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LA REPUBLICA. Viernes 10 de agosto de 1979 11 Un viaje y dos espíritus Para colegiales Coriolano Una exaltación a la Madre Rufino Gil Pacheco La Fe es la vista espiritual del hombre; con ella se hace eterno porque se acerca a Dios y siente un día que en su propia alma le despunta un cielo UN VIAJE DOS ESPIRITUS Fue un sábado. Un sábado que no era propiamente de Gloria; sino un sabado de una de las tantas semanas del añ o.
Salimos al mediodí a un grupo agradable de alegres compañeros en un carro de un tren de carbón para asistir a la inauguración de una pequeñ a oficina de crédito en un pueblo, también pequeño, atravesado por la línea férrea.
El ambiente se tornó familiar, con imágenes de la infancia, ante la presencia del hábito blanco de un sacerdote de la orden de Santo Domingo de Guzmán, que nos acompañaba a la zona de las largas lluvias.
Varios compañ eros nos sentamos en el balcón del coche; la conversación se animó y al calor de ella, las frases se formaron tanto teológicas, un tanto mundanas. comentamos que en la actualidad se hacia necesaria la presencia del espíritu dadivoso, suave y apacible, un poco contemplativo del manso santo Francisco de Asis y no el ánimo combativo y escrutador de Santo Domingo.
Aquella noche, en la tertulia de la casa grande donde nos hospedamos, se hizo opereta, se cantó zarzuela y sus melodi as se esparcieron por el campo de los negros; quizá alguno de ellos, entre las sombras, escuchó el canto del indiano Juan pretendiendo la mano de Rosaura.
Se intentaron versos dedicados a las mangas bombachas y el amanecer contempló chinos durmiendo en los corredores y compañeros son olientos después de la noche de vigilia.
En la mañana, la inauguración sobria y sencilla de la casa del dinero, puesta en manos de Dios a través de la bendición del sacerdote dominico y del pueblo a través de la palabra del que presidió el ceremonial de rigor.
La lluvia persistente, un fuerte olor a tierra virgen que da reposo y reconforta el alma.
El regreso se emprende cómodamente instalados en butacas confortables, contemplando el follaje frondoso y las gotas con reflejos plateados colgados de los cristales del andariego coche.
El tren se detiene y sube al carro un fraile franciscano: joven, de mirada enérgica, bien tonsurado, quien fue amablemente presentado por el padre dominico. salta el eterno tema: la mujer. Ilusión y deseo.
Aderezo y a la vez apoyo del hombre. Razón y ser de la existencia pues en ella, en su interior, se encuentra la vida misma. La mujer es una vi pera exclamó el tonsurado del hábito pardo con una voz acerada, de tonos metálicos que nos llegó muy hondo. Por qué asi. se contestó: No es Maria, compendio de todas las virtudes, mujer, esposa y madre, que puso entre Dios y los hombres la divina presencia de su Hijo, dignificando concepto de mujer?
Rápidamente el sacerdote dominico terció en el diálogo: La expresión no debe de tomarse en general, pero un desamor muchas veces convierte a la mujer en una vibora.
Comprendimos esta última expresión porque a un ser, nacido del sueñ o del hombre, debe de mantenersele en el ensueño del amor.
La voz persistente, metálica y fría se confundió con el golpe de las ruedas sobre el acero de los rieles.
Al filo de la media noche, una fuerte sacudida, un rechinar de frenos y un frio que se calaba hasta el interior de los huesos, nos indicó el retiro del padre franciscano.
Lo vimos alejarse con sus sandalias, su hábito cen ido con el clásico cordón blanco y su tonsura, envuelto en una neblina baja, espesa, apenas confundida con la blanca luz de la torre de la iglesia de La Agonia. de una ciudad dormida. pensamos que dentro de un hábito de paz y comprensión, se iba el espíritu ortodoxo, inquisidor y penetrante del santo Domingo de Guzmán.
Llegamos a nuestro destino. La madrugada y el final de un cambio de impresiones. Una noche helada en las cumbres y en el paso de unas sandalias. Una tibieza en el descenso y en el calor del hogar. Una despedida cordial y un sacerdote de pelo cano que toma la Avenida de las Damas montado en un taxi metro, con el hábito blanco de Santo Domingo, el inquisidor, el dogmático, pero Hevando dentro de él, el espíritu del Santo de Asis.
