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LA REPUBLICA, Martes 10 de agosto de 1976 Ai Un reportaje y dos nombres ilustres las familia Moreno Cañas; Martínez Moreno; y Echandi Lahmann.
Manuel Alonso Rodriguez Herrera No queremos emitir juicios, sobre el reportaje de la para nosotros desconocida estudiante de periodismo, senorita Marcela Angulo aparecido el jueves veintinueve de julio en el periódico La Nación en el suplemento Enfoque reportaje que a todo color se dedica a la vida, la obra. y el martirio de Beltrán Cortés, para nosotros también desconocido. Quede para otros el uicio de tales acontecimientos y quede para la historia patria el verdadero y cabal sentido de un hecho que, allá por mil novecientos treinta y ocho con moviera la opinión pública de este país. Varias y múltiples son las madejas que, alrededor de este crimen, se pueden tejer y destejer en un afán, hasta cierto punto imposible, por hallar los sa pag hiles y la tramoya invisible de dos muertes acaecidas por La mano implacable del criminal que segó, en una noche sciaga, dos vidas que estando en la primavera de sus anos eran esperanzas en plena madurez para dar al mieblo y la conciencia de Costa Rica, innumerables Palafrutos, en el campo social y de la medicina en particular. Un reportaje, es a nuestra manera de sentir y ver las cosas. y una descripción desapasionada de los hechos tratados y sacar de ellos conclusiones acertadas, ceñidas Idas a la verdad, la ética y la sinceridad del periodista.
Un reportaje, es la concreción, en palabras del reportero de las impresiones captadas en un momento determinado de una situación cualquiera. si como en este caso, el reportaje se retrotrae a la distancia histórica de treinta y ocho años, a donde las personas y los acontecimientos y los hechos se semiborran, se desfiguran por la neblina vaga del tiempo, tenemos que tener sumo y gran cuidado en no deformar ni desvirtuar los sucesos esenciales motivos del reportaje. Bien está que los estudiantes de periodismo se ejerciten en tal bial subdivisión de su materia, pero mal está en poner a una aprendiz de la noticia a reportear unos hechos de tal magnitud que tienen ya en el corazón y la conciencia axtarricenses un lugar formado en su opinión y su manera de pensar. Dentro de los recortes que acotamos sobre el tema está la carta de tres honorables médicos, e traspola publicada en La Nación, el viernes seis de agosto en curso: dicen el Dr. Manuel Quirce Morales, Dr. Jorge Vega Rodriguez y Dr. Antonio Peña Chavarria, lo que a continuación se lee Que el homicida recurrió a los ervicios profesionales de los doctores Moreno Cañas y Echandi Lahmann por presentar fractura del brazo mple il derecho que fue tratada por ellos en repetidas ocasiones.
palbano La ultima operación sobre su brazo consistió en a modificar una mala consolidación que le producia Na id dolores y acortamiento discreto del hueso. La interveni destión tuvo éxito limitado, dejándose, para posterior operación quirúrgica completar el procedimiento. Recordemos agregan, que en esa época se carecía de antibióticos, instrumental moderno y sobre todo de injertos para suplir falta de huesos. Es absurdo y carente har en de toda veracidad, pensar que de un hueso lesionado y Han paio acurtado, se podria sacar un fragmento para injertarlo a otra persona; y si ahora modernamente esta práctica es muy limitada y circunstancial en 1938 era imposible por er desconocida. Los periodistas deben. por lo menos asi creemos, ser éticos, recurrir a fuentes insospechables. respetables.
urs sobre todo para relatar hechos históricos o de seres melise entregados al servicio de sus semejantes generosamente, desinteresadamente. Finalmente deseamos llamar la atención sobre un asunto de moral pública: el peligro de dejarse envolver por un periodismo pseudo cientifico que por encontrar el éxito fácil en un reportaje. exalta o trata de tornar inocente el acto delictivo. El reportaje de la señorita Angulo expresa: Poco después se enteró (Beltrán Cortés) que los médicos que lo asistieron fueron Moreno Cañas y Echandi Lahmann, y según vers terceras personas le dijeron que le habían extraído una astilla del omoplato para hacerle un injerto a un extranjero pensionado. En el reportaje tantas veces citado se le echan florilegios al antisocial Beltrán Cortés al expresar que el joven y humilde campesino puso fin a la vida de dos prominentes médicos costarricenses: el Dr. Ricardo Moreno Cañas y el Dr. Carlos Manuel Echandi Lahmann, así como a la valiosa de Harry Arthur Maynard. Que Jesucristo es su único amigo (con qué amigos se lleva Jesucristo en el siglo veinte. Se expresa como agregado de la reportera que se dijo que el asesinato respondía a un chantaje, o a un complot familiar. No le parece a la señorita reportera que debería medir sus palabras y sus conclusiones en el se dice se dijo ¿Quién lo dijo? pregunto yo al leer tan peligrosa afirmación en que se involucran honorables familias.
