos o de delitos aislados en las fronteras, hacia el norte o hacia el sur, de unos cuantos saqueos, de ciertos contrabandos o de algunos barcos piratas, sino del reinado de la corrupción en todas sus formas. este mal sólo se remedia cuando el ejemplo y la autoridad provengan de lo alto. Las leyes, las amenazas, no funcionan y más bien, sirven de escondite evasión, cuando el Gobierno es decir, cada uno de los más altos funcionarios no se presenta ante el país como un modelo sincero de honorabilidad de acción inmediata contra el que delinque.
Los saqueos, los contrabandos, son efecto de la impunidad reinante en otras esferas, así como de la ausencia total de energía en ciertos círculos gubernamentales, cuando se trata de imponer la ley y los principios morales.
Mas, lo que no tiene excusa es la forma desconsiderada e ineficiente con que se trata a los pasajeros en el aeropuerto Internacional que manos y voces amigas dedicaron un día a Juan Santamaría.
Digamos, como abrebocas, que nuestro aeropuerto internacional es un pinche aeropuerto de pueblo. Allí no caben ni los pasajeros ni las maletas. Cuando llegan dos aviones al mismo tiempo y, a veces, coinciden más de tres el aeropuerto parece un tugurio. ΕΙ hacinamiento de pasajeros y valijas es pavoroso. Pero, donde hasta San Francisco de Sales perdería la paciencia es la hora de salir del país, El viajero se presenta a la empresa aérea en una fila interminable de pasajeros y maletas, que dan la impresión de la salida intempestiva de millares de cludadanos, tras una tragedia.
o Pasado este trámite, el pasajero llega a migración. En un espacio reducido, entre niños, maletas, ancianos y pasajeros, hace cola durante un sinfin de minutos. Al llegar al final, un empleado le revisa los papeles y le pide que llene unas fórmulas que, en otros países civilizados, se completan en la agencia de viajes.
Pero, como este es el reino de la eficiencia y del sentido común, los trámites no pueden completarse sin pagar unos timbres al extremo del aeropuerto, a donde se dirige el viajero. Los pobres diablos que no hablan español o inglés tienen dos posibilidades: o se quedan como tontos mirando al empleado que les hace ademanes de marcharse a otro lado, o sencillamente no vlajan, pues sólo tatica Dios sabe que, al otro extremo del aeropuerto, venden los tales timbres.
ESTADOS UNIDOS ENVIARA DOS COHETES MARTE Pegados los timbres, se presenta de nuevo el viajero a Migración, y luego, se dirige al avión, pero en la puerta, otro empleado le pide la comprobación del pago del impuesto de salida. Pero, como nadie, en este mundo, sabe que en el aeropuerto Juan Santamaría se paga este gravamen, el viajero debe regresar a comprar un nuevo timbre. ESTAS PENSANDO LO MISMO QUE YO, CHALO?
El aeropuerto internacional de Costa Rica es el reino de la ineficiencia o de la profecía y la adivinanza. No hay rótulo, no hay una sola Indicación.
Nada. El pasajero debe hacerlo todo a tientas.
En otros países, las agencias de viajes o las compañías aéreas incluyen en el boleto el pago de estos impuestos. De este modo, el pasajero efectúa estos trámites con prontitud. En Costa Rica, en cambio, cada paso de estos requiere una cola especial y nuevos empleados. Qué necesidad hay de dos empleados para vender timbres, dos para el impuesto de salida y otro para recoger, en la puerta, los comprobantes de pago. Burocracia a los cuatro vientos, ineficiencia y desorden.
108 labor Suponemos que quien pasó por las horcas caudinas del aeropuerto internacional Juan Santamaría no querrá volver más a Costa Rica.
Por favor, habrá alguien en esta Patria querida que civilice nuestro aeropuerto. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.