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CCSS: Un híbrido extraño

Es urgente modernizar la Caja para evitar la muerte por anemia hemorrágica crónica

Hace muchos años, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), nacida para una clase obrera incipiente de la década de 1940 , fue poco a poco utilizada para fines diferentes a los de su génesis, algunos de partido, otros personalistas, otros de negocio personal u hospital privado; así, poco a poco fue forzada a tener un destino equivocado y a ser manejada con criterios entre político- burocráticos y pseudocientífico-comerciales. Iba quedando poco a poco convertida en una gigantesca e inmanejable institución de todos y de nadie.
Este doloroso saqueo era al final de todo una cosa predecible, más para aquellos que ejercimos la Medicina o que la ocupamos alguna vez para salvarnos la vida como pacientes. Por esto le teníamos un especial e indefinible cariño, pero a la vez éramos testigos mudos de una piñata voraz a muchos niveles, una cleptocracia cobarde, acantonada en las tiendas de varios partidos políticos, se iba haciendo dueña de esta institución (y de otras) . Muchos jamás pudimos ejercer la crítica dentro de ella y, una vez fuera de ese entorno confuso y kafkiano, éramos simples parias.
Somos testigos de los grandes logros médicos de algunos profesionales de bien, mujeres y hombres que trataron siempre de dar lo mejor de ellos, no de sacar lo mejor de la institución para ellos, nada, solo su tenaz trabajo e insaciable deseo de conocer y curar. Hay muchos ejemplos de esta gente preclara, algunos de ellos con no más de 35 a 55 años de edad, muchos de ellos perseguidos por los malos (hoy aún está esa torquemadeana práctica en su apogeo dentro de los reinos seculares de cada hospital).
Interinato o "Siberia". Yo no soy economista, pero creo que la CCSS debe ser transformada en algo que no fuera ese híbrido odioso en que la convirtieron algunos de sus mejores dirigentes, un extraño híbrido que maneja las finanzas a su antojo y obliga a la parte médica a hacer lo que ellos quieren hacer, so pena de ser dejados de lado e ignorados o mantenidos en un eterno interinato, otros enviados a “Siberia” (así le llaman a un piso del edificio Genaro Valverde), “donde van a recalar los viejos barcos carboneros”.
Creo que debe crearse una institución para este milenio: por un lado, la Caja de Seguro Social (CSS) para cobrar y administrar los dineros de ese inmenso banco de los costarricenses y los no costarricenses que viven entre nosotros y cotizan para sus diferentes regímenes, y por otro lado, un Instituto Costarricense de Salud y Seguridad Social (ICSS), encargado de dar asistencia medica curativa, paliativa, preventiva e investigativa, administrada con un criterio meramente técnico, ni político ni burocrático, solo médico de excelencia académica, porque profesionales excelentes los hay, y muchos.
Dinero y salud. Operaríamos en cirugía mayor a ese inútil híbrido, saqueado en el nombre de Dios, y lograríamos dos cosas: La CSS, un banco a la vista de la Contraloría y de cuyas sanas finanzas dé fe la SUGEF y, por qué no, que pueda participar en la bolsa de valores de Costa Rica (¿quien no querría comprar acciones o bonos de una institución que debería tener un piso financiero sano?). Por el otro lado, un ICSS, una institución de salud perfectamente manejada y a su vez obligada a rendir cuentas a la Contraloría y a la CSS de cómo maneje los fondos, de qué necesita para cumplir sus metas y por qué. No que diga tráiganme una jeringa o un alicate de China o de la India porque me gustan más (algunos operamos una vez con taladros manuales de cuestionada procedencia y calidad, pero ahí estaban comprados por vaya usted a saber qué médico metido a mercader de Venecia), sino porque son muy buenas y de precios normales en el mercado mundial.
Dejo esta página abierta para un futuro foro constructivo, donde pongamos –no saquemos– algo todos. Este 14 de septiembre a las 6 p. m. sentí mucha pena por mi Costa Rica; la vi tan desvalida en manos de tanto inepto y corrupto, que por eso me senté a escribir lo que debía haber escrito hace 20 años o más, pues a pesar de no escribirlo fui perseguido por algunos de sus jerifaltes. Ahora poco me importa lo que esos fariseos piensen o hagan. Mi deber es con los honestos, que son mayoría en este país; con los deshonestos tiene deberes el Fiscal General, quien sabe muy bien cómo hacer su trabajo de buscar pillines.

  • POR Rogelio Arce B.
  • Opinión
Seguro SocialWorking Class
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