Razón tienen un poco tardía los señores director y jefe de la sección editorial de La Nación al rectificar honradamente que quien asi obró fué una mente perturbada y un espíritu impulsivo.
Dicen los rectores de La Nación de que no se debe falsear la verdad ni ofender la memoria de las víctimas.
ni de penumbrar los nombres y las figuras egregias de quienes fueron inmolados por la ciega dinámica de una mente perturbada y de un espíritu impulsivo. Estamos dispuestos a admitir, en buena hora digo yo que aún asi no era oportuno ni acertado ofrecer esa versión aisladamente, fuera del contexto total de la tragedia y de las personalidades públicas y privadas de las infortunadas víctimas. Esperamos que las personas. finalizan los expresados escritores y familiares dolidas por el reportaje y que lo han hecho saber públicamente, acepten nuestro desagravio. Desagravio bien presentado y disculpas bien dadas por quienes son, recuerdese bien Director y Jefe de la Sección Editorial de un periódico de la trayectoria tradicional de La Nación en la vida costarricense.
desagravio bien presentado puesto que el cargo de Director el que dirige debe estar enterado de reportajes de tan alta trascendencia, con tan honda raigambre y de tanto valor. como que tocaba a dos muertos ilustres y bien queridos de los costarricenses, al grado que uno de ellos figura en varias casas, y al exornar su efigie un altar en cada una de ellas, arde de por vida una lámpara votiva. vivo recuerdo de la bondad y de Jos quilates morales, de quien se daba a los pobres en trabajo y caridad de la mañana a la noche, atendiendo sus dolencias físicas. Todavia se dice que su sola evocación cura los males fisicos de quienes lo imploran con fe y con cariño.
Se nos olvidaba decir QUE EL DESAGRAVIO FUE ESCRITO CON FECHA SEIS DE AGOSTO y ya el treinta de julio hablando sobre el mismo tema el editorialista tal vez no seria el mismo. trató de justificar los términos con que la señorita reportera se refirió al caso tratado, diciendo que los familiares de los muertos se habian molestado por entrar al coto familiar donde no puede un periodismo modernamente entendido incursionar de ninguna manera. Es cuestión de actitud la falsedad o la distorsión. a nuestro juicio y de percibir con claridad el cambio que el tiempo ha operado en nuestras costumbres y sobre todo en nuestro estilo de periodismo. decimos nosotros, la verdad periodística, la sinceridad periodística y la ética periodistica, no han cambiado, aunque corran los años y en vez de prensa a pedal tengamos linotipos y tengamos tabloides por todos los ámbitos del mundo.
Bien actúa la familia de los eximios médicos al pedir la intervención de la Junta Directiva del periódico para autorizar los artículos y reportajes en los que se entre al coto sagrado de los extintos que tanto hicieron por la humanidad desvalida y cuyos desvelos salvaron tantas vidas; tal es el caso del Dr. Ricardo Moreno Cañas y el del Dr. Manuel Echandi Lahmann cuya memoria se bendice en el suelo costarricense.
No conocemos, repetimos, a la señorita Marcela Angulo: no conocemos fisicamente al protagonista del malhadado suceso, no estábamos en Costa Rica en esa época; pero si sabemos por los datos históricos de quiénes fueron las víctimas, hombres que pesaban oro de ley. No atacamos a la estudiante de periodismo. su inexperiencia la hizo cometer una falta; menos atacamos al antisocial, si la ciencia penitenciaria hubiera estado a la altura de estos años se le hubiera dado un tratamiento mejor, como un enfermo, como un loco, como un sicópata; se le trato con las leyes que regian en aquel entonces y en los establecimientos penitenciarios que existian; después según el afirma se le concedió clemencia por las leyes dadas por los ex presidentes Figueres y Ulate; no negamos ni afirmamos tales aseveraciones.
Si hay una verdad, que no admite duda ninguna es que las familias Moreno Cañas. Martinez Moreno, etc. y la familia Echandi Lahmann merecen todo nuestro sincere y elevado a precio: para ellas mis palabras de verdadero desagravio, por este incidente que no es más que de palabras, palabras, palabras como decía el clásico.
Con una plegaria por los dos muertos meritisimos e ilustres.
