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La nueva batalla sanitaria

Qué comemos, qué ejercicios hacemos y cómo manejamos el ambiente serán determinantes para la salud futura.

Hace 30 años, Costa Rica fue capaz de realizar su propia revolución sanitaria: redujo la mortalidad infantil y atacó con contundencia la desnutrición, la parasitosis y ciertas enfermedades como la poliomielitis y la difteria, que dejaron dolor y muerte a su paso.
Los frutos se obtuvieron poco después; el patrón de enfermedad y muerte cambió drásticamente y el país se ubicó en un lugar privilegiado en la estadística mundial. Un país pobre, cuyo ingreso per cápita no superaba los $500 anuales, tuvo la osadía de alcanzar los niveles de salud de las naciones industrializadas y, en algunos casos, superarlos.
¿Será capaz ahora, tres décadas después, de dar otro salto y realizar una nueva revolución para poner freno a cierto males que ponen en jaque a su población?
Los especialistas no se atreven a dar una respuesta, sin embargo, aseguran que de persistir las tendencias alimenticias, el sedentarismo, el fumado, el alcoholismo, la violencia y la contaminación ambiental, seguirán atacando a nuestra población las enfermedades crónicas y degenerativas, los accidentes y las enfermedades emergentes y reemergentes.
Para el director del Hospital Nacional de Niños, Edgar Mohs Villalta el entorno actual es otro y por lo tanto, las estrategias empleadas en el pasado para paliar los padecimientos de la época, no serán suficientes para atacar las enfermedades que agobian a los ticos.
El desafío es doble. Tampoco el país puede abandonar las altas coberturas de vacunación, saneamiento básico, dotación de letrinas, agua potable, control de niño sano, entre otras acciones, que fueron las que, a la postre, produjeron la gran revolución. De lo contrario, se corre el riesgo de que se reintroduzcan ciertos males que aún están presentes en otros territorios, sentencia el experto internacional, Hugo Villegas Olázabal.
Los escenarios de actuación son diferentes. En tres décadas Costa Rica experimentó cambios demográficos sustantivos: su población creció, la tasa de fecundidad, de mortalidad infantil y mortalidad general, descendieron, la expectativa de vida mejoró y en consecuencia, también se elevó el porcentaje de la población mayor de 60 años.
El aumento del turismo y el fenómeno migratorio figuran como otras variables que podrían alterar los cuadros de enfermedad y muerte.
Las transformaciones en el mercado de bienes y servicios, en la dinámica laboral, en los patrones de urbanización y de exclusión, en las comunicaciones, en la disponibilidad terapeútica y diagnóstica y en la organización y estructura de las instituciones del sector también tornan el panorama diferente al que tenía el país tres décadas atrás.
Frente de batalla
Médicos, nutricionistas, economistas, demógrafos, estadísticos y salubristas consultados por La Nación, advierten que los cuadros de morbilidad y mortalidad del país se mantendrán para el próximo siglo, si los ticos no modificamos nuestros estilos de vida.
Destacan que ciertas enfermedades como la diabetes, los trastornos depresivos, la violencia, algunos tumores como el cáncer de mama, cuello de útero, estómago, pulmón y el de próstata mantendrán su impacto si no se consiguen rápidamente esquemas de diagnóstico para detectarlos en forma oportuna y si la población no asume una actitud más responsable sobre el cuidado de su propia salud.
La especialista en nutrición del Ministerio de Salud, Margarita Claramount, reconoce que el marcado consumo de grasas y azúcares y la baja ingesta de verduras y frutas por parte de los costarricenses hará que aquellos padecimientos ligados a la dieta mantengan su ritmo de crecimiento.
Tanto ella, como la jefa del Departamento de Bioestadística del Seguro Social, Ligia Moya, sostienen que si la obesidad sigue la tendencia actual, los padecimientos cardiovasculares, los accidentes vasculares cerebrales, la diabetes, la hipertensión y ciertos tumores mantendrán su ruta de ascenso.
La voz de alarma se dio con la Encuesta de Nutrición realizada en 1996, que determinó que un 45,9 por ciento de las mujeres en edades comprendidas entre los 20 y los 44 años, y un 75 por ciento del grupo cuyas edades van de los 45 a los 59 años, tienen algún grado de sobrepeso.
