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El 48% de los estudiantes de secundaria abandona las aulas, cuatrocientos cuarenta mil infantes se encuentran en estado de pobreza, cientos de jóvenes pierden las pruebas de bachillerato, no encuentran trabajo y no se incorporan a otras opciones formativas, miles de bachilleres no son admitidos en las universidades públicas, y los que ingresan se ven sometidos a un itinerario burocrático, lento, ineficiente, plagado de ideología.
En las universidades privadas, con honrosas excepciones, reinan la capacidad de pago y la baja calidad educativa; en las instituciones públicas el buen servicio es una rareza, por la cual alguien sueña con premios económicos y estímulos morales, la corrupción carcome todo el sistema y en sus muros gotea la sangre de inocentes, asesinados en cualquier calle, espacio público o privado. Estos hechos revelan un fenómeno corrosivo: exclusión social combinada con corrupción y mediocridad.
Cultura esquizofrénica. Lo anterior acontece en el marco de una cultura esquizofrénica que propicia el sensualismo sin límites ni escrúpulos. Como reza un letrero publicitario que alguna vez leí en algún negocio josefino, "la vida es complicada, la diversión no", diviértase entonces, aconseja este y otros dichos mercadológicos, no importa si el mundo se le viene encima, si en sus narices violan, matan, roban y engañan, usted contorsione su cuerpo, empequeñezca su mente, alucine, ríase sin parar, sea parte del rebaño, nútralo y aliméntese de él, emociónese con la última moda, compórtese como si trabajara, como si amara, como si conociera, como si fuera feliz.
Creyente o no creyente, da lo mismo, no se complique, manténgase en la superficie, inmóvil, evada compromisos y profundidades, crea en todo lo que le digan, renuncie a pensar, entréguese a la rutina, muérase en ella, apasiónese con chismes, chistes, infidencias, delaciones, lemas y consignas, mienta sin tregua, que algo queda, recuerde que Internet es un lugar maravilloso para depositar volúmenes ilimitados de basura en el ciberespacio infinito. No lo desaproveche, goce, beba y coma, tiemble de placer, el mundo es un inmenso chupón para que usted succione el océano de sensaciones, narcocultura, ideologías, miedo y horror que le ofrece.
Proceso autodestructivo. Analizando lo anterior recordé que Federico Nietzsche (1844-1900), en el otoño de 1888, escribió una obra publicada en forma póstuma bajo el título La voluntad de poder. ¿Qué relación guarda ese texto con el referido paisaje sociocultural? El escenario indicado exterioriza un proceso autodestructivo, según el cual la concreción de altos ideales, valores y compromisos dignos es vana ilusión. Goethe (1749-1832), Sartre (1905-1980), Camus (1913-1960) y Nietzsche califican esta visión como nihilista. El nihilismo está ante la puerta. ¿De dónde nos llega este, el más inquietante de todos los huéspedes? (La voluntad de poder, pág. 31). Nos llega de una crisis de confianza en la ética y en el conocimiento, que pone en duda la veracidad de los valores y la posibilidad de conocer y en cuyo altar se sacrifica lo positivo y ascendente. En el fondo, se trata de una renuncia a la verdad, que se estima inexistente, relativa al propio egocentrismo o imposible de conocer.
En esta sociedad nihilista, prisionera del frenesí cotidiano, extasiada en innumerables manipulaciones y mentiras, conviene preguntarse si ocurrirá lo vislumbrado por Nietzsche para cualquier nihilismo: su naufragio en una serie de ruinas, destrucciones y demoliciones, acompañadas por un cúmulo inimaginable de violencia y dolor? “¿Qué agua servirá para purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué ceremonias sagradas tendremos que inventar…?”. (Nietzsche, Federico. La Gaya Ciencia en Obras Escogidas, volumen II, pág. 995). ¿Cómo revertir este viaje al precipicio? ¿Cómo remar con remos de oro? Piense en estas preguntas y sea, con su vida, la respuesta.
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