Pleitos de viejas cosas Un detalle caracteristico de nuestra época colonial, fue la constante intervención dla femenina en cuanto asunto púsoseles por is, delante a las hijas de Eva. Ya fuera bede indole doméstica, ya fuera en querellas de carácter público, alli estuvieron las féminas sentando tátedra y atizando in.
trigas, reclamando derechos y poniendo el grito en el cielo por cualquier triz de bienes de difunto. entre todas ellas, algunas que, como quisquillosas y amigas de armar camorra ocupan lugar de preeminencia: ora fue dona Inés Alvarez Pereira armando lios junto al bachiller Lope de Echavarria: ora, dona Manuela Fernández de la Pastora dándose de paraguazos con el padre Sancho en el campanario de la iglesia parroquial de Cartago: más acá es doña Joaquina Tomasa López del Corral envuelta en contrabandos y más allá la otra señora del Corral insultando con sus hijas a medio Cartago. 10das, de rancio abolengo y humos muy crecidos Uno de los más complicados procesos de que tenemos noticia a este respecto es el que efectuó en junio de 1721 ante el mismisimo gobernador don Diego de la Haya Fernández y en el que las faldas llevaron la batuta.
Resulta el Cap. Manuel García de Herguelta habia matado en una riña a don Bemardo Bermes Mogrovejo, esposo de doAx Josefa Mogrovejo y yemo de doña Antonia Salmon Pacheco. Por ese motivo Garcia de Herguetta había sido puesto en chirona, precisamente en una celda que a la calle daba, desde la cual era su única di senkin ver pasar a la gente. Entre ésta, pasó dotta Antonia Salmon Pacheco y aprovechando la ocasión se desató en injurias y procacidades contra Garcia, cobrandole la muerte de su yerno. Pese al delito que cargaba no aguanto el ofendido la afrenta y de inmediato estableció una causa por injurias y calumnias, en la cual le representó su esposa doña Dionisia Fallas de la Vega.
Iniciado el proceso, presentóse a declarar doña Dionisia, y, ni corta ni perezosa, se desató en furiosas afirmaciones contra dona Antonia Salmón Pacheco, de la cual aseguró ser mujer de baja ralea, de oscuro origen pues según la señora Fallas nadie sabia ni quiénes eran sus abuelos, analfabeta y de rudos modales. Afirmó también que ya anteriormente había sido ella misma víctima de los insultos de la Salmón, porque un día en el convento del Señor San Francisco habíale agredido de palabra hasta dejarla con lágrimas en los ojos, razón por la que el propio gobernador don Diego de la Haya habíase visto obligado reprender a dona Antonia. En otra oportunidad también se habían cruzado insultos entre las mujeres, para colmo de males vecinas de calle en medio, en presencia de un indio boruca llamado José de la Rosa, a quien se consideraba vergüenza pública por haber jurado falsamente, lo cual era motivo de desdoro para las linajudas pretensiones de doña Dionisia Fallas y de la Vega.
Naturalmente que dona Antonia Salmón nego todos los cargos que le hizo su acusadora y con iguales o parecidos argumentos se defendió de las acusaciones para ello, Irajo en su auxilio el testimonio, muy respetable por cierto, de su amigo el Maestre de Campo don Francisco Bruno Serrano de la vida del Maestre don Francisco, con el fin de acusarle de uno o más delitos que le dejasen en desventaja como defensor de dona Antonia Salmón.
Así, acusó a Serrano de Reina de dos graves faltas: la una, defraudación de las cajas reales con toda su grave secuela de aspectos diversos, desde el comercio ilicito hasta el desfalco; la otra, traición a su Majestad el rey. Para probar lo primero, se fue de la lengua dona Dionisia exaltando los malos procederes del Maestre de Campo; y como no podían faltar en el bochinche Las enaguas, llamó en auxilio de sus asertos a una parda llamada Maria Calbo libre y viuda de José de Chavarria de la mesma color para que exhibiese una memoria firmada por Serrano de Reina sobre la compra de ciertas telas de manera ilegal.
Asustada y dispuesta a no comprometerse en cuentos de tanta monta, negósc la parda a testimoniar, diciendo que no recordaba si aquellas telas habían sido vendidas por el Maestre Serrano; y como se le requiriesc acerca del por que tenia en su poder la mamoria firmada por el Maestre, dijo haber Ricardo Blanco Segura encontrado el documento durante la noche en el suelo de una tienda. todo esto se unib la inquina que contra Serrano ter algunos miembros del Cabildo de Cartage Reina, de quien la señora Salmón era fia hasta cuyos oídos llegó el parloteo judicial dora en cosa de negocios.
de las comadres y entraron en escena Más le hubiera valido a don Francisco no acusando al pobre Maestre de ser el mes meterse en tal enredo de faldas; porque a la ponsable de una pérdida de tres mil dospostre, lo que empezó por un pleito de cientos cuarenta pesos comadres que bien pudo arreglarse con un La segunda acusación contra Serrano de par de nalgadas de cada una, resultó en un Reina, hecha también por doña Dionisia escándalo entre cuyos dimes y diretes Fallas, fue de traición al rey. por haber sonaron algunos de los nombres más sacado una pistola y una espada contra el conspicuos de aquella época. Ojo avizor, doña Dionisia Fallas se dedicó a hurgar en (Pasa a página 16)
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