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Motor de plasma, el proyecto de toda una vida

El astronauta Franklin Chang Díaz ha pasado la mitad de su vida desarrollando un motor impulsado por plasma, el cual podría llevar al primer hombre a Marte.
El proyecto es uno de los más ambiciosos para la NASA y podría revolucionar el futuro del transporte espacial.
El motor lleva por nombre VASIMR (cohete magnetoplasmático de impulso específico variable, por sus siglas en inglés).
Solo funciona en el espacio porque requiere del vacío para operar.
Para la investigación, Chang y su equipo simulan ese vacío en el laboratorio, pero las limitaciones de la atmósfera de la Tierra les permiten operarlo solo durante unos cuantos segundos.
El plasma es el cuarto estado de la materia después del sólido, líquido y gaseoso. Se produce al separar el electrón del núcleo de un átomo de deuterio (hidrógeno pesado).
Esa separación se logra usando un "microondas" gigantesco.
Una vez separadas, las partículas adquieren tal energía que su temperatura se eleva a cientos de miles de grados centígrados.
Como no existe ningún material que pueda contener el plasma energizado, Chang decidió utilizar un "recipiente", definido por un campo electromagnético.
Ese campo es generado por unos potentes electroimanes y evita a las partículas quemar cualquier otro material.
El campo electromagnético también acelera, a tremendas velocidades, tanto los electrones como el núcleo (protón y neutrón) en una misma dirección.
Al salir por la corneta, crea el impulso del cohete.
Como el plasma no toca ningún material, el motor tiene pequeñas ventanas que dejan ver la columna rosada encendida.
La cantidad de combustible (deuterio) que requiere el motor de plasma es ínfima, comparada con la que necesitan los cohetes convencionales.
Por ejemplo, para mantener la Estación Espacial Internacional en órbita se requieren siete toneladas de combustible tradicional al año. Si los motores fueran de plasma requerirían únicamente 120 kilos de combustible.
Así, mientras hoy cuesta $140 millones llevar el combustible a la estación, dentro de tres años, cuando el equipo concluya la fase experimental del motor, el costo será 100 o más veces menos.

  • POR Marcela Cantero
  • Vivir
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