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Noche de resplandor en Londres

Londres. La fiesta cumplió su promesa en Londres, cuyo observatorio de Greenwich es la cuna del tiempo universal, que se iluminó con magníficos fuegos artificiales para recibir al año 2000, deslumbrando a más de 2,5 millones de espectadores, alborozados a pesar de la lluvia.
La afluencia fue tal alrededor de Trafalgar Square y del palacio de Westminster, que la policía se vio obligada a bloquear a mitad de la jornada el acceso a la ribera del Támesis.
A la altura del puente de Westminster se solicitó que se dirigiera hacia el este de la capital a la muchedumbre, lo que esta acató dócilmente, trasladándose al son de silbatos, sirenas, petardos y bebiendo alcohol.
No se registró ningún incidente notable y la policía se congratuló por la "buena conducta" de la población. En total hubo 38 detenciones y la mayoría por delitos menores vinculados al exceso de alcohol, indicó Scotland Yard.
Sin embargo, las calles de Londres quedaron repletas de basura, tanto es así, que ayer por la mañana habían sido recogidas 150 toneladas de desechos.
Unas 45 personas resultaron levemente heridas. Tres cayeron a las aguas del Támesis, pero fueron rescatadas inmediatamente por la policía fluvial que se movilizó masivamente.
Los 40.000 fuegos artificiales lanzados a lo largo de 8 kilómetros rodearon al Támesis de una aureola de colores "in crescendo" durante 15 minutos, antes de que se diluyera en el humo.
En cambio, el "río de fuego" resultó un chasco para miles de espectadores que no pudieron ver nada. "Los fuegos artificiales fueron magníficos, pero no pudimos ver nada" del río de fuego, afirmó Janet Lake, de 27 años.
Los organizadores confirmaron que, efectivamente, "no había la menor duda al respecto", que una serpiente de fuego se deslizó sobre el Támesis, pero reconocieron que la rapidez del ingenio fue tal, apenas duró diez segundos, que quedó minimizado por lo que ocurría en el cielo.
Mientras tenía lugar esta gigantesca fiesta popular, 10.000 invitados minuciosamente escogidos asistieron junto a la reina Isabel II a un espectáculo más bien heteroclítico en el Domo, un inmenso plato futurista dado vuelta en las orillas del Támesis.
El espectáculo mezcló acrobacias aéreas, números humorísticos, actuaciones musicales y danzas, con un momento especial: el célebre éxito de Los Beatles All we need is love (Lo que el mundo necesita es amor), fue cantado a coro por los espectadores, a la cabeza de los cuales estaba Cherie Blair, esposa del Primer Ministro británico, rozagante futura mamá, de 45 años.

  • POR AFP
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