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Tragamonedas resurgen en pulperías, sodas y bares

Municipalidades reconocen haber disminuido controles y operativos Municipio de Heredia autorizó a 262 personas explotar aparatos

Las máquinas tragamonedas reaparecieron en las pulperías, supermercados, sodas, bares y otros comercios.
En muchos de esos sitios están al alcance de los menores de edad pese a que existe una prohibición legal y a que se han hecho advertencias sobre su efecto adictivo.
La Nación observó ayer escolares y colegiales jugando con esas máquinas en barrio Cuba, San José, y Parrita. Algunos de ellos se gastaron el dinero que les dieron sus papás para la merienda.
La reaparición de estos juegos ocurre porque algunas municipalidades disminuyeron los controles y los operativos para detectar las tragamonedas.
Incluso, otros municipios decidieron otorgar permisos de funcionamiento para estos aparatos a cambio de una tarifa de ¢3.000 mensuales por máquina.
El problema es que la patente establece un horario de funcionamiento (de 4 p. m. a 10 p. m. entre semana y de 1 p. m. a 11 p. m. los fines de semana), pero muchos comercios lo incumplen.
Poca revisión. Mario Morales, presidente de la Unión Nacional de Gobiernos Locales (UNGL), reconoció ayer que los municipios bajaron la guardia en cuanto a la erradicación de estos aparatos.
Hace dos años, municipios como Alajuela, Nicoya, San José y Curridabat hicieron intensos operativos para sacar estas máquinas de sus jurisdicciones.
Sin embargo, Morales alegó que los controles se debilitaron por la falta de personal y porque los municipios deben atender otros asuntos.
El jerarca también denunció que algunos distribuidores burlan los escasos controles colocando permisos de máquinas legales en las tragamonedas.
La Ley de juegos , que rige desde el 31 de agosto de 1922, establece que "son prohibidos todos los juegos en que la pérdida o la ganancia depende de la suerte y no de la habilidad o destreza del jugador".
Además, la Procuraduría General de la República ha dicho que solo son permitidas las máquinas donde no medie el azar.
Las tragamonedas dependen de la suerte, pues el cliente deposita ¢100 y presiona un botón que lanza varias bolitas, y si forman alguna fila ganan desde cuatro veces la inversión hasta el premio acumulado, que podría ser de ¢5.000.
Por otra parte, dar un premio económico es prohibido excepto en los juegos de la Junta de Protección Social o el bingo de la Cruz Roja.
Estas máquinas son colocadas por empresas que le dan al dueño del comercio entre un 25% y un 30% de las ganancias.
La Nación intentó ayer obtener la reacción de las empresas Rey Dragón S. A. y Magia Internacional; sin embargo, no aparecen registradas en la guía telefónica.
Mientras que en Mundo de Peluches no devolvieron la llamada.
Permiso. La Municipalidad de Heredia otorga patentes para máquinas tragamonedas, reconoció Ángela Aguilar, jefa de rentas.
El interesado debe entregar un informe hecho por un ingeniero mecánico o eléctrico que indique que la máquina no es un juego de azar, sino que se requiere de la habilidad del jugador para ganar.
Además, el documento debe ser autenticado por un abogado, pero el municipio no revisa el aparato.
“No tenemos capacidad de investigar técnicamente el funcionamiento de la máquina. Confiamos en los documentos porque los abogados tienen fe pública”, indicó.
En Heredia hay 262 patentados con máquinas, y solo uno de ellos tiene 50 tragamonedas.
La Municipalidad de San José clausuró 103 máquinas este año.
“Cada vez que hacemos un operativo se las llevan a otro cantón. No me extrañaría que hayan vuelto a San José”, dijo la alcaldesa suplente Maureen Clarke.
La mayoría de ayuntamientos no decomisan las tragamonedas pues no tienen un sitio donde guardarlas. Por ello, optan por cerrar los negocios donde funcionan. Colaboraron: Francisco Angulo, Oliver Pérez y Diego Carrillo.

  • POR Jairo Villegas S.
  • Nacional
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