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Vanesa soñó

Soñaba que podía marcar la diferencia, pero fue brutalmente violada y asesinada

Encontraron su caballo perdido; su sombrero, empapado de sangre. Vanesa había sido brutalmente violada y asesinada, en la primera semana de septiembre, por atreverse a soñar siendo mujer.
Vanesa nació en Portugal. Hablaba cinco idiomas. Tocaba guitarra y flauta dulce. Amaba los animales.
Había vivido la exuberancia del bosque y la impotencia de la miseria desde la India hasta el Perú. Eligió soñar que podía marcar una diferencia y eligió al CATIE, en Costa Rica, para su doctorado.
En medio del bello valle de Turrialba, con vista al volcán y escuchando lapas, Vanesa imaginó que el trópico americano podía ser un mejor lugar. Con estudiantes y profesores construyó ideas y propuestas.
Soñó que productos no madereros del bosque podrían mejorar la calidad de vida. Eligió un paraje remoto en la Amazonia brasileña para probarlo.
Hoy, las banderas del país que la acogió y la Universidad que la nutrió ondean a media asta. Estudiantes de zonas rurales que procuran soluciones sostenibles a la pobreza rural, ven las banderas con incredulidad. La mitad de estos estudiantes son mujeres, todos con sus vidas en línea a los bosques latinos.
Latinoamérica hierve. Mientras camiones ganaderos llevan inmigrantes ilegales a recolectar café en las montañas, hay automóviles Jaguar en venta en la capital. Costa Rica refleja los contras-tes que resquebrajan capital social y catapultan violencia.
Hoy, investigadores en tala ilegal y mercados justos de CATIE se preguntan si sus estudiantes ponen en riesgo sus vidas al buscar opciones. Las fronteras boscosas de nuestra región –escondites ideales y brechas desgarradas– fueron cuna de muchas revoluciones en décadas previas a la nuestra. La actual es década de frágil galanteo con la democracia, en vez de la burda imposición de la fuerza; pero no fue violencia de nuestra sociedad dividida la que nos arrebató a Vanesa. Fue su atrevimiento.
Pioneras soñadoras. Vanesa se atrevió a ser pionera siendo mujer, así como Maureen Hidalgo se atrevió ser individuo siendo esposa, y una joven madre se atrevió a ser asesora parlamentaria confiando en que su desempeño laboral bastaría para su sueño profesional.
Lloramos a Vanesa con la certeza de que, si un hombre hubiera sido líder de la investigación, esto no habría pasado. Vanesa abrazó su derecho a aportar a la sociedad como ser humano solidario, no como alguien con libertades coartadas. Ese fue su crimen.
Rabia e impotencia desgarran sabiendo que estas mujeres de las noticias son ínfima muestra de las que abortan sueños bajo un velo, palabras que degradan o un cuchillo. El mundo de mis hijos sigue sin su contribución.
Vanesa: esa burda imposición de la fuerza bruta que te arrebató de nuestra realidad será aplacada por el puño de la razón y la esperanza. Tu testarudo deseo de construir puentes y encontrar opciones prevalecerá. Sos ya inspiración de jóvenes que, como vos, pregonan cambios a gritos con sus acciones.

  • POR Olga Marta Corrales
  • Opinión
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