Se cuenta, tal vez sea leyenda, que San Francisco de Asis el pastor tanto de almas como de animales, el de las florecillas, el del lobo de Jubbio y Santo Domingo de Guzmán el de las Milicias de Jesucristo el de fuerza politica como hoy se diri a, se conocieron en Roma en visita que le hicieran al Papa allá por el año 2 5. en busca de la confirmación de su Orden.
Nunca se habían visto, pero con anterioridad tuvieron una visión en la cual se les mostraba la Virgen María intercediendo ante su Hijo para que castigara al género humano por sus flaquezas y pecados y le señalaba a ellos dos como nuevos baluartes y defensores de la Fe Cristiana. partir de ese dia Francisco y Domingo fueron compan eros y hermanos: Santo Domingo le pidic a San Francisco con caritativa violencia su blanco cordón, que el Santo de Asís, por humildad, rehusaba darle y se lo ciñ bajo su túnica hasta el final de su existencia. Ambos fueron peregrinos, caminantes que marcharon por distintas sendas en su labor evangelizadora.
Algunas veces sus espiritus retornan a la tierra y se encuentran y se asoman entre las mentes y sayales de los nuevos predicadores de esta era atomizante y existencialista, como ocurrió en aquel andariego coche que venia de la zona de los negros y de las luengas lluvias.
Juan de Dios Trejos El nacimiento de La República Romana (siglo a. presenta sucesos que parecen traspasar el margen de la historia. Hay tres casos destacados: el del decenviro Apio que rapta a Virginia y el padre de ésta, el plebeyo Virginio, que se apresta a defenderla aún refugiandola dentro de la fortaleza inexpugnable de la muerte, todo lo cual desemboca en la derrota de los decenviros y el suicidio de Virginio.
El caso de Cincinato, cónsul ayer y tranquilo labrador después, cuando el pueblo que desterró a su hijo Cesón acude a él para pedirle que salve al ejército romano, rodeado por los Ecuos y, también, el relato sobre Coriolano, quien se detiene a las puertas de Roma ante las súplicas de su madre.
La intensidad emotiva de estas narraciones las ha colocado en el ámbito del drama, de la ópera y de la alusión sinfónica, alejándolas de lo propiamente histórico, Referente a Coriolano, tanto Plutarco como Tito Livio y otros historiadores de la antigüedad describen su vida en forma marcadamente legendaria.
Sin embargo, la historia, como en afán de no ser desplazada por la fantasia, muestra frases y hechos que parecen definitivos en tema a estos personajes y su mito.
Cayo Marcio Coriolano, encaja perfectamente en ese siglo en el que la República tuvo que defenderse contra los Ecuos y los Volscos y en el que en una circunferencia muy pequeña se ejercitó en practicar virtudes que debían ser tan fatales al universo. según frase de Montesquiun en el capitulo de su libro Grandeza y Deca dencia de los Romanos.
Cayo Marcio es calificado de gran estratega al haber derrotado a los Volscos y tomado su capital, la ciudad de Corioles, por lo cual fue apodado Coriolano. Su conducta posterior a esta hazañ a: excitar a los patricios contra los plebeyos y proponer que, en dias de hambre, no se distribuyera el trigo al pueblo, a menos que este renunciara a sus tribunos, le hicieron detestable a las muchedumbres, por lo que fue condenado a destierro.
Se refugió en Antum, y desde ahi, en unión del general Atio Tulio, declaró la guerra a Roma (4 8. contando con la ayuda y beneplacito de los Volscos, enemigos tradicionales de Roma, quienes perdonarían a Cayo Marcio el haberles derrotado.
Roma se aprestó a la defensa, pero los reyertas entre patricios y plebeyos y las anteriores guerras contra los Ecuos y los mismos Volscos, tenian debilitada a la República, lo cual permitió a Coriolano llegar lácilmente a las puertas de la ciudad. El senado envia diputados a negociar, pero fracasan. Luego acuden patricios, magistrados, amigos, implorando la paz, pero el general se muestra inconmovible, rencoroso, implacable.
