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Entre diciembre y enero pasados, la Calle Carvajal, en Río Azul de La Unión, Cartago, volvió a poblarse de nuevo.
A los afectados por la emergencia del 8 de julio de 2005, donde murió un matrimonio, se les agotaron los ¢150.000 que les entregó el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS ) para pagar alquiler en una zona más segura.
También se les acabaron los pocos ahorros que tenían, lo que aumentó la necesidad de volver.
Por eso ahora, sigue viviendo gente bajo la ladera que con solo asomarse al patio amenaza y asusta.
La noche de aquel viernes 8 de julio una masa de agua y lodo destruyó dos casas.
En una de ellas quedaron sin vida Wílliam Alberto Seas Carvajal, de 32 años, y su esposa, Ana Isabel Hernández Ramírez, de 29. Sus hijos, Diego, de 13, Daniela, de 10, y Natalia, de 6, se salvaron porque se encerraron en el baño, la única parte de la casa construida con cemento.
Tras la emergencia, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) recomendó la reubicación de 50 familias, pues toda el área está bajo amenaza.
Sin embargo, ocho meses después, casi todo el poblado sigue ahí expuesto a la amenaza de siempre.
Según el alcalde de La Unión, Guillermo Zúñiga, no conoce ningún proyecto para resguardar a la comunidad aunque se comprometió a ponerle atención al caso.
"Nos preocupa Calle Carvajal y Linda Vista en La Unión. El comité local de emergencias me dijo que no hay ninguna previsión. Creo que ha fallado el Gobierno", dijo Zúñiga.
Igualmente, no hay ningún proyecto en espera en el Ministerio de Vivienda.
Ante la situación, y con un pronóstico de lluvias fuertes, los vecinos más cercanos del sitio de la tragedia han comenzado a ahorrar para volver a alquilar, por lo menos durante los meses de la época lluviosa.
María Elena Seas recuerda la muerte de su hermano y cuñada cada vez que sale de su casa, pues ahí están los escombros.
"Yo le digo a mi esposo que quisiera ver de nuevo la casita de Mami llena de matas y siempre llena de sobrinos", dijo.
Ella es la única que tras mucho esfuerzo y trámites obtuvo el bono de vivienda por ¢6 millones, pero aún no encuentra una propiedad de ese valor.
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