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LA REPUBLICA. Martes 30 de diciembre de 1980 El legado de Bolívar CARACAS (ALA. los ciento cincuenta años de su muerte, la figura de Bolívar continúa creciendo sobre el horizonte del mundo hispanoamericano. Cada vez más se hace evidente el grado extraordinario en que logra personificar toda la compleja peculiaridad de este mundo y el rumbo de su destino.
Los millares de cartas y documentos que de él nos quedan forman un sorprendente y variado conjunto que revela la riqueza inagotable de su personalidad. Nada le escapa, sigue en todos los detalles el vasto escenario de su tiempo y logra en todo momento integrar lo inmediato en lo permanente y lo transitorio en los designios de futuro que no pueden ni deben ser olvidados.
Nunca perdió de vista que no había sino una sola posibilidad de grandeza para la América Hispana y que esa posibilidad consistía en la unión. Una unión práctica, realista y eficiente que pusiera a trabajar juntos hombres y recursos de todo el continente para llegar a adquirir una presencia importante y plena ante la historia.
Desde la primera hora de su lucha en Venezuela, piensa en la unión con la Nueva Granada. No sólo por razones militares que eran obvias, sino para crear una entidad política más poderosa y viable. Más tarde, cuando se marcha al Sur, no hace sino ampliar el campo de su empeño. Busca continuamente la forma de que los Por Arturo Uslar Pietri nuevos países independientes puedan mantenerse unidos de alguna manera eficaz.
Es lo que intenta en 1826 por medio del Congreso de Panamá. Ya para entonces la Independencia estaba ganada, pero él piensa que es una mengua que cada porción del antiguo imperio español se encierre en su aislamiento y se ocupe de la sola pequeñez de su circunstancia. De la reunión de Panamá debía salir un gran frente de integración de todo el continente hispanoamericano, desde México hasta la Argentina, para asumir ante el mundo una posición de primer plano.
Observa como crece, en Estados Unidos, la unión de las antiguas colonias inglesas y mira con temor la tentativa de alianza de las grandes potencias europeas.
Ante esa realidad ¿qué va a ser de una América desunida, atrasada e ignorante de sus propias posibilidades?
Por una especie de ineluctable sino trágico, es este propósito, precisamente, el que más le concita resistencias y oposiciones. Se piensa que proyecta en tal escala la organización futura porque es así de grande su ambición personal. Los verdaderos ambiciosos, los que luchaban abiertamente por los predominios locales y los señoríos vacantes son los que más ciegamente se le van a oponer. No pueden entender sino como una treta de predominio aquella visión de una integración continental.
El sino trágico de Bolívar consistió, desde el primer momento, en querer ir más allá de lo que sus contemporáneos conocían y entendían. Para los más de ellos la independencia se reducia a la lucha por salir del dominio español. Aspiraban a ser señores de su tierra liberada, a ejercer sin cortapisas el dominio sobre hombres y recursos que le había sido negado dentro del orden del imperio. Para Bolivar la independencia no era un fin sino un medio.
El primer y necesario paso para que la América hispana pudiera alcanzar la plenitud de su fuerza potencial y el papel de primer orden que podía desempeñar en la escena internacional.
Los hombres de campanario no solo no lo entendían en su inmenso propósito sino que se le oponían abiertamente. Al proclamarse la independencia local sentían que estaba alcanzado plenamente el objeto de su lucha. Qué se proponía aquel hombre extravagante que no se conformaba con mantener aquel bien tan apetecible y fundamental que se había obtenido? No se satisfacía con la Independencia de Venezuela sino que también quería la de la Nueva Granada y luego llegar hasta Quito y Guayaquil para formar una nación inabarcable y nunca vista que se extendiera, al traves de llanos, cordilleras y costas, desde el Orinoco hasta el Guayas. Pero luego pasaba al Perú y subía al Altiplano andino y se asomaba a la hoya del Plata, no solo para consolidar y afianzar la independencia de tantos pueblos sino para iniciar la construcción de una vasta organización política del continente que lo presentara ante los ojos de todos los hombres como la esperanza del Universo. no era solo la grandiosa dimensión de aquel proyecto que podía cambiar el equilibrio de las relaciones de poder tradicionales, sino que además se proponia un orden republicano, pedía la eliminación de la esclavi.
tud, de la servidumbre de los indios, del centenario régimen de castas. Mientras más grande y profunda era la visión más incontables y tenaces eran las resistencias. Qué era lo que se proponía aquel hombre sin tregua y sin sosiego que no quería resignarse a ponerse a la cabeza de un gobierno tradicional y poderoso, sino que parecía empeñado en la imposible tarea de cambiar el destino de un mundo?
