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Cuando se pretende justificar los experimentos con embriones humanos, solo hay algo racionalmente aceptable: negar al embrión la condición de ser humano.
Hace unos años se conoció el mea culpa de la inglesa Anne McLaren, genetista que inventó el debatido término de los 14 días, antes de los que el embrión no debería considerarse persona. Se trata, como se sabe, de una frontera totalmente arbitraria en lo biológico. La genetista escribió un ensayo para tomar distancias de su invención cronológica.
Hoy la comunidad científica y médica mundial no cuestiona la existencia de vida humana en el embrión desde el primer momento de su existencia y así se refleja en la literatura científica. Jerôme Lejeune, catedrático de Genética de la Sorbona (París), afirmaba que "desde el momento mismo de la fecundación, desde el instante en que a la célula femenina le llega toda la información que se contiene en el espermatozoide, existe un ser humano".
Otros argumentos que justifican la experimentación con embriones ligan el derecho a la vida a alguna característica humana determinada; es el caso, entre otros, de Peter Singer, profesor de Bioética en la Universidad de Princeton (EE. UU.) que en el libro Ética práctica afirma: "Un niño de una semana no es un ser racional y autoconsciente, y hay muchos animales cuya racionalidad y autoconciencia es superior a la de un ser humano de una semana e incluso de un año. (...) La vida de un recién nacido tiene menos valor que la vida de un primate, un perro o un chimpancé". No hace falta ninguna convicción religiosa, solo racionalidad y sentido común, para entender que aceptar esa afirmación sería hacer del hombre un lobo para el hombre.
Vergonzosa exclusión. La historia cuenta con momentos vergonzosos de exclusión de persona que carecían de las capacidades requeridas y no eran dignos de respeto: esclavos, negros, mujeres, judíos, discapacitados, etc. Responde a la misma lógica discriminar a un ser humano por cualquiera de las razones anteriores, que son características físicas, como por su nivel de autoconciencia o el número de células que tiene en un momento dado, que son también características físicas.
Tenemos grandes posibilidades de seguir avanzando en investigación científica sin experimentar con embriones humanos. Las células madres procedentes del cordón umbilical han dado grandes resultados. Se ha conseguido generar tejido nervioso a partir de células de la grasa corporal, y así un largo etcétera.
Enorgullezcámonos en Costa Rica de proteger a nuestros iguales más pequeños, indefensos por su tamaño, y sigamos mostrando al mundo que hemos optado por el respeto de la dignidad humana por encima de cualquier interés económico o particular.
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