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LA REPUBLICA. Vleres de febrer de 1911 Al fin. una historia de la música n otras oportunidades y refiriéndose a la importancia que tiene la publicación de obras sobre temas individuales de nuestra historia, hemos resaltado el valor de esos trabajos como aporte tras.
cendental al estudio del desenvolvimiento de nuestra cultura.
La historia de Costa Rica se estudio y se presentó siempre, por lo menos hasta la primera mitad del presente siglo, como una concatenación de hechos de índole politica.
Quién fue Presidente de tal fecha a tal fecha; qué empréstitos se hicieron o se dejaron pendientes: quién quitó el poder a fulano o a mengano, etc. todo, con una muy vaga relación a sucesos de verdadera trascendencia la vida institucional del país. Porque si bien es cierto que la integración de los poderes en diversas épocas es de vital importancia para el estudio de sus realizaciones, no por ello dejan de tenerla también las manifestaciones del quehacer humano, ajenas a la política, que se han dado en nuestra patria. Asi, hasta hace pocos años era muy difícil responder a alguna pregunta sobre nuestra pintura, la escultura, la musica, el teatro, la literatura, ete. porque las Historias de Costa Rica existentes, encabezadas por ese magnifico manual que todavía hoy nos saca de apuros cuando se trata de encontrar el dato urgente, que es la Cartilla Histórica de Fernández Guardia, no tenian ninguna referencia a aquellos aspectos.
De un tiempo a esta parte, la bibliografia correspondiente se ha ido enriqueciendo, gracias a las oportunidades que brinda la Editorial Costa Rica a los autores, con obras especificas y trascendentales para la historia de nuestra cultura. Luis Ferrrero nos ha dado Costa Rica Precolombina y la Escultura en Costa Rica. Ricardo Ulloa Pintores de Costa Rica. Abelardo Bonilla nos ofreció hace mucho tiempo Historia de la Literatura Costarricense que. dicho sea de paso. es de urgente reedición y actualización. así, en otros campos, hemos visto estudios de diversa indole que algún día se verán resumidos en una obra que ha sido nuestro sueño, hecha en colaboración de autores y que habrá de llevar el título de Historia General de Costa Rica. donde tengamos una visión completa de lo que ha sido y es nuestro país en todos los aspectos.
Ahora, llega a nuestras manos La Música en Costa Rica del doctor Bernal Flores, que viene a llenar el vacío que en ese campo existía. El solo nombre del autor, indiscutible autoridad en la materia, es ya una garantia de que la obra que se tiene entre manos responde plenamente a los anhelos del lector y del investigador.
Comienza con el análisis de la música de nuestros indios. Analiza la función de diversos instrumentos: diófonos, membranófonos, aerófonos, cordófonos, e incluye la partitura de algunas melodías equivalentes. Pasa luego al estudio de la música entre nuestros conquistadores y colonos, aspecto hasta la fecha muy poco investigado y apenas mencionado de paso, como simple referencia, por quienes hemos estudiado con especial dedicación los siglos coloniales. Demuestra en este capítulo un admirable espíritu de investigación el autor, especialmente en la introducción al siglo XVI, en que usa de abundante bibliografia Igual acuciosidad se nota en las relaciones sobre los siglos XVII y XVIII en que nos brinda también la inclusión de partituras y algunos grabados tomados del álbum de Figueroa La segunda parte, dedicada al siglo XX, se inicia con la relación sobre bandas, orquestas, y coros durante esa centuria: parte esta muy interesante, no sólo por la cantidad notable de datos informativos, algunos desconocidos totalmente para nosotros, sino por la importancia que nos revela sobre diversas personalidades entre las que sobresalen el maestro Gutiérrez y don Rafael Chiva Torres.
Al respecto, el doctor Flores nos dice: Las conquistas en el arte musical de nuestros antepasados son dignas de elogio.
si tenemos en cuenta la estrechez material en que vivian.
