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Reparaciones en el Parque Morazán Con muchísimo agrado hemos visto en estos dias algunas cuadrillas de obreros efectuando reparaciones en el Parque Mora zán. Nos alegra. porgue el estado deplorable de ese parque.
especialmente en el sector ubicado frente a la Escuela República del Perú, es notorio para todo aquel que ame y admire la conservación de Ricardo Blanco Segura las zonas verdes.
En este mismo sentido. y ya lo apuntó recientemente en esta página Marco Retana. estábamos dispuestos a sentar nuestra más vehemente protesta por la complacencia de la Municipalidad con los peatones que atraviesan el Parque España. Acostumbrados los costarricenses a hacer trillos por encima de las zonas verdes, habían pisoteado el sector de dicho parque situado frente al Instituto Nacional de Seguros. Que incómodo resultaba caminar un poco más y seguir por alguna de las callejuelas, hechas especialmente para los peatones!
Ah, no! Habia que pisotear las flores, hund la tierra, afear el panorama. así, después de vanos intentos por evitar el abuso, intentos en que hasta se llegó a colocar ramas de bambú para impedir el paso, hubo que ceder ante el capricho de los malcriados. allí están ahora unos horribles círculos de cemento, rodeados de piedra.
para que los perezosos e irresponsables se den gusto acortando sus pasos. Con un poco más de imaginación.
unas dos o tres cabuyas con los bordes de las hojas bien espinosos, habrían solucionado el asunto. Aunque quizá más de uno, con tal de acortar el camino habría preferido rasgarse la camisa. El desastre del Parque Morazan lo veníamos notando desde hace tiempo, precisamente porque ese es el camino que tidianamente debemos tomar para ir a nuestro trabajo.
Los llamados parterres totalmente destruidos, el césped brillando por su ausencia, las tres o cuatro flores que allí estuvieron sembradas, aplastadas por los zapatos de los in misericordes. el tramo situado frente a la escuela, totalmente con la tierra pelada, convertido en verano en una polvareda y en invierno en un charco, por obra y gracia de los niños escolares que teniendo suficiente espacio en su edificio. salen alli a realizar sus juegos.
No dudamos que después de los arreglos que se están efectuando, el Morazan vuelva a recobrar algo de su antigua belleza: pero casi estamos seguros de que todo será flor de un dia, si no se toman medidas restrictivas con la gente que por allí pasa de continuo. Es hora ya de que la Municipalidad cuente con una especie de policía propia, dedicada a atender exclusivamente estos asuntos.
Uno o dos guardias que cuidaran cada sección del parque, serían suficientes para poner las cosas en su sitio. a todo aquel a quien se viere tomando un camino que no fuese el correcto, una buena multa o un arresto le vendrían de perlas, para que aprendiera a respetar la belleza de su ciudad. Porque si somos un pueblo que, acostumbrado a dormirse en los laureles de una decantada libertad (que no es más que un solemne libertinaje) y una democracia que a veces no es más que un pretexto para hacer lo que nos da la gana, pues entonces no habrá más remedio que tratarnos como a los bueyes: con el chuzo, como decía mi amigo León Pacheco.
Esta preocupación por la belleza de la capital, cuya máxima expresión está en sus parques, deberia ser uno de los primordiales objetivos de la educación. Enseñar a los ciudadanos desde niños el valor de un tramo cubierto de césped, la belleza de una flor y la trascendental importancia de un árbol. ya que hablamos del tema.
seria hora de que los maestros de la Escuela Perú infundieran estas ideas en sus educandos respecto al Parque Morazán. En vano trabajarán los obreros municipales en el arreglo, si de aquí a unos días volverá la gente a destruir lo hecho y los niños a pisotear lo que alli se siembre. Bajo ningún concepto, y mucho menos sentimental, debe seguir el gobierno local dando gusto a la pereza y a la irresponsabilidad.
Ya cedió en el Parque España; ya bajó la cabeza en la plazoleta de la Soledad, cuando no tuvo más remedio que rellenar con cemento parte del césped que rodea el árbol de guanacaste que allí está sembrado; ya ha tolerado (con demasiada paciencia) la destrucción de los arbolitos sembrados a lo largo de varias aceras capitalinas.
En buena hora rreglen los parques, pero por Dios!
consérvenlos. Aunque para ello se tenga que usar marrumilitari. es que todo esto lo digo porque nada me duele más que ver la destrucción de un parque, como lo hizo la Caja de Seguro con la parte de atrás de su edilicio. Al paso que vamos, no faltará quien diga algún día que el Parque Nacional o el Parque Carrillo son un desperdicio de terreno y proponga levantar allí algún horripilante cajón de los muchos que actualmente se construyen en San José. Duro con los abusivos! que estas palabras (aunque a nosotros los comentaristas nadie nos hace caso y, hoy mismo en la tarde, este artículo estará envolviendo una libra de mondongo en una carnicería. sirvan de estímulo apoyo para quienes se preocupen por el embellecimiento de la capital.
