Adaptación Social y el Hospital Nacional Psiquiátrico no solo deben lidiar con perturbados mentales que cometen delitos; también deben hacerlo con reos que sufren padecimientos de esa índole producto de crisis.
Los casos más graves son atendidos en ese centro médico. En setiembre del 2005, un estudio efectuado por el Ministerio de Justicia detectó que 76 presidiarios padecían de algún tipo de discapacidad mental.
Los reos sufrían males como esquizofrenia paranoide, disfunción cerebral, impulsividad agresiva y brotes sicóticos paranoides, entre otros.
"El Área de Salud (del Ministerio de Justicia) nos ha manifestado que no todos los pacientes (con alteraciones mentales) requieren de un internamiento. Algunos están bien con terapia y medicamentos. A otros hay que separarlos de la población penitenciaria para evitar que les hagan algún daño", dijo Guillermo Arroyo, director de Adaptación Social.
El funcionario estimó que por mes pueden estar internados en el Pisquiátrico entre uno y cinco privados de libertad.
Pocos pero delicados. Del total de presidiarios aquejados por problemas mentales, siete de los casos son considerados como “delicados”.
El cuido corre por cuenta de la Policía Penitenciaria.
A otros hay que movilizarlos ante crisis repentinas, como acaba de ocurrir con un presidiario de 22 años, quien fue trasladado a ese centro el 10 de agosto.
El sujeto –encarcelado por una tentativa de homicidio– dijo pasar por una crisis depresiva. Los exámenes médicos concluyeron que el reo está en pleno uso de sus facultades mentales. En su expediente lo calificaron como una persona “manipuladora convincente”.
“Nosotros podemos llegar a un criterio médico, pero este no es vinculante para un juez.
“Él decide si lo acepta o no”, indicó el doctor Mariano Vargas, funcionario del Hospital Psiquiátrico.