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EL IN Jueves 21 de abril 19m Editorial Colaboración entre empresarios y técnicos Se realizó, en días pasados, una reunión en la que participaron el Ministro de Planificación, los técnicos de ésta y un grupo de industriales, asociados a la Cámara de Industrias de Costa Rica.
El objetivo de dicha reunión era analizar la política industrial puesta en vigor en estos años, así como detectar errores, definir directrices futuras, establecer prioridades, con el fin de que el desarrollo industrial del país logre su mayor rendimiento y despliegue todas sus potencialidades.
En una sola reunión no es posible alcanzar los objetivos propuestos. Sin embargo, los alcanzados por ejemplo, el nombramiento de directores de proyectos o el análisis del tipo de interés otorgado al sector industrialfueron positivos.
Pero, más que los resultados obtenidos conviene referirse al principio: la colaboración entre el Estado y el sector privado. De aquí que la iniciativa de la Oficina de Planificación haya merecido el aplauso del sector industrial. este tema nos hemos referido en estos editoriales y en diversos planteamientos de la Cámara de Industrias de Costa Rica. Es de todo punto de vista imposible trazar una política acertada en cualquier aspecto de la actividad económica, si no se cuenta con el respaldo y, sobre todo, con la participación de los empresarios. No se trata de un acto de vanidad o del prurito de participar en las actividades gubernamentales, o en sus decisiones, sino de una necesaria conjunción del sentido técnico y de la experiencia, de la teoría y de la práctica, del pensamiento y de la acción.
Por otra parte, las actividades actuales son tan complejas que no es dable imaginarse que los técnicos puedan, por sí solos, desde escritorio, por más talentosos que es sean, dictar normas precisas y eticaces, o bien, elaborar sus planes, sin escuchar previamente el criterio del sector empresarial.
Lamentablemente, esta costumbre, que existe en otros países, y que ha iniciado en el país la Oficina de Planificación no ha arraigado aún entre nosotros. Todavía se yergue un muro de prejuicios y de vanidad entre el Estado y los empresarios. de este pecado unos y otros somos culpables.
Los empresarios abrigan ciertos recelos a veces con razón de los políticos y de los funcionarios, y estos y no siempre poseen un criterio preciso sobre el papel del empresario y de la empresa privada en el desarrollo económico de la nación.
Por otra parte, una corriente demagógica, que tiende a desprestigiar al empresario, ha hecho causa común con los prejuicios existentes: en no pocos países de América se cree que ser hombre de avanzada o progresista, revolucionario o al dia, significa atacar a la empresa privada y extraer de ella todos sus recursos hasta dejarla postrada. De este modo, la culminación del progresismo sería liquidar al empresario y. SU defecto, levantar al único empresario: el Estado.
Otra corriente, menos extremistas que la anterior, no pretende sustituir al empresario, sino que, poco a poco, va minando a la empresa privada con el intervencionismo estatal. La empre.
sa privada sigue en pie, pero amarrada con tantos lazos y aherrojada con tal fuerza que le es imposible desplegar todas sus potencialidades. la hora de hacer el balance del estado de la nación, se le imputa que no haya resuelto los problemas económicos y sociales, mas sin advertir que el obstáculo mayor se encuentra en la actitud del político, no en la del empresario. Este procede con eficiencia y adopta toda clase de riesgos, siempre que las reglas de juego sean claras e invariables.
Contra estos prejuicios ha de luchar el empresario y el propio Estado.
Mejor dicho, este ha de dar el ejemplo, mediante un mayor acercamiento hacia aquellos.
De dos formas puede entenderse la participación de los empresarios: como una labor a posteriori o defensiva, ante las decisiones o planes gubernamentales, o como un trabajo anterior, de previsión, cuando se formulan los planes o se trazan las politicas en determinado campo.
Es un hecho que los funcionarios públicos generalmente están dispuestos a atender los planteamientos de los empresarios, cuando estos manifiestan su oposición a un plano resolución. Sin embargo, esta participación, si bien algunas veces beneficiosa, siempre es tardia o, al menos, no es el procedimiento más indicado en las relaciones entre los empresarios y el Gobierno. El segundo camino es el más adecuado, es decir, la participación previa, el diálogo anticipado, a la hora de definir principios, elaborar politicas o planes, o discutir los planes.
en No se trata de una intervención oficiosa o pedante de los empresarios, sino de un deber del Estado y de un derecho de los hombres de empresa, ya que, al fin de cuentas, estos serán los encargados de plasmar los planes gubernamentales o de alcanzar el máximo rendimiento para que la politico social del Estado se asiente sobre bases firmes. Lo que en otras partes es hábito, entre nosotros es la excepción. Ojalá este esfuerzo de la Oficina de Planificación se prosiga y se extienda a otras instituciones y actividades del Estado.
La labor mancomunada de empresarios y técnicos es un instrumento que no se puede despreciar.
un el industrial ORGANO INFORMATIVO Dirección: Comisión de Relaciones Públicas.
Vocero oficial de la Cámara de Industrias de Costa Rica.
Salvo indicación expresa, las ideas de este suplmento no reflejan la posición oficial de la Cámara de Industrias de Costa Rica.
Editor: Luis Cartin Jr.
Relaciones públicas y consultas: Edgar Bermúdez. Teléfono 23 07 54 Colaboradores: Francisco Terán.
CONSEJO EDITORIAL: Jimmy Rivera Allen, Fernando Villalobos Villalobos, Jorge Amador Sánchez, Reportera: Mariamarta Pacheco.
Publicidad: Sonia de Calderón y Aida Marta Valerio.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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