Mientras más alta era la visión de Bolivar, mayor era la distancia que lo separaba de las miras estrechas y concretas de los hombres a quienes había conducido a la independencia y a la dignidad histórica Por eso mismo el fracaso material de su empresa de integración americana resulta hoy, desde la perspectiva secular, su mayor triunfo y su más incomparable titulo. Lo que pensó y lo que dijo sobre lo que él llamaba la patria de los americanos sigue teniendo el valor plenario de una necesidad histórica. Podria decirse hoy, con más razón que nunca, que la disyuntiva para esta América no es otra que realizar el proyecto bolivariano o resignarse al papel de comparsa en el drama del mundo.
No tiene la América hispana fuente más alta y vigente de inspiración y de fe que el legado ingente que le dejó con su acción y con su palabra el hombre que murió en tan triste soledad y abandono hace 150 años.
Cuando los países americanos decidan reemprender el camino de la grandeza encontrarán en él a Bolívar para guiarlos e inspirarlos en el logro de la plenitud de su destino. ALA)
José Carlos Mariátegui Lic. Jorge Salazar Solis Yo digo: maestro, hermano, te seguiremos cantando, seguiremos llamándote. Así no estarán solos nuestros pueblos en su dura ascensión a la libertad y a la dignidad, Pablo Neruda José Carlos Mariátegui cumplió en abril del presente año 50 años de muerto; Mariátegui fue productor y orientador, así como portador de un mensaje de Justicia Social. Mariátegui desarolló el clima revolucionario; la lucha de clases era para el como para Sorel y otros revolucionarios, la clave del marxismo, Croce y Labriola habían aprobado esta concepción.
En Mariátegui priva el factor político sobre el económico, influenciado por esta literatura revolucionaria. Admite la violencia porque existe y solo es posible combatirla con otra violencia.
La influencia de los autores revolucionarios italianos, y en general europeos se deja sentir en su pensamiento; ejemplo de lo dicho es su libro La Escena Contemporánea el cual es el resultado de este pensamiento.
La concepción marxista de Mariátegui nace dentro de este contexto histórico italiano. Su marxismo es, en primer lug un método de interpretación histórica que parte, no de la contradicción inherente a la infraestructura económica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sino de la contradicción de la infraestructura económica, tomada como un todo, y las super estructuras social y política. Tal era también la concepción de los ideólogos comunistas de la epoca. Todos estaban de acuerdo con Tilgher, neo liberal, socializante, en que el problema de Italia era menos económico que político. De aquí la tendencia a desviar el marxismo sobre el plano de la lucha de clases casi exclusivamente. El marxismo era ante todo una Filosofía de la Praxis. como diría Antonio Gramsci, y, más concretamente, una Filosofía de la Praxis Politica.
La dialéctica de Mariátegui se reduce frecuentemente a una evolución temporal; ante el fracaso de una sociedad burguesa se impone la instauración de una sociedad comunista; más aún la crisis irremediable de la primera conducirá inevitablemente a la instauración de la segunda. Un cierto fatalismo histórico es la consecuencia lógica de tal interpretación, porque si la crisis del sistema capitalista es evidente e irremediable a corto término. cuál es el objeto de una acción revolucionaria? Sin embargo, advertimos en la obra de Mariátegui, al mismo tiempo, un cierto voluntarismo que parece estar en contradicción con este fatalismo histórico. Su respuesta seria, que una acción revolucionaria es necesaria para apresurar el desenlace fatal de la sociedad burguesa.
Otra consecuencia es la concepción del marxismo como un simple método o canon de interpretación y de acción según la opinión de Croce. rechazando su lado filosófico.
