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Violencia y ecología social

No hay relación directa entre las carencias económicas y la inseguridad

José Manuel Hermida, representante del PNUD en Costa Rica, nos señaló, hace unos días, que la pobreza no es la causa fundamental de la violencia y de los hechos delictivos en nuestro país. Esta revelación procede de un estudio reciente de ese organismo, según el cual no parece existir una relación directa, de causa y efecto, entre las carencias económicas y la inseguridad. En la base de las más crudas patologías sociales se encuentran, más bien, la desigualdad y los efectos de la urbanización. Estamos, sin duda, ante un valiosísimo descubrimiento.
Desde la perspectiva política y social, los resultados de este trabajo del PNUD sobre (In)Seguridad Ciudadana muestran que no podemos hablar de un desarrollo sostenible si el crecimiento económico no va acompañado de la creación de oportunidades y, en particular, de políticas redistributivas que fomenten la inclusión y la formación de la gente, con calidad.
Lo que este trabajo muestra se puede reforzar con los hallazgos de una valiosísima investigación liderada por Felton Earls, psiquiatra y científico social de Harvard, conocida como "El Proyecto de los Barrios de Chicago". Este estudio analizó 196 vecindarios diversos, desde localidades de extrema pobreza hasta lujosas áreas de clase alta. Se concentró detalladamente en más de 11.000 cuadras que fueron registradas en video y analizadas meticulosamente. La información resultante fue cruzada con los registros de robo, homicidio y drogadicción de las estaciones de Policía de los barrios donde se ubicaban las manzanas estudiadas. Estos datos, a su vez, se cruzaron con entrevistas, cara a cara, a más de 8.000 residentes.
¿El resultado? Las variables más importantes asociadas a la violencia y la criminalidad resultaron ser dos: la concentración de pobreza en zonas específicas y algo que los científicos sociales han denominado el grado de “eficacia colectiva”.
No hay duda de que es imprescindible crear oportunidades objetivas y efectivas para superar la marginalidad y el hacinamiento y para generar mejores condiciones de ingreso. Sin embargo, la más importante intervención para superar la inseguridad y el crimen, la insoslayable, parece ser el establecimiento de vínculos constructivos y solidarios entre las personas. De hecho, aun en barrios de altos ingresos, surge la violencia si no se cuenta con una adecuada trama social e interpersonal.
Es la acción colectiva, la organización de los vecinos, el interés que los adultos desarrollan por el bienestar de los niños y los jóvenes –los propios y los ajenos– lo que contribuye a reducir la violencia, mejorar la seguridad y a convertir los cambios positivos en algo sustentable Este factor parece mucho más determinante que la raza, el ingreso, el origen familiar y el temperamento individual.
Dada su complejidad, rigor y magnitud, el estudio de la violencia en Chicago tuvo un costo superior a $51 millones. Logró establecer, en términos científicos, que la comunidad donde uno crece es tan determinante para el futuro de un niño o un joven como pueden ser su coeficiente intelectual y su temperamento. Probó, además, que, lamentablemente, quienes viven en ambientes en los que son testigos de crímenes y hechos de sangre tienen mayores posibilidades de convertirse en perpetradores.
Una vía segura. ¿Qué significan los descubrimientos de Earls para la política social y de seguridad? Nada menos que puede ser más efectivo, inclusive en términos de costo, invertir en el desarrollo de proyectos participativos y cooperativos en las barriadas pobres, y hasta en las no tan pobres, que simplemente limitarse a arrestar y encarcelar a quienes en esos vecindarios comenten transgresiones.
Evidentemente, la Policía debe tener recursos para cumplir con su deber. Sin embargo, una parte importante de la inversión del Estado se debería orientar al fomento de la dinámica social de las comunidades. Es preciso que los vecinos se involucren en actividades que los vinculen y los beneficien. No se trata tan solo de unirse para abordar temas de seguridad, sino también de ornato, recreación, salud pública, emprendimiento juvenil o cultura.
Es decir, la ecología social importa. ¿Le parece obvio? Posiblemente. Lo esencial, sin embargo, es que estamos ante una constatación científica, y no simplemente ante una observación inteligente y bien intencionada. ¡He ahí la gran diferencia!

  • POR Clotilde Fonseca
  • Opinión
Violence
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