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El sufragio es función cívica primordial y obligatoria. Así lo estipula la Constitución Política. Los ciudadanos debemos votar en las elecciones para elegir a las autoridades.
Hay quienes conocen bien a los candidatos y votan fervorosamente por aquellos que juzgan idóneos. Otros electores no los conocen y se guían por opinión ajena. A otros les da lo mismo uno que otro y llenan cualquier casilla, pensando que quienes los proponen deben haber tratado de postular a buenas personas. Hay electores a quienes no gusta ningún candidato.
A la tesis mayoritaria. Aprendí hace cuarenta años, en consultas que se hacían para decidir lo relativo a la elección de autoridades en una institución, que el voto en blanco puede significar muchas cosas en la perspectiva del votante. Pero para quienes hacen el escrutinio de los votos es un voto indiferente. Lo mismo le da a quien lo emitió un candidato que otro. En esa institución se llegó a establecer, en consecuencia, que los votos en blanco, precisamente por ser indiferentes a la elección de candidatos, puesto que no definen nada, al final del escrutinio se deben adjudicar a la tesis mayoritaria. Y así se resolvió para siempre.
Diferente es el caso de quien anula su voto, porque de ese modo quiere expresamente indicar que no quiere otorgárselo a nadie.
Sociedad y autoridad. En lo referente a la elección de autoridades públicas, hay que recordar que el hombre es un ser social; que no puede haber sociedad sin autoridad. Que si la autoridad no se elige por vías legales, surgirá de hecho de un modo u otro, provocando con frecuencia la presencia de gobernantes despóticos. Por ello, viviendo en un régimen político en el que las autoridades se eligen mediante el voto mayoritario del pueblo, es necesario que los ciudadanos entiendan que, si no eligen a sus gobernantes mediante el sufragio, las vías de hecho lo impondrán. Y esto constituiría un retroceso de graves consecuencias.
Por ello, debe comprenderse que el voto en blanco es indiferente. La mejor tesis es adjudicarlo a la tesis mayoritaria, en razón de que es indiferente y de que la nación no puede estar sin gobernantes.
No hay perfección. He votado en elecciones para elegir presidente y vicepresidentes de la República, diputados, regidores y síndicos desde 1955 hasta la fecha. Nunca he votado en blanco y siempre he dado mi voto a quienes me ha parecido que podían gobernar bien. No siempre triunfaron los candidatos de mi partido. Pero así ocurre en las elecciones. Cuando mis candidatos ganaron, no siempre gobernaron tan bien como a mí me hubiera gustado. Pero no hay gobierno perfecto.
Milito con la Coalición Movimiento Libertario. Daré mi voto por sus candidatos. Pero veo que en los otros partidos hay candidatos idóneos para los diversos puestos. Cualquier nación podría alegrarse de que sus ciudadanos tuvieran tantas opciones para elegir.
Lo perfecto es enemigo de lo bueno. No se trata de elegir superhombres ni estadistas triple A, Sino ciudadanos como todos los demás, con sus virtudes y sus defectos, a quienes hay que ayudarles, cuando resulten electos, para que puedan hacerlo bien. Porque es muy difícil al presente ser gobernante, sobre todo en Costa Rica.
Quien vota en blanco merece que su voto se dé a los candidatos que obtengan el mayor número de votos. La patria no puede estar sin gobernantes. No votar es alimentar la anarquía.
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