La ciudad tiembla de espanto: perecerá, victima de la depredación de los Volscos. Finalmente, a la cabeza de una larga fila de mujeres que plan en, Cayo Marcio distingue a su madre Veturia y a su esposa Volumnia y se precipita afectuoso y emocionado hacia ellas, pero Veturia le detiene con estas reconvenciones: Antes de recibir tus abrazos quiero saber si vengo al lado de un enemigo o de un hijo, y si en tu campamento seré tu cautiva o tu madre Coriolano ordena la retirada, por lo cual, los Volscos airados lo asesinan. Sin embargo, algunos historiadores afirman que se le vio arrastrar una misera existencia lejos de su patria y que repetia en sus últimos dias. Cuán duro es el destierro para un anciano. Si se trata de una leyenda, este final no es muy atinado para un héroe que renunció a una gran victoria por amor a su madre, por lo cual, más parece historia.
En recuerdo de la intervención de Veturia, los romanos levantaron en su honor un templo que llamaron Fortunas Mulieribus. uno de los primeros intentos históricos de reivindicación y homenaje a la mujer.
Este suceso insigne inspiró a Shakespeare su tragedia en cinco actos, Coriolano. también inspiró a Collin otra con el mismo nombre y a Victor Balaguer una obra en catalán. Una de las inspiraciones más extraordinarias alrededor del personaje Coriolano, es la Obertura de Beethoven, basada en la tragedia de Collin. Se inicia la obertura con impetus marciales y amenazantes; luego la majestad orquestal describe la furia del gran general: la amenaza de ejércitos que se acercan implacables, va cediendo y es seguida por los motivos suaves de una súplica y finalmente, un impresionante asordinamiento en las voces de la orquesta que va llevando al oyente hacia un final que se apaga, da a entender que el terrible guerrero se retira, no vencido por ejércitos sino por las súplicas de su madre. Descalabro hotelero o turístico?
Ana Isabel de Iglesias.
En La República del de agosto se anuncia el descalabro hotelero del pais, que yo llamaria mejor descalabro turistico. las razones sen aladas de racionamiento dominical de la gasolina, yo agregari a otras que no dependen tanto de la carestia de los combustibles como de la falta de visión en materia de turismo, defecto no solo de las instituciones gubernamentales, sino de los mismos hoteleros Fy personas interesadas en promover el turismo en fnuestro país.
Para comenzar, deberíamos aceptar que Costa Rica no es el paraíso que los ticos imaginamos. Lo único que está en el cielo son los precios. Hoteles y restaurantes cobran como si esto fuera Paris. La experiencia la tuvimos en un conocido hotel, donde acudimos un domingo por la noche para agasajar a un turista norteamericano. Según nos habían dicho aqui todo se sabe por dichos. porque no hay información suficiente un determinado pianista tocaba ahí. Cuando llegamos encontramos que ya ese artista no trabajaba para el hotel, y que el sustituto se retiraba a las diez de la noche porque era domingo Una mentalidad puramente localista, puesto que, si en verdad los ticos tenemos que madrugar los lunes, los turistas no tienen por qué hacerlo.
Pero el asunto del pianista fue cosa de poca importancia. Lo bueno vino con la cuenta. Por un total de siete tragos corrientes. whisky y ron nacional acompañados de dos platones de bocas. nos cobraron cerca de cuatrocientos cincuenta colones. De buena fe reclamamos, suponiendo un error.
En Costa Rica existe la creencia de que los turistas no saben contar su plata. Creemos que son millonarios, cuando por regla general son gentes comunes y corrientes que han ahorrado por todo un año, o por muchos años, para darse las vacaciones de su vida.
Llegan a nuestro país y encuentran una ciudad sucia y cara. Buscando la belleza de nuestros mares van a Puntarenas, y no se atreven a bañ arse en esas playas contaminadas y en abandono, donde no se consiguen fácilmente vestidores o servicios sanitarios limpios y bien presentados. Si quieren comer mariscos, los encuentran a precio de oro.
En esas circunstancias. Qué viene a hacer aquí un turista norteamericano? Mejor viaja a Europa, adonde puede llegar en unas pocas horas y pagando casi lo mismo por el pasaje. Yo no envidio los goces de Europa. dice la Patriótica Costarricense. Yo tampoco los envidio como lugar para vivir. Pero siendo realistas, tenemos que comprender que los atractivos de nuestra patria, la amable gente, la tranquilidad, el paisaje, hay que ofrecerlos acompañados de precios razonables y mayores comodidades e información. De otro modo, el descalabro turistico, y por ende el hotelero, no tendrán remedio.
Las opiniones que contienen los artículos que se publican en esta página, son las personales de qulenes los firman y no coinciden, necesarlamente, con las del periódico.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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