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LA REPUBLICA, Lunes 17 de mayo de 1976 13 La mujer del sargento Go Un dolor de cabeza fue para las autoridades españolas que rigieron nuestra patria durante la colonia, el reclutamiento de soldados que sirvieran en las tropas que su majestad el rey de España tenía en esta tierruca.
Tropas que a más no haber tan sólo destacamentos fueron, de herrumbrosas espadas y viejos arcabuces aperadas, con más ánimo de meter miedo que de hacer la guerra; ésta cuando tuvo cariz de tal, no fue más allá de escaramuza entre indios y peninsulares con ganancia de éstos últimos.
Voluntarios o no, reclutábanse los hombres por requerimiento y búsqueda que efectuaba algún sargento acompañado de unos cuantos soldados; muy de su voluntad ibanse algunos a servir en la compañía que les correspondiera, mas otros ocultaban su humanidad, ya porque la pereza o el miedo los indujese a zafar el bulto, ya porque con la querencia del ocio y de la tierra tenían más que suficiente para pasar los días.
La fuga y la deserción del servicio militar fueron lugar común, especialmente en estas provincias del centro de América, tan dadas a eludir responsabilidades y pobladas, especialmente la nuestra, por hombres y mujeres cuyo único ideal parecía ser vivir como les viniese en gana.
Abundan testimonios de casos de deserción y abierta rebeldía a prestar el servicio militar; algunos de tanta magnitud, acompañados de otros delitos, que ameritaron una orden dire del rey, con apremio corporal y requisición de documentos. Tal, por ejemplo, el caso de don Pedro Collaso, a quien como locas anduvieron buscando las autoridades de Costa Rica allá por 1713 y en tiempos de don José Antonio Lacayo de Briones, con orden de enviarlo a Guatemala. En grandes apuros se vio por esa causa don Francisco Duque de Estrada, teniente general de la ciudad de Esparza, a quien se mando dirigir las pesquisas sin ninguna dilación y con el sigilo que pide la materia en compañía de cuatro hombres sin que Collaso apareciera por ninguna parte.
Pues bien: de Nicoya tenemos un caso de finales del siglo XVIII, que nos ilustra no sólo sobre la forma de reclutamiento para afiliarse en las tropas de su majestad, sino respecto a detalles de la vida en aquel entonces.
El de febrero de 1795 don Julián Bonilla, sargento segundo de la primera compañía, acompañado por los soldados Antonio Espinosa, Luciano Montes y Silvestre Morales, se presentó en casa del sargento Roque Moraga, en busca de un tal Pedro Alemán que allí habitaba. El fin de la visita era llevarse al citado Alemán para afiliarse a las tropas de su majestad, razón por la cual el requerido se escondía; negóse rotundamente a da las posibles razones que Alemán tenía para su empecinamiento en no servir al rey.
Mand6 llamar a los soldados, y así, a través de sus declaraciones fue averiguando lo que había en el fondo de la situación. El soldado Antonio Espinosa comenzó expresando que sólo ha oido decir que el dicho Alemán le pega a la mujer del sargento Roque Moraga por el encono que tiene con ella de no querene dar a él car.
nalmente, y que como el marido es tan Infeliz no tiene valor de defenderla. Ajá. dijose el comandante para sus adentros¿conque esas tenemos? Pues vamos a investigar más. en llamando a Luciano Montes y Silvestre Morales, hízoles desembuchar más detalles; averiguó algo de la amistad que Moraga tenía con don Francisco de la Peña Monte, y preguntado éste al respecto contestó por escrito que un día viniendo del pueblo el sargento Roque Moraga y su mujer y el cavo Viales y otros muchos le ha dado tantos cinchazos en la cuesta el dicho Alemán a la mujer del sargento, que tanto la maltrató y éste, el sargento Moraga, no tuvo aptitud segund el miedo que le tiene para defender a la mujer y me han asegurado que en esta casa ha hecho lo mismo el citado Roque, donde permanece y vive Alemán por las cuales razones se halla Moraga en peligro evidente (A. Comp.
Colonial, año 1795, Exp. 1141. Así es que, como quien dice nada, Pedro Alemán vivía a costas y en casa de Moraga, cortejaba a su mujer, pegábale cuando le venía en gana a vista y paciencia del marido incapaz de defender, por miedo, a su cónyuge,. comía, bebía y dormía a pierna suelta en la morada del sargento y llevaba la gran vida. Cómo iba, en esos términos a querer que se lo llevasen al servicio militar, a no ser que fuese hecho pedazos? Tonto sería.
Sin embargo, insistió la autoridad en prender a Alemán a como hubiese lugar; y en una de tantas, cuando menos pensó, le echaron mano y en un santiamén vióse soldado a desgano.
Quien debió respirar fuerte fue el cuilmas de Moraga, que ahora ya no tenía motivo para temblar de miedo ante las palizas que Alemán propinaba a su esposa, cuyas caricias volvió a buscar en vano. Lo creemos así porque no fueron muchos los días que gozó libre de temores el calor de la consorte. Poco tiempo después quejóse de su ausencia, esta vez ante el cura, quien consoló a Moraga haciéndole ver que no era de extrañar la huida de su esposa, porque esta le hacía ojitos a todos cu tos vía, y más al dicho Alemán por quien suspiraba a través de las palizas. Bueno, tras cuernos, palos.