Mariátegui reconoce que no conviene confundir el materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Para Marx, el lazo entre los dos nacía de su concepción dialéctica. Al admitir esta dicotomía su concepción marxista es susceptible de aceptar otras corrientes filosóficas. La teoría del mito de Sorel le ofrecía un fundamento vitalista y fideista mediante la amalgama de un cierto materialismo e idealismo. Croce y Labriola habían preparado el camino concibiendo el marxismo no como un dogma, sino más bien como una teoría abierta a posibles desarrollos y sobre todo al valorar la obra de Sorel como una primera tentativa positiva de revisión de un marxismo adaptado a las nuevas notificaciones históricas.
La razón más profunda de esta concepción ideológica de Mariátegui se encuentra en su contraste con la obra filosófica de Croce Filosofía del Espíritu en la que su preocupación histórica de los primeros años identificación de la historia y del momento estéticoalcanzaba ahora un punto culminante al identificar toda la vida del espíritu con la historia. En esta vida del espíritu Croce había valorizado el rol del momento práctico económico y moral, que pertenecía a la voluntad. Su sistema se reducía a un cierto historicismo y voluntarismo. Croce a partir de su sistema idealista suis generis, había conseguido interesar a la intelectualidad italiana en las ocupaciones prácticas de la existencia.
Mariátegui jamás realizó una crítica del sistema de Croce; sin embargo, es evidente que su preocupación histórica, su oposición a toda metafísica y su interés por la política, nacen en parte del contacto con la obra de este filósofo italiano. Croce había indicado que Marx era, ante todo, un político, un hombre de acción revolucionaria. Toda esta problemática influye de una manera confusa en su formación y en su interpretación de la crisis contemporánea.
Esto explica el que Mariátegui, como los otros revolucionarios italianos, pudo admirar al mismo tiempo a Gramsci y al neo liberal Gobetti, cuyos sistemas se reclamaban igualmente de Marx. Gobetti pensaba que Gramsci era un auténtico liberal, y Gramsci pensaba que Gobetti in terpretaba y encarnaba el auténtico impulso revolucionario de Marx.
En fin todos estos revolucionarios proporcionaban a Mariátegui una concepción de la vida que, rechazando toda metafisica, situaba sobre la tierra la ocupación del hombre, y satisfacía sus inquietudes más profundas. Croce había encontrado la respuesta a los problemas más profundos de su existencia a través de su sistema del espíritu. Sorel pensaba que la teoría del mito podía llenar las inquietudes de infinito de nuestro ego. Su socialismo ético encerraba la religión de una moral sublime de los productores. Los grupos comunistas italianos y franceses conce.
bían el socialismo como la religión de los tiempos modernos. Gobetti, escribia que el dios de los tiempos modernos e el hombre que se realizaba a través trabajo, como productor.
La inquietud religiosa del joven Mariátegui, que se retira a los 20 anos al convento de los padres franciscanos y que escribe sonetos místicos, cambia ahora de signo. Rechazando toda trascendencia, encuentra en el socialismo revolucionario esta nueva religión y esta nueva cristiandad de que habla Eduardo Berth. Su vocabulario abunda en términos como religión, mística, fe, agonía, lucha, etc. Todos manifiestan una visión de totalidad que se encarna en los nuevos mitos sociales suscitados por las nuevas corrientes históricas. Su religión o mejor todavía, tal vez, de una nueva moral, como diría Gobetti, que señale el deber ser del hombre dentro de su campo de acción: la historia.