COLos emigrantes: buen trabajo en equipo propósito del estreno de Los emigrantes, de Slawomir Mrozeck, el de octubre 1977, en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano. Actúan Héctor Tealdi y Oscar Castillo. Dirige: Oscar Fessler.
Polonia, en el teatro del Siglo de Oro representaba siempre un país lejano e indefinido.
Polonia, para nosotros, y en lo escénico, ojalá evoque un país con una dramaturgia de peso. Entre sus creadores cobró especial relevancia Slawomir Mrozeck (1930. autor hasta la fecha de unas pocas obras, como Strip tease y Tango. Esta última triunto en todos los escenarios mundiales, y felizmente también en San José, en 1974.
Los emigrados (1974) es la última creación conocida de este autor. No es un teatro comprometido, en el sentido directo, sartriano del término. Aunque mucho se podría realacionar el cuartucho insalubre en que viven XX y AA. los emigrantes, con el fatidico cuarto en puerta cerrada del maestro existencialista. Con el desarrollo dramático sartriano concuerda también la obra por su casi total carencia de acción.
porque todo se centra en el diálogo.
Trátese, en realidad, de una parábola filosófica en que un periodista o escritor (H.
Tealdi) se enfrenta conceptualmente con un obrero no calificado (O. Castillo. ambos salieron de un país en cualquier parte, dentro del mundo. el primero por razones políticas, el otro por cuestiones económicas. Poder expresarse libremente quiere AA. poder ganar mas, quiere X. Las circunstancias los reunieron en el sótano de un edificio de apartamientos de una gran urbe. Para otros es Navidad: para ellos.
semi símbolos. empieza un diálogo, no exento de gracia, pero mordaz en el fondo. Como en esta otra obra del mismo autor. Strip tease. los dos personajes se ven obligados a desnudarse sicologicamente, a mostrar la cruda verdad de sus motivaciones. diferencia, sin embargo, de ésta. como también de Tango (que por el mismo procedimiento ahonda en las raíces fascistoides en cada uno. en este caso asistintos a un desdoblamiento del mismo autor, en la persona del intelectual, quien llega a enjuiciar completamente la conducta de su compañero, hasta provocar en él un intento de suicidio, frustrado, todo lo cual desemboca finalmente en una amarga apologia de la esperanza: Porque la libertad será la ley y la ley será la libertad.
Reprocharia a la obra este planteamiento unilaterial de un personaje que, superior desde el principio, llega a una victoria aplastante sobre su rival. Nos recuerda más la estructura dramática de la Danza de la Muerte que del Diálogo del cuerpo y del alma. En esa lucha entre ser y tener. hay una diferencia socio económica y cultural demasiado grande entre los dos personajes, por lo que el verdadero diálogo se excluye. Oscar Fessler tuvo razón, por eso, al ofrecernos una versión española muy aligerada: se suprimieron parlamentos enteros, largos, llenos de brillantez, pero demasiado cargados desde el punto de vista ideológico: Uno se escapa hacia algo; uno se escapa de algo. las mayores precisiones las tiene que poner el espectador.
Se explicitó una sola reierencia, al confesar AA que no soporta la dictadura. Pero si bien es cierto que se eliminó toda alusión precisa, no por eso la obra perdió en valor de desenmascaramiento. No es cierto que el todo se reduzca a un simple ejercicio entre actores. Claro que no. No por indirecta la denuncia pierde fuerza. Dice el intelectual: no es posible que sólo uno de nosotros dos sea hombre. lo somos los dos o ninguno.
El texto ganó en vigor dramático, no sólo por los cortes, sino también por su forma incisiva, directa.
Eso sí: el voseo local no integra el modismo italo argentino del Mamma mia.
Esta obra tiene mucho de absurdo, por el mismo encierto en que se encuentran los personajes.
Victor Valembois.
cosa que no se explica suficientemente por el fracasado intento de suicidio.
por la corbata y al endeble cable de un único bombillo. Pero hay que subrayar que, en este caso lo absurdo no conlleva la tendencia naturalista de un Beckett o un lionesco. Al contrario. El humor es una sutil manera de penetrar en el alma de los personajes, de revelar para ellos y para nosotros los motores que les (nos) impulsan. La obra no es inocente; su mensaje no es gratuito. Tu, yo, espectador: seguirás postergando tu regreso (a tu condición humana, libre. porque cuanto más tenés, más querés tener. Marcuse lo dijo por el ensayo filosófico; Mrozeck lo dice por el camino del arte, indirecto pero no menos fructifero.