Diabetes y depresión
El jefe de la Sección de Medicina del Hospital México, Carlos Arguedas Chaverri añade un nuevo ingrediente de preocupación. Actualmente se estima que un seis por ciento de la población sufre de diabetes, pero de persistir ciertos hábitos, el grupo será más numeroso (alrededor del 8 por ciento en el 2002).
El especialista asegura que la diabetes es una de las enfermedades más costosas por los estragos, las complicaciones y secuelas que produce.
La hipertensión (mal que afecta a 20 por ciento de los costarricenses), los altos niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre se conjugan y son factores de riesgo en las primeras causas de muerte (enfermedades del aparato circulatorio, accidentes vasculares cerebrales y cáncer) en nuestro territorio. Son, como se dice popularmente, zorros de un mismo piñal.
El alcoholismo galopante es otra amenaza que se cierne sobre nosotros. El director del Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia, Luis Sandí también expresa su inquietud porque el consumo de drogas lícitas e ilícitas va en ascenso.
La preocupación es mayor en virtud de que se ha comprobado que en un 70 por ciento de los actos de violencia y casi en un 40 por ciento de los accidentes de tránsito están mediando estas drogas.
En el estudio sobre consumo de bebidas alcohólicas de 1995, la prevalencia de vida del consumo alcanzó al 62,3 por ciento de la población, sin embargo, la situación tiende a complicarse toda vez que ahora existe mayor disponibilidad y acceso a todas las bebidas alcohólicas.
Si bien este presentimiento se confirmará o descartará con el estudio que se realizará en el año 2000, la experiencia empírica demuestra que el problema está en ascenso, especialmente entre los grupos jóvenes. El consumo de tabaco también angustia, por sus conocidos efectos nocivos.
Otro ingrediente de zozobra lo pone sobre la mesa la directora del Hospital Psiquiátrico, Oliva Brenes en virtud de que sospecha que los trastornos mentales se recrudecerán en los próximos años.
Brenes considera que el estrés, los nuevos estilos de vida, el consumismo, la ruptura de ciertas estructuras sociales, entre otros aspectos, provocará el incremento de cuadros depresivos.
Advierte, además, que en los actos de violencia como los suicidios y los homicidios están de por medio los trastornos depresivos.
Por ejemplo, mientras que en 1972 los suicidios y homicidios tuvieron una tasa de 3,29 casos por cada 100 mil habitantes en 1997, la cifra se elevó a 5,30 y 5,75 respectivamente.
Los males infecciosos
Pero existe otro frente de batalla: las enfermedades infecciosas, que constituyen aún una seria amenaza para todas las naciones.
El dengue, la malaria, la tuberculosis, el cólera, las enfermedades de transmisión sexual como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), mantienen en vilo a los técnicos y autoridades de salud.
Su combate se dificulta ante la cantidad y variedad de factores que facilitan su presencia, como la acelerada urbanización, las nuevas relaciones de intercambio comercial, el hacinamiento, la resistencia desarrollada por ciertos vectores a los insecticidas, la resistencia de los microbios a los antibióticos, la automedicación y los costos que engendran las acciones terapeúticas.
Las enfermedades relacionadas con las ocupaciones laborales y las intoxicaciones alimentarias son otros dos trastornos sanitarios que los expertos temen podrían incrementarse este nuevo siglo.
Frente a todos los retos señalados, el presidente de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Rodolfo Piza Rocafort, es optimista y considera que las instituciones del sector salud se están preparando adecuadamente para atenderlos. No hay duda de que ante la magnitud de los desafíos, se requiere de visión de corto y largo plazo, creatividad, nuevos medicamentos y nueva tecnología, conocimiento científico y preparación profesional para atender, en equipo e intersectorialmente, las nuevas exigencias. Mas los especialistas mantienen la fe de que el país saldrá adelante de nuevo.

  • POR María Isabel Solís
  • Nacional
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