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Londres. EFE. Las dimisiones en el seno del Gobierno laborista se sucedieron ayer en cascada, aumentado la presión sobre el primer ministro británico, Tony Blair, para que anuncie oficialmente en qué momento dejará el poder, como ha prometido.
Seis miembros del Gobierno, de escalones inferiores al de ministro, renunciaron a sus cargos en protesta por la renuencia del líder laborista a fijar una fecha a su retirada tanto del liderazgo del Partido Laborista como del número diez de Downing Street.
Un tabloide normalmente bien informado en cuestiones que atañen a Blair, el derechista The Sun , de Rupert Murdoch, aseguraba conocer ambas fechas.
Según The Sun , Blair renunciaría el próximo 31 de mayo al liderazgo laborista y abandonaría el 26 de julio, antes del receso parlamentario, su despacho gubernamental, algo que nadie ha confirmado.
Con anterioridad, dos aliados de Blair, el ministro del Medio Ambiente y Asuntos Rurales, David Miliband, y la secretaria de Estado de Exclusión Social, Hilary Armstrong, dijeron que Blair dejaría el cargo dentro de 12 meses.
Muchos creen que Miliband y Armstrong no hicieron ese anuncio sin contar con el visto bueno del Primer Ministro, y atribuyen sus comentarios a un intento de aplacar a los rebeldes del partido.
De nada sirvió, sin embargo, esa supuesta maniobra, pues inmediatamente los aliados del hombre que aspira a sucederle, el titular del Tesoro, Gordon Brown, dijeron que necesitaban mayores seguridades.
Los hechos se precipitaron con la renuncia de los seis miembros del gobierno, todos ellos signatarios de una de varias cartas que circulan en Londres instando a la renuncia de Blair.
El más significado es el subsecretario de Defensa, Tom Watson, promocionado por el propio Blair, que argumentó en su renuncia que "no interesa ni al partido (Laborista) ni al país" que el Primer Ministro continúe en su puesto.
Blair se apresuró a emitir un comunicado en el que explicaba que de todas formas él habría despedido a ese subordinado por poner su firma al pie de una carta “desleal, descortés y errónea”.
Aludiendo sin duda a los 18 años que los laboristas pasaron en la oposición antes de regresar al poder en 1997 con Tony Blair, este advertía además, en el comunicado, contra el daño que las divisiones internas podrían causar al partido.
“Estamos a tres años de las próximas elecciones. Tenemos una fuerte plataforma política, y por primera vez en 100 años de historia no hay una división ideológica fundamental en el Partido Laborista”, señaló Blair.
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