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París AFP El euro, uno de los emblemáticos pilares de la Unión Europea, sufrió la semana pasada las consecuencias del sismo político que estremeció al continente y lo sumió en una de sus más graves crisis de las últimas décadas tras el rechazo a la Constitución del bloque en dos referendos.
El doble "no" francés y holandés al Tratado constitucional fue un duro revés que paraliza un proceso de construcción iniciado hace medio siglo. Peor aún, se produjo en un contexto de fragilidad económica que tumbó la divisa europea.
En solamente una semana -la semana negra de Europa-, el euro perdió un 2% de su valor frente al dólar. Desde principios de año, ha caído cerca de un 10%, en un declive paralelo a esta constatación de los mercados: en 2005 la economía europea flaquea mientras la estadounidense es sólida.
Ahora, el rechazo de Francia y Holanda -dos países fundadores de la Unión- puede hundir al euro, "ese poderoso símbolo de la unidad europea", en una "espiral de baja", escribió The New York Times .
En Europa, crecen las críticas a la unión monetaria y sus instrumentos -el euro y el Banco Central Europeo-, convertidos en chivos expiatorios de los males que aquejan a Italia, Alemania o Francia.
El argumento esencial es que la moneda única no trajo la anunciada prosperidad económica.
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