Fascinante es la relación sobre ópera, opereta y zarzuela durante el mismo siglo. Realmente, no conociamos casi nada de ello, con excepción de algunas funciones efectuadas en el teatro de Mora. Desfilan aquilas compañías de Lorini, Manuel Lorenzo, Baratini, etc. con un séquito de cantantes y músicos. Concluye naturalmente con todo lo relativo al Teatro Nacional, magnífico remate del siglo.
Mas no solamente el espectáculo tiene trascendencia para el autor. La enseñanza musical es también objeto de su estudio y así le dedica el quinto capítulo, ilustrado con los grabados de tres maestros indiscutibles, cuya presencia en nuestro medio artistico marcó pautas a seguir: don José Campabadal, don Alvise Castegnaro y don José Joaquín Vargas Calvo. Siguen luego La creación musical costarricense durante el siglo XX. La música en Costa Rica durante el siglo XX. Bandas, coros, orquestas, opera, opereta, zarzuela, Instituciones musicales y la creación musical costarricense en el presente siglo.
Hacen también valiosísima la obra, la gran cantidad de ilustraciones, factor determinante no sólo para resaltar la amenidad de cualquier libro, en que la parte gráfica es siempre un incentivo para la imaginación y un descanso para el intelecto, sino por el conocimiento directo que nos da sobre personas y sucesos al parecer ya olvidados.
Indiscutiblemente pocos aportes han dado tanto al Dr.
Bernal Flores como la Editorial Costa Rica a la cultura nacional como este libro La Mislea en Coota Rica. En obras de esta indole, en buena hora se gaste el dinero, a veces lamentablemente desperdiciado en libracos que mejor no menciono. La Música en Costa Rica. debiera ser libro obligado de texto en los colegios, para que nuestros jóvenes sepan cuál ha sido la realidad musical de su patria. Que nos dejemos ya de cantar solamente Cana dulce pa moler. Los hijos del pueblo levanten la frente. y el himno a Juan Santamaría, acompañados con piano o acordeón.
dediquemos con seriedad el tiempo al estudio de la historia musical. Ello, junto con la práctica es lo que dejará una verdadera formación al respecto. La Música en Costa Rica. Bernal Flores.
Editorial Costa Rica, 1978.
De lo sublime a lo ridículo. este llá por mil novecien.
to cincuenta y cinco prendiz de es critor se metió Marco Retana.
en las milicias nacionales, y perteneció por un tiempo, a la famosa Compania A, del célebre Primer Batallón de Infanteria.
Durante dos años anduvo, salveque al hombro y 1 al ojo.
por los barriales de La Lindora, en duros entrenamientos de orden abierto, amén del orden cerrado que recibiamos en la entonces Tercera Compañía, en Cuesta de Núñez. Del campo abierto aprendimos a ametrallar una pobre vaca, cuando, de madrugada, en el fondo de un río y allá en el último rincón de algún lugar de Santa Ana, no quiso contestar el santo y seña, y ni siquiera se detuvo a nuestros reclamos. Algún día se escribirá la famosa batalla del cascabel. pobre serpiente que recibió no menos de cien balazos, si es que podia recibir tal cantidad, de un grupo de muchachillos y manganzones, con una fiebre terrible para disparar, aunque el dia que los sacaron de la Escuela México, sin decirles a donde los llevaban, a más de uno le dicron cólicos raros, y otros sintieron humedecerse la entrepierna de una fatiguilla, color boñiga, recién puesta.
De estos andurrialus sacamos el grado de Cabo. del cual aunque desconocemos si se oficializo por medio de La Gaceta, nos sentimos muy orgullosos: superamos al famoso sotacabo Pedro Vindas, que allá a finales del siglo XIX.
inmortalizó Aquileo en su modelo epistolar. además de que teniamos una Domitila que suspiraba al vernos vestidos de militar, con una gran pantera negra en la manga derecha creo que era alli y las dos rayas del destino en la otra diestra, como dijo aquel diputado. Para mil novecientos cincuenta y seis, posiblemente como premio a la disciplina y a la calidad de soldado que había en nosotros, nos mandaron a Panamá, y por ahi anduvimos, entre libros de electricidad y églogas de Garcilazo, nuestro varios meses: Fort Guliek, sargentos, capitanes, generales. Bueno, y dirá usted, querido lector, ja que viene tanta paja. Qué interés puedo tener yo en conocer las andanzas militares del comentarista barato? Pues por ahi le voy. Todas estas remembranzas, y otras que alguna vez llenarán un libro.
