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Por la importancia del tema, todo líder político en el país tiene la obligación de comunicar a los costarricenses cuál es su posición frente al tratado de libre comercio con Estados Unidos (TLC). De manera fundamentada debe decir si lo apoya o no, y asumir la responsabilidad política que ello conlleva. Sería bueno, además, que indique qué acciones propone para maximizar su aprovechamiento o, en caso de que se oponga, cómo piensa atraer inversión, promover la producción y generar empleo.
Por eso, no se vale lo que está haciendo don Ottón Solís, que es decir que, si el TLC que ya existe y fue aprobado por tres países se llegara a cambiar para que quede como a él le parece bien, entonces sí lo apoyaría. La renegociación no solo no es viable, sino que no es conveniente, pues el TLC contiene un resultado balanceado, fruto de un proceso de negociación en el que participaron siete países. Corresponde a don Ottón como líder político decirnos si apoya o no ese TLC, el que existe, y nos explique el porqué de su posición. Si se opone a él, como parece, debe decirlo y asumir las consecuencias de ello.
Graves errores de Ottón Solís. De acuerdo con los artículos que ha publicado en La Nación , la aparente oposición de don Ottón parte de asumir que el TLC produciría una serie de resultados negativos, así como que no es importante que los productos costarricenses tengan que pagar impuestos en Estados Unidos. A nuestro juicio, está equivocado, por lo siguiente:
1.Agricultura. Por una parte, el TLC beneficia a la gran mayoría del agro costarricense, al garantizar la eliminación, en forma permanente, de las barreras arancelarias y no arancelarias que pueden enfrentar el jugo de naranja, las plantas ornamentales, los tubérculos, las raíces, la piña, el melón y otros muchos productos agrícolas que ya Costa Rica exporta -y mucho- al mercado estadounidense. Por otra, el TLC no pone en peligro la agricultura pues i) tiene mecanismos de ajuste, transición y defensa adecuados para el agro nacional en los pocos casos especiales en que se requieren y ii) los subsidios están prohibidos -por ser subsidios a la exportación- o, en el caso de los subsidios a la producción, si bien permitidos para todos los países, Estados Unidos los otorga a productos que en su gran mayoría Costa Rica no produce: algodón, avena, cebada, maíz amarillo, maní, sorgo, soya y otras oleaginosas y trigo. La excepción más significativa es el arroz y, por eso, el TLC tiene un tratamiento especial para este producto.
2.Propiedad intelectual y salud. El TLC no prohíbe la producción, compra en el mercado costarricense, importación o distribución de medicamentos, ni genéricos ni de marca. El TLC solo manda proteger por 5 años los datos sobre seguridad y eficacia de los medicamentos que las empresas deben presentar al Gobierno para que se les autorice su venta en el país, plazo igual al que existe en Brasil, Colombia, Chile, México y Estados Unidos. Esto impide por un tiempo a las empresas fabricantes de productos genéricos en el país copiar esos datos, pero no afecta el costo de esos medicamentos ni la salud pública.
3.Inversión. Las reglas del TLC en este campo son las mismas establecidas en otros tratados de libre comercio y en 14 tratados de protección de las inversiones que Costa Rica ya tiene vigentes con Alemania, Argentina, Canadá, Chile, España, Francia, Gran Bretaña y otros. Ninguno de estos acuerdos ha presentado ningún problema para Costa Rica.
4.Telecomunicaciones. El TLC va a permitir que, además del ICE, otras empresas puedan prestar servicios de redes privadas, Internet y celulares, sujetas al marco regulatorio y al esquema de universalidad y solidaridad que el Congreso determine. Muchos países han logrado, con adecuada regulación, esos resultados, en regímenes donde también derivan los beneficios de la competencia.
5.Ambiental y laboral. El TLC establece la obligación de cada país de aplicar su propia legislación en la materia. Esto no es perjudicial para Costa Rica; todo lo contrario.
6.Aranceles en EE. UU. Don Ottón considera que la eliminación de la Cuenca del Caribe no sería tan perjudicial para los productos costarricenses pues el arancel promedio solo subiría a un 6%. Lo que pasa es que lo que cada producto paga no es el arancel promedio, sino el arancel específico por producto, el cual sería, por ejemplo, de 29,8% para el melón, de 41,5% para el jugo de naranja, de 11,3% para la yuca, de 17% para la sandía, de 35% para el atún en aceite, de 11,2% para la papaya, de 17,1% para los brasieres, de 28,3% para los pantalones, etc. Si nuestro producto está sujeto al pago de este impuesto, pero el de la competencia no, es muy probable que el importador en Estados Unidos prefiera no comprar el producto costarricense.
En todo caso, lo importante es preguntarle a don Ottón -y a los demás líderes políticos- que, si damos por hecho que el TLC es el que es y que no va a ser modificado, ¿cuál es su posición frente a él: lo apoya o no lo apoya?
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