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La función pública implica una vocación de servicio y una cuota innegable de sacrificio personal. En un país en donde la cultura de la "serruchada de pisos" prevalece, reconocer los méritos de forma objetiva y balanceada es poco practicado, y hacerlo con relación a funcionarios públicos es incluso mal visto, porque se confunde con la complacencia, la alcahuetería, o con cálculos personales.
Quisiera romper esas costumbres culturales haciendo un reconocimiento público a los funcionarios de la Dirección General de Tributación, personificado en su Director General, Francisco Fonseca, por los innegables logros recientes y las perspectivas del mejoramiento en la gestión tributaria que se están evidenciando.
Habría que recordar que las cifras de recaudación al cierre del año 2005 mostraron un incremento del 19,5% con respecto al 2004, cifras que superaron claramente las proyecciones originales, y los datos del arranque del 2006 mantienen esta tendencia al alza.
Aunque el comportamiento de la recaudación obedece a una serie de factores económicos, es indudable que la mayor presencia fiscal fortaleció la "sensación de riesgo" que estimula un mejor cumplimiento voluntario de los contribuyentes, por lo que el factor "eficiencia" ha incidido sólidamente en estas cifras positivas.
Para el Presupuesto del 2006, la Tributación incrementa en 247 plazas su personal, lo que representa un incremento aproximado del 30% de la planilla vigente al concluir el 2005. Este aumento de plazas va encadenado a la meta de recuperar esta inversión en un máximo de un año a través del aumento de la recaudación, muestra de que con más cacao se hace más chocolate.
Entre los retos importantes que encara la Tributación, se destaca la necesidad de consolidar un sistema integral de indicadores de rendimiento y productividad, que permita hacer evaluaciones más técnicas de la "mejora en el cobro de los tributos". A la vez, la DGT no puede posponer el fortalecimiento de la División Normativa, para que haga un sólido contrapeso a la mentalidad dominante de considerar la fiscalización como una fábrica de cuentas por cobrar.
A la vez, se debe precisar una política sancionatoria integral, que permita calibrar con fineza los casos que tienen fundamento para denuncias penales, y superar la etapa de experimentación que ha caracterizado el inventario acumulado de denuncias presentadas al Ministerio Público.
A pesar de las debilidades y falencias existentes, el balance ha sido muy positivo, y don Francisco debe continuar, para no interrumpir ni poner en riesgo el proceso actual. Para dar un salto cualitativo irreversible de eficiencia, el barco de la Tributación no debe cambiar de capitán, sobre todo cuando éste muestra pericia en el timón.
Su continuidad honraría la aspiración de "meritocracia" del nuevo Gobierno.
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