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En La Nación ( 11/3/06 ) se anunció un nuevo cambio de rutas y paradas de los buses que entran a la capital por el oeste. En desarrollo urbano, crecimiento del sistema vial y de organización del transporte público siguen vigentes los criterios de hacer lo posible y no lo necesario, en la ruta a mejorar la calidad de vida del ciudadano.
Los problemas del transporte público de la capital no se resuelven simplemente "jalando" paradas y líneas de buses de un lugar a otro, sin tomar en cuenta criterios de funcionamiento global de la capital y tendencias y necesidades de desplazamiento de los usuarios. El reciente conflicto entre taxistas legales y "porteadores" indica que, para atender los problemas de funcionamiento de la capital, se necesitan visiones y enfoques globales, algo más que "jalar" paradas y líneas de buses.
Crecimiento y demanda. En la actual etapa de desarrollo del área metropolitana, se observa que, al desaparecer el centro histórico -donde se concentraban las zonas comerciales y de servicios más importantes, los hospitales y hasta los cines-, la demanda de transporte público ha cambiado en intensidad y orientación. La organización de centros comerciales modernos, de centros de oficinas y zonas industriales, de centros universitarios diversos y zonas residenciales "emergentes", que dan al área metropolitana carácter policéntrico, los criterios de organización del transporte público deben modificarse sustancialmente, con nuevos patrones de distribución que concilien las tendencias de crecimiento de la ciudad con las demandas de los usuarios.
Así como los ajustes que se están generando en el sector productivo, estimulados por los procesos de apertura, suponen la organización de nuevas rutas de transporte centroamericano, la implantación de criterios de eficacia en la circulación de mercancías y su manejo a costos razonables, a los puntos de embarque, de la misma manera, debemos ordenar el crecimiento urbano y territorial de las ciudades, para que puedan absorber las nuevas demandas de servicios y empleos. Aplicar criterios de desregulación, que ya se anuncian, y pretender que el mercado pueda resolver los problemas de funcionamiento del transporte público no es un paso en la dirección correcta.
Problemas estructurales. Hay que reconocer que el objetivo del transporte público es el servicio al ciudadano y de ninguna manera se puede convertir en una actividad para disipar los niveles de desempleo o en su defecto pagar favores políticos con la asignación de placas y concesiones. Los servicios informales de transporte, que han proliferado, han sido respuesta a dos problemas estructurales fundamentales: La economía del país no ha mantenido los ritmos de crecimiento que permitan crear los empleos necesarios y el sistema de transporte público de la capital no responde, desde el punto de vista de diversidad y distribución espacial, a los requerimientos del usuario.
Es posible resolver los problemas del transporte público y del desarrollo urbano y vial de la ciudad, pero para lograrlo es necesario afectar intereses. Para modificar los esquemas vigentes de transporte público en todas sus manifestaciones, hay que aplicar medidas correctivas, que obliguen a la cancelación de concesiones vigentes y establecer derechos de vía. "Jalar paradas y líneas" no es precisamente la respuesta.
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