como aquel famoso desfile a lo largo del Paseo Colón.
cuando se nos enredó el fusil y fuimos a dar con el aparato al pavimento, en donde casi nos pisan doscientos soldados de la más férrea disciplina como no ha visto ejército alguno con los pequeños detalles de que algunos decían adiós con la mano al familiar, que embelesado, desde la acera miraba todas estas remembranzas, continuamos, nos han llenado el hueco de los recuerdos al mirar una fotografia que, en serio o en broma que uno nunca sabese dejó publicar La República el lunes 29 de enero. Es aquella. car lector que en la página dejaría boquiabierto al General MacArthur después de su vuelta al Japón. Dia marcial para ir a misa dice un titular que tampoco entendemos a continuación, la fotografia más sublime de lo que puede ser un ridículo desfile de unos hombres de rifle al hombre. Observemos a los primeros cuatro militares que encabezan el pelotón: a la derecha. un soldado ensaya el paso de ganso, su mano derecha horizontal y el pie izquierdo adelantado: el de la par. se diría que tiene cólico o que intenta bailar algún raro ruido de esos que nosotros ya no conocemos: los dos pies juntos, la rodilla un poco terciada hacia la derecha. el brazo semihorizontal, y un movimiento de caderas que se desearía Tongolele: el tercero, hacia la izquierda suya. lector, levanta su pie derecho, en una especie de marcha de paso corto, y la mano caida sobre muslo derecho; el último de la izquierda va a paso de camina en el más ancho paso que jamás hemos visto, la mano escondida por el cuerpo, debido a que el pie que adelanta es el derecho.
En otras palabras. nadie sabe qué hace, ni por qué na all, ni para que le dieron un fusil. pues ninguno lo lleva bien tomado. Si usted sigue la fila hacia al fondo, la carcajada se cirá más allá del Virilla. Para qué tanto ridiculo, serlores!
No somos militares, pero si sacamos un grupo de hombres uniformados y con un fusil al hombro, por lo menos que no haga el ridículo por esas calles de San José, que de ridiculos estamos hasta el cuello.
Hay sensibilidades que se llevan muy dentro, que afloran al paso del céfiro, y del sol, de la nube, la luna, del árbol y la selva, para cantarle siempre a tu bella Creación.
reador Supremo!
Me hiciste ca minar por sendas de este mundo, por tus cielos, tus mon tes, tus llanuras y simas.
Me hiciste conocer la intrincada selya de los comportamientos. Son tus creaciones!
Oración Ahi me identifiqué con tu fuerte mandato. Ahi me identifique con el yo de mi ser. Más no con el del hombre que no puede seguirte, pues perdido no entiende el misterio de Amor el humo al cielo sube callado de la hoguer Parten mis pensamientos en alas de lo ignoto envueltos en los sueños que son ya del ayer. Algo recompensaste con frutos de ese ensueño, que pueden hilar sueños y hacerlos realidad, y unos ojos muy tiernos que envuelven mi partida cada mañana nueva en este eterno andar.
Rufino Ga Pacheco Destruistes mis sueños. Apenas dejaste probar el almibar al andar caminos trazados temprano, un camino nino que se hacia grande. Pasé de la angustia! Cuando ya tenia mis sueños cumplidos. Cuando el ejecutarse estaba al llegar. Cerrastes el paso. Camicante me hiciste!
Canté a fus montanas, a tus cielos, a tus mares.
contemplé a tus gentes en su diario abatir, sin cumplir Tus mandatos, tiernos dulces mandatos en sintesis de Amor.
Van las sombras cayendo y todo es soledad, la hora del Angelus llegó a las sementeras. el labrador se inclina reza sobre el surco. Te doy gracias. Oh Dios! por el bien que has hecho, al hacerme vivir la vida intensamente, llena de poesia. el humo al cielo sube callado de la hoguera.
de la tarde Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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