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Bien decía el exministro de Agricultura y Ganadería Guillermo Iglesias Pacheco (q. e. p. d.) que, cuando llegaba al MAG un nuevo ministro, si no tenía nada que hacer, por lo menos cambiaba los escritorios y sillas de lugar.
El cambio de nombre del MAG en esta administración es un desprecio para los agricultores y ganaderos, un presagio de la poca atención que se dará a la producción agropecuaria y coincide, justamente, con lo que se vaticina con la puesta en marcha del TLC.
Debemos recordar que en la administración de don Cleto González Víquez se creó la Secretaría de Agricultura y se instaló nada menos que en el segundo piso de la antigua Casa Presidencial, dada la importancia que precisamente se otorgó a esta actividad nacional que ha sido fuente de riqueza del país, hasta hace pocos años. Bajo la presidencia del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, se elevó la Secretaria a Ministerio de Agricultura y Ganadería (1940) y así se ha conocido esta institución, que ha logrado grandes éxitos en el desarrollo del agro nacional, gracias a excelentes profesionales que pusieron todo su conocimiento y esfuerzo al servicio del país.
Logros históricos. Sin profundizar mucho en estos éxitos, debo citar la obra Historia agrícola de Costa Rica, del ingeniero Alberto Sáenz Maroto, que recopila los avances que vivió Costa Rica desde la colonización hasta 1970, cuando se publicó el libro. Luego, para conocer los logros en el campo agropecuario de esa fecha al presente, cito el Libro de oro del Colegio de Ingenieros Agrónomos, una recopilación de varios especialistas, todos relacionados con el agro y que han vivido la transformación en estos años.
Los acontecimientos en la larga historia de nuestro desarrollo rural nos arraigan al nombre de la institución que hoy desaparece, sin motivo, para confundirlo con otra denominación que abarca todo un universo de actividades de toda índole, que puede ser desde producir zapatos, llantas, camisas, etc. hasta la producción agropecuaria. Sin embargo, los productos mencionados son industriales, elaborados por máquinas y lo agropecuario viene de la tierra, producido con la mano y esfuerzo del agricultor, grande, mediano o pequeño, pero inherente a una sola actividad muy específica y muy loable porque es la que nos proporciona la comida.
Avance notorio. Entonces, ¿por qué cambiar el nombre a un Ministerio que califica con toda claridad la función que desempeña y que ha sido por décadas el motor del desarrollo agropecuario? Quienes no conocen los logros del MAG dicen que este se puede cerrar y que no se va a sentir, pero analicen la labor del servicio de extensión agrícola a través de los años, la investigación en caña de azúcar, arroz, frijoles, maíz, ganadería, café etc. y se darán cuenta de que Costa Rica es el país más avanzado en conocimientos técnicos de Centroamérica. Sucede que mucha de esta información no fluye adecuadamente por falta de recursos, ya que el MAG ha sido usualmente castigado en su presupuesto por no ser una institución del orden político y prioritario de los diferentes gobiernos. Igual sucede con las universidades estatales, en lo que concierne a la investigación agrícola y su difusión.
Existe mucha documentación sobre el efecto negativo que el TLC va a tener sobre la agricultura nacional, conociéndose de antemano que, en este campo, llevamos la de perder por las razones repetidamente expuestas por diversos ciudadanos en los medios de comunicación y que todo costarricense debe conocer a estas alturas. Entonces, pareciera que nuestros campos ya tienen la guerra declarada, tanto por este convenio como por la presencia del Ministerio de la Producción, que, sin lugar a dudas, dará prioridad al desarrollo de la industria manufacturera de bienes exportables que no tengan gravámenes en EE. UU. y tampoco competencia por subsidios.
Entonces, ¿por qué al menos no se le llama a esta institución que emerge "Ministerio de Agroindustria" para que nuestros agricultores sientan que al menos se les va a dar cabida, ayuda y protección, y para reconocer el mérito que tiene la agricultura nacional?
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