Escuchemos la voz del indígena perfectamente bien, que esta Comisión, el origen, la causa última de la cuestión, y a cuyo frente se encontraban funciona si entre ellos hay ya, como sucede en Cos rios apolíticos (en el sentido partidarista ta Rica, elemento idóneo para dirigir y de la palabra. como Carlos Morales y asesorar entidades como CONAI, pues no Adanil Zamora, llevaron a cabo, no hace resulta recomendable prescindir de su mucho tiempo, una ingente labor que pro concurso, como se hizo hace un año cuandujo no solo la emisión de leyes (Como la do la presidencia ejecutiva de la nueva DiLey Indígena de 1978. tutelar de la tierra rectiva proclamó con resonancia digna de y de la vida del indio costarricense, sino mejor causa, que en Costa Rica no haMario Flores Macal una serie de programas sociales en benefi bía ningún indígena capaz de asumir posicio del patrimonio arqueológico del país, ciones de dirección en la búsqueda de No hay cosa que perjudique más el del rescate de la cultura precolombina y soluciones racionales a la problemática incorrecto funcionamiento de las entida de la defensa del subsuelo donde se asien digenista. Esto es sencillamente incondes técnicas, que su politización en uno u tan las principales comunidades indígenas cebible y es ni más ni menos que la expreotro sentido. Cualesquiera organismo del como la de Talamanca, constantemente sión más concreta del desprecio y humiEstado, no importa su categoría jerárqui asediada por la mano oculta de las trans llación que tradicionalmente se ha abrica, que supedite el cumplimiento de sus nacionales, siempre ávidas del oro negro gado en contra del aborigen y de otros objetivos no a los criterios técnicos preu otros yacimientos considerados estraté sectores marginados de la sociedad humaviamente concebidos, sino a los de orden gicos, como el níquel, el uranio o el alu na, de parte de élites sofisticadas que, sin político, circunstancialmente presupues minio. En verdad nos causó profundo de una auténtica formación científica, están tados, estará cayerndo en ese peligroso sasosiego que a indígenas de pura cepa desprovistas de la mínima sensibilidad abismo sin fondo de anarquizar, por no como los mencionados (hombres de cul humana y adjudican a la pigmentación de decir destruir, el principio institucional, tura universitaria. y otros elementos que la piel la base para formular jerarquías y base fundamental de la organización sodieron su esfuerzo y talento en beneficio categorías sociales. Lo que está a la vista cial moderna. Esto lo decimos por del indígena costarricense, les expulsaran no quiere anteojos, si los mismos indígela crisis en que parece haber caído un de CONAI, sin siquiera darles las gracias nas, ausentes de toda representación en organismo descentralizado del Estado, la por los servicios prestados. Los que ama CONAI, reclaman sus fueros dejados a la COMISION NACIONAL DE ASUNTOS mos la causa indígena aquí y en todas zaga por la incuria e irresponsabilidad de INDIGENAS, CONAI, a la que los indí partes, creemos que este problema crucial sus supuestos defensores y dirigentes genas de la mayoría de las comunidades sólo podrá resolverse en la medida en que al blancos, no queda más remedio que enaborígenes del país, le imputan negligen frente de los organismos técnicos encarga mendar la plana a corto plazo para introcia y un total abandono en el cumpli dos de su solución se coloque a los ducir las enmiendas necesarias para que miento de los postulados para los que di mismos indígenas, porque son ellos los CONAI vuelva a ser el organismo serio, richa Comisión fue creada. Recordamos que mejor conocen la etiologia, vale decir, guroso, confiable y con expertos asesores Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
que garanticen la defensa del patrimonio indigenista nacional. Francisco Carrara, el Maestro Carrara, como suelen decir los científicos del derecho penal, tenia este pensamiento aludiendo al peligro de la politización de uno de los poderes del Es.
tado, en este caso el Judicial: Cuando la Política entra al templo de la Justicia, ésta huye despavorida y corre a refugiarse al cielo. Lo mismo pasa con cualquiera otro organismo de la sociedad creado ad hoc pra el cumplimiento de fines específicos con criterios técnicos bien determinados. Lo que sucede con el indigenismo es que todo mundo cree conocer del tema, abundan los seudo científicos que, por haber leido un par de libracos folclóricos, alardean de sabihondos y pretenden de la noche a la mañana pontificar en una cuestión de suyo compleja y en donde no pueden haber improvisaciones audaces. Ni caridad paternalista, ni humanismo romántico, sino solidez racional y profunda perceptibilidad por el drama del aborigen, es lo que necesitamos al frente de una Comisión Nacional de Asuntos Indígenas que sin partidarismos de ninguna especie, acota experiencias pasadas, se asesore de verdaderos expertos en la materia y, sobre todo, escuche la voz aterida del indio que desde la profundidad de los siglos rela: ma por hacerse presente.
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