Una obra así supone un intenso trabajo en equipo: porque los dos actores están permanentemente en escena, porque todo está supeditado a su palabra, sus gestos, su silencio. El director, sin estar en escena, está en todo, coordinando éstos diversos signos.
su ritmo y hasta la oscuridad momentánea, significativa. Obra de actores, indudablemente, en la que a Héctor Tealdi, intelectual, se le obligó a aplastar a un obrero no calificado, magistralmente interpretado por el conocido Castillo, pero que dificilmente podía dar más que lo que el diseño de su papel exigía. La escenografia es un problema en el Costarricense Norteamericano, especialmente para obras con un decorado que representa un espacio único, siempre excesivamente grande. Pero en este caso, además, resulta que la pintura de Rafa Fernández, muy plástica en sí, más bien introdujo elementos expresionistas desunificadores en un conjunto que más debería recordar el de los bajos fondos.
Claridad o sombra en la aurora La tía Carlota Siempre estoy sola como el viejo naranjo que sucumbe en el patio.
Vago por los corredores, por la huerta, por el gallinero, durante toda la mañana Cuando me canso y voy a ver a mi tía, la vieja hermana de mi padre que trasega en la cocina, invariablemente regreso con una tristeza nueva.
Porque conmigo su lengua se hincha de palabras duras y su voz me descubre un odio incomprensible.
No me quiere. Dice que traigo desgracia y me nota en los ojos sombras de mal aguero. Alta.
cetrina, con ojos entrecerrados esculpidos en madera Su boca es una línea sin sangre, insensible a la ternura. Mi tío Lilia Ramos afirma que ella no es mala.
Monologa implacable como el ruido que en la noria producen los chorros de agua, siempre contra mí. Irse a ciudad extraña donde el mar es la perdición de todos, no tiene sentido. Cosas asi no suceden en esta tierra. mira las consecuencias: anda dividido, con el alma partida en cuatro. Hay que verlo, frente al Cristo que está en tu pieza, llorar como lo hacia entre mis brazos cuando era pequeño. es que no se consuela de haberle dado la espalda. Todo por culpa de ella, por esa que llamas madre! Tu padre estudiaba para cura cuando, por su desdicha, hizo aquel viaje funesto, único motivo para que abandonara el seminario.
De haber deseado una esposa, debió elegira Rosario Méndez, de abolengo y prima de tu padre. En tu casa ya llevan cinco criaturas y la señora no sabe atenderlas. Las ha repartido como a mostrencas de hospicio. ti que no eres bonita, te dejaron con nosotros. tu tia Consolacion, le enviaron los dos muchachos. ver si con las gemelas tu adre se avispa un poco! De que era muy jovencita, ya pasaron siete anos No me vengan con remilgos de que le falta experiencia! Si enredo a tu padre, es que le sobra malicia.
Yo no llegaré a santa, pero no he de perdonarle que habiendo bordado un alba para que la usara mi hermano en su primera misa, diga la deslenguada que se los vuelvan ropón y pinte el tul de negro para que ella luzca refajo.
Por un momento call. Desquita su furia en las almendras que remuele en el molcajete. Lentamente salgo, huyo a la huerta y lloro por una pena que todavía no sé cómo es de grande.
Me distraen las hormigas. Un hilo ensangrentado que van más allá de la puerta. Llevan hojas entre sus cabellos y se me figuran señoritas con sombrilla: ninguna se detiene en la frescura de una rama, ni olvida su consigna y suena sobre una piedra. Incansables, trabajan sonámbulas cuando arrecia la noche.
Atravieso el patio, aburrida me detengo junto al pozo y en el fondo la pupila de agua, abre un pedazo de firmamento. Por el lomo de un ladrillo salta un renacuajo, quiebra la retina y las pestañas de musgo se bañan de azul.
De rodillas, con mi cara hundida en el brocal, deletreo mi nombre y las letras se humedecen con el vaho de la tierra.
Guadalupe Dueñas Marginal Con maestría singular, la autora brinda una escena de la tragedia de una pequeña desventurada. Tiene por educadora a una enferma siquica muy grave, de las que no soportan ni la presencia de un niño. Quizá porque su infancia fue muy amargada.
Solterona, llena de complejos muy mal resueltos y, por ende, en uso continuo de estrategias lengañando y engañándose) para ocultar su miserable interior.
La criaturita se empeña en defenderse: observa su dintomo. busca refugio a su dolor; mas. todo es momentáneo, fugaz porque viven muy solas. Realmente la pobrecita no puede escapar.
Para que Ud. se entienda y comprenda a sus semejantes ¿Qué hace Ud. con sus amarguras?
Su autora: Lilia Ramos, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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