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Edad: 60 años
Profesión: economista
Residencia: San José
El 21% de los habitantes del país son pobres. ¿Tendrán ellos posibilidad real de salir de esa condición en este Gobierno?
Estamos haciendo programas de efecto inmediato. Actualizar las pensiones del régimen contributivo nos permite llevar a los ancianos que están en la miseria arriba de la canasta básica. El programa Avancemos hace transferencias de recursos que, en una primera etapa, tienen una dosis de asistencialismo, pero en el largo plazo busca que los muchachos rompan el círculo vicioso de la pobreza.
¿Las 950.000 personas pobres del país van a recibir algún tipo de ayuda del Estado?
Vamos a empezar con la gente más necesitada. Y para cumplir con eso necesitamos que funcione el Sistema de Información de la Población Objetivo (SIPO). Esa información es fundamental y tiene que ser actualizada en forma constante porque hay gente que entra y sale de la pobreza.
¿Pero entonces hoy el Estado no sabe quiénes son los pobres, dónde están y qué necesitan?
Sí sabemos porque tenemos indicadores. El 50% de la pobreza urbana está en los precarios y estamos trabajando en ellos. También sabemos cuáles son los distritos donde hay mayores índices de pobreza.
Usted prometió poner orden en las instituciones que combaten la pobreza ¿Qué medidas ha tomado?
Programas muy concretos. Yo creo que cuando la gente tiene un sentido de que lo que hace es importante, la productividad aumenta, es un aspecto de motivación.
Usted también anunció que iba a recuperar los programas de vivienda. ¿Estaban perdidos?
Lo que pasa es que los recursos no estaban siendo canalizados en la dirección debida. Si usted tiene dinero para erradicar tugurios y en ocho años no se erradica ninguno, obviamente no se usaron bien.
¿Cómo hacer para que los bonos lleguen a la gente que realmente los necesita?
Teniendo la lista adecuada. El programa de erradicación de precarios en sitio tiene la ventaja de que ahí está la población, no la estamos inventando. Tiene que haber un trabajo con la comunidad, con el municipio, y con un censo adecuado de las personas que viven ahí. De esa forma, a la gente que no está por debajo de la línea de la pobreza se le va a dar una mezcla de crédito con bono. A los que están en condición de necesidad extrema se les da la compensación completa.
¿Una casa de 42 metros cuadrados es una casa digna para una familia de escasos recursos?
A una familia que vive en un tugurio se le da la oportunidad de que crezca una infraestructura mucho más adecuada y que conforme vaya avanzando en la vida pueda ir ampliando la vivienda. Obviamente, es una casa pequeña, para una familia mayor de cuatro ya tenemos hacinamiento. Lo ideal sería de tres habitaciones pero, si trabajamos bien con lo que tenemos, podemos mejorar la calidad de vida de la gente, sin resolver todos sus problemas. El Gobierno no está para dar felicidad, sino oportunidades.
¿Cuál es la meta de reducción de pobreza del Gobierno?
La meta es bajarla en 4 puntos porcentuales. Hay que recuperar esa capacidad innovadora del Estado costarricense para llegarle bien a la gente que vive en la pobreza.
En administraciones pasadas se dio prioridad a la contención del gasto público ante la inversión social. ¿Cuenta usted con el respaldo del presidente, Óscar Arias?
Estamos muy unificados. Tenemos una gran coincidencia de visión con Guillermo Zúñiga (ministro de Hacienda). Los que saben de economía en serio se dan cuenta de que la inversión social es un elemento decisivo para impulsar el crecimiento de un país. El capital más importante que tenemos en la época del conocimiento es lo que tenemos en la cabeza.
¿Entonces no espera usted recortes en la inversión social durante los próximos cuatro años?
No, va a crecer.
¿No es peligroso condicionar el aumento de la inversión social a la aprobación del plan fiscal?
La inversión social depende de que hagamos bien las cosas y de que tengamos recursos. Creo que sí depende, en buena medida, de que haya una mayor eficiencia en la recaudación de impuestos o de que haya un mayor nivel de impuestos para que el Estado pueda hacer lo que tiene que hacer.
Qué le parece a usted el hecho de que el 28% del presupuesto anual del IMAS se consuma en gastos administrativos?
Si el dinero se está usando en gente que cumple un papel social muy importante, diay, eso es parte del servicio. El IMAS está en proceso de ajuste. Espero que pronto tenga más capacidad y recursos para hacer su trabajo, pero tiene que convertirse en una institución que salga . Hay que obligar a que el Estado se ajuste a la gente, porque la mentalidad ahora es que la gente debe ajustarse a las instituciones.
¿Ha encontrado resistencias?
Sí claro. Llegan recursos todos los días aquí. Hay gente que todavía está en política y no ha entendido que la cosa ha cambiado. Parte de la crisis de la política social es el clientelismo y el asistencialismo. Para tener credibilidad y para que la gente tenga la seguridad de que estamos manejando bien los recursos, esos son dos problemas que tenemos que evitar.
El Gobierno ha condicionado las ayudas económicas al cumplimiento de una serie de requisitos ¿Qué persigue con eso?
Dar dignidad a la persona. Aquí lo que se busca es que la gente que pueda asumir una cuota de responsabilidad, la asuma. Me gustan los programas de autoconstrucción supervisada porque la gente hace su casa y la aprecia más. Es un cambio de cultura.
El año pasado las ocho instituciones encargadas del combate a la pobreza se dejaron en arcas ¢48.000 millones ¿Qué hará usted para que eso no se repita?
Lo que hago todos los días: estar preguntando si tal cosa está saliendo, si estamos gastando los recursos. Hay una práctica medio perversa que tenía el Gobierno anterior para no gastar: dar la plata al final de año a las entidades. Bueno, Hacienda no está jugando ese jueguito con nosotros. Es posible que nos quede platilla, pero espero que no sea mucha.
¿Cuenta el Estado con los funcionarios y las instituciones idóneos para combatir la pobreza?
Sí hay gente muy valiosa que está trabajando. Hay gente buena. El tema es ver cómo se mueven las cosas para que esta gente pueda hacer el aporte que es capaz de hacer. Y con las entidades hay que hacer una tarea constante para que no se burocraticen.
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