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APRENDAmos NUMERO 96 con La ASESORIA TECNICA: LIC. JORGE MORA PRENSA GRAFICA. ace ya muchos años, en las lejanas islas del Japón, vivía un niño muy bueno obediente que se llamaba Yon. Había nacido en un pintoresco pueblecito que crecía junto a una extensa y hermosa playa. Todo era bello, alegre en aquel pueblecito en la costa japonesa.
EL VIEJO GUARDIAN CUENTO JAPONES Yon era un huérfano y vivía con su abuelito, el viejo Lin Chan, en una casita sobre la cumbre de una pequeña montaña.
El viejo Lin Chan, era el guardián de los extensos y hermosos arrozales, que cultivaban los habitantes del pueblecito. Todas las mañanas Yon contemplaba el bello panorama que desde allí se divisaba. Si hijo, aunque el mar se enfurezca, nunca podrá llegar a la cumbre de la montaña. Aqui no llegarán nunca SUS iras sonriendo, continuó haciendo su canastillo.
Un niño japonés obedece siempre a sus mayores, por eso Yon con la cabeza baja y llorando cumplió la orden del abuelo.
Aquella mañana como de costumbre, el pequeño Yon miraba ensimismado el paisaje. Su abuelo, en tanto, hacia un canastillo de juncos. El pequeño hablaba con el viejo Lin Chan acerca de los arrozales, el pueblo y el mar.
Los días iban pasando con monótona y tranquila placidez. El abuelo y Yon visitaban los arrozales que pronto serían recolectados. Pero un día apareció una rara claridad sobre el mar y las olas eran más grandes que de costumbre. El abuelo decia me lo figuraba, me lo figuraba no cesaba de hablar y decir cosas sin sentido. De pronto dijo más calmado: En el pueblo notaron pronto el incendio al ver una columna de humo procedente de los campos. Aquello era horrible! La cosecha de arroz era su única riqueza. Hombres, mujeres y niños, todos los habitantes del pueblo, subieron a la montaña a castigar al culpable del incendio. El mar, hijo, es muy traidor. Muchas veces parece enfadarse y se levanta en una muralla inmensa que cae sobre la tierra, arrasándolo todo Yo, abuelito, creo que aquí, en la montaña, casi. casi cerca del cielo estamos a salvo, verdad. El abuelo esperó junto a Yon a que llegaran a la cumbre y dijo. Ve, Yon, a la casa y tráete una rama encendida. Pronto ve! No pierdas el tiempo.
Yon pensaba que el abuelo se había vuelto loco, pero tenía que obedecer. Al regresar vio asombrado como el viejo Lin Chan incendiaba los arrozales. Procura que se quemen las espigas. Date prisa. Quietos, no deis un paso más.
Mirad al mar. Una gigantesca ola avanzaba amenazadoramente y pronto el mar llegaría al pueblo. En aquel momento ya nadie pensaba en el incendio de los arrozales. El pueblo entero se hundía bajo las aguas. fue en aquel instante cuando comprendieron lo que había hecho el viejo guardian. Uno de ellos se acercó a Lin Chan para decirle. Gracias abuelo. TÚ incendiaste los campos para avisarnos del peligro que corriamos en el pueblo. Sin tu valiosa ayuda todos hubiéramos perecido.
Yon pidió perdón al abuelo por no tener confianza en él. con el paso del tiempo, el pueblecito fue reconstruido y de nuevo tuvo jardines, flores risas.
97 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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