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¿Quién iba a esperar un veranillo de 40 días entre agosto y setiembre en el cantón de Los Chiles? Nadie, porque en esa región con influencia del Caribe generalmente llueve fuerte en esos meses.
Pero eso sucedió allá el año pasado y, desde luego, sorprendió a los arroceros con la guardia baja.
En las llanuras de la zona norte se siembra arroz porque están incluidas dentro de las denominadas de "secano favorecido". Esto implica que no se cultiva el grano con riego porque el régimen de lluvias favorece a la región y a ese tipo de actividad agrícola.
En el distrito central de Los Chiles y en el de El Amparo el veranillo se prolongó por casi mes y medio.
Las comunidades más fronterizas y más pobres del cantón --como Cuatro Esquinas, Isla Chica, San Pablo, El Combate y Santa Fe-- recibieron directamente el impacto.
Kenneth Serrano, de la Cámara de Granos Básicos de Los Chiles, explicó que esperaban recoger en promedio entre 80 y 90 quintales por hectárea y que hubo productores con apenas 20 quintales por hectárea.
Wálter Alfaro es un productor mediano que calcula sus pérdidas en ¢12 millones, mientras Elmer Varela, quien perdió el 100% de una de sus plantaciones, dejó de percibir alrededor de ¢40 millones.
"El estado de esa gente es ruinoso", aseguró Alfaro. Uno de ellos, que prefirió que no se publicara su nombre, quedó con una deuda de ¢25 millones en un banco privado y ahora no sabe cómo le va a hacer frente.
Los productores detallaron que ante la falta de agua las espigas no "cuajaron". En general, el impacto se reconoce porque las plantaciones no alcanzaron la altura normal de las épocas con suficientes precipitaciones.
Algunos de estos productores rotan el uso de la tierra entre el arroz y los frijoles. Por eso tienen esperanza de recuperarse con este último grano, del cual la zona norte es el principal proveedor.
Pero la incertidumbre por una nueva sequía o un temporal sigue latente. En este caso, los agricultores esperan aprovechar los buenos precios por la baja oferta del grano.
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