Ricardo Blanco Segura salir, y el propio sargento Bonilla nos dice que Haviendo pasado a nombre de Su Majestad y mio la persona de Pedro Alemán, para que pasase a flliarse, salió de casa del sargento Roque Moraga con grandes voces altaneras tratando a dicho sargento con estas palabras: Para que usted me lleve necesita hacerme pedazos y llevar los quartos.
Ante la actitud de Alemán, e inútiles forcejeos y gritos de ocasión, Bonilla no tuvo más remedio que retirarse con sus soldados a dar cuenta a su comandante. Declaró extensamente, dijo ser de más de treinta años, llamó en auxilio de su verdad a los testigos del incidente y optó por rehuir un nuevo intento de apresar al rebelde. Esta declaración, fechada en Tempisque el de febrero, no satisfizo al comandante, a quien intrigaban más que naUn libro de Gamboa y recuerdo de Vidaurre Rincón del idioma En un matutino, leemos: LA NACION ruega a los ESTIMABLES suscritores que reciben el periódico por medio del servicio de correos proporcionar, al departamento de circulación o al agente del periódico en la localidad más cercana, la dirección exacta a la que PODAMOS enviarle el periódico. En aviso aparecido el 19 de enero de 1976) Lavanderia y Dry Cleaning La Margarita HACE DEL CONOCIMIENTO DE su ESTIMABLE clientela que el señor Edgar Jiménez Bogarín. dejó de trabajar para NOSOTROS (Aviso aparecido el 26 de enero de 1976. Myriam Bustos Arratia La Editorial Fernández Arce ha publicado un libro del desaparecido maestro en su más alto sentido Gerardo Gamboa Alvarado, cuyos relatos de La Bajura y La Serranía nos llevan a un Guanacaste y a un San Ramón que ubicamos alrededor de los años cuarenta. Estampas sencillas, claras, sin más pretensión que dejarnos testimonio de épocas plenas de autenticidad rural unas veces, diálogo coloquial y espontáneo otras, pero siempre con una sinceridad y vivencia de una Costa Rica ya perdida, o mejor, que se la fue tragando un mal llamado progreso formal, o una foránea civilización de empréstitos y nombres, cuyo resultado es fácil de advertir en cualquier Mario Picado trillo, pulpería o marimba (lease ahora autopista, super y rockola. immenso horizonte de la patria, pues se nos En tono anecdótico, cordial, con eshace que don Miguel (a quien no tilizada síntesis de un panorama que no se conocemos) debió de ser el novelista de resigna a desaparecer del todo, Gerardo Guanacaste, el narrador de ese pedazo de Gamboa nos describe un litoral que conoció pampa tan invadido luego por extraños lleno de un primitivo criollismo (ojoche, designios y extrañas personas.
chaguite, venado. por decirlo de algún Tenemos así, en este libro de don modo. Las páginas escritas en el escenario Gerardo, un indice, un escaño para observar ramonense nos recuerdan en cierto ángulo las posibilidades de una literatura pampera, al Nor Román de Mauro Fernández, así que la hay, pero que exige una mayor persecomo los relatos de la bajura nos llevan a verancia de sus escritores. Un saludo y un pensar en don Miguel Vidaurre bajo el agradecimiento a la Dra. Emma Gamboa, seudónimo Ruma Benharis y su breve li quien prologa la edición, no en afán de bro Garzaleida editado en 1937 y cuyos rescate. como dicen ahora, sino de cuadros, cuentos y leyendas nos evocan justicia que se impone sola, no obstante un tiempo (las leyendas a parte) que anque el maestro no hizo literatura de protecedió al de Gerardo Gamboa. Este libro testa, posiblemente fue un burgués de su del Sr. Vidaurre es dificil de obtener en la ép revolución la hizo trabajando y actualidad y es lástima que estos relatos nando con el ejemplo de su vida, y no escritos directamente del tamarindo a sus con las ligeras poses con las que hoy en ojos no los conozca un mayor número de dia miran inocentemente algunos de costarricenses, y los disfruten y sientan en el nuestros jóvenes. Recuerde también el Ministro que la razón de que la APSE le planteara el asunto obedecló a denuncias hechas ante nosotros por miembros de la misma comisión, lo cual puede comprobarse con sólo preguntar a algunos de los ESTIMABLES Integrantes de la comisión (En información titulada Ministro Volio admitló fracaso de la comisión. aparecida el 19 de enero de 1976. PERO debló escribirse: LA NACION ruega a los ESTIMADOS suscritores. la dirección exacta a la que PUEDA ENVIARSELES el periódico.
PORQUE ESTIMABLE significa DIGNO DE APRECIO ESTIMA. Pero ¿qué es mejor: ser digno de aprecio o estima (aunque nadie lo estime a uno) o ser realmente estimado, es decir, apreciado?
Evidentemente, todos preferimos ser estimados, de modo que quedamos más complacidos sl se nos trata de ESTIMADOS que de estimables. HACER DEL CONOCIMIENTO es una expresión analítica que resulta preferible reemplazar por la sintética equivalente: INFORMAR. Como en los ejemplos y el redactor ha iniciado el aviso en TERCERA PERSONA, su obligación es manteneda.
Cuando, en el primer caso, se dice para que PODAMOS enviarle el periódico. de la tercera persona se ha pasado a la primera (nosotros PODAMOS. lo mismo ocurre en el segundo, cuando se dice dejó de trabajar para NOSOTROS. Lavandería y Dry Cleaning La Margarita INFORMA a su ESTIMADA clientela que el señor. dejó de trabajar para ESTA CASA. lo cual puede comprobarse con sólo preguntar a algunos de los ESTIMADOS Integrantes de